Los cristianos, reunidos en asamblea en la cueva,
eligieron como soberano a don García Jiménez,
que fue pues el primer rey del Sobrarbe.
El nuevo monarca reclutó a cuantos guerreros pudo
e inició la reconquista.
Cuenta la tradición que en el año 724
García Jiménez ocupó Aínsa, la villa principal del
Sobrarbe.
Así quedó fundada la nueva monarquía aragonesa.
A partir de entonces,
en San Juan de la Peña rezarán los reyes de
Aragón
antes de emprender cualquier acción bélica.
En el 730, García Jiménez construyó la primera
iglesia de San Juan,
excavada en la roca, junto al manantial.
La gruta de los anacoretas se transformó en
templo.
Esa primitiva iglesia subterránea del Monte
Salvador
es la más antigua del Pirineo.
En ella recibió sepultura el primer rey del
Sobrarbe.
Como él, también sus sucesores
fueron enterrados en la necrópolis rupestre,
en sencillas tumbas abiertas en el suelo,
cubiertas con lajas y losas, sin inscripciones.
En el año 858, otro García Jiménez, rey de Pamplona,
también escogió el pequeño eremitorio
como lugar de enterramiento.
Otro tanto hizo, en el año 922,
el conde de Aragón Galindo Aznárez II,
que además enriqueció la edificación.
En los primeros años del siglo X,
durante el reinado de Sancho Garcés I,
hijo de García Jiménez
y rey de Pamplona entre el 905 y el 925,
ante el avance de las tropas de Abderramán III,
nuevos grupos de fugitivos
se refugian en las proximidades de San Juan.
La iglesia se amplía con nuevos altares.
Se funda un monasterio de cenobitas:
Termina el anacoretismo
y se inicia la vida monástica, la vida en común;
una comunidad primitiva, sin reglas
preestablecidas.
El rey de Navarra Sancho II García
continuó con la política de protección del
cenobio.
La fama de San Juan de la Peña fue en aumento.
Se convirtió en sede del único obispo que tenía
entonces Aragón.
***
Sancho
Garcés III, Sancho
el Mayor, hijo de Sancho II,
reinó en Pamplona, Aragón, Sobrarbe y Ribagorza.
En el Panteón Real de San Juan
habían sido enterrados los primeros caudillos del
reino.
Sancho Garcés III el Mayor, en varios
privilegios,
se refiere a San Juan de la Peña diciendo
“ubi est spes ac fiducia nostra”,
“ubi tumulantur parentum meorum corpora”.
Hacia el año 1000, en torno a la iglesuela,
Sancho el Mayor hizo reconstruir el cenobio,
para honrar los sepulcros de sus antepasados.
Un espacio donde recordar el legendario reino de
Sobrarbe,
el origen de Aragón.
En la roca se construyó un salón, una cripta...
Tomando como bóveda la gran peña horadada,
se prolongó la iglesia,
se abrieron estancias adjuntas en el seno de la
roca:
un húmedo dormitorio, una rudimentaria sala
capitular....
Junto a las salas del subterráneo monasterio,
en una dependencia minúscula,
se dejó espacio para el permanente fluir del agua
desde el interior de la montaña.
Este primitivo monasterio era una construcción
lóbrega,
abierta en la piedra,
como una fortaleza preparada para la batalla.
Eran tiempos de guerra.
Continuando su plan de engrandecimiento del
cenobio,
en 1025 don Sancho instaló aquí a los monjes
benedictinos,
desconocidos hasta entonces en la Península:
El día 21 de abril de 1025
se reunían en el monasterio de Leire,
como lugar más céntrico,
el rey Sancho el Mayor,
su madre doña Jimena, su mujer doña Mayor,
los cuatro hijos del monarca,
los obispos de Pamplona y Aragón
y los más ilustres magnates
para firmar la escritura
de introducción en el monasterio de San Juan
de la reforma cluniacense,
el modelo monástico que unificaba Europa.
Para solemnizar el acto, se donó a la nueva
institución
la villa de Bailo.
Así quedó establecida
la primera casa cluniacense en España.
Los monjes que implantaron la reforma
eran todos españoles
y el gran cenobio aragonés siguió siendo
autónomo,
mantuvo su independencia respecto del abad de
Cluny,
pero se constituía en puerta de europeización.
San Juan pronto se convertirá
en el monasterio más importante de los reinos
hispánicos.
Sancho el Mayor oraba en San Juan de la Peña
durante la Cuaresma,
rogando a Dios por la ampliación de sus estados,
y los monjes oraban con él
por el monarca y por el Reino.
***
Muerto el rey Sancho
y separado Aragón de Navarra,
Ramiro I, su hijo,
retomó la labor reformadora de su padre.
Ramiro I |
El 25 de junio del año 1062
se celebraba en San Juan un Concilio
presidido por el rey Ramiro y el obispo Sancho
en el que se dispuso que todos los obispos de
Aragón
fuesen monjes de San Juan de la Peña.
Las Asambleas de San Juan,
a un tiempo concilios y reuniones guerreras,
serán el precedente de las Cortes de Aragón
y desde el monasterio
vigilaron la gobernación del país
mientras el rey estaba en la guerra.
En la guerra,
Ramiro I echó definitivamente a los moros
de Sobrarbe y Ribagorza.
El 8 de mayo de 1063,
moría en el asedio de Graus al mando de sus
vasallos,
luchando frente a Rodrigo Díaz de Vivar
y al gran ejército del rey moro de Zaragoza:
Un soldado árabe, llamado Sadaro,
que hablaba romance,
se acercó al real de Ramiro disfrazado de
cristiano
y le clavó una lanza en el rostro.
