lunes, 29 de junio de 2015

BURGOS. Monasterio de Las Huelgas (y IX)



SANTIAGO DEL ESPALDARAZO


Fuera de la construcción monástica de Las Huelgas,
aislada en el terreno de la huerta,
hay una sencilla capilla de estilo mudéjar.
En ella se guarda una imagen de Santiago.
Un Santiago sedente pero con armadura y espada
y de brazos articulados
(hombros, codos y muñecas se mueven accionando un cordón).

Es una figura de madera policromada
con una espada en su mano derecha y la mano izquierda abierta.

Es figura sedente pero sin silla,
como para colocarla en un asiento especial.

*** 


A lo largo de la Edad Media,
los actos de investidura de los caballeros,
inicialmente de carácter militar, se fue sacralizando.
En el siglo XII, las ceremonias de investidura de los monarcas
eran oficiadas por obispos,
que les entregaban espada, cetro y corona.

Pero, a partir de Fernando III, los reyes castellanos
consideraron inadecuado ser armados por un inferior
e introdujeron cambios en el ceremonial,
que se diferenció así del de otros reinos europeos
en que el clero quedaba supeditado a la monarquía.

La ceremonia de Fernando III se celebró en 1219 en Las Huelgas.
Hubo una misa y el obispo bendijo las armas; a continuación, el rey
«tomo dell altar su espada, et el se la cinxo con su mano misma,
et cinnossela como a armar caballero».

Frente a este acto de auto-investidura,
se ideó otra alternativa: ser armado caballero por el apóstol Santiago.
Así lo hizo Alfonso XI.
En 1332, antes de su coronación, el rey peregrinó a Compostela.
En la catedral, conforme a las normas de la caballería
y tal como relata la Crónica de Alfonso XI,
veló toda la noche las armas situadas sobre el altar.
Al día siguiente, festividad de Santiago, en una misa,
en una cuidada puesta en escena,
las armas fueron bendecidas por el arzobispo
y a continuación el rey se las ciñó
y fue armado caballero por una imagen de Santiago.

Se ha apuntado que para ello se pudo utilizar
la figura que se conserva en Las Huelgas,
e incluso que ésta pudo ser creada con tal finalidad.
Los mecanismos que la articulan hacen posible
dar el ‘espaldarazo’y la ‘pescozada’,
gracias a las distintas posiciones que pueden adoptar los brazos.

Tras la investidura, Alfonso XI viajó a Burgos,
donde fue coronado rey y ordenó a su vez a multitud de nobles.

También la imagen se trasladaría a Las Huelgas,
convertida en símbolo del poder regio.

*** 


En Las Huelgas, fundado por Alfonso VIII
para constituirlo en panteón real de la Casa de Castilla,
ya se habían celebrado varias investiduras,
como la de Fernando III
o la de Eduardo de Inglaterra en 1269, oficiada por Alfonso X.

También en Las Huelgas tendrán lugar varias coronaciones:
Enrique I en 1214,
Alfonso XI en 1332,
Enrique II en 1366
y Juan I en 1379.

Y en Burgos fundó Alfonso XI en 1338
la cofradía de Caballeros del Santísimo y de Santiago de la Fuente,
cuyo objetivo era el ejercicio de la caballería en honor al santo.

*** 


No existe base documental que certifique el uso de la imagen
en ceremonias de investidura;
el conocimiento de tal uso ha sido transmitido por la tradición.

Inicialmente la estatua se emplearía sólo
para armar a miembros de la monarquía,
pero después invistió también a caballeros de la Orden de Santiago.

En cualquier caso, se trata de una pieza única,
el único ejemplo de escultura masculina articulada medieval
que existe en España.

Se ha justificado su ubicación en tan retirada capilla
por el hecho de que la investidura de armas
era un acto privado y austero,
de acuerdo con los cánones de la caballería.
Podría ser incluso que la capilla fuera diseñada para este fin.

