domingo, 22 de febrero de 2015

VILLALCÁZAR DE SIRGA. Iglesia de la Virgen Blanca



Población de Campos fue en el pasado
una villa mucho más importante de lo que es actualmente,
pues fue Señorío de la Orden militar de San Juan,
título recibido del rey Alfonso VII
en el día de San Juan Bautista del año 1140.
En el año 1267 fue ocupada temporalmente
por el infante don Felipe, hermano del rey Alfonso X el Sabio.

Don Felipe se encuentra enterrado a pocos kilómetros,
en la iglesia de la Virgen Blanca de Villalcázar de Sirga.

*** 


Situada en la Ruta de Santiago,
entre Frómista y Carrión de los Condes,
Villalcázar es llamada Vila-Sirga por Alfonso X en sus Cantigas.

A partir del siglo XVII aparece indistintamente en los documentos
como Villasirga o como Villalcázar de Sirga.

Esta localidad, que siempre fue pequeña, compone su nombre
con los tres elementos que constituyen su pasado:
Villa, por haber sido Señorío con Rodrigo Xirón,
personaje principal de la corte de Fernando III.
Alcázar, por haber tenido aquí el Temple renombrada fortaleza,
desaparecido castillo que se encontraría
junto al templo de Santa María,
que también presenta aspecto de fortaleza.
Y sirga como símbolo del Camino Jacobeo, que por aquí pasa,
pues se denominaba “La Sirga” al viejo Camino Francés.


Por el Camino de Santiago introdujo el Císter
sus innovaciones arquitectónicas,
que pueden observarse en Villasirga.
A 30 kilómetros de este Camino
fundó Alfonso VIII la Universidad Palentina, primera de España,
a la que pronto sucederían las de Salamanca y Valladolid.
En el Camino de Santiago palentino, nacieron poetas
como Don Sem Tob, el Rabí de Carrión.

Tuvo Villasirga tres Hospitales u Hospederías para peregrinos.
El más antiguo fue el del Temple.

En Villasirga inicialmente fueron los templarios
los encargados del cuidado de los caminantes.
Cuando la Orden fue disuelta, los sustituyeron los hospitalarios.


Villasirga fue encomienda de templarios.
Y debió ser una encomienda rica,
pues levantó un templo que ha sido considerado
el más importante de la provincia de Palencia.

*** 


Los cistercienses hicieron en Villalcázar
un templo-fortaleza como en Calatrava,
también para una orden militar, la del Temple.

La iglesia en su mayor parte fue levantada por los templarios,
quienes contiguo a ella construyeron su monasterio,
y rodearon ambos de una gran muralla,
haciendo del conjunto la baila más notable de Castilla.

Los Caballeros de Santiago de San Marcos de León
hicieron construir en el templo la Capilla de Santiago.


La iglesia fue construida entre los siglos XII y XIII.
Sólo la Capilla de Santiago experimentará algunas modificaciones
en el siglo XV.

La actual torre y la Capilla de Santiago remataban en altos castilletes,
hoy desaparecidos.


El elemento más destacado de la construcción
debió de ser el nártex que cubría el atrio.
Estaba sustentado por cuarenta y siete columnas.
El atrio daba acogida a dos pórticos
y se prolongaba en una serie de arcos que fueron arruinándose.
Se cuenta que, algo antes de que tuviera lugar el desplome,
y mientras se celebraba una procesión,
los vecinos, ante el inminente desmoronamiento de un arco,
lo ataron con sogas y lo derribaron.
En 1888 se produjo el derrumbamiento del resto.
Hoy queda en pie parte del pórtico,
aunque con una peligrosa inclinación.
De él arrancan arcos rotos que prueban la existencia del nártex.
También se ven todavía, sobre los actuales contrafuertes,
los arranques de arcos que abarcaban los 7 metros de largo
que la iglesia perdió al derrumbarse esta fachada
junto con el coro y el atrio con su nartex, en 1888.


En 1890 fue reconstruida la parte afectada
pero quitándole al templo 7 metros de longitud
y perdiéndose la portada correspondiente,
la puerta llamada del Ángel.
Constituía la fachada principal, pero se ignora cómo era.
En la reconstrucción, se levantó el actual muro
sin demasiado interés en conservar el estilo del resto.


