Los judíos poseían castillos en la España medieval.
Algunos eran lo suficientemente grandes
como para contener casas dentro sus muros,
como en el caso del castillo viejo de Toledo,
como se puede comprobar por un documento datado en
1163.
El castillo tenía como misión proteger los barrios
vecinos
y cobijar a los habitantes de la judería en caso de
ataque,
como pasó en 1355.
El “castillo de los judíos” figura en 1163
en la escritura de un préstamo
concedido al judío Isaac ben Abuyusef,
que pone como garantía la mitad de su casa
en el castillo de los judíos, sobre el río Tajo.
Un documento de 1270 menciona el adarve denominado
Ueld Elazri
en una calle que conectaba con la Assuica,
extendiéndose hasta el adarve del Olivo
y la vía que se dirige del Castillo Viejo al
Castillo Nuevo.
Varios documentos indican la existencia
de casas apoyadas sobre el castillo.
En 1483 se registran «unas casas a la collacion de
Santo Tome,
en la juderia con tienda boveda [...]
linda casa de los herederos de Jacob Abengato [...]
y afrenta con el castillo de la Juderia
y por delante la calle real publica».
En 1492 se vuelve a mencionar
en un documento de aceptación de tributo
sobre una casa cercana al castillo
que linda con la sinagoga de Santa María la Blanca.
El castillo viejo figura
en la lista de los bienes de la aljama toledana de
1492:
«Yten, el solar del castillo que fue propio de la
dicha aljama [...]
lindero de la una parte las carnicerias
e de la otra parte la cuesta que desciende del dicho
castillo al rio,
e de la otra parte una torre del dicho castillo
que esta junto con la puerta de la dicha carniceria
e las calles publicas».
El castillo limitaba con la carnicería y con la
cuesta que baja al Tajo;
una de sus torres se alzaba junto a la puerta de la
carnicería.
En esa fecha ya no quedaba de él más que un solar y
una torre.
En 1496 comienza la urbanización del solar del
castillo viejo:
Viendo que todo ese espacio estaba
«todo fecho muladares e syn provecho,
les parece a los funcionarios que lo inspeccionan
por orden de los reyes
que en fasello casas se farya barryo poblado,
e quedava calle tan ancha y mas que ninguna de la
dicha çibdad».
El solar que antaño ocupó el castillo se divide en
parcelas
y sobre esos lotes se hicieron casas en el primer
cuarto del siglo XVI.
En la manzana que ocupó el castillo viejo,
se trazaron dos calles que estructurarán el espacio:
la que sube hacia la plaza de Barrio Nuevo
y la que baja hacia el puente de San Martín.
En 1550 el maestro Alexo Vanegas del Busto hace
testamento.
Indica que tiene una casa
«en Barionuevo en la colacion de Sto. Tome
[...] solar que yo cerque
delante de la puerta del cerco antiguo
que es el sotano de mi casa,
que pienso que ha mas de mil años que es puerta,
porque el solar de mi casa se decia el castillo de
Barrionuevo,
digo que yo –la ocupaba desde 1514– vivía en una
casa
cuyo solar “se decia el castillo de Barrio nuevo”».
La descripción de las obras emprendidas por Alejo
Venegas
y el análisis de la construcción,
que se mantiene aún a principios del siglo XXI,
ha llevado a identificar su casa
con el número 3 de la cuesta de Santa Ana, en lo
alto de ésta.
El espacio ocupado antiguamente por el castillo de
los judíos
se encuentra en la esquina de las bajadas
de San Juan de los Reyes y de Santa Ana,
frente a la Escuela de Artes.
En el actual jardín privado
de los franciscanos de San Juan de los Reyes.
El castillo se hallaba dominando el Tajo,
cerca de Santa María la Blanca,
teniendo al este la carnicería
y al oeste la cuesta que desciende hacia el río.
La esquina del antiguo castillo
la ocupaba en la segunda mitad del siglo XX una casa.
En 2003 las excavaciones arqueológica hallaron,
en el subsuelo de la calle
que separaba el castillo de la manzana de la
carnicería,
las bases de un muro muy grueso y de dos
contrafuertes,
pertenecientes a lo que había sido la cerca del
castillo de los judíos.
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