Con la decadencia de la caballería, la talla de Santiago se olvidó.
No es mencionada hasta el siglo XIX,
cuando el Romanticismo recupera los relatos caballerescos.
Entonces se presta atención a la tradición,
conservada en el recuerdo de las monjas,
sobre la función que desempeñó la estatua.

*** 


En un reciente trabajo de restauración de la pieza,
el restaurador advirtió en ella varias anomalías:

Sus proporciones y facciones son femeninas.

La barba no está tallada
sino que fue añadida con una mezcla de yeso, cola y estopa.

La unión del cuello con el cuerpo presenta muchos clavos,
como si se hubiera rectificado la postura de la cabeza.

Los pliegues del ropaje sobre los muslos coinciden
con los típicos de las imágenes de las Vírgenes sedentes con Niño,
lo mismo que el calzado puntiagudo.

La conclusión fue que inicialmente había sido una Virgen
y que por algún motivo se había transformado en un Santiago,
sustituyendo los brazos originales por otros más rudos y articulados.

domingo, 28 de junio de 2015

BURGOS. Monasterio de Las Huelgas (VIII)



ALFONSO DE LA CERDA, “EL DESHEREDADO”


Nació en 1270,
hijo mayor de Fernando de la Cerda y de Blanca de Francia.

Fue aspirante a la corona castellana durante los reinados
de Sancho IV, Fernando IV y Alfonso XI de Castilla.


Cuando murió su padre Fernando en 1275,
su abuela la reina Violante de Aragón llevó a Alfonso a Aragón
junto con su recién nacido hermano Fernando de la Cerda.
Allí fue criado durante trece años en la fortaleza de Játiva,
como virtual prisionero del rey Pedro III de Aragón.

Su abuelo Alfonso X de Castilla lo había designado su sucesor.
En su testamento establecía la división de los reinos
entre sus herederos:
Sancho heredaría Castilla
y Alfonso, hijo del fallecido Fernando, heredaría León.

Don Sancho no respetó ese testamento.
A la muerte del Rey Sabio en 1284 (Alfonso tenía entonces 14 años)
el trono fue usurpado por Sancho (tío de Alfonso),
que reinaría como Sancho IV de Castilla.

En 1288 Alfonso III de Aragón liberó a Alfonso de la Cerda
y en Jaca lo proclamó rey de Castilla y de León.
Sin embargo, Alfonso no pudo recuperar el trono.

En 1290 el infante casó con Mahalda de Brienne-Eu (Narbona).

En 1295 falleció Sancho IV.
Aprovechando la minoría de edad de su hijo Fernando IV,
el nuevo rey aragonés, Jaime II, trató de sacar beneficio.

El pretexto fue apoyar a Alfonso de la Cerda
en base a que el matrimonio de Sancho IV y María de Molina
no contaba con la dispensa de la Iglesia.

En 1296 logró una coalición con Alfonso de la Cerda
y con el infante Juan, hijo de Alfonso X,
por la que Juan recibiría el reino de León, Alfonso sería rey de Castilla
y Jaime II obtendría el reino de Murcia.
Se unieron a la coalición algunos nobles castellanos
partidarios de Alfonso de la Cerda, como Juan Núñez de Lara,
que esperaba recuperar el señorío de Albarracín.

Ese mismo año dos ejércitos aragoneses invadieron Castilla:
Uno, encabezado por Jaime II, entró en Murcia,
y el otro, dirigido por el infante Pedro de Aragón y don Alfonso,
penetró en Castilla.
Éstos, en San Esteban de Gormaz,
se reunieron con las tropas del infante Juan.
De allí se dirigieron a León, donde Juan fue proclamado rey de León
y desde allí fueron a Sahagún,
donde Alfonso fue proclamado rey de Castilla.

Sin embargo, una epidemia de peste
causó estragos entre ocupantes y les obligó a retirarse a Aragón.
Alfonso permaneció en Castilla, estableciendo su corte en Almazán.

