A
orillas del Eresma
y
cerca del Santuario de Nuestra Señora de la Fuencisla,
se
encuentra el Convento de Carmelitas Descalzos
fundado
por San Juan de la Cruz.
Juan
de Yepes - el futuro San Juan de la Cruz -
había
nacido en Fontiveros (Ávila).
Entró
en el Carmen calzado.
Conoció
a Teresa de Jesús,
ésta
le explicó su proyecto de reforma de la Orden
y
el joven decidió acompañarla en la empresa.
Así
fray Juan se convirtió
en
el refundador de la rama masculina del Carmelo,
al
igual que Teresa hizo con la rama femenina.
El
primer convento de frailes descalzos
(con
una regla mucho más rigurosa que los calzados)
fue
fundado por fray Juan en Duruelo (Ávila), en 1568.
Los
reformadores contaban con el apoyo de Felipe II,
a
quien gustaba aquella radical reforma a la hispana
iniciada
por la monja abulense.
En
1581, tras años de confrontaciones con los Calzados,
el
Carmelo Descalzo fue reconocido como Orden independiente.
***
En
1582, el año de la muerte de Santa Teresa,
fray
Juan llegó a Granada.
Acompañaba
a las religiosas que iban a fundar allí
una
comunidad de Descalzas.
Antes
de instalarse en su nuevo convento,
las
monjas tuvieron que hospedarse en casa de Ana de Peñalosa,
al
romper la palabra dada quien les había prometido alojamiento.
El
hospedaje en casa de doña Ana fue “harto bueno”
y
se prolongó meses.
Fue
yendo a confesar a las monjas en casa de doña Ana
como
fray Juan trabó una amistad profunda con ésta y su hermano:
Don
Luis de Mercado, Oidor de aquella Chancillería
(y
después del Consejo de Castilla y del Supremo de la Inquisición)
y
doña Ana de Mercado y Peñalosa, viuda de don Juan de Guevara.
Fray
Juan se convirtió en confesor y consejero de la dama.
En
Granada escribió, entre otros textos,
Llama de amor viva, dedicado a doña Ana.
Don
Juan de Guevara había muerto en 1579
y
había dejado en testamento parte de sus bienes
a
destinar por su alma, según pareciese a doña Ana y don Luis,
con
la condición que «ha de ser
en
la ciudad donde mi cuerpo obiere de estar para siempre».
Los
hermanos, en su calidad de testamentarios,
consultaron
el caso a fray Juan
y
éste les propuso hacer en Segovia, ciudad natal de los Mercado,
un
convento de carmelitas descalzos.
En
Segovia existía un convento de carmelitas descalzas desde 1574.
En
aquella ocasión había acompañado fray Juan,
vicario
entonces de las Calzadas de la Encarnación de Ávila,
a
Santa Teresa y a las religiosas que con ella fueron a fundar.
En
1588 tanto fray Juan como doña Ana marcharon a Segovia.
***
La
ciudad, por aquellas fechas,
en
contraste con el decaimiento de otros núcleos urbanos castellanos,
se
encontraba en pleno crecimiento por su floreciente industria textil,
que
la había convertido en capital de la zona.
Era
una de las ciudades más ricas y populosas de Castilla,
nombrada
en todo el mundo por la excelencia de sus lanas y paños.
Acogía
también por entonces manifestaciones de intensa religiosidad,
el
asentamiento de diferentes órdenes religiosas
y
la construcción de una catedral nueva
en
sustitución de la antigua románico-gótica,
muy
dañada a resultas de los conflictos comuneros.
***
Se
eligió para la fundación
el
emplazamiento de un antiguo convento abandonado,
a
las afueras de la ciudad,
un
convento de monjes trinitarios de Santa María de Rocamador,
del
siglo XIII, del cual quedan algunos restos.
Pasó
San Juan en Segovia los últimos años de su vida,
de
1588 a 1591,
trabajando
en la construcción del convento como un operario más,
al
mismo tiempo que se ocupaba de los asuntos de la Orden.
Dentro
del perímetro conventual hay una zona de huertas.
En
ella, sobre un peñasco, hay una ermita
que
se cree fue edificada por San Juan.
Un
poco más abajo se halla una cueva donde el fraile acudía a rezar,
una
pequeña cavidad en la peña en la que apenas cabe un hombre,
y
donde el santo al parecer alcanzó numerosos éxtasis;
sobre
ese hueco se construyó tiempo después una segunda ermita,
en
donde se conserva el tronco de un ciprés plantado por San Juan
y
una talla del Nazareno que se dice que hablaba al santo.
Hoy
está señalado un camino en cuesta que lleva a la ciudad
atravesando
la muralla por la puerta de Santiago,
por
donde San Juan solía subir al barrio de los Caballeros,
donde
está el convento de carmelitas femenino
que
fundara Santa Teresa de Jesús, y donde el santo celebraba Misa.
***
En
1591, debido a discrepancias con otros miembros de la Orden
sobre
el rumbo que debía seguir la reforma,
fray
Juan fue cesado de todos sus cargos.
