domingo, 20 de abril de 2014

SEGOVIA. Alcázar



Segovia está situada en la confluencia de dos ríos,
el Eresma y el Clamores,
y ocupa un espacio triangular, en cuyo vértice se sitúa el Alcázar.


El eje de la ciudad es la calle Daoiz,
que sube desde la Catedral hacia el promontorio del Alcázar.


El Alcázar se alza sobre un espolón rocoso,
aislado, entre los dos fosos naturales creados por los dos ríos
y separado de la ciudad por un tajo en la roca
que se fue profundizado para hacer de la fortaleza
un enclave inexpugnable.


El único acceso posible es a través de un único puente.


Su protección se complementó con murallas que,
partiendo del Alcázar, rodeaban la ciudad.


La planta de la fortaleza es irregular,
adaptada al cerro sobre el que se levanta.


A sus pies se extienden los valles de ambos ríos.


Se trata de un lugar hermoso y seguro.


Era un lugar perfecto para la defensa.
Y también para la manifestación de poder.


***


Se han hallado en el lugar sillares de época romana
similares a los utilizados en la construcción del acueducto.
Sin embargo, es improbable que hubiera una fortaleza romana,
puesto que los romanos no solían escoger tal tipo de asentamientos,
en lugares de difícil acceso.


Puede que existiera en el emplazamiento
algún recinto fortificado árabe,
pero no quedan restos del mismo.
El Alcázar es una construcción cristiana
de origen netamente militar.


***


Alfonso VI (1047-1109) reconquistó Segovia en 1085.

El testimonio más antiguo de la existencia de una fortificación
es un documento fechado en 1122,
que menciona la fortaleza como un castro sobre el Eresma.
En una carta de 1155 ya se le da el nombre de Alcázar.
Ambos textos son de la época de Alfonso VII.


Tras la muerte de Alfonso VI heredó la corona su hija,
Doña Urraca (1079- 1126),
quien estaba casada con el rey de Aragón Alfonso I el Batallador.


Sucedió a Urraca su hijo Alfonso VII (1105-1157),
quien gobernó Castilla y León
con el título de Imperator totius Hispaniae
(título de Emperador que ya se había atribuido a sí mismo Alfonso VI,
asociado a la reivindicación de la totalidad hispánica).


A la muerte de Alfonso VII
se produjo la separación de los reinos de León y Castilla.
El trono castellano fue heredado
por su hijo Sancho III (1134-1158).


Durante los mandatos de estos monarcas,
en el Alcázar no se realizaron obras, pero fue lugar de residencia real.
La corte no tenía morada fija,
pero los reyes pasaron temporadas en Segovia,
tanto por la preferencia que sentían por el enclave
como por la seguridad que les proporcionaba la fortaleza.


Sucedió a Sancho su hijo Alfonso VIII (1155-1214).
Éste realizó las primeras reformas en el edificio.


De hecho, la parte más antigua que se conserva
pertenece a esta reinado;
de tiempos anteriores no se han encontrado
vestigios arquitectónicos notables.


Las primeras noticias ciertas del Alcázar corresponden
al tiempo en que Alfonso VIII y su esposa Leonor de Plantagenet
se instalaron en el Alcázar.
Alfonso VIII lo convirtió en su residencia favorita
y efectuó en él grandes transformaciones.


De esa época es la Torre del Homenaje
y la gran estancia llamada “Sala del Palacio Viejo”
o “Sala de los Ajimeces”.
Debe este nombre a las cuatro ventanas dobles o ajimeces
que, hasta las reformas efectuadas por los Trastámara,
daban al exterior, al Eresma.
Alfonso introdujo la sobriedad arquitectónica del estilo cisterciense,
pero la combinó con la decoración hispano-musulmana, mudéjar.


Sucedieron a don Alfonso su hijo Enrique I (1204-1217)
y la hermana de éste, doña Berenguela (1180-1246),
que sólo reinó durante el mes de junio de 1217
y abdicó en su hijo Fernando III (1199-1252).


A la muerte de éste heredó el trono
su hijo Alfonso X (1221-1284).


Alfonso el Sabio sintió predilección por Segovia
y, como Alfonso VIII, estableció en ella su residencia.
En los últimos años de su vida,
celebró Cortes en esta ciudad que le había permanecido fiel
durante los enfrentamientos entre el rey y la nobleza.


