lunes, 30 de junio de 2014
domingo, 29 de junio de 2014
sábado, 28 de junio de 2014
ÁVILA. Palacio de los Dávila
La
casa Dávila es un linaje nobiliario
que
tuvo su origen en la ciudad de Ávila.
Bajo
este nombre se conoce a dos familias diferentes,
descendientes
una de Blasco Ximeno y otra de Esteban Domingo,
que
fueron dos caballeros que participaron en la reconquista de Ávila.
El
primer escudo de armas de los Dávila, el de Blasco Ximeno, es
seis
roeles de azur puestos en dos palos en campo de oro.
El
segundo escudo de armas de los Dávila, el de Esteban Domingo, es
trece
roeles de azur puestos en tres palos en campo de oro.
Según
la “Crónica de la Población de Ávila”,
Esteban
Domingo descendía de Blasco Muñoz,
Alcalde
mayor de Ávila, Alcaide del Alcázar de Ávila,
poblador
y primer señor de Villafranca hacia el año 1100.
Blasco
Muñoz era hijo de Martín Muñoz,
descendiente
a su vez de Nuño Rasura, conde y juez de Castilla.
Martín
Muñoz y Álvar Fáñez acompañaron al Cid en su destierro,
hasta
la conquista de Valencia;
ambos
aparecen citados en el Cantar de mío Cid.
Esteban
Domingo Dávila, primer señor de las Navas en el siglo XIV,
casó
con Gimena Blázquez Dávila, del linaje de Blasco Ximeno,
y
tuvieron dos hijos, Pedro González Dávila y Mateos Dávila,
ambos
cabeza de varias casas solariegas.
***
El
Palacio de los Dávila es el más antiguo de la ciudad abulense.
Se
encuentra en la plaza de Pedro Dávila,
adosado
al lienzo de la muralla, junto a la Puerta del Rastro.
La
muralla tenía, hacia el interior, un segundo cinturón defensivo
constituido
por los palacios de la nobleza y el clero,
que,
adosados intramuros, permitirían la defensa
tanto
frente a posibles revueltas populares
como
ante incursiones del enemigo en la ciudad.
El
palacio de los Dávila es el mejor ejemplo
de
este tipo de palacio medieval fortificado
y
el único que queda en Ávila con la estructura que debieron tener
el
resto de mansiones que se construyeron en la capital,
que
se fortificaban intramuros
debido
a las luchas entre los bandos nobiliarios de la ciudad.
Es
el único que conserva su imagen originaria.
Fue
construido en el siglo XIII, con el mismo material que la muralla.
Se
le fueron añadiendo elementos hasta el siglo XVI.
Las
barbacanas y matacanes de la fachada,
las
almenas aspilleradas, la escasez y disposición de los vanos,
denotan
su carácter defensivo y militar.
Defendía
la Puerta del Rastro de la muralla.
El
conjunto residencial está integrado por cuatro construcciones
que
parecen continuación del amurallamiento
y
que constituyen una manzana
que
va desde el Alcázar hasta la Puerta del Rastro.
Junto
a la puerta del Alcázar estaba
la
casa de los señores de Navamorcuende y Villatoro,
que
actualmente es la sede del Palacio Episcopal,
que
da a la Plaza del Rastro.
Las
demás residencias pertenecieron a los señores de Villafranca,
luego
marqueses de las Navas y hoy duques de Abrantes.
***
La
parte fundamental fue edificada por orden de don Pedro Dávila
a
finales del siglo XV.
Don
Pedro destacó como guerrero
en
la recuperación de ciudades castellanas,
Olmedo,
Tordesillas, Sepúlveda, Segovia, Alcalá de Henares.
La
fecha de construcción figura en una inscripción
con
letras francesas, muy confusas, que dicen:
"ESTA
OBRA MANDO FASER PEDRO DE AVILA,
SEÑOR
DE VILLAFRANCA E LAS NAVAS,
DEL
CONSEJO DEL REY, NRO. SEÑOR;
COMENZOSE
TRESE DIAS DE ABRIL AÑO DE UCCCCLXI AÑOS,
ACABOSE
..... DIAS DEL MES DE .....
AÑO
DEL NTO DE IHU XPO DE UCCCCC AÑOS".
Su
exterior es de un sobrio gótico en piedra,
con
escudos labrados.
En
su interior, en cambio, se introduce el mudéjar,
que
se manifiesta sobre todo en su patio de ladrillo.