Marchó
a Andalucía sin llegar a ver terminado el convento segoviano.
El
barbero de la comunidad carmelitana
le
pregunta al despedirse: “¿Cuándo volverá por acá?”
Fray
Juan le contesta: “Nunca”.
El
fraile hizo escala en el desierto de La Peñuela, en Sierra Morena.
Allí
enfermó. Fue trasladado a Úbeda en septiembre.
El
prior del convento no lo acogió bien.
La
enfermedad siguió avanzando.
Murió
la noche del 13 al 14 de diciembre. Tenía 49 años.
Durante
la enfermedad se había extendido por Úbeda
su
fama de santo
y
como tal fue despedido por la población en el entierro.
Fue
sepultado en el convento de carmelitas de Úbeda.
La
última carta del fraile, fechada en el retiro de La Peñuela,
iba
dirigida a doña Ana del Mercado.
En
1675 fue beatificado por Clemente X.
En
1726 fue canonizado por Benedicto XIII.
En
1926 fue proclamado Doctor de la Iglesia por Pío XI.
En
1952 fue declarado patrono de los poetas españoles.
Y
en 1991, con ocasión del cuarto centenario de su muerte,
fue
nombrado Doctor Honoris Causa
por
la Universidad de Salamanca.
***
Doña
Ana de Peñalosa obtuvo del vicario general
licencia
para llevar el cuerpo del santo a Segovia.
Pero
se encontró con la firme oposición de la ciudad de Úbeda.
Así
que se decidió llevar a cabo el traslado subrepticiamente.
Nueve
meses después de la muerte del santo,
el
alguacil de Corte, don Juan de Medina Ceballos,
se
presentó en Úbeda “con vara alta de justicia”
y
portador de unas cartas al Superior de la comunidad
para
proceder a la exhumación del cadáver.
Pero
el cuerpo del santo estaba todavía fresco
y
hubo que suspender el intento.
Dos
años más tarde el comisionado regresó.
«Se
hizo una caja para llevarlo, y había salido la caja pequeña,
y
así, para que cupiese, le encogieron las piernas, con que cupo;
y
así lo llevaron»,
según
relata un manuscrito
que
se conserva en el convento de carmelitas ubetense.
La
operación se efectuó furtivamente, a media noche;
salieron
de prisa, antes de que la ciudad los viese.
El
padre Francisco de San Hilarión,
que
depuso para la beatificación del santo, cuenta que,
poco
antes de llegar a Martos la comitiva,
«llevando
el cuerpo por el camino,
vieron
a un hombre, el cual había dado voces diciendo
“¿Dónde
lleváis ese difunto, bellacos?
¡Dejá
el cuerpo del fraile que lleváis...”».
Cervantes
cuenta en el capítulo 19 de Don Quijote
(la
“aventura de un cuerpo muerto”)
que
una noche el hidalgo y su escudero vieron a unos encamisados,
con
hachas encendidas en las manos y murmurando oraciones,
detrás
de los cuales iba una litera cubierta de luto.
Don
Quijote les salió al camino y dijo:
«Deteneos,
caballeros, o quienquiera que seáis,
y
dadme cuenta de quién sois, de dónde venís, adónde vais,
qué
es lo que en aquellas andas lleváis».
Uno
de los hombres le informa:
«Vengo
de la ciudad de Baeza, con otros once sacerdotes,
que
son los que huyeron con las hachas;
vamos
a la ciudad de Segovia acompañando un cuerpo muerto,
que
va en aquella litera,
que
es de un caballero que murió en Baeza, donde fue depositado,
y
ahora, como digo, llevábamos sus huesos a su sepultura,
que
está en Segovia».
En
esta escena se ha querido ver
el
traslado de los restos de San Juan.
Frente
al hecho consumado, Úbeda no se resignó
y
entabló pleito con Segovia.
En
1596 el cabildo escribió al papa
y
el 15 de septiembre Clemente VIII expidió
su
Breve Apostólico “Expositum nobis fuit”,
en
el que se reconocen los derechos de Úbeda
y
se ordena la devolución del cadáver.
Además,
según se recoge en el manuscrito del convento de Úbeda,
el
papa recibió a don Pedro de Molina,
eclesiástico
de Roma y hermano de don Lope de Molina y Valenzuela,
tesorero
de la iglesia de Santa María, de Úbeda,
a
quien, junto con el obispo de Jaén, iba dirigido el Breve Pontificio,
y
le dijo estas palabras:
«Cuando
vaya vuestro hermano a Segovia por el cuerpo de Juan,
diga
que va a negocios nuestros, y váyase a posar al Convento,
y
después de cenar diga al Prior que se vaya a la Iglesia,
que
le quiere comunicar el negocio a que va,
y
entonces, estando en la Iglesia,
que
haga que un notario, que llevará como criado,
le
notifique nuestras Letras y Breves y mándele,
so
pena de excomunión,
que
guarde secreto, y coja el cuerpo con sus criados,
y
sáquelo de noche de Segovia sin parar, y llévele a Úbeda».
El
pontífice preveía las dificultades.