El Rey Sabio introdujo nuevas reformas en el Alcázar,
ampliando y enriqueciendo su interior.
Obra suya es la sala más importante del castillo:
La “Sala de los Reyes”.
Deseó el rey en este salón rendir homenaje
a todos los monarcas del pasado castellano,
y mandó esculpir y colocar en ella
34 estatuas de los reyes de Asturias, León y Castilla,
desde don Pelayo hasta su padre,
representación genealógica de la totalidad de la estirpe de Alfonso.
Las efigies figuran sentadas en tronos,
con el cetro y el globo en las manos,
símbolos de poder y de majestad.
Estas galerías de reyes se repetirán en otros alcázares,
con empleo reiterado de símbolos y emblemas,
como formulación icónica de la legitimidad del linaje.
Las grandes familias nobiliarias también elaborarán sus series
en sus propias salas de linaje.


Sucedieron a Alfonso X:
Su hijo Sancho IV (1258-1295),
el hijo de éste Fernando IV (1285-1312)
y el hijo de Fernando, Alfonso XI (1311-1350).


Tras éste, heredó el trono su hijo Pedro I (1334-1366).
Bajo el reinado de éste tuvo lugar la guerra civil por la corona
que enfrentó al monarca con su hermanastro Enrique de Trastámara.


Segovia, y especialmente el Alcázar,
fue uno de los escenarios de la lucha.


La victoria de Enrique supuso la entronización de los Trastámara,
todos cuyos representantes se sentirán muy vinculados a Segovia,
ciudad que les será fiel.


Los Trastámara vivieron largas temporadas en el Alcázar
y reforzaron sus defensas, en una época de constantes conflictos.
Pero al mismo tiempo lo fueron transformando
en auténtica residencia palaciega,
un suntuoso conjunto de salones al estilo de los alcázares andaluces.
Los reyes de la dinastía trastámara
fueron los que más atención prestaron al Alcázar.
Éste es, fundamentalmente, obra suya.
Tanto por su seguridad militar
como por la proximidad a los cazaderos de los bosques,
se convirtió en una de las residencias favoritas
de los reyes de Castilla.


El primer rey trastámara, Enrique II (1333-1379),
hizo del Alcázar su corte casi permanente.

En el balcón central de la Sala de los Reyes hay una cruz
que rememora la caída por él del infante Pedro de Castilla,
hijo de Enrique II.
Según la leyenda, el niño resbaló de los brazos de su aya
y ésta, horrorizada, se lanzó al vacío tras él.
La realidad es que el infante cayó cuando ya tenía 12 años,
mientras jugaba con otros niños.


El sucesor de Enrique II, Juan I (1358-1390),
mantuvo la corte en Segovia durante largos periodos.

Segovia, lugar intermedio entre ambas mesetas,
se fue convirtiendo en un importante centro político y económico,
con un papel decisivo en la historia de Castilla.
El Alcázar era fortaleza clave para el dominio del reino.

En los siglos XIV y XV los castillos de la península
incrementan sus defensas
para acomodarlas a las nuevas estrategias bélicas,
pero al mismo tiempo adquieren carácter palaciego,
mejoran en comodidad y lujo,
se convierten en residencia cortesana
y en representación de poder.
Sus volúmenes y sus ornamentos
se constituyen en elemento de ostentación
y marco de los grandes acontecimientos.
La “nobleza nueva” de la época de los Trastámara
construye para sí imponentes palacios
que compiten con los de la realeza.


Enrique III (1379-1406) contrajo matrimonio
con Catalina de Lancaster (hermana de Enrique IV de Inglaterra).
Su hija mayor, María de Castilla
(que casará con Alfonso V de Aragón),
nació en el Alcázar.
Los Trastámara crecían y se educaban en Segovia
y ello creó vínculos de afecto con la ciudad
y también el deseo de engrandecer la localidad.


A la muerte de Enrique III, la reina Catalina de Lancaster,
como regente de su hijo Juan II,
introdujo en el castillo la ornamentación gótico-mudéjar.


Juan II (1405-1454) eligió Segovia como lugar para ser coronado.
Durante su reinado tuvieron lugar en el Alcázar
las grandes fiestas cortesanas
evocadas por Jorge Manrique en sus Coplas.


Fue Juan II quien ordenó construir el gran torreón de su nombre
sobre otro anterior,
aunque serán Enrique IV e Isabel la Católica
quienes coronarán la torre
y le darán su altura y configuración actual,
con aportaciones de Juan Guas.
Es una impresionante construcción palaciego-militar.
La subida se realiza por una escalera de caracol de 156 escalones.
Algunas de las salas de esta torre eran utilizadas como mazmorras
y en ellas estuvo preso don Álvaro de Luna, el gran valido de Juan II.