El rey Dionisio I de Portugal había invadido Castilla
para reunirse con el infante Juan y don Juan Núñez de Lara
y poner sitio a Valladolid,
donde se encontraban la reina María de Molina y Fernando IV.
Pero en 1297 el portugués se retiró y llegó a un acuerdo con la reina.
Ello posibilitó que ésta contraatacara al infante Juan,
que controlaba el territorio leonés.

En 1301 María de Molina consiguió que el papa legitimase
a los hijos que había tenido con el difunto rey Sancho IV,
lo cual debilitaba la causa de Alfonso de la Cerda.
Ese mismo año se declaró la mayoría de edad de Fernando IV.

El infante Juan y don Juan Núñez de Lara maniobraron
para ganarse la voluntad del nuevo rey
y obtuvieron los puestos principales en la Corte,
en detrimento de los colaboradores de María de Molina,
quienes se incorporaron al bando del infante de la Cerda.

Pero ya ni Castilla ni Aragón ni Portugal deseaban la guerra.
Alfonso de la Cerda, ya sin apoyos diplomáticos ni militares,
tuvo que avenirse a un acuerdo.

En 1304 don Alfonso renunciaba a sus aspiraciones,
dejó de emplear las armas reales y el sello de Castilla
y se integró en la alta nobleza castellana.

Posteriormente se estableció en Francia,
donde el rey Carlos IV le nombró barón de Lunel,
municipio del Languedoc.

En 1312 moría Fernando IV
y heredaba el trono su hijo Alfonso XI, que sólo tenía 1 año.
Don Alfonso aprovechó para tratar de revitalizar su causa en Francia
y hacer valer sus derechos al trono,
pero no encontró apoyos.
Desengañado, en 1331 regresó a Castilla,
renunció a sus pretensiones, rindió homenaje a Alfonso
y en 1332 participó en la coronación del nuevo rey.


El infante de la Cerda falleció en 1333 en Piedrahíta
y recibió sepultura en el monasterio de Las Huelgas.

El sarcófago está decorado con castillos y leones y flores de lis.


En la actualidad se encuentra exento,
en el centro de la nave de Santa Catalina;
en el pasado estuvo situado delante del de su padre,
lo que evitó que, durante la invasión napoleónica,
éste fuera saqueado por las tropas francesas.

Cuando en el siglo XX se examinó el interior de los sepulcros,
Gómez-Moreno describió así el cadáver momificado de don Alfonso:
«La momia tiene bigote y barba poco crecidos,
y una cuerda entrelazada ciñe una de sus pantorrillas».

sábado, 27 de junio de 2015

BURGOS. Monasterio de Las Huelgas (VII)



FERNANDO DE LA CERDA


Nacido en 1255,
fue hijo primogénito de Alfonso X de Castilla y Violante de Aragón.
Era nieto, por parte paterna, de Fernando III de Castilla
y Beatriz de Suabia
y, por parte materna, de Jaime I de Aragón
y Violante de Hungría.

En las Cortes de Vitoria de 1256 fue jurado como heredero.

En 1266 su padre concertó su matrimonio
con la infanta Blanca, hija de Luis IX de Francia.

A causa de la juventud de los contrayentes,
el enlace no se celebró hasta tres años después.
Tuvo lugar en Burgos en 1269.
Tras los esponsales, el infante fue armado caballero por su padre.
A su vez, don Fernando armó caballeros a sus hermanos Juan y Pedro
y hubiese debido armar también a su hermano Sancho,
pero éste rechazó ser armado por él.

En 1272, durante la revuelta nobiliaria contra Alfonso X,
intervino en las negociaciones mantenidas con los sublevados
al lado de su madre, la reina Violante de Aragón,
y de su tío el infante Manuel de Castilla, hermano de Alfonso X,
que contaba con la predilección y la confianza del rey.

