SANTIAGO DEL ESPALDARAZO
Fuera de la construcción monástica de Las Huelgas,
aislada en el terreno de la huerta,
hay una sencilla capilla de estilo mudéjar.
En ella se guarda una imagen de Santiago.
Un Santiago sedente pero con armadura y espada
y de brazos articulados
(hombros, codos y muñecas se mueven accionando un cordón).
Es una figura de madera policromada
con una espada en su mano derecha y la mano izquierda abierta.
Es figura sedente pero sin silla,
como para colocarla en un asiento especial.
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A lo largo de la Edad Media,
los actos de investidura de los caballeros,
inicialmente de carácter militar, se fue sacralizando.
En el siglo XII, las ceremonias de investidura de los monarcas
eran oficiadas por obispos,
que les entregaban espada, cetro y corona.
Pero, a partir de Fernando III, los reyes castellanos
consideraron inadecuado ser armados por un inferior
e introdujeron cambios en el ceremonial,
que se diferenció así del de otros reinos europeos
en que el clero quedaba supeditado a la monarquía.
La ceremonia de Fernando III se celebró en 1219 en Las Huelgas.
Hubo una misa y el obispo bendijo las armas; a continuación, el rey
«tomo dell altar su espada, et el se la cinxo con su mano misma,
et cinnossela como a armar caballero».
Frente a este acto de auto-investidura,
se ideó otra alternativa: ser armado caballero por el apóstol
Santiago.
Así lo hizo Alfonso XI.
En 1332, antes de su coronación, el rey peregrinó a Compostela.
En la catedral, conforme a las normas de la caballería
y tal como relata la Crónica de
Alfonso XI,
veló toda la noche las armas situadas sobre el altar.
Al día siguiente, festividad de Santiago, en una misa,
en una cuidada puesta en escena,
las armas fueron bendecidas por el arzobispo
y a continuación el rey se las ciñó
y fue armado caballero por una imagen de Santiago.
Se ha apuntado que para ello se pudo utilizar
la figura que se conserva en Las Huelgas,
e incluso que ésta pudo ser creada con tal finalidad.
Los mecanismos que la articulan hacen posible
dar el ‘espaldarazo’y la ‘pescozada’,
gracias a las distintas posiciones que pueden adoptar los brazos.
Tras la investidura, Alfonso XI viajó a Burgos,
donde fue coronado rey y ordenó a su vez a multitud de nobles.
También la imagen se trasladaría a Las Huelgas,
convertida en símbolo del poder regio.
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En Las Huelgas, fundado por Alfonso VIII
para constituirlo en panteón real de la Casa de Castilla,
ya se habían celebrado varias investiduras,
como la de Fernando III
o la de Eduardo de Inglaterra en 1269, oficiada por Alfonso X.
También en Las Huelgas tendrán lugar varias coronaciones:
Enrique I en 1214,
Alfonso XI en 1332,
Enrique II en 1366
y Juan I en 1379.
Y en Burgos fundó Alfonso XI en 1338
la cofradía de Caballeros del Santísimo y de Santiago de la Fuente,
cuyo objetivo era el ejercicio de la caballería en honor al santo.
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No existe base documental que certifique el uso de la imagen
en ceremonias de investidura;
el conocimiento de tal uso ha sido transmitido por la tradición.
Inicialmente la estatua se emplearía sólo
para armar a miembros de la monarquía,
pero después invistió también a caballeros de la Orden de Santiago.
En cualquier caso, se trata de una pieza única,
el único ejemplo de escultura masculina articulada medieval
que existe en España.
Se ha justificado su ubicación en tan retirada capilla
por el hecho de que la investidura de armas
era un acto privado y austero,
de acuerdo con los cánones de la caballería.
Podría ser incluso que la capilla fuera diseñada para este fin.
Con la decadencia de la caballería, la talla de Santiago se olvidó.
No es mencionada hasta el siglo XIX,
cuando el Romanticismo recupera los relatos caballerescos.
Entonces se presta atención a la tradición,
conservada en el recuerdo de las monjas,
sobre la función que desempeñó la estatua.
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En un reciente trabajo de restauración de la pieza,
el restaurador advirtió en ella varias anomalías:
Sus proporciones y facciones son femeninas.
La barba no está tallada
sino que fue añadida con una mezcla de yeso, cola y estopa.
La unión del cuello con el cuerpo presenta muchos clavos,
como si se hubiera rectificado la postura de la cabeza.
Los pliegues del ropaje sobre los muslos coinciden
con los típicos de las imágenes de las Vírgenes sedentes con Niño,
lo mismo que el calzado puntiagudo.
La conclusión fue que inicialmente había sido una Virgen
y que por algún motivo se había transformado en un Santiago,
sustituyendo los brazos originales por otros más rudos y articulados.