La Sala de los Reyes se decoró con un gran lienzo
pintado con escenas de la batalla de Higueruela (1431),
que se ha perdido, pero que sirvió de modelo para pintar el fresco
que se conserva en la Sala de las Batallas de El Escorial.


En el Alcázar creció y se formó el hijo de don Juan, Enrique,
por decisión de su padre.


Fue Enrique IV (1425-1474)
el rey que estuvo más vinculado a Segovia
y el que más tiempo pasó en ella, su ciudad favorita.
Desde los 14 años fue Señor de Segovia.
Cuando accedió al trono, en 1454,
la ciudad lo celebró con festejos y torneos.


Enrique convirtió el Alcázar en un hermoso castillo-palacio.
Se hizo construir un nuevo palacio en el centro de la villa,
en el barrio de San Martín.
Engrandeció un pequeño pabellón de caza existente a la afueras,
que hoy es el Monasterio de San Antonio el Real.
Ordenó la edificación del Monasterio del Parral.
Entregó tanto al Monasterio de San Francisco como a la Catedral
importantes ornamentos.
Dio inicio a la futura Granja de San Ildefonso
(ya que, estando de cacería por esos parajes,
se salvó milagrosamente de la acometida de una fiera,
y por ello hizo construir en el lugar una ermita).


Enrique terminó y amplió las reformas acometidas por su padre,
enriqueció los salones con lujosos artesonados de estilo mudéjar
e hizo continuar la serie de representaciones regias
que había iniciado Alfonso X,
con las efigies de los reyes desde el Sabio hasta el propio Enrique IV,
con emblemas cristianos
y cabezas de moros a los pies de los soberanos,
y mandó añadir esculturas del Cid
y de Fernán González (primer conde independiente de Castilla).


Gran aficionado al arte,
convirtió el Alcázar en un suntuoso palacio,
que impresionaría a los visitantes.
El Baron León de Rosmithal, de Bohemia,
viajó por España en 1467, y describió el Alcázar como
«un elegantísimo palacio adornado de oro y plata
y con el suelo de alabastro».


El rey guardó el tesoro real en el Alcázar,
por ser lugar seguro para su custodia
y por estar en la ciudad en la que residía con mayor frecuencia.
Designó como alcaides de la fortaleza
a personas relevantes y de su absoluta confianza.


En los años de enfrentamiento abierto con la nobleza
Enrique añadió nuevas medidas de defensa del castillo,
profundizando su foso.


En el Alcázar se encontraba Isabel
cuando recibió la noticia de la muerte de Enrique IV.
Y de allí salió para ser proclamada reina
en la iglesia de San Miguel, en la Plaza Mayor,
el 13 de diciembre de 1474.


Uno de las paredes de la “Sala de la Galera”
(llamada así por su antiguo artesonado,
con forma de casco de barco invertido)
está decorado con un mural que representa
la proclamación de Isabel la Católica como reina de Castilla y León
en la Plaza Mayor de Segovia.


Esta sala, al ser una ampliación, en uno de sus muros conserva
el esgrafiado que decora el exterior de todo el palacio,
ya que con anterioridad este muro daba al acantilado.


La pintura es obra del artista segoviano Carlos Muñoz de Pablos,
en los años 80 del siglo XX.
(Los rostros de los personajes retratados
corresponden a segovianos que en el momento de la pintura
destacaban en el mundo de las artes y las letras).


El mismo artista es autor de las vidrieras,
que representan a reyes de la dinastía trastámara castellana
y están basadas en miniaturas
realizadas por Hernando de Ávila en el siglo XVI,
cuyos originales se conservan en el Monasterio de El Escorial.


Los Reyes Católicos pasarán muchas temporadas en el Alcázar
y los primeros reyes de la Casa de Austria
lo visitarán frecuentemente.


***


Felipe II también hará importantes aportaciones al edificio,
con arreglo a los nuevos criterios arquitectónicos:


En el interior, en la Sala de los Reyes,
muy apreciada por todos los monarcas,
don Felipe prolongó la serie iniciada por Alfonso X,
que pasó a estar integrada por un total de 52 tallas.
Es el número que puede verse en la actualidad,
en el friso que corre por debajo del artesonado.
Todas las figuras se hallan bajo doseletes dorados
rematados por blasones reales;
se incluye sus nombres, los atributos por los que son conocidos
y en la parte inferior una pequeña biografía de los mismos.
En dos nichos abiertos en el muro, sobre las puertas,
se encuentran las figuras del Cid y Fernán González.
El friso es obra de principios del siglo XX,
pero es copia fiel del original.


