Aquí el Tajo es de color verde esmeralda.
Una lámina de un verde intenso.
Viene de atravesar las tierras altas.
Aquí la enorme presa lo retiene
y lo convierte en un mar diminuto
color verde esmeralda.
Me asomo desde lo alto del muro
que contiene las aguas
y siento la honda atracción del abismo
al contemplar la verde inmensidad.
Quizás en el fondo de este agua
hay un campo de piedras preciosas
y por eso su superficie es esta
lámina fascinante.
Junto a la presa arranca
el gran trasvase
del río caudaloso al río seco.
La chimenea que regula el caudal
se eleva en lo alto,
visible desde toda la vega.
Envuelta en el misterio,
cual si fuera una puerta
a la ultratumba.
Más allá, la central eléctrica
hace crujir el aire.
En sus alrededores
la atmósfera es distinta,
como si este tinglado de cables
y postes metálicos
hubiera convocado a algún espíritu,
hubiera creado la escena propicia
para la aparición de algún espectro.
Vibran los cables
con lúgubre sonido.
Mientras camino por este aire cargado
siento que presencias invisibles me acompañan,
me vigilan, me cercan.
Este paisaje de metal
congrega en este monte remoto
una multitud de seres etéreos
venidos de regiones ignotas.
Es un insólito paisaje artificial,
futurista, desasosegante,
un paisaje de otro mundo, de otro tiempo,
un paisaje en el que el alma se llena
de premoniciones.
Ésta es un agua sabia.
se han reflejado castillos y conventos,
palacios, monasterios, recónditas iglesias.
Un agua que conoce muchas historias,
muchos rostros.
Aquí se transfigura.
Aquí se vuelve lago indescifrable.
Un lago en el que laten fuerzas ancestrales,
un lago navegando por el cual se puede
llegar a playas impensadas.
Retenido por la enorme pared,
el río se transforma en lago mágico
desde cuya orilla podría embarcarme
y poner rumbo a la Luna.
Todo es posible desde aquí.
Basta con ver el descomunal artificio
que eleva el agua prodigiosamente.
A través de esa tubería gigantesca
tiene lugar algún prodigio alquímico
que transforma el agua-diamante
en esta potencia invisible que respiro
y que me convierte
en parte del paisaje inverosímil.
Me voy diluyendo.
Me estremezco con cada vibración del aire.
Brillo con cada destello del agua.
Este inaudito paisaje artificial
de ladrillo y hierro
se integra en la naturaleza
gracias a algún hechizo.
Aquí viven seres prodigiosos
que han hecho de esta construcción humana
un palacio encantado
que sirve de morada
a los mágicos habitantes de los bosques.
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