Ramiro I |
Ramiro recibió sepultura en el monasterio.
En su testamento,
hecho en San Juan de la Peña en marzo de 1061,
denomina a los monjes del cenobio “meos
magistros”.
Ramiro I y Sancho Ramírez |
En él había sido educado
y en él se educarán sus sucesores:
El Conde de Ribagorza, Sancho Ramírez,
hijo primogénito, aunque bastardo, de Ramiro.
El otro Sancho Ramírez, el heredero.
Pedro, nieto de Ramiro,
que tuvo como preceptor al monje Pedro
que será obispo de Jaca.
A lo largo de un siglo
los infantes de Aragón se criaron en la casa
monástica
y sus ayos y maestros fueron los monjes.
San Juan se convirtió casi en sede de una corte
que no poseía un alojamiento estable.
El Reino de Aragón se hallaba
en periodo de consolidación y expansión.
En este lugar frío y aislado los hijos de los
reyes
crecieron fuertes, duros y orgullosos,
dispuestos para una vida de milicia;
en el rigor de las tierras altas
se preparaban para combatir en el llano.
Eran reyes forjados para la guerra.
Designado por don Ramiro como mausoleo familiar,
San Juan fue el templo y el panteón de la nueva
dinastía,
de Ramiro I, primer monarca de Aragón,
y de sus sucesores: Sancho Ramírez, Pedro I.
Ramiro I y Sancho Ramírez |
Junto con los monarcas,
también los ricos-hombres eran enterrados en el
monasterio,
y a sus sepulturas se reservó el Panteón de
Nobles.
Aquí fueron enterrados los reyes de la dinastía
pirenaica
y los guerreros de la época heroica.
Los monjes eran inhumados en el frío suelo del
templo,
frente a la pétrea cabecera,
en toscos sepulcros antropomorfos
excavados en la entraña del monte.
Sancho Ramírez, juramento |
En 1071, Sancho
Ramírez
continúa la obra reformadora de sus antepasados.
El rito gótico es abolido en el monasterio de San
Juan:
La iglesia de San Juan de la Peña
fue la primera en España que ofició en rito
romano
en sustitución de la liturgia mozárabe.
Entonces resonaron por vez primera en la
Península
las preces gregorianas.
La hora tercia fue la última en rito mozárabe
y la sexta la primera en rito romano.
Era martes 22 de marzo de 1071,
segunda semana de Cuaresma,
con el Rey y la corte en el monasterio,
como acostumbraban.
El rey Sancho Ramírez
recibió el título de Cristianísimo Príncipe.
San Juan se convirtió en canal de introducción
de las reformas litúrgica y monástica.
Junto con el canto gregoriano,
se introdujo hasta un nuevo tipo de letra, la
carolina,
en detrimento de la visigótica, de difícil
lectura.
Quizás el Santo Cáliz se trasladó a San Juan,
pocos años después,
para engrandecer la nueva liturgia.
En 1082, durante el reinado de Sancho Ramírez,
el Grial fue llevado a San Juan:
El obispo de Jaca se retiró al monasterio,
donde había sido monje antes de ser obispo,
y se llevó consigo el Grial, que se hallaba en la
catedral de Jaca.
Sancho Ramírez, muerte |
Sancho Ramírez reedificó el monasterio,
hasta entonces oculto en el interior de la cueva,
para alojar adecuadamente la Copa.
El rey dispuso la construcción de un nuevo
edificio,
templo y cenobio,
sobre la primitiva ubicación rupestre.
El santuario primero quedó subterráneo.
La nueva iglesia, que, como la anterior,
hunde su triple ábside en la roca que le sirve de
bóveda,
se levantó sobre la antigua,
que se mantuvo a modo de cripta bajo el edificio
superior.
Inicialmente, entre la bóveda natural de la
cabecera y la de la nave
quedaba un espacio abierto
a través del cual el sol inundaba el templo.
Pedro I |
La nueva iglesia se consagró el 4 de diciembre de
1094,
reinando ya Pedro
I.
La consagración se recoge en documentos
de la colección diplomática de don Pedro:
«La otra ocasión en que el Rey don Pedro
dexó el exército y subió a San Juan de la Peña
fue acompañado de sus ricos hombres
y de muchos Obispos y Prelados,
para celebrar, como celebró con gran solemnidad,
la dedicación y consagración del templo que oy
gozamos,
el qual avía dexado casi concluido su padre el
Rey don Sancho.
Hizose esta consagración por Amato,
Legado Pontificio del Papa Urbano II,
que estaba con el Rey en el exército
animando a la expedición santa de la conquista de
Huesca.
Asistieron a este acto, además del Rey don Pedro,
su tía la Condesa doña Sancha,
y los ricos hombres de su Reyno,
y el Obispo don Pedro de Jaca.»
En 1096, durante la Primera Cruzada,
Pedro I, fiel amigo del Cid,
recupera Huesca, llave para el avance hacia
Zaragoza.
El obispo Pedro, que restituyó la sede a Huesca
luego que esta ciudad se ganó a los moros,
había sido monje benito de San Juan de la Peña.
Pedro I,
como su padre Sancho Ramírez y su abuelo Ramiro I,
fue enterrado en San Juan.
Pedro I |
Aquí los monjes cluniacenses custodiaron el Cáliz
bajo la protección de los monarcas.
Y aquí surgió la leyenda.
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