La
fachada principal, que da a la Plaza de Don Pedro,
tiene
dos portadas con arcos de medio punto con grandes dovelas;
en
una de ellas figura el escudo de los Dávila;
en
la otra hay un relieve (de fecha posterior) que representa
el
escudo del marquesado de las Navas
sostenido
con una cadena por dos salvajes arrodillados
mientras
a los extremos dos heraldos a caballo
hacen
sonar sus trompetas, de las que pende un banderín.
Los
guerreros de este relieve son mencionados por Miguel Delibes
en
su obra La sombra del ciprés es alargada.
La
parte del palacio que da a la Plaza del Rastro
es
más pobre y de construcción anterior.
***
En
el Paseo del Rastro, en la muralla,
se
puede observar un puerta tapiada
que
corresponde al Palacio de Pedro Dávila.
En
época de don Pedro, entre los siglos XV y XVI,
las
puertas de la muralla se cerraban de noche
y
no se podía salir de la ciudad.
Para
eludir esta prohibición, don Pedro abrió sin permiso
una
poterna en la muralla, en la zona anexa a su propiedad,
a
modo de acceso privado.
Las
autoridades lo obligaron a cerrarla.
En
1541, Pedro Dávila y Zúñiga,
nieto
del señor de Villafranca y primer marqués de las Navas,
importante
figura de las cortes de Carlos I y Felipe II,
abrió
en la fachada principal una gran ventana de estilo renacentista
con
una inscripción en su alféizar:
“DONDE
UNA PUERTA SE CIERRA, OTRA SE ABRE”.
En
la parte superior de la ventana,
otra
inscripción consigna autor y fecha:
"PETRUS
DAVILA ET MARIA CORDUBENSIS SU XEÑORA
AÑO
DE MDXLI".
En
la actualidad este palacio
es
el único en Ávila de propiedad privada.
viernes, 27 de junio de 2014
ÁVILA. Casa del Rabino
En
la calle de los Reyes Católicos,
antes
denominada Cal de Andrín,
se
encuentra la capilla de Nuestra Señora de Las Nieves.
Fue
hecha construir por la que fue virreina de Sicilia,
doña
María Dávila,
sobre
el solar que ocupó la sinagoga de Belforad.
La
abulense María Dávila casó con Fernán Núñez Arnalte,
tesorero
y secretario de la reina Isabel la Católica.
Don
Fernán construyó en Ávila el llamado Palacio de los Velada,
donde
habitó el matrimonio.
Don
Fernán murió pronto
y
doña María donó el Palacio a una comunidad de clarisas,
las
llamadas Gordillas,
y
volvió a contraer matrimonio,
con
Fernando de Acuña, hombre de armas de los Reyes Católicos.
En
1489 don Fernando fue nombrado virrey de Sicilia.
En
1494 el virrey falleció en la ciudad de Catania
y
doña María regresó a Ávila
(se
encuentra enterrada en el convento abulense de Las Gordillas,
hoy
abandonado).
En
la tradición popular se mantuvo el nombre de Casa del Rabino
para
la vivienda anexa a la ermita
que
se encuentra en el callejón de las Nieves
y
que estaba conectada con el templo.
En
la actualidad en ese caserón, restaurado en 1999,
se
localiza una hospedería
que
conserva restos de la edificación original.
jueves, 26 de junio de 2014
ÁVILA. Monasterio de Santa Ana
Alfonso
X había fundado una comunidad de monjas cistercienses,
el
monasterio de San Clemente, junto al río Adaja.
A
comienzos del siglo XIV, el cenobio se hallaba en mal estado.
Para
dar nueva ubicación a las benedictinas,
el
obispo abulense Sancho Blázquez Dávila,
ayo
de Alfonso XI y notario mayor de Castilla,
ordenó
construir un nuevo convento
ubicado
extra-muros (en la actual plaza de Santa Ana).
La
construcción incial se terminó hacia 1350.
Es
un edificio de aspecto exterior humilde
pero
de gran importancia histórica.
Ya
desde Alfonso XI, la casa fue muy favorecida por los reyes.
Aquí
fue educada de niña la futura reina Isabel I la Católica.
***
El
5 de junio de 1468 fallecía el infante Alfonso,
en
Cardeñosa, a dos leguas de Ávila.
La
infanta Isabel, apenada, se retiró a Santa Ana,
al
lugar donde había pasado buena parte de su infancia.
El
arzobispo de Toledo, Alfonso Carrillo,
que
lo mismo ceñía la cota de malla que la mitra,
reunió
a los principales comprometidos
en
las actuaciones encaminadas a destronar a Enrique
y
todos acordaron alzar por Princesa a la Infanta Isabel
y
ofrecerle la Corona de Castilla.
Una
comisión de la Junta se trasladó al monasterio de Santa Ana.
