Es Campisábalos un lugar remoto,
próximo a la Serranía de los Pueblos Negros,
en las estribaciones de la Sierra de Pela,
al norte de la provincia de Guadalajara,
limítrofe con las provincias de Segovia y Soria.
Por estas tierras pasó El Cid
camino del destierro.
En Campisábalos hay 65 habitantes empadronados,
aunque sólo 30 viven en el pueblo durante todo el
año.
En el estío la población aumenta un poco
y puede llegar a haber unos 300 residentes.
La localidad alcanzó a tener 600 habitantes,
médico, maestro y cura.
Ahora, el sacerdote sólo va al pueblo cada 14 días,
cada 7 en verano.
Hay, en la plaza, un bar pequeño,
frecuentado por cazadores cuando es época.
Y frente a él se encuentra la iglesia de San
Bartolomé.
Antiguamente, junto a la iglesia
había un cementerio románico.
El camposanto desapareció en unas reformas
pero se conservaron algunas lápidas
que se hallan expuestas en el atrio del templo.
Son estelas funerarias discoidales
decoradas con motivos geométricos,
símbolos solares, cruces,
estrellas de David, pentalfas...
Adosada al muro de la iglesia
hay una capilla, dedicada a San Galindo.
Ambos edificios son obra del mismo artífice,
Doménicus Martín.
En la fachada de la capilla,
desde su portada hasta el atrio de la iglesia,
un friso representa un mensario o calendario
agrícola:
las labores agrarias de los doce meses del año
y otras dos escenas:
una cacería
y un enfrentamiento ecuestre entre dos caballeros.
Para leer el calendario
hay que hacerlo de derecha a izquierda.
Las dos primeras imágenes son la lucha y la cacería.
Después empieza el calendario:
Un retablo en piedra de la vida agrícola y ganadera
de un pueblo del siglo XII.
La primera escena es un hombre sentado a la mesa
festejando la llegada del nuevo año.
El mes de febrero se ha representado
con un labrador preparando la tierra,
removiéndola para airearla.
En marzo el labrador cava la tierra.
En abril el hombre poda las viñas.
En mayo un caballero da de comer a su caballo.
En el mes de junio se cortan las malas hierbas.
En julio se siega el trigo.
En agosto se separa el grano de la paja.
En septiembre se vendimia.
En octubre se labran los campos.
En noviembre se realiza la matanza del cerdo.
En diciembre se decanta el vino.
La construcción de la portada rompió el final del
friso,
que seguramente incluiría dos escenas propias de la
nobleza
similares a las del inicio.
Hoy ambos edificios suelen estar cerrados,
pero se pueden visitar
si se localiza a un vecino del pueblo, Severino
Simón,
que tiene las llaves.
Antes los enseñaba el alguacil, pero ya no hay
alguacil;
ahora don Severino, un hombre de avanzada edad,
abandona su quehacer cotidiano
para franquear el acceso al templo
y dar las explicaciones pertinentes
al ocasional visitante.
En la iglesia había un retablo, hoy desaparecido,
del que se conservan dos esculturas:
Representaciones de María Magdalena y de San
Bartolomé,
que hoy se encuentran en la capilla de San Galindo.
San Bartolomé aparece pisando al demonio Astarot.
Cuenta la historia eclesiástica
que Bartolomé llegó en su peregrinaje a Armenia,
donde adoraban a este demonio.
La estatua de la iglesia de Campisábalos recoge el
momento
en el que el santo vence a este demonio.
En la capilla, tras una reja de hierro,
está sepultado San Galindo.
Pero en el santoral no existe un San Galindo
que pueda estar enterrado en Campisábalos.
¿Es quizás “San” apócope de “Sancho”?
¿Era Galindo nombre o apellido?
¿Es San Galindo apellido,
puesto que a veces figura escrito como “Sangalindo”?
¿Se trata de un “santo” popular?
Cuenta la leyenda que llegó a estas tierras
una familia de repobladores,
con dos hijos pequeños, niño y niña.
Por los vaivenes de la lucha fronteriza
los hermanos se vieron separados.
El hijo, Galindo, se convirtió en señor de la zona.
Pasado el tiempo, los jóvenes se reencontraron
y, sin conocer su parentesco, se amaron.
Al poco, sin embargo, supieron que eran hermanos.
De lo que ocurrió a continuación, hay varias
versiones.
Una de ellas, que se dice estaba grabada
en un muro de la capilla,
en inscripción hoy desaparecida,
cuenta que la muchacha, desesperada,
murió de pena,
y que el caballero levantó para ella la capilla
mausoleo,
construyó un hospital para peregrinos
y lo cedió a una Orden de caballeros monjes
como dote para entrar en ella;
el resto de sus días vivió en el hospital
y, al morir, fue enterrado junto a su hermana.
Otra versión, que circuló en coplas de ciego,
afirma que ambos hermanos
se “enterraron en vida”
en la capilla-ermita que Galindo hizo edificar,
encerrándose en ella como eremitas
separados por un muro que los incomunicaba.
En realidad, parece ser que Galindo fue un noble
que realizó numerosas donaciones
y levantó gran número de hospitales en la zona.
Pero no se sabe quién fue este caballero Galindo,
ni cómo ni por qué llego a Campisábalos
ni por qué levantó esta capilla
y construyó hospitales para peregrinos.
Según algunos fue compañero del Cid.
Otros sostienen que fue un repoblador
a quien el rey confió varias aldeas abandonadas.
Hay quienes creen que fue un caballero que participó
en la campaña de las Navas de Tolosa
y que se vio recompensado por el rey
por su actuación en la batalla.
Hay quien dice que fue un freire del Temple o del
Hospital.
En el actual cementerio de Campisábalos
se conserva una puerta románica
que algunos dicen ser los restos
del “hospital del caballero Sangalindo”,
mientras que otros afirman tratarse de lo que queda
de la “ermita de los Templarios”.
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