En las Cortes de Burgos de 1274 el rey nombró a Fernando regente
en su ausencia, mientras durase su viaje a Europa
para llevar a cabo el “fecho del imperio”.

En 1275, el infante enfermaba y moría en Villa Real (Ciudad Real)
cuando marchaba a combatir a los benimerines.

La Crónica de Alfonso X el Sabio relata así la muerte del infante:

«Et estando el infante don Ferrando en aquella villa,
adolesció de gran dolencia.
Et veyéndose quexado de la muerte, fabló con don Juan Núñez
e rogól mucho afincadamente que ayudase e fiziese en manera
que don Alfonso, fijo deste infante don Fernando,
heredase los regnos después de los días del rey don Alfonso su padre
[...]
Et luego este infante don Fernando finó en el mes de agosto».


Fue enterrado en el monasterio de Las Huelgas.
El sarcófago está decorado
con escudos de Castilla y León y de Aragón.
Se encuentra en el muro, bajo un arco
adornado, entre otros motivos, con las armas de Castilla y León.


Fue el único sepulcro que quedó intacto
tras el saqueo llevado a cabo por los franceses,
por hallarse delante de él el de su hijo, Alfonso de la Cerda,
que fue profanado junto con todos los demás.

En el siglo XX se extrajeron de él las mejores piezas
que se custodian en la actualidad en el Museo de Telas Medievales.
Se pudo recuperar el ajuar completo:
vestiduras, birrete, anillo, espada, espuelas y talabarte.
Constituye la muestra más clara
de cómo se enterraba a los miembros de la casa real castellana.


***

Don Fernando dejaba dos hijos,
conocidos como “los infantes de la Cerda”:

ALFONSO DE LA CERDA (1270-1333).
Casó con la francesa Mahalda de Brienne-Eu.
Durante los reinados de Sancho IV, Fernando IV y Alfonso XI
intentó, infructuosamente, hacer valer sus derechos al trono.

FERNANDO DE LA CERDA (1275-1322).
Casó con Juana de Lara,
viuda del infante Enrique de Castilla el Senador, hijo de Fernando III.

viernes, 26 de junio de 2015

BURGOS. Monasterio de Las Huelgas (VI)



ENRIQUE I DE CASTILLA

  
Hijo menor de Alfonso VIII y Leonor de Plantagenet.
Sus abuelos paternos fueron el rey Sancho III de Castilla
y su esposa Blanca Garcés de Pamplona
y los maternos el rey Enrique II de Inglaterra
y su esposa Leonor de Aquitania.
Nació en 1204.

La muerte de sus hermanos mayores lo convirtió en heredero.
En 1214 murió su padre y Enrique se convirtió en rey con 10 años.

Su padre, en su testamento, redactado poco antes de morir,
había confiado la tutela del niño a la reina Leonor,
pero ésta falleció veinticuatro días después.
Leonor confió la regencia a doña Berenguela,
hermana mayor del rey, que residía en la corte
desde que en 1204 el papa anulara su matrimonio
con el rey leonés

También Alfonso VIII había accedido al trono siendo niño
y durante su minoría de edad se habían disputado su tutela
los miembros de las Casas de Lara y de Castro,
originando continuos disturbios.
Ahora, de nuevo, un miembro de la Casa de Lara,
el conde Álvaro Núñez de Lara,
disputó la regencia a Berenguela.
En 1215 ésta renunció, para evitar al reino
la repetición de los conflictos vividos años atrás.

Don Álvaro maniobró para concertar el matrimonio de Enrique
con Sancha, hija del rey Alfonso IX de León.
Con ello apartaba de la sucesión al infante Fernando,
hijo de Berenguela y Alfonso IX.

La boda, sin embargo, no llegó a celebrarse,
debido a la prematura defunción de Enrique:

La muerte acaeció en 1217,
como consecuencia de un golpe en la cabeza
recibido cuando jugaba con otros niños
en el Palacio episcopal de Palencia:
(«firiolo un mozo con una piedra en la cabeza non por su grado»).