Hay otra entrada, en la torre,
sencilla y sin decoración, en un muro con aire de fortaleza.
En la actualidad está en desuso.


La única entrada practicable actualmente
es la que se encuentra bajo el atrio.


Al lado de esta portada hay una segunda, más pequeña,
que sería la entrada directa de los caballeros de Santiago a su capilla.


En el friso de la portada mayor
hay una imagen de Ntra. Sra. la Blanca, sentada,
y a la derecha de la cual hay tres reyes,
el más próximo de los cuales podría ser Alfonso X,
ofrendándole sus Cantigas.

*** 


Fueron tantos los prodigios obrados por la Virgen de Villasirga,
que esta villa llegó a ser tan célebre como Santiago de Compostela.

Algunas de las Cantigas de Alfonso el Sabio
están dedicadas a Vírgenes concretas.
A la Virgen de Villasirga le dedica doce Cantigas,
relacionadas con peregrinos:

- Santa María de Villasirga salva de morir ahorcado
a un hombre que había regalado un sillar para edificar el templo.
- Un conde de Francia que va a Santa María de Villasirga
no puede entrar en la iglesia hasta haber confesado.
- Un buen hombre venido de Alemania
experimenta una milagrosa curación.
- Unos moros pretenden derribar la iglesia,
quedan ciegos y se arrepienten.
- Un cazador pierde su azor y lo recupera
tras haber llevado otro de cera a Santa María.
- En una vigilia ante el altar de Santa María,
un mozo sordomudo de Saldaña recupera sus facultades.
- Unos halconeros a punto de perecer ahogados en una reguera
invocan a Santa María y son salvados.
- Un francés que peregrina a Santiago
es liberado del bordón de hierro que traía como penitencia.
- Una muchacha tullida llegada de Francia
recobra en Villasirga el movimiento de su cuerpo.
- Una ciega y un ciego franceses peregrinan a Santiago
y ante Santa María recuperan la vista.
- Un prisionero de la cárcel de Carrión al que iban a ajusticiar,
reza a Santa María y es liberado.
- Unos italianos que peregrinan a Santiago
son salvados por Santa María de una tempestad en el mar.

Villasirga fue un importante centro de peregrinación medieval,
por los numerosos milagros que concedía esta Virgen.
El rey poeta reflejó con ingenuidad este internacional fervor.
«Esto foi en aquel tempo
que a Virgen començou
a facer en Vila-Sirga
miragres, porque sâou
a muitos d'enfermidades
et mortos ressocitou».

*** 


En la iglesia de Villasirga se veneran tres Vírgenes sedentes con Niño,
tres tallas en piedra del siglo XIII.

Una está en el friso del pórtico.
Otra está en el centro del retablo del altar mayor.
La tercera está en la Capilla de Santiago;
ésta es la Virgen de las Cantigas, Nuestra Señora la Blanca;
a comienzos del siglo XX se intentó llevarla a un museo,
pero los vecinos montaron guardia toda la noche
a la puerta de la iglesia
y lo impidieron;
sin embargo, durante el incidente la imagen sufrió desperfectos,
la Virgen perdió un brazo y el Niño un brazo y la cabeza.

*** 


En la misma Capilla hay, además, otras tres imágenes de la Virgen.
El pueblo las llama “Las Blancas”.


La considerada Virgen de las Cantigas
se encuentra a la izquierda de la entrada, es sedente
y sobre la rodilla sostiene a su Hijo.


La segunda, que se ve al lado opuesto, está erguida
y lleva en el brazo al Niño.
Se dice que sólo en Amberes hay otra igual.


La tercera está en el mismo lado que ésta
y es parecida, pero sin Niño.
Lleva un manto azul estrellado
que sujeta con un dedo de la mano derecha
y con el brazo izquierdo, en cuya mano sostiene un libro.


La cuarta, primera de la entrada a la derecha,
no tiene valor alguno, ni artístico ni histórico .
Mientras que las otras tres son de piedra,
ésta es de yeso y se hizo de prisa
para sustituir durante un tiempo a la del altar mayor,
pues éste se encontraba en mal estado
y no soportaba el peso de la imagen original, de piedra.

