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jueves, 26 de junio de 2014

ÁVILA. Monasterio de Santa Ana




Alfonso X había fundado una comunidad de monjas cistercienses,
el monasterio de San Clemente, junto al río Adaja.
A comienzos del siglo XIV, el cenobio se hallaba en mal estado.

Para dar nueva ubicación a las benedictinas,
el obispo abulense Sancho Blázquez Dávila,
ayo de Alfonso XI y notario mayor de Castilla,
ordenó construir un nuevo convento
ubicado extra-muros (en la actual plaza de Santa Ana).
La construcción incial se terminó hacia 1350.

Es un edificio de aspecto exterior humilde
pero de gran importancia histórica.

Ya desde Alfonso XI, la casa fue muy favorecida por los reyes.

Aquí fue educada de niña la futura reina Isabel I la Católica.


***


El 5 de junio de 1468 fallecía el infante Alfonso,
en Cardeñosa, a dos leguas de Ávila.
La infanta Isabel, apenada, se retiró a Santa Ana,
al lugar donde había pasado buena parte de su infancia.

El arzobispo de Toledo, Alfonso Carrillo,
que lo mismo ceñía la cota de malla que la mitra,
reunió a los principales comprometidos
en las actuaciones encaminadas a destronar a Enrique
y todos acordaron alzar por Princesa a la Infanta Isabel
y ofrecerle la Corona de Castilla.


Una comisión de la Junta se trasladó al monasterio de Santa Ana.
En el locutorio del convento,
Isabel recibió al prelado y sus acompañantes,
que le propusieron proclamarla Reina de Castilla.
La infanta respondió:
«No quiero reinos que no son míos,
pues los derechos no me son debidos, sino a mi hermano.
Mas si tenéis ese deseo, tratad con el Rey
para que me admita como heredera para después de sus días».

Era preciso que la Corona recayera en persona
cuya legitimidad no ofreciera duda,
que pusiera término a las banderías que desangraban Castilla.
Para conseguirlo, se hicieron los trabajos preliminares,
se ultimaron las negociaciones
y se acordó el lugar y la fecha en que había de realizarse
la entrevista del rey don Enrique con su hermana doña Isabel.


Enrique salió de Madrid e Isabel del convento de Santa Ana,
para dirigirse a Cebreros.
Trasladáronse después al sitio acordado:
El 19 de septiembre de 1468, en la Venta de los Toros de Guisando,
tuvo lugar el acuerdo:
Isabel y los suyos reconocieron a Enrique por Rey y Señor natural,
y éste recibió por Princesa y por primera heredera de sus reinos
a doña Isabel, que fue jurada como tal por todos los allí presentes,
previa relajación por el legado papal de anteriores juramentos
prestados a doña Juana.

Rey y Princesa se trasladaron a Cadalso,
acompañados de los magnates y los prelados,
y luego pasaron a Casarrubios;
el 25 de septiembre expidieron la carta
en la que se daba cuenta de lo acordado.
Don Enrique reconocía a doña Isabel como primera heredera,
«porque puede luego casar e aver generación
en manera que estos mis reinos no queden sin aver en ellos
legítimos sucesores de nuestro linage».


***


En el siglo XVI, aprovechando que Santa Ana se había convertido
en centro educativo para nobles y miembros de la Familia Real,
el convento fue totalmente renovado.


Del monasterio destaca el claustro de tres alturas,
concluido en 1596 y único con esta altura de su época.

En su iglesia podían verse dos lápidas
con los nombres de dos damas de Isabel la Católica, enterradas allí.
Pendían de sus muros varias banderas, dos de las cuales,
según la tradición, figuraron en la batalla de Lepanto,
y fueron regaladas al convento
por lo mucho que rezaron sus religiosas
para que Dios concediera la victoria a las armas españolas.

En Santa Ana pasó algunas temporadas
la emperatriz Isabel con su hijo el futuro Felipe II.

En 1531 la emperatriz y el príncipe Felipe pasaron el verano en Ávila.
Visitaron repetidas veces el monasterio
y el día 26 de julio, festividad de Santa Ana,
después de asistir a los divinos oficios,
algunas meninas de la reina recibieron el hábito.
La emperatriz y el príncipe comieron en la clausura
y después éste, que tenía poco más de cuatro años,
fue vestido de hombre en el mismo monasterio,
“y salió de galán, en calzón y ropilla de tela muy fina y rica”.


A mediados de junio del año 1600,
los reyes Felipe III y Margarita de Austria
visitaron Santa Ana, acompañados de muchos Grandes de España.
También visitaron el monasterio
Isabel II y la infanta doña Isabel de Borbón.


***


Damas de la primera grandeza de España
tomaron el hábito en el convento de Santa Ana.
Se dice que, desde su fundación, nunca faltó entre sus religiosas
alguna de la casa y apellido de su fundador, Dávila.