Don Álvaro llevó el cadáver a Tariego de Cerrato,
localidad situada entre Burgos y Dueñas,
con la intención de ocultar la muerte del rey.
Sin embargo, Berenguela supo de lo ocurrido,
tomó Dueñas y envió a los obispos de Palencia y Burgos
a hacerse cargo de los restos mortales del difunto.


Enrique fue sepultado en Las Huelgas.
El sarcófago carece de decoración,
aunque la piedra estuvo policromada.
Se encuentra en la nave del Evangelio,
junto al sepulcro de su hermano Fernando
y frente al sepulcro del infante Fernando de la Cerda.

En el examen de las tumbas llevado a cabo a mediados del siglo XX
se pudo observar el cráneo,
en el que se había practicado una trepanación,
posiblemente para frenar la hemorragia cerebral

causada por el golpe.

jueves, 25 de junio de 2015

BURGOS. Monasterio de Las Huelgas (V)



BLANCA DE PORTUGAL


Nieta, por parte paterna, de Alfonso II de Portugal
y su esposa Urraca de Castilla
y, por parte materna, de Alfonso X de Castilla
y su amante Mayor Guillén de Guzmán.

Hija primogénita de Alfonso III de Portugal y de Beatriz de Castilla.

Nació en Portugal en 1259.

Sus malas relaciones con su hermano el futuro Dionisio I
determinó en 1282 la marcha de Blanca a Castilla,
acompañada por su madre.
Se instalaron en Sevilla en la corte de Alfonso X.

Éste en su codicilio testamentario menciona a su nieta Blanca:
«Otrosy, mandamos a Doña Blanca, nuestra nieta,
fija del Rey Don Alfonso de Portugal et de la Reyna Doña Beatriz,
cient mill marcos de la moneda, que se fazen
seiscientas vezes mill maravedis de la moneda de la guerra,
para en casamiento».

Pero en 1295 la infanta profesó como religiosa en Las Huelgas.
En una carta que su tío el rey Sancho IV dirigió al monasterio ese año
se mencionan las causas por las que la infanta entró en el convento
pese a que al principio no deseaba hacerlo:

«Sepades que Nos por vos fazer merced et honrra,
et a vuestro pedimento, et por que nos feciesties entender
et que vos cumplie et vos fazie mester,
rogamos a la Infant doña Blanca, nuestra sobrina,
que quisiese seer monja desse Monesterio,
et tomar el señorio desse logar
et comienda et guarda de todo lo vuestro.
Et como quier que fasta aquí non lo quiso fazer,
pero agora por que su voluntad es
de assosegar su fazienda et su vida en Orden,
et por que la nos affincamos que quisiesse essa vuestra Orden
et en esse Monasterio ante que en otro,
otorgánoslo. Et nos con vuestra voluntad diemosgelo.
Et por que vos mandamos et vos rogamos,
que la recibades como debedes et la fagades honrra et servicio
et lo quel pertenesce como a la que ella es,
et el debdo que con Nos a,
et segund ficiestes a las otras infantas que y fueron fasta aquí.
Et por ella vos faremos Nos mucho bien et mucha merced.
Et tal es la Infant que siempre fallaredes en ella bien
et lo que devedes fallar.
Dada en Toledo XV días de Abril. Era Mill et CCCC et XXXIII años».

Berenguela aportó una abundante dote
y fue nombrada señora del monasterio, no abadesa,
cargo que siguió ostentando otra religiosa.


En su testamento dispuso ser enterrada en Las Huelgas:
«Sepan quantos esta carta vieren commo yo, infanta donna Blanca,
fiia del muy noble rey don Alfonso, sennora de Las Huelgas,
seyendo en mi sano entendimiento qual Dios me lo quiso dar,
fago mio testamento e mi postremera voluntad en esta guisa:
Primeramiente, do e oferesco a Dios e a Sancta Maria mi alma,
e al monesterio de Las Huelgas mio cuerpo,
et mando que todo lo que mester fiziere e cumpliere
paral mio enterramiento».