*** 


La iglesia del Temple, por su grandiosidad, fue elegida
como enterramiento de algún miembro de la familia real.

Conserva tres sepulcros de piedra policromada.

*** 


El infante don Felipe, cuyos restos reposan en Villasirga
con los de su segunda esposa,
fue el quinto hijo de Fernando III el Santo y de Beatriz de Suabia.
Era nieto por línea paterna de Alfonso IX de León
y de Berenguela de Castilla
y por la materna de Felipe de Suabia, Emperador electo de Roma,
y de la Emperatriz Irene.

Sabemos de su vida por las Crónicas y Memorias
de su hermano el rey don Alfonso X el Sabio.

Su abuela paterna, doña Berenguela,
de acuerdo con la costumbre que se solía seguir con los segundones,
lo destinó al estado eclesiástico,
pero ello resultó poco adecuado para el carácter inquieto del infante.
Fue educado por el Arzobispo de Toledo Rodrigo Ximénez de Rada,
y luego estudió en París,
donde fue discípulo de Alberto el Magno
y condiscípulo de Santo Tomás de Aquino y San Buenaventura.
De regreso a Castilla, acumuló cargos y dignidades eclesiásticas.
Pero, siendo ya Arzobispo electo de Sevilla,
pidió volver al estado laical, lo que obtuvo en 1258
para contraer matrimonio con la Princesa Cristina de Noruega,
que llegó a Castilla para casar con el rey Alfonso
pero se encontró con que éste ya estaba casado.

Once años más tarde don Felipe contrajo segundo matrimonio,
con doña Leonor Ruiz de Castro.
Sólo un hijo nació de esta unión,
muerto de niño y del que se ignora incluso el nombre.

El matrimonio de Felipe y Leonor resultará nefasto para Castilla,
pues dará inicio a una guerra civil y fratricida
por los pretendidos derechos de doña Leonor al Infantado de León.

Leonor era de la familia de los Lara, enfrentados al rey,
y el infante Felipe se unió a su causa y la encabezó,
rebelándose contra su hermano.
Se confabula con su tío don Nuño de Lara y su cuñado don Fernando
y los tres con el rey de Granada,
y pronto da inicio la guerra civil.
Don Felipe olvida los años de estudio de su juventud
y se dedica a la conspiración y los disturbios,
dificultando el gobierno de su hermano.
Se alía con el rey de Navarra, con el rey de Portugal
y mantiene gran amistad con el rey granadino,
con el que pasa largas temporadas.
El rey moro le acompaña cuando se dirige a Sevilla
para hacer finalmente las paces con su hermano.
Don Alfonso cedió en todo para poner fin al conflicto.

Un año después, en 1274, don Felipe moría en Sevilla, con 45 años,
“en paz y en gracia con el Soberano”.
Hay incluso quien afirma que fue esa paz lo que provocó su muerte,
pues le hizo perder las ganas de vivir.


Durante algún tiempo estuvo enterrado en Villadiego (Burgos)
y en seguida fue trasladado a la mejor iglesia templaria de España.
Villasirga estaba incluida en el infantado de León,
conseguido por don Felipe en la paz de Sevilla,
hecha con el rey Alfonso para poner fin a la guerra civil.


Pero además, es posible que don Felipe llegase a ser templario.
Al menos, tuvo que ser muy afecto a la Orden,
pues la tapa de su sepulcro está decorada con escudos de piedra
en los que se alternan las armas del Temple
con los castillos de su padre y las águilas de Suabia de su madre.


Don Felipe, un hombre de casi dos metros,
fue embalsamado y enterrado con túnica y capa de seda y oro
que eran las mejores de la época
(junto con las de San Fernando que están en la Armería Real).
Pero no se conservan (al contrario que los ropajes de doña Leonor),
porque fueron troceadas y repartidas entre museos y coleccionistas,
sobre todo extranjeros,
como el importante trozo de la Colección Côte de Lyon.


El sepulcro de don Felipe se apoya en cuatro leones y dos águilas.

