Población
de Campos fue en el pasado
una
villa mucho más importante de lo que es actualmente,
pues
fue Señorío de la Orden militar de San Juan,
título
recibido del rey Alfonso VII
en
el día de San Juan Bautista del año 1140.
En
el año 1267 fue ocupada temporalmente
por
el infante don Felipe, hermano del rey Alfonso X el Sabio.
Don
Felipe se encuentra enterrado a pocos kilómetros,
en
la iglesia de la Virgen Blanca de Villalcázar de Sirga.
***
Situada
en la Ruta de Santiago,
entre
Frómista y Carrión de los Condes,
Villalcázar
es llamada Vila-Sirga por Alfonso X en sus Cantigas.
A
partir del siglo XVII aparece indistintamente en los documentos
como
Villasirga o como Villalcázar de Sirga.
Esta
localidad, que siempre fue pequeña, compone su nombre
con
los tres elementos que constituyen su pasado:
Villa,
por haber sido Señorío con Rodrigo Xirón,
personaje
principal de la corte de Fernando III.
Alcázar,
por haber tenido aquí el Temple renombrada fortaleza,
desaparecido
castillo que se encontraría
junto
al templo de Santa María,
que
también presenta aspecto de fortaleza.
Y
sirga como símbolo del Camino Jacobeo, que por aquí pasa,
pues
se denominaba “La Sirga” al viejo Camino Francés.
Por
el Camino de Santiago introdujo el Císter
sus
innovaciones arquitectónicas,
que
pueden observarse en Villasirga.
A
30 kilómetros de este Camino
fundó
Alfonso VIII la Universidad Palentina, primera de España,
a
la que pronto sucederían las de Salamanca y Valladolid.
En
el Camino de Santiago palentino, nacieron poetas
como
Don Sem Tob, el Rabí de Carrión.
Tuvo
Villasirga tres Hospitales u Hospederías para peregrinos.
El
más antiguo fue el del Temple.
En
Villasirga inicialmente fueron los templarios
los
encargados del cuidado de los caminantes.
Cuando
la Orden fue disuelta, los sustituyeron los hospitalarios.
Villasirga
fue encomienda de templarios.
Y
debió ser una encomienda rica,
pues
levantó un templo que ha sido considerado
el
más importante de la provincia de Palencia.
***
Los
cistercienses hicieron en Villalcázar
un
templo-fortaleza como en Calatrava,
también
para una orden militar, la del Temple.
La
iglesia en su mayor parte fue levantada por los templarios,
quienes
contiguo a ella construyeron su monasterio,
y
rodearon ambos de una gran muralla,
haciendo
del conjunto la baila más notable de Castilla.
Los
Caballeros de Santiago de San Marcos de León
hicieron
construir en el templo la Capilla de Santiago.
La
iglesia fue construida entre los siglos XII y XIII.
Sólo
la Capilla de Santiago experimentará algunas modificaciones
en
el siglo XV.
La
actual torre y la Capilla de Santiago remataban en altos castilletes,
hoy
desaparecidos.
El
elemento más destacado de la construcción
debió
de ser el nártex que cubría el atrio.
Estaba
sustentado por cuarenta y siete columnas.
El
atrio daba acogida a dos pórticos
y
se prolongaba en una serie de arcos que fueron arruinándose.
Se
cuenta que, algo antes de que tuviera lugar el desplome,
y
mientras se celebraba una procesión,
los
vecinos, ante el inminente desmoronamiento de un arco,
lo
ataron con sogas y lo derribaron.
En
1888 se produjo el derrumbamiento del resto.
Hoy
queda en pie parte del pórtico,
aunque
con una peligrosa inclinación.
De
él arrancan arcos rotos que prueban la existencia del nártex.
También
se ven todavía, sobre los actuales contrafuertes,
los
arranques de arcos que abarcaban los 7 metros de largo
que
la iglesia perdió al derrumbarse esta fachada
junto
con el coro y el atrio con su nartex, en 1888.
En
1890 fue reconstruida la parte afectada
pero
quitándole al templo 7 metros de longitud
y
perdiéndose la portada correspondiente,
la
puerta llamada del Ángel.
Constituía
la fachada principal, pero se ignora cómo era.
En
la reconstrucción, se levantó el actual muro
sin
demasiado interés en conservar el estilo del resto.