En
el locutorio del convento,
Isabel
recibió al prelado y sus acompañantes,
que
le propusieron proclamarla Reina de Castilla.
La
infanta respondió:
«No
quiero reinos que no son míos,
pues
los derechos no me son debidos, sino a mi hermano.
Mas
si tenéis ese deseo, tratad con el Rey
para
que me admita como heredera para después de sus días».
Era
preciso que la Corona recayera en persona
cuya
legitimidad no ofreciera duda,
que
pusiera término a las banderías que desangraban Castilla.
Para
conseguirlo, se hicieron los trabajos preliminares,
se
ultimaron las negociaciones
y
se acordó el lugar y la fecha en que había de realizarse
la
entrevista del rey don Enrique con su hermana doña Isabel.
Enrique
salió de Madrid e Isabel del convento de Santa Ana,
para
dirigirse a Cebreros.
Trasladáronse
después al sitio acordado:
El
19 de septiembre de 1468, en la Venta de los Toros de Guisando,
tuvo
lugar el acuerdo:
Isabel
y los suyos reconocieron a Enrique por Rey y Señor natural,
y
éste recibió por Princesa y por primera heredera de sus reinos
a
doña Isabel, que fue jurada como tal por todos los allí presentes,
previa
relajación por el legado papal de anteriores juramentos
prestados
a doña Juana.
Rey
y Princesa se trasladaron a Cadalso,
acompañados
de los magnates y los prelados,
y
luego pasaron a Casarrubios;
el
25 de septiembre expidieron la carta
en
la que se daba cuenta de lo acordado.
Don
Enrique reconocía a doña Isabel como primera heredera,
«porque
puede luego casar e aver generación
en
manera que estos mis reinos no queden sin aver en ellos
legítimos
sucesores de nuestro linage».
***
En
el siglo XVI, aprovechando que Santa Ana se había convertido
en
centro educativo para nobles y miembros de la Familia Real,
el
convento fue totalmente renovado.
Del
monasterio destaca el claustro de tres alturas,
concluido
en 1596 y único con esta altura de su época.
En
su iglesia podían verse dos lápidas
con
los nombres de dos damas de Isabel la Católica, enterradas allí.
Pendían
de sus muros varias banderas, dos de las cuales,
según
la tradición, figuraron en la batalla de Lepanto,
y
fueron regaladas al convento
por
lo mucho que rezaron sus religiosas
para
que Dios concediera la victoria a las armas españolas.
En
Santa Ana pasó algunas temporadas
la
emperatriz Isabel con su hijo el futuro Felipe II.
En
1531 la emperatriz y el príncipe Felipe pasaron el verano en Ávila.
Visitaron
repetidas veces el monasterio
y
el día 26 de julio, festividad de Santa Ana,
después
de asistir a los divinos oficios,
algunas
meninas de la reina recibieron el hábito.
La
emperatriz y el príncipe comieron en la clausura
y
después éste, que tenía poco más de cuatro años,
fue
vestido de hombre en el mismo monasterio,
“y
salió de galán, en calzón y ropilla de tela muy fina y rica”.
A
mediados de junio del año 1600,
los
reyes Felipe III y Margarita de Austria
visitaron
Santa Ana, acompañados de muchos Grandes de España.
También
visitaron el monasterio
Isabel
II y la infanta doña Isabel de Borbón.
***
Damas
de la primera grandeza de España
tomaron
el hábito en el convento de Santa Ana.
Se
dice que, desde su fundación, nunca faltó entre sus religiosas
alguna
de la casa y apellido de su fundador, Dávila.
Hubo
monjas de clausura en Santa Ana hasta 1978.
Ese
año las cistercienses abandonaron el convento
y
éste fue adquirido por la Junta autonómica.
En
1985 fue restaurado y se convirtió en sede
de
la Delegación de la Junta de Castilla y León,
cayendo
rápidamente en el olvido la historia del cenobio.
miércoles, 25 de junio de 2014
ÁVILA. Monasterio de Santo Tomás
En
1480, el tesorero y secretario de los Reyes Católicos,
Hernán
Núñez de Arnalte, otorgó poder testamentario
a
favor de su esposa, María Dávila, dama de la corte de Isabel I,
y
de fray Tomás de Torquemada, confesor de la reina
y
prior del convento de Santa Cruz de Segovia en ese momento,
para
que actuasen en su nombre
para
la fundación de un convento de dominicos en Ávila
dedicado
a Santo Tomás de Aquino.
Se
escogió para ello un lugar alejado del núcleo urbano,
en
el exterior del recinto amurallado, en los arrabales.