En la cabecera se lee la siguiente inscripción (en latín):
«El año 1312 de la era cristiana,
en las calendas del mes de Diciembre, vigilia de San Saturnino,
murió el Infante Don Felipe,
varón nobilísimo, hijo del Rey D. Fernando...»


La caja está circundada en su base por una orla de 44 escudos,
alternando la cruz de los templarios
con los castillos de su padre Fernando
y las águilas de Suabia, de su madre Beatriz.


En los lados de la caja están talladas
las escenas de la enfermedad y sepelio del infante.
En la cabecera, bajo la inscripción de la tapa,
se ve a don Felipe en cama;
le rodean el confesor, su esposa y algunos nobles,
en la última escena de la vida del infante.
En la cara iluminada por el rosetón de la capilla
se plasma el paso del fúnebre cortejo;
en el centro, el féretro es portado a hombros;
le sigue un noble a caballo
que se vuelve para consolar a doña Leonor,
que también va a caballo, enlutada;
le acompañan unas damas y le sigue un grupo de lloronas;
delante del féretro, tres caballeros aguardan su paso
y otro grupo más nutrido se mesa los cabellos.
En la cara que da a la iglesia, se agrupa el clero ante el sepulcro
(primero, obispos y abades;
les siguen siete monjes guerreros
con la roja cruz templaria sobre el manto blanco;
cierran el cortejo frailes de diversas órdenes);
el féretro se apoya sobre águilas, leones
y moros que, recostados, sostienen la caja,
simbolizando la amistad de don Felipe y el rey granadino.
En el lateral de los pies, el caballo del príncipe, enjaezado,
con el escudo invertido en señal de duelo
y precedido por un pendón triangular
con el águila y el castillo también invertidos;
ante él, los pajes y trompeteros que van al sepelio;
le rodea una multitud doliente, lo que acentúa la soledad del caballo.
Los elementos arquitectónicos de las escenas
son de inspiración árabe.


Sobre la tapa está tallada la estatua yacente de don Felipe.
(La tapa se rompió en una de las ocasiones
en que unos curiosos quisieron abrirla).

Dos almohadones sustentan la cabeza,
cubierta con rico bonete idéntico al que llevaba el cadáver,
con las águilas y los castillos bordados en seda y oro
y que se conserva junto al manto de doña Leonor
en el Museo Arqueológico Nacional.
Viste rica túnica y manto orlado con los escudos de Castilla y Suabia.
Con la mano derecha blande la espada.
La mano izquierda sostiene un halcón.
El pie izquierdo se apoya en otros símbolos cinegéticos,
un perro y dos conejos.
El pie derecho está cruzado por debajo de la rodilla izquierda,
lo que puede entenderse como señal de Señorío o voto de Cruzado.
Se trata de una obra de gran valor valor
iconográfico, artístico e indumentario.

Toda la tapa va orlada
con águilas (blasones de la Casa de Suabia)
castillos (blasones del rey de Castilla)
y la Cruz de los Templarios.

*** 


Sobrevivió doña Leonor a su esposo, y quiso ser enterrada
en San Felices de Amaya, de la Orden de Calatrava,
y durante largo tiempo allí se le creyó enterrada junto con su esposo,
hasta que se conocieron las tumbas de Villasirga.


La tumba de la dama está inacabada:
carece de inscripción que la identifique.
Sin embargo, nunca se ha dudado de que allí yaciera doña Leonor,
que murió después que su esposo.
(Cristina de Noruega parece que está enterrada en Covarrubias).


Los sarcófagos de don Felipe y doña Leonor son muy parecidos
y con las mismas dimensiones.
El de Leonor también está apoyado en cuatro leones y dos águilas.


En el de la dama, los blasones de don Felipe se combinan
con los de la familia de Leonor,
decorando no sólo urna y tapa sino incluso las ropas de la estatua:
Dos escudos nuevos se alternan con los de su esposo:
seis jaqueles rojos sobre fondo negro, timbre de los Castro o los Lara
y cinco hojas, de los Pimentel.


La caja del sepulcro tiene labradas las ceremonias fúnebres
propias de los entierros principescos de la época.
Pero, inacabado, no tiene trabajo alguno en la cabecera y el pie.
Quizás porque cuando murió la infanta
ya no quedó nadie que se hiciera cargo,
nadie que se tomase al menos la molestia de colocar un epitafio.