Hay
otra entrada, en la torre,
sencilla
y sin decoración, en un muro con aire de fortaleza.
En
la actualidad está en desuso.
La
única entrada practicable actualmente
es
la que se encuentra bajo el atrio.
Al
lado de esta portada hay una segunda, más pequeña,
que
sería la entrada directa de los caballeros de Santiago a su capilla.
En
el friso de la portada mayor
hay
una imagen de Ntra. Sra. la Blanca, sentada,
y
a la derecha de la cual hay tres reyes,
el
más próximo de los cuales podría ser Alfonso X,
ofrendándole
sus Cantigas.
***
Fueron
tantos los prodigios obrados por la Virgen de Villasirga,
que
esta villa llegó a ser tan célebre como Santiago de Compostela.
Algunas
de las Cantigas de Alfonso el Sabio
están
dedicadas a Vírgenes concretas.
A
la Virgen de Villasirga le dedica doce Cantigas,
relacionadas
con peregrinos:
-
Santa María de Villasirga salva de morir ahorcado
a
un hombre que había regalado un sillar para edificar el templo.
-
Un conde de Francia que va a Santa María de Villasirga
no
puede entrar en la iglesia hasta haber confesado.
-
Un buen hombre venido de Alemania
experimenta
una milagrosa curación.
-
Unos moros pretenden derribar la iglesia,
quedan
ciegos y se arrepienten.
-
Un cazador pierde su azor y lo recupera
tras
haber llevado otro de cera a Santa María.
-
En una vigilia ante el altar de Santa María,
un
mozo sordomudo de Saldaña recupera sus facultades.
-
Unos halconeros a punto de perecer ahogados en una reguera
invocan
a Santa María y son salvados.
-
Un francés que peregrina a Santiago
es
liberado del bordón de hierro que traía como penitencia.
-
Una muchacha tullida llegada de Francia
recobra
en Villasirga el movimiento de su cuerpo.
-
Una ciega y un ciego franceses peregrinan a Santiago
y
ante Santa María recuperan la vista.
-
Un prisionero de la cárcel de Carrión al que iban a ajusticiar,
reza
a Santa María y es liberado.
-
Unos italianos que peregrinan a Santiago
son
salvados por Santa María de una tempestad en el mar.
Villasirga
fue un importante centro de peregrinación medieval,
por
los numerosos milagros que concedía esta Virgen.
El
rey poeta reflejó con ingenuidad este internacional fervor.
«Esto
foi en aquel tempo
que
a Virgen començou
a
facer en Vila-Sirga
miragres,
porque sâou
a
muitos d'enfermidades
et
mortos ressocitou».
***
En
la iglesia de Villasirga se veneran tres Vírgenes sedentes con Niño,
tres
tallas en piedra del siglo XIII.
Una
está en el friso del pórtico.
Otra
está en el centro del retablo del altar mayor.
La
tercera está en la Capilla de Santiago;
ésta
es la Virgen de las Cantigas, Nuestra Señora la Blanca;
a
comienzos del siglo XX se intentó llevarla a un museo,
pero
los vecinos montaron guardia toda la noche
a
la puerta de la iglesia
y
lo impidieron;
sin
embargo, durante el incidente la imagen sufrió desperfectos,
la
Virgen perdió un brazo y el Niño un brazo y la cabeza.
***
En
la misma Capilla hay, además, otras tres imágenes de la Virgen.
El
pueblo las llama “Las Blancas”.
La
considerada Virgen de las Cantigas
se
encuentra a la izquierda de la entrada, es sedente
y
sobre la rodilla sostiene a su Hijo.
La
segunda, que se ve al lado opuesto, está erguida
y
lleva en el brazo al Niño.
Se
dice que sólo en Amberes hay otra igual.
La
tercera está en el mismo lado que ésta
y
es parecida, pero sin Niño.
Lleva
un manto azul estrellado
que
sujeta con un dedo de la mano derecha
y
con el brazo izquierdo, en cuya mano sostiene un libro.
La
cuarta, primera de la entrada a la derecha,
no
tiene valor alguno, ni artístico ni histórico .
Mientras
que las otras tres son de piedra,
ésta
es de yeso y se hizo de prisa
para
sustituir durante un tiempo a la del altar mayor,
pues
éste se encontraba en mal estado
y
no soportaba el peso de la imagen original, de piedra.