Doña
María y fray Tomás adquirieron al canónigo Fernán González,
con
el dinero legado para ello, unas casas y huertas, un solar
«apartado
de iglesias perrochiales
e
donde non se fasía agrabio a ninguna persona
e
avía anchura e logar donde el tal monasterio se fiesese
e
se pudiese estender la obra e edificios del dicho monasterio e casa»
(Archivo
del Convento de las Gordillas en Ávila,
“Cláusula
del testamento de Fernán Núñez
en
que haze ziertas mandas
para
la rredificazión del Convento de Santo Thomás de Ávila”).
En
1482 comenzaron las obras, que duraron hasta 1493,
con
los donativos dispuestos por don Hernán
y
posteriores aportaciones de los Reyes Católicos,
aunque
la fundación no llegó a constituirse propiamente
como
patronato real.
El
mismo Torquemada se ocupó de la dirección de los trabajos.
***
La
fachada de la iglesia queda delimitada por dos machones
unidos
por un arco escarzano,
dibujándose
así una gran “H” de “Hispania”.
Toda
ella está decorada con bolas de piedra
(que
también abundan en el resto del edificio
-así
como en otros monumentos de la ciudad-),
ornamentación
que recibe el nombre de perlado abulense.
A
ambos lados de la puerta hay diez estatuas de Gil de Siloé.
En
el frontón hay un gran escudo de los Reyes Católicos
sostenido
por un águila.
El
coro fue realizado por Martín Sánchez de Valladolid,
quien
talló también la sillería de la Cartuja de Miraflores en Burgos.
En
su decoración se repiten, entre otros motivos,
los
símbolos de los Reyes Católicos,
el
yugo y las flechas y la granada.
El
retablo mayor es una de las mejores obras
de
Pedro Berruguete, que realizó también
parte
del retablo mayor de la catedral de Ávila.
Fue
empezado en 1494,
un
año después de la terminación del monasterio.
Formaba
parte de un ciclo iconográfico ideado por Torquemada
en
relación con el convento como sede del Tribunal de la Inquisición.
El
templo fue escogido por los Reyes Católicos
como
lugar de enterramiento de su hijo el príncipe Juan.
Juan,
nacido en Sevilla en 1478 y fallecido en Salamanca en 1497,
fue
el segundo hijo de Fernando e Isabel y su único hijo varón,
y
por lo tanto el heredero de las coronas de Aragón y Castilla.
En
1492, Colón denominó a la recién descubierta isla de Cuba
Isla
Juana en deferencia al príncipe Juan.
Habría
reinado como Juan III,
y
habría sido el instaurador de la dinastía Trastámara
en
la España unificada.
Pero
murió antes de acceder al trono, con 19 años.
Casó
en abril de 1497, en la catedral de Burgos,
con
la archiduquesa Margarita de Austria,
hija
de Maximiliano I de Habsburgo y de María de Borgoña.
Falleció
en octubre de ese mismo año.
Según
la versión oficial, murió de tuberculosis,
aunque
se ha dicho que se debió a incontinencia sexual;
llevaba
seis meses casado con Margarita
(que
perdió a su hija en el subsiguiente parto).
La
reina Isabel dejó encargado en su testamento
un
sarcófago de mármol para Juan.
El
sepulcro es obra de Domenico di Alessandro Fancelli;
fue
esculpido en Génova hacia 1510 por encargo del rey Fernando
a
través de Íñigo López de Mendoza y Quiñones, conde de Tendilla
(tras
el éxito obtenido por el escultor
con
la sepultura del cardenal Diego Hurtado de Mendoza
en
la catedral de Sevilla).
Fue
traído a Ávila una vez terminado.
(Domenico
Fancelli será también el artífice
del
sepulcro de los Reyes Católicos de la capilla real de Granada,
capilla
fundada en 1504 en la catedral granadina por los Reyes
como
panteón real en el que ser enterrados;
la
reina murió en 1504 y en 1516 murió el rey;
ambos
fueron enterrados en el convento de San Francisco
a
la espera de que las obras de la capilla real se terminasen;
en
1514 el conde de Tendilla encargó a Domenico Fancelli
que
labrase en mármol un sepulcro doble, para ambos monarcas.
Fancelli
terminó el cenotafio en 1517).
El
túmulo de don Juan es una obra exenta,
responde
a la nueva tipología renacentista
y
presenta una caja prismática
sobre
la que se sitúa la estatua yacente del príncipe
con
las manos juntas sujetando la espada
y
la cabeza sobre un cojín.
El
príncipe, de rasgos jóvenes, serenos y hermosos,
reposa
vestido de guerrero,
pero
los guanteletes se encuentran a los lados del yacente,
significando
que no murió en batalla.
Los
detalles de su vestimenta son de gran perfección.