La estatua yacente está detalladamente trabajada.
La original mitra con barbuquejo que cubre la cabeza de Leonor
sólo se utilizaba en España;
una cinta rizada, sujeta al bonete, cubre sus labios.
Dos cintas tan largas como el vestido
llevan también decoración heráldica.
El manto es idéntico al que vestía el cadáver.
Los zapatos están orlados con los mismos motivos,
los emblemas familiares, en seda y oro.
En la mano sostiene la enseña de los Pimentel.


El manto auténtico de doña Leonor no fue troceado
y está expuesto en Madrid en el Museo Arqueológico,
así como uno de los zapatos (el otro ha desaparecido),
junto con el birrete de don Felipe y una daga.
Es un manto riquísimo, de inspiración árabe, en seda y oro,
y sólo está un poco deteriorado
por la parte sobre la que yacía la momia.
El traslado de las ropas al Museo se efectuó en 1884.

*** 


Hay una escuela de escultores en Castilla a mediados del siglo XIII,
semejante a la de los “tombiers” franceses.
Obras suyas son muchos sepulcros de la zona:
los de Benevívere, Celada del Camino, Palacios de Benavides,
San Zoilo de Carrión, Palazuelos, Aguilar y Villasirga.
Se estima que los mejores son los de Villasirga,
el detalle de cuyas estatuas yacentes permite conocer costumbres,
trajes, muebles, panoplia, arneses y heráldica del siglo XIII.


Ambos sepulcros han sido repetidamente abiertos:
en 1497, 1702, 1815, 1844, 1857, 1865, 1897 y 1911.
En todas estas ocasiones los investigadores
depositaron en el interior tarjetas de visita.
Otras muchas veces han sido abiertos por curiosos.
En 1897 fue sacada la momia del infante
y se comprobó que medía unos dos metros
y que le faltaba un colmillo.


A principios del siglo XX los sepulcros de los esposos
fueron sacados de la penumbra de bajo del coro,
donde estaban sufriendo constantes agresiones.


Se les llevó entonces, en 1926, al crucero.

Y, algo después, a su ubicación actual, en la Capilla de Santiago.

*** 


Siempre ha estado, en cambio, en dicha Capilla
el tercero de los sepulcros:

El sepulcro de don Juan Pérez, Caballero de Santiago, es un enigma.
No se sabe quién es el sepultado,
ni cuál era su edad ni su familia,
ni las razones por las que yace en Villasirga.
En la inscripción, rota en diversos puntos, sólo se lee
“Aquí yace Juan Pérez” y algunas de las piadosas palabras finales.
Se cree que es más antiguo que los otros dos sarcófagos,
aunque no hay en el Archivo documento alguno
que haga referencia a él.


En la caja no hay escenas del difunto,
sino que los laterales están ocupadas por grandes escudos:
En cada lateral cinco blasones, alternándose
uno acuartelado con las barras de Aragón
y otro con la cruz roja de la Orden de Santiago
y cinco veneras o conchas de plata.
Estas conchas eran también distintivo de los Pimentel,
por lo que quizás Juan Pérez pertenecía a la familia
y estaba emparentado con doña Leonor.

La tapa no es tan rica como la del infante,
pero tiene algunos elementos comunes:
túnica, disposición de manos, elementos de cetrería.
Ostenta en el blanco manto la cruz de Santiago.
Su cabeza se apoya en dos almohadones,
cubierta con un bonete más sencillo que el de don Felipe;
el peinado de ambos hombres es similar.

En los pies de la caja
un Cristo sedente levanta la diestra en actitud de absolver
mientras en la izquierda sostiene una gran piedra,
que parece presentarle una mujer arrodillada a sus pies.
Se ha pensado que puede ser el símbolo del alma de Juan Pérez.


La estatua yacente de Juan tiene características similares
a las de la figura de mujer con libro de la misma Capilla
(¿una dama, una santa, una Virgen?)
En ambas estatuas, la mano derecha sostiene
el cordón que rodea el cuello sujetando el manto.


¿Quién era Juan Pérez?

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