Blanca de Portugal falleció en el monasterio en 1321.

Recibió sepultura en la nave central de la iglesia,
frente al enterramiento de la infanta Berenguela.
Adornan el sarcófago los escudos de Castilla, León y Portugal.

*** 


Doña Blanca tuvo una relación extramatrimonial
con Pero Núñez Carpintero.
De esa relación nació un hijo ilegítimo, Juan Núñez de Prado.

Don Juan fue caballero de la Orden de la Banda
y clavero y gran maestre de la Orden de Calatrava.
Cuando era clavero, se levantó junto a otros caballeros de la Orden
contra el maestre García López de Padilla,
desacreditado por sus fracasos en expediciones contra los moros
y por su supuesta huida del campo de batalla.
Los rebeldes se hicieron fuertes en Villarreal (futura Ciudad Real).
En 1325 acudieron a la corte de Alfonso XI
para acusar formalmente al maestre de cuatro cargos:
haber desabastecido y dejado que se perdieran diversas fortalezas,
haber huido en la batalla de Baena, abandonando a sus hombres,
haber tratado a los freires con crueldad
y haber atacado lugares y vasallos de realengo.
El maestre fue citado ante el tribunal real, pero huyó a Alcañiz.
Alfonso XI ordenó a los freires que organizaran un capítulo
que eligió como nuevo maestre a Juan Núñez de Prado.
El depuesto maestre recurrió ante capítulo general del Císter,
que reconoció la legitimidad de su cargo.
Sin embargo, ante el respaldo dado a Juan Núñez de Prado
por el rey castellano y los caballeros y las villas y castillos calatravos,
en 1329 don García renunció al maestrazgo,
a cambio de mantener el señorío
de las posesiones de la Orden en Aragón y Valencia.
Pero Juan Núñez de Prado incumplió algunos términos del acuerdo
y don García volvió a reivindicar sus derechos al maestrazgo
con apoyo de la corona aragonesa
y murió sin haber renunciado al maestrazgo.
Ello prolongó el cisma hasta el acuerdo alcanzado en 1348
ante las Cortes reunidas en Zaragoza
en el que se daba mayor autonomía a las encomiendas aragonesas.

En 1354, Pedro I ordenó a don Juan de la Cerda
apresar al maestre Núñez de Prado
en las Casas Maestrales de la Orden en Almagro.
El maestre no opuso resistencia,
aunque tenía hombres suficientes para haber presentado batalla.
Le sustituyó como maestre don Diego García de Padilla,
hermano de la amante del rey, María de Padilla.
El nuevo maestre envió a Juan Núñez al castillo de Maqueda,
donde fue asesinado en 1355 por el escudero Diego López de Porras
por orden del rey Pedro:

«É fue preso,
é depuesto é desapoderado del Maestrazgo de Calatrava.
É el Rey mandó á los Freyres de Calatrava
que oviesen por Maestre á Don Diego García de Padilla;
é non esperó que los Freyres oviesen otro consejo sobre ello [...]
Después de Don Juan Nuñez de Prado Maestre de Calatrava
fue preso,
entrégolo el Rey luego á Don Diego Garcia de Padilla
que nuevamente era fecho Maestre,
é él enviólo preso al Alcazar de Maqueda
en poder de un Caballero de Avila [...]
E Don Juan Nuñez fue dende á pocos días muerto
en el Alcazar de Maqueda, que es de la Orden de Calatrava
dó estaba preso [...]
pero muchas veces decía después el Rey
que él nunca le mandára matar,
é que le ficiera matar el dicho Don Diego Garcia
sin su licencia é mandamiento del Rey».
(Crónicas de los Reyes de Castilla, Pero López de Ayala).