El
sarcófago está adornado con virtudes y alegorías;
algunos
de esos relieves fueron mutilados por los franceses
cuando
invadieron la Península.
A
los pies una inscripción recuerda las cualidades del príncipe
y
lamenta su muerte prematura;
el
epitafio dice:
«Juan,
Príncipe de las Españas,
de
virtudes y ciencia lleno, verdadero cristiano,
muy
amado de sus padres y de su patria,
en
pocos años realizó muchas obras buenas con prudencia y virtud.
Descansa
en este túmulo
mandado
hacer por su óptimo y piadoso padre Fernando,
rey
invicto y defensor de la Iglesia.
Su
madre, la Reina Isabel, purísima y depósito de todas las virtudes,
mandó
por testamento se hiciese tal.
Vivió
diez y nueve años y murió en 1497».
Durante
la guerra la tumba fue saqueada por los franceses
y
hoy el sepulcro está vacío y los restos desaparecidos.
El
cenotafio fue situado en el crucero de la iglesia.
En
los laterales de la nave hay ocho capillas,
cuyos
enterramientos también fueron rotos por los invasores.
En
una de ellas están enterrados los ayos del príncipe,
don
Juan Dávila y su esposa doña Juana Velázquez de la Torre,
en
sepulcros obra del escultor Pedro de Salamanca.
En
otra, el fundador del monasterio, don Hernán Nuñez de Arnalte,
cuyo
sepulcro fue realizado por Vasco de la Zarza.
Inicialmente
don Hernán fue enterrado junto a sus padres
en
la iglesia de San Martín de Ocaña,
pero
posteriormente su cuerpo fue trasladado a Santo Tomás
a
instancias de su esposa.
Destaca
también la Capilla del Cristo de las Angustias o de la Agonía,
donde
se encuentra el confesionario de Santa Teresa,
y
donde la santa tuvo una visión el 15 de agosto de 1561,
durante
la cual el Cristo le habló.
El
monasterio es una gran edificación que cuenta con tres claustros:
El
claustro del Noviciado.
Es
el más antiguo y carece de ornamentación.
El
claustro del Silencio.
Llamado
así por ser lugar de lectura, meditación y oración.
También
se le llamaba claustro de los Difuntos,
porque
los frailes eran enterrados en él.
Su
parte superior está decorada con las típicas bolas isabelinas
y
con yugos y flechas y granadas
y
con el escudo de los dominicos y la flor de lis.
Las
ataduras de los yugos y las flechas son todas distintas.
Los
arcos también son muy variados:
ojivales,
escarzanos, carpaneles, conopiales,
de
medio punto y mixtilíneos:
todo
un catálogo tardogótico
de
los experimentos anteriores al Renacimiento.
De
este claustro sale una escalera de acceso al coro de la iglesia.
El
claustro de los Reyes.
Su
única decoración es la profusión de perlado abulense.
Se
creía que era el patio del palacio de verano de los Reyes Católicos,
pero
últimamente hay quien piensa que fue construido más tarde,
por
el emperador Carlos.
La
panda norte albergaba el Palacio Real.
En
el ala sur se hallan las aulas, ya remodeladas,
de
la desaparecida Universidad de Santo Tomás de Ávila,
por
la cual el claustro también se llamó claustro de la Universidad.
En
1504 el Maestro General de los Dominicos, fray Vicente Bandello,
fundó
un Estudio de Teología, Filosofía y Lógica.
En
1515, durante un Capítulo General de la Orden en Nápoles,
fue
elevado a la categoría de Estudio General dominico.
En
1576 pasó a ser la Universidad Santo Tomás de Ávila
por
deseo del papa Gregorio XIII.
Fue
suprimida en 1807.
Aún
se conserva su aula magna.
En
el convento se instaló el Tribunal de la Inquisición
y
aquí vivió sus últimos años fray Tomás de Torquemada,
nombrado
Inquisidor General del Reino,
hasta
su fallecimiento ocurrido el 16 de septiembre de 1498.
Se
cree que fue enterrado bajo un pequeño altar en la sacristía,
pero
en 1699 un gran incendio la destruyó
y
al reconstruirse se perdieron las referencias,
desconociéndose
hoy dónde están sus restos.
***
En
el siglo XIX, la invasión napoleónica y el proceso desamortizador
causaron
estragos en el rico patrimonio del cenobio.
Ha
sido convento dominico, palacio real, panteón de nobles.
Hoy
es un enclave bastante desconocido
por
hallarse alejado del centro turístico.
Aloja
un Museo de Arte Oriental, abierto en 1964
con
obras reunidas por los misioneros dominicos.