Hubo monjas de clausura en Santa Ana hasta 1978.
Ese año las cistercienses abandonaron el convento
y éste fue adquirido por la Junta autonómica.
En 1985 fue restaurado y se convirtió en sede
de la Delegación de la Junta de Castilla y León,
cayendo rápidamente en el olvido la historia del cenobio.

miércoles, 30 de abril de 2014

SEGOVIA. Convento de San Francisco




Los franciscanos llegaron a la ciudad de Segovia hacia 1250.
Anteriormente, en 1231, se habían establecido
en el convento de Nuestra Señora de los Ángeles de la Hoz,
cercano a Sepúlveda.


Obtuvieron la parroquia de San Benito,
que les sirvió de iglesia hasta que levantaron la suya.


El templo que erigieron los franciscanos
sólo tenía una capilla, en el lado del Evangelio, la de los Cáceres,
construida hacia 1324.


Tenía dos hornacinas interiores, en donde se encontraban,
en una, los restos del fundador de la capilla
y en otra los de Antón de Cáceres.
Antón de Cáceres, muerto en 1493, era hijo
de Antonio Martínez de Cáceres y de Inés Osorio de Virués
y había sido gobernador de la villa de Madrid y alcaide de su alcázar.


A la entrada de la capilla, en un nicho, se hallaba
la estatua orante de Francisco de Cáceres,
hijo de Antón de Cáceres y de María de Virués, muerto en 1522.


El claustro se construyó en el siglo XV,
durante el reinado de Enrique IV.


Así puede deducirse de su decoración:
los escudos de Castilla y León
y el emblema de las granadas, propio de dicho soberano.


Aunque no se sabe con certeza quién fue su autor,
se cree que pudo ser Juan Guas,
único arquitecto de prestigio presente en la ciudad
en las fechas en las que se calcula que fue construido.


***


En 1455, un año después de la coronación de Enrique IV,
fray Alonso de la Espina, franciscano de origen converso,
acudió al nuevo rey. 


Se trataba de informarle del conflicto que existía en Segovia
entre franciscanos observantes y franciscanos claustrales:


Los observantes eran partidarios de una vida más austera
y acusaban a los claustrales de haberse relajado
y no estar respetando la regla.


Fray Alonso, en nombre de los observantes, pidió al rey
que obligase a los frailes claustrales a entregar a los observantes
el convento de San Francisco.


El monarca dirimió el problema
donando a los franciscanos observantes la casa de El Campillo.


Allí fundaron un nuevo convento,
que se puso bajo la advocación de San Antonio.


En 1488, sin embargo, la reina Isabel, dentro de las reformas
realizadas en las órdenes religiosas bajo su reinado,
dispuso que los observantes regresaran al convento de San Francisco
y aplicaran allí su concepción de la Orden.


San Antonio fue ocupado por las clarisas,
rama femenina de los franciscanos.


Así los franciscanos claustrales de San Francisco
se convirtieron en franciscanos observantes.


***


Durante siglos el convento de San Francisco
fue uno de los más importantes de la ciudad.


En 1836 la Desamortización obligó a los frailes a abandonarlo.


El edificio pasó a ser propiedad del Ayuntamiento de Segovia.


En 1862 el Alcázar de Segovia sufrió un gran incendio,
que obligó a buscar nueva ubicación para el Colegio de Artillería


(el Cuerpo de Artillería se había fundado en 1762
y su Colegio se inauguró en el Alcázar en 1764).


El Ayuntamiento cedió para ello el convento de San Francisco


(que ya desde 1844 estaba siendo utilizado como cuartel
y donde en 1854 se habían instalado
los subtenientes alumnos de la Escuela),


que desde entonces es la sede de la Academia de Artillería
(en 1867 el Colegio se reconvirtió en Academia),
y que es hoy el centro militar en activo más antiguo del mundo.


Tras ser ocupado por los artilleros,
el arquitecto Joaquín Odriozola y Grimaud
efectuó una reforma tan profunda en el convento
que éste prácticamente desapareció,
con excepción de su Iglesia y el claustro.


El claustro se adecuó como “Patio de Órdenes”.
En 1900 las bóvedas de la iglesia sufrieron un derrumbe,
lo cual determinó el derribo del templo.


***


En 1898 volvieron los franciscanos a Segovia,
por expresa petición del obispo don José Ramón Quesada.


En 1904, el sucesor de éste, don José Cadena y Eleta,
puso a disposición de la Orden
un inmueble propiedad de la diócesis segoviana,
en la calle de la Judería Vieja.


En el siglo XXI de esta comunidad sólo quedaban
tres frailes ancianos.


El 2 de julio de 2014 celebraron su última misa en Segovia,
tras la cual la Orden franciscana abandonó nuevamente la ciudad.