***
La
iglesia del Temple, por su grandiosidad, fue elegida
como
enterramiento de algún miembro de la familia real.
Conserva
tres sepulcros de piedra policromada.
***
El
infante don Felipe, cuyos restos reposan en Villasirga
con
los de su segunda esposa,
fue
el quinto hijo de Fernando III el Santo y de Beatriz de Suabia.
Era
nieto por línea paterna de Alfonso IX de León
y
de Berenguela de Castilla
y
por la materna de Felipe de Suabia, Emperador electo de Roma,
y
de la Emperatriz Irene.
Sabemos
de su vida por las Crónicas y Memorias
de
su hermano el rey don Alfonso X el Sabio.
Su
abuela paterna, doña Berenguela,
de
acuerdo con la costumbre que se solía seguir con los segundones,
lo
destinó al estado eclesiástico,
pero
ello resultó poco adecuado para el carácter inquieto del infante.
Fue
educado por el Arzobispo de Toledo Rodrigo Ximénez de Rada,
y
luego estudió en París,
donde
fue discípulo de Alberto el Magno
y
condiscípulo de Santo Tomás de Aquino y San Buenaventura.
De
regreso a Castilla, acumuló cargos y dignidades eclesiásticas.
Pero,
siendo ya Arzobispo electo de Sevilla,
pidió
volver al estado laical, lo que obtuvo en 1258
para
contraer matrimonio con la Princesa Cristina de Noruega,
que
llegó a Castilla para casar con el rey Alfonso
pero
se encontró con que éste ya estaba casado.
Once
años más tarde don Felipe contrajo segundo matrimonio,
con
doña Leonor Ruiz de Castro.
Sólo
un hijo nació de esta unión,
muerto
de niño y del que se ignora incluso el nombre.
El
matrimonio de Felipe y Leonor resultará nefasto para Castilla,
pues
dará inicio a una guerra civil y fratricida
por
los pretendidos derechos de doña Leonor al Infantado de León.
Leonor
era de la familia de los Lara, enfrentados al rey,
y
el infante Felipe se unió a su causa y la encabezó,
rebelándose
contra su hermano.
Se
confabula con su tío don Nuño de Lara y su cuñado don Fernando
y
los tres con el rey de Granada,
y
pronto da inicio la guerra civil.
Don
Felipe olvida los años de estudio de su juventud
y
se dedica a la conspiración y los disturbios,
dificultando
el gobierno de su hermano.
Se
alía con el rey de Navarra, con el rey de Portugal
y
mantiene gran amistad con el rey granadino,
con
el que pasa largas temporadas.
El
rey moro le acompaña cuando se dirige a Sevilla
para
hacer finalmente las paces con su hermano.
Don
Alfonso cedió en todo para poner fin al conflicto.
Un
año después, en 1274, don Felipe moría en Sevilla, con 45 años,
“en
paz y en gracia con el Soberano”.
Hay
incluso quien afirma que fue esa paz lo que provocó su muerte,
pues
le hizo perder las ganas de vivir.
Durante
algún tiempo estuvo enterrado en Villadiego (Burgos)
y
en seguida fue trasladado a la mejor iglesia templaria de España.
Villasirga
estaba incluida en el infantado de León,
conseguido
por don Felipe en la paz de Sevilla,
hecha
con el rey Alfonso para poner fin a la guerra civil.
Pero
además, es posible que don Felipe llegase a ser templario.
Al
menos, tuvo que ser muy afecto a la Orden,
pues
la tapa de su sepulcro está decorada con escudos de piedra
en
los que se alternan las armas del Temple
con
los castillos de su padre y las águilas de Suabia de su madre.
Don
Felipe, un hombre de casi dos metros,
fue
embalsamado y enterrado con túnica y capa de seda y oro
que
eran las mejores de la época
(junto
con las de San Fernando que están en la Armería Real).
Pero
no se conservan (al contrario que los ropajes de doña Leonor),
porque
fueron troceadas y repartidas entre museos y coleccionistas,
sobre
todo extranjeros,
como
el importante trozo de la Colección Côte de Lyon.
El
sepulcro de don Felipe se apoya en cuatro leones y dos águilas.
En
la cabecera se lee la siguiente inscripción (en latín):
«El
año 1312 de la era cristiana,
en
las calendas del mes de Diciembre, vigilia de San Saturnino,
murió
el Infante Don Felipe,
varón
nobilísimo, hijo del Rey D. Fernando...»
