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martes, 5 de marzo de 2013

AJOFRÍN




Salomón fue rey de Israel del 978 al 931 a. C.

En la llamada Tabla, Mesa o Espejo de Salomón,
hecha de oro puro,
el rey, por inspiración de Yavhé,
grabó todo el conocimiento del Universo,
la fórmula de la Creación y el nombre verdadero de Dios:
El Shem Shemaforash, que no puede escribirse jamás
y sólo debe pronunciarse para provocar el acto de crear.
Según la tradición cabalística,
Salomón lo graba en una forma jeroglífica de alfabeto sagrado
que, aunque evita la escritura del Nombre de Dios,
contiene las pistas necesarias para su deducción.

La Tabla dará a su propietario el conocimiento absoluto,
ya que el pronunciar el nombre de Dios
significa abarcar toda la creación,
pero el día en que sea pronunciado
el fin del mundo estará próximo.

Salomón la depositó en el Templo de Jerusalén.


En el año 70 Tito tomó Jerusalén, destruyó el Templo
y trasladó su tesoro a Roma.

En el año 410 el rey godo Alarico I saqueó Roma
y trasladó el tesoro a Carcassonne.


En el siglo VI los francos atacan el reino visigodo de las Galias
y los visigodos abandonan su capital, Toulouse,
y se refugian en Hispania.
En 526 Amalarico lleva el tesoro a Toledo,
donde se instala la nueva capital.

Esta historia, contada por Procopio de Cesarea,
es la última noticia cierta que se tiene del tesoro.
Los francos no lo mencionan
entre el botín conseguido en su invasión.


El cronista árabe Aben Adhari cuenta:
Trasladaron tesoros y botines innumerables,
entre los cuales se encontraban misteriosos amuletos mágicos,
de cuya conservación y custodia dependía
la suerte del Imperio fundado por Ataúlfo.


En la crónica bereber “Ajbar Machmua” se narra que Muza,
envidioso del éxito obtenido por su lugarteniente Tariq
en Guadalete, frente al rey visigodo,
y sabedor de la existencia de una Mesa que habría sido de Salomón
y que estaba entre el tesoro real godo en Toledo,
desembarcó en la península para enfrentarse a Tariq
y hacerse con la Mesa.
Ambos regresaron a Damasco
para que el Califa Suleimán I se pronunciara,
y ninguno volvió a la península.
Según el “Ajbar Machmua”,
la Mesa tenía 365 pies, hechos de esmeralda verde.


Existe la teoría de que la Mesa de Salomón
descrita por los musulmanes de Al-Andalus
era la Tabula Smaragdina atribuida a Hermes Trismegisto,
la Tabla Esmeraldina del hermetismo alquimista,
que da título a uno de los textos atribuido a Hermes,
grabado en una tabla de esmeralda de una sola pieza.


Los cronistas Ibn Qutaiba y Ben Aben al-Hakam
cuentan que Tariq fue informado
de que la Mesa estaba oculta en un castillo llamado Faras,
a dos jornadas de Toledo,
cuyo gobernador era un hijo de la hermana de Rodrigo.


***


El castillo de Faras de la leyenda podría ser
la ruina que en Ajofrín se conoce como “Cárcel Visigoda”.

En un documento de compraventa de un mozárabe
del pueblo vecino de Mazarambroz,
se cita una parcela de Ajofrín
como colindante con “Castello de Fahr o Fhirias”.
Esta parcela estaría situada
en la cara del Cerro Layos que da a Ajofrín.


***


Ajofrín es uno de los pueblos más antiguos del Reino de Toledo.

Su historia está vinculada a enigmas y misterios
relacionados con ese objeto sagrado, la Mesa de Salomón.

Su propio nombre derivaría del vocablo árabe
“aljofarín”, “aljófar”: Tesoro, perla.


Cuenta la leyenda que, cuando se produjo la invasión árabe,
los visigodos escondieron su tesoro en el Monte de Layos.

La Sierra de Layos, con sus dos pueblos, Layos y Ajofrín,
tiene fama de mágica, de guardadora de secretos,
de lugar de poder.


Es un monte cercano a Toledo,
un monte solitario, a unos 20 kilómetros de la ciudad.
Se recorta, en el horizonte,
cuando se llega a Toledo desde Madrid.


Es un enclave sagrado desde el Paleolítico,
un espacio de enterramientos y santuarios.

Quizás fue el lugar escogido por los visigodos
para enterrar su tesoro...