En el exterior, con las modificaciones realizadas por Felipe II,
el Alcázar adquirió la imagen actual,
con los agudos chapiteles cónicos y tejados de pizarra
y el nuevo patio de armas de estilo herreriano.


Así, en esta obra conviven diferentes estilos
integrados a lo largo de siglos:
románico, cisterciense, mudéjar, gótico, renacentista,...
Es una construcción cristiana
y los sucesivos reyes no destruyeron lo anterior,
sino que, fascinados por el edificio,
efectuaron nuevas aportaciones y añadidos,
en las que la impronta andalusí hace diferente este palacio
(como otros que se construyen en España por las mismas épocas)
de los del resto de Europa.


La entrada al Alcázar se realiza hoy
a través de un puente de piedra realizado en tiempos de Felipe II.
Con anterioridad este puente no era de piedra,
sino de madera y levadizo, lo que facilitaba la defensa.


El puente salva un foso de 26 metros de profundidad
que separa el castillo de la ciudad.


Sobre el dintel de la puerta
figuran las armas de Felipe V de Borbón.


Nada más traspasar el portón, se alza la torre de Juan II,
la más alta del castillo.


En el otro extremo se halla la Torre del Homenaje,
cuadrada y con cinco torreones
y donde se halla la Sala de Armas.


Entre ambas torres hay dos patios:
el patio de armas construido por Felipe II, junto a la torre de Juan II,
y el Patio del Reloj, junto a la Torre del Homenaje.


Sobre la puerta de acceso a esta torre
se ha colocado el escudo imperial de Carlos I,
rescatado de las desaparecidas murallas de Segovia.


En la torre semicircular adosada a la Torre del Homenaje
se guardaba el Tesoro de la Corona.


En el extremo contrario a la entrada
se halla el Patio del Pozo o Terraza de los Reyes.


Bajo el brocal se sitúa el aljibe.


Desde este patio se llega al garitón de proa.
Y, por un paso de ronda almenado,
a una pequeña torre albarrana.


El interior del Alcázar se articula alrededor de los patios.


Las estancias principales se sitúan hacia el valle del Eresma.


***


En la capilla del Alcázar se casará el rey Felipe
con Ana de Austria, su cuarta esposa, en 1570.


Y el castillo seguirá teniendo importancia
en las luchas civiles de las épocas sucesivas
(Guerra de las Comunidades, Guerra de Sucesión, Guerras Carlistas).


Sin embargo, con el establecimiento de la capital en Madrid
y la construcción del Monasterio de El Escorial,
el Alcázar de Segovia irá cayendo en el olvido.


Comenzó a utilizarse como prisión de Estado,
donde estuvieron confinados importantes personajes.


***


En 1764 Carlos III ubicó en él el Real Colegio de Artillería
(luego Academia de Artillería).


El 6 de marzo de 1862 el Alcázar se incendió
y ardió durante dos días.


Mucha de la riqueza ornamental acumulada durante siglos
quedó reducida a cenizas.
El Colegio de Artillería pasó a su actual ubicación
en el Convento de San Francisco.


Veinte años después, se inició la restauración del Alcázar,
gracias a las pinturas que en 1844 había realizado José Avrial Flores
y a los apuntes de Manuel Castellano realizados en 1846;
además, se conservaba toda la documentación
de las reformas realizadas por Felipe II.


El edificio restaurado quedó para usufructo del Arma de Artillería.
El año 1898 se creó el Archivo General Militar
y se instaló en el Alcázar,
unido al Archivo del Cuerpo de Artillería.


Es el archivo histórico más antiguo
de las Fuerzas Armadas españolas,
creado con el propósito de recoger, en un solo lugar,
toda la documentación militar de España,
enriquecida con los archivos militares americanos.
Allí permanece actualmente.
El Alcázar alberga también un Museo de Armas.


Su propietario es el Ministerio de Defensa
y está regido desde 1951 por el Patronato del Alcázar.

1 comentario:

  1. Maravilloso. Conocí el Alcázar, cuando estudié en España hace muchos años, pero no me acordaba de su belleza interior. En mi próxima visita lo veré otra vez.

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