La
caja está circundada en su base por una orla de 44 escudos,
alternando
la cruz de los templarios
con
los castillos de su padre Fernando
y
las águilas de Suabia, de su madre Beatriz.
En
los lados de la caja están talladas
las
escenas de la enfermedad y sepelio del infante.
En
la cabecera, bajo la inscripción de la tapa,
se
ve a don Felipe en cama;
le
rodean el confesor, su esposa y algunos nobles,
en
la última escena de la vida del infante.
En
la cara iluminada por el rosetón de la capilla
se
plasma el paso del fúnebre cortejo;
en
el centro, el féretro es portado a hombros;
le
sigue un noble a caballo
que
se vuelve para consolar a doña Leonor,
que
también va a caballo, enlutada;
le
acompañan unas damas y le sigue un grupo de lloronas;
delante
del féretro, tres caballeros aguardan su paso
y
otro grupo más nutrido se mesa los cabellos.
En
la cara que da a la iglesia, se agrupa el clero ante el sepulcro
(primero,
obispos y abades;
les
siguen siete monjes guerreros
con
la roja cruz templaria sobre el manto blanco;
cierran
el cortejo frailes de diversas órdenes);
el
féretro se apoya sobre águilas, leones
y
moros que, recostados, sostienen la caja,
simbolizando
la amistad de don Felipe y el rey granadino.
En
el lateral de los pies, el caballo del príncipe, enjaezado,
con
el escudo invertido en señal de duelo
y
precedido por un pendón triangular
con
el águila y el castillo también invertidos;
ante
él, los pajes y trompeteros que van al sepelio;
le
rodea una multitud doliente, lo que acentúa la soledad del caballo.
Los
elementos arquitectónicos de las escenas
son
de inspiración árabe.
Sobre
la tapa está tallada la estatua yacente de don Felipe.
(La
tapa se rompió en una de las ocasiones
en
que unos curiosos quisieron abrirla).
Dos
almohadones sustentan la cabeza,
cubierta
con rico bonete idéntico al que llevaba el cadáver,
con
las águilas y los castillos bordados en seda y oro
y
que se conserva junto al manto de doña Leonor
en
el Museo Arqueológico Nacional.
Viste
rica túnica y manto orlado con los escudos de Castilla y Suabia.
Con
la mano derecha blande la espada.
La
mano izquierda sostiene un halcón.
El
pie izquierdo se apoya en otros símbolos cinegéticos,
un
perro y dos conejos.
El
pie derecho está cruzado por debajo de la rodilla izquierda,
lo
que puede entenderse como señal de Señorío o voto de Cruzado.
Se
trata de una obra de gran valor valor
iconográfico,
artístico e indumentario.
Toda
la tapa va orlada
con
águilas (blasones de la Casa de Suabia)
castillos
(blasones del rey de Castilla)
y
la Cruz de los Templarios.
***
Sobrevivió
doña Leonor a su esposo, y quiso ser enterrada
en
San Felices de Amaya, de la Orden de Calatrava,
y
durante largo tiempo allí se le creyó enterrada junto con su esposo,
hasta
que se conocieron las tumbas de Villasirga.
La
tumba de la dama está inacabada:
carece
de inscripción que la identifique.
Sin
embargo, nunca se ha dudado de que allí yaciera doña Leonor,
que
murió después que su esposo.
(Cristina
de Noruega parece que está enterrada en Covarrubias).
Los
sarcófagos de don Felipe y doña Leonor son muy parecidos
y
con las mismas dimensiones.
El
de Leonor también está apoyado en cuatro leones y dos águilas.
En
el de la dama, los blasones de don Felipe se combinan
con
los de la familia de Leonor,
decorando
no sólo urna y tapa sino incluso las ropas de la estatua:
Dos
escudos nuevos se alternan con los de su esposo:
seis
jaqueles rojos sobre fondo negro, timbre de los Castro o los Lara
y
cinco hojas, de los Pimentel.
La
caja del sepulcro tiene labradas las ceremonias fúnebres
propias
de los entierros principescos de la época.
Pero,
inacabado, no tiene trabajo alguno en la cabecera y el pie.