El
obispo de Segovia, don Bernardo de Sandoval y Rojas,
prometió
el cumplimiento del Breve,
pero
propuso tratar el tema amistosamente
con
el Superior General del Carmen.
Hubo
dilaciones.
Y
finalmente, Úbeda se conformó con que le fuesen devueltas
sólo
una mano y una tibia del reformador.
Los
restos de San Juan de la Cruz yacen, pues, en Segovia
sin
permiso del Papa.
Y
habiéndose enfrentado sus portadores al mismo Don Quijote.
***
A
comienzos del siglo XVII se terminaba el templo segoviano.
En
una capilla del lado del Evangelio
fueron
sepultados doña Ana y don Luis.
San
Juan fue enterrado en esa capilla de los Mercado,
donde
desde el principio se le rindió culto.
En
1647 el decreto “non cultu” ordenó la desaparición de dicho culto.
En
1675, tras la beatificación, se restableció el culto.
En
1692 se rehizo la capilla.
En
1927 el artista Félix Granda construyó el actual mausoleo.
El
resto de las edificaciones anexas al templo
son
añadidos que se han ido sucediendo sobre la fábrica original.
La
última reforma es de 1972,
cuando
se cerró el claustro con una estructura metálica acristalada.
***
El
10 de abril de 1992, siguiendo la instrucción
de
la Congregación para las Causas de los Santos, de Roma,
en
presencia de autoridades de la Iglesia y de la Orden carmelitana,
se
abrió el sepulcro donde se encuentran los restos del místico.
Dichos
restos fueron analizados por varios expertos,
entre
ellos el director del laboratorio de los Museos Vaticanos.
Se
han obtenido datos que revelan
que
el fraile falleció de una septicemia
como
consecuencia de una erisipela en la pierna izquierda.
El
cuerpo se conserva bastante bien.
El
cráneo está parcialmente cubierto de tejido,
en
los maxilares quedan dientes en buen estado
y
se mantienen completos los órganos de fonación.
Le
faltan los dos brazos y las dos piernas de la rodilla para abajo,
que
han sido repartidos como reliquias.
Tras
el estudio, los restos fueron devueltos a su sepulcro de Segovia
el
14 de diciembre de 1992, festividad de San Juan de la Cruz.
***
En
mayo de 2011 hubo cierto escándalo
entre
algunos grupos católicos
con
motivo del anuncio de unas jornadas
que
se iban a celebrar en el mes de junio
en
el convento de carmelitas segoviano,
que
gestiona un “Centro de Espiritualidad”.
Se
trataba de unos días de “convivencia fraternal”
organizados
por una logias masónicas
(el
Directorio Nacional de las Logias Escocesas Reunidas
del
Gran Priorato Rectificado de Hispania).
La
convocatoria indicaba:
«Está
previsto que asistan al mismo
Hermanos
Rectificados de otras Obediencias masónicas
y
extendemos la invitación a cualquier otro Hermano Masón
que
tenga interés en asistir.
Tendrá
lugar una Tenida ordinaria
de
la R. L. Caballeros de la Rosa nº 1.
Después,
dentro de los tiempos asignados al seminario,
se
presentarán algunos trabajos masónicos de formación».
Al
parecer tales jornadas se habían celebrado ya
en
el mes de junio de los años 2005, 2007 y 2009,
en
los que habían tenido lugar en el convento
seminarios
de formación sobre la masonería.
En
2011, sin embargo, el revuelo producido
hizo
que el Vicario General de la Orden emitiera un comunicado:
«A
la vista de las dudas surgidas en torno a la ortodoxia
del
“Directorio Escocés Nacional
del
Gran Priorato Rectificado de Hispania",
el
Director del Centro verificará
con
ellos mismos y con las autoridades religiosas competentes
la
naturaleza de dicha asociación.
De
resultar esta asociación
fuera
de la comunión con la Iglesia Católica,
el
encuentro será, evidentemente
y
como no puede ser de otro modo, suspendido”
[…]
Ni
la Orden, ni la Provincia de Castilla de Carmelitas Descalzos,
a
la que pertenece el convento de San Juan de la Cruz,
ni
la comunidad que custodia dicho convento
alojarían
un encuentro
de
asociaciones contrarias a la Iglesia Católica.
Somos
hijos de Santa Teresa, hija de la Iglesia».
Días
después se hacía público
que
las jornadas habían sido suspendidas
por
decisión de la Orden carmelita.
Un
portavoz carmelita explicaba a un diario segoviano
que
inicialmente la reunión había sido autorizada
«sin
saber que se trataba de esto [un acto de carácter masónico],
al
igual que autorizamos otros encuentros de espiritualidad,
siempre
y cuando sus postulados no vayan
en
contra de la doctrina de la Iglesia».
A
finales de junio el Gran Priorato
publicaba
que la convivencia había tenido lugar,
sin
indicar dónde,
y
los mismos que habían denunciado la convocatoria sospechaban
que
quizás finalmente la reunión se celebró en el convento.
Luego
dejó de hablarse del tema...