Quizás
porque cuando murió la infanta
ya
no quedó nadie que se hiciera cargo,
nadie
que se tomase al menos la molestia de colocar un epitafio.
La
estatua yacente está detalladamente trabajada.
La
original mitra con barbuquejo que cubre la cabeza de Leonor
sólo
se utilizaba en España;
una
cinta rizada, sujeta al bonete, cubre sus labios.
Dos
cintas tan largas como el vestido
llevan
también decoración heráldica.
El
manto es idéntico al que vestía el cadáver.
Los
zapatos están orlados con los mismos motivos,
los
emblemas familiares, en seda y oro.
En
la mano sostiene la enseña de los Pimentel.
El
manto auténtico de doña Leonor no fue troceado
y
está expuesto en Madrid en el Museo Arqueológico,
así
como uno de los zapatos (el otro ha desaparecido),
junto
con el birrete de don Felipe y una daga.
Es
un manto riquísimo, de inspiración árabe, en seda y oro,
y
sólo está un poco deteriorado
por
la parte sobre la que yacía la momia.
El
traslado de las ropas al Museo se efectuó en 1884.
***
Hay
una escuela de escultores en Castilla a mediados del siglo XIII,
semejante
a la de los “tombiers” franceses.
Obras
suyas son muchos sepulcros de la zona:
los
de Benevívere, Celada del Camino, Palacios de Benavides,
San
Zoilo de Carrión, Palazuelos, Aguilar y Villasirga.
Se
estima que los mejores son los de Villasirga,
el
detalle de cuyas estatuas yacentes permite conocer costumbres,
trajes,
muebles, panoplia, arneses y heráldica del siglo XIII.
Ambos
sepulcros han sido repetidamente abiertos:
en
1497, 1702, 1815, 1844, 1857, 1865, 1897 y 1911.
En
todas estas ocasiones los investigadores
depositaron
en el interior tarjetas de visita.
Otras
muchas veces han sido abiertos por curiosos.
En
1897 fue sacada la momia del infante
y
se comprobó que medía unos dos metros
y
que le faltaba un colmillo.
A
principios del siglo XX los sepulcros de los esposos
fueron
sacados de la penumbra de bajo del coro,
donde
estaban sufriendo constantes agresiones.
Se
les llevó entonces, en 1926, al crucero.
Y,
algo después, a su ubicación actual, en la Capilla de Santiago.
***
Siempre
ha estado, en cambio, en dicha Capilla
el
tercero de los sepulcros:
El
sepulcro de don Juan Pérez, Caballero de Santiago, es un enigma.
No
se sabe quién es el sepultado,
ni
cuál era su edad ni su familia,
ni
las razones por las que yace en Villasirga.
En
la inscripción, rota en diversos puntos, sólo se lee
“Aquí
yace Juan Pérez” y algunas de las piadosas palabras finales.
Se
cree que es más antiguo que los otros dos sarcófagos,
aunque
no hay en el Archivo documento alguno
que
haga referencia a él.
En
la caja no hay escenas del difunto,
sino
que los laterales están ocupadas por grandes escudos:
En
cada lateral cinco blasones, alternándose
uno
acuartelado con las barras de Aragón
y
otro con la cruz roja de la Orden de Santiago
y
cinco veneras o conchas de plata.
Estas
conchas eran también distintivo de los Pimentel,
por
lo que quizás Juan Pérez pertenecía a la familia
y
estaba emparentado con doña Leonor.
La
tapa no es tan rica como la del infante,
pero
tiene algunos elementos comunes:
túnica,
disposición de manos, elementos de cetrería.
Ostenta
en el blanco manto la cruz de Santiago.
Su
cabeza se apoya en dos almohadones,
cubierta
con un bonete más sencillo que el de don Felipe;
el
peinado de ambos hombres es similar.
En
los pies de la caja
un
Cristo sedente levanta la diestra en actitud de absolver
mientras
en la izquierda sostiene una gran piedra,
que
parece presentarle una mujer arrodillada a sus pies.
Se
ha pensado que puede ser el símbolo del alma de Juan Pérez.
La
estatua yacente de Juan tiene características similares
a
las de la figura de mujer con libro de la misma Capilla
(¿una
dama, una santa, una Virgen?)
En
ambas estatuas, la mano derecha sostiene
el
cordón que rodea el cuello sujetando el manto.
¿Quién
era Juan Pérez?
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