sábado, 21 de abril de 2012

CARTAGENA, I


Las leyendas narradas por autores antiguos como Estrabón
cuentan que la ciudad de Cartagena fue fundada
por el mítico rey Testa
en el año 1412 antes de Cristo
con el nombre de Contesta.


Lo que hoy es la ciudad de Cartagena
fue el asentamiento de una tribu ibérica,
perteneciente a la confederación tartésica,
del siglo VI antes de Cristo,
conocido como Mastia
y situado en la colina hoy llamada Monte de la Concepción.


Era entonces Cartagena una península
bordeada por colinas,
una elevación que delimitaba un mar interior
que recibía el nombre de Mandarache.


Sobre ese castro, en el año 227 antes de Cristo,
se erigió la ciudad cartaginesa:
El general fenicio Asdrúbal derrotó al íbero Orisón
y fundó la ciudad de Qart Hadasht (Ciudad Nueva),
el mismo nombre que le habían dado a Cartago.


En 1597 Francisco Cascales contará:
«Tres Cartagos ha havido,
una en África, que destruyeron los Romanos,
y dos en España.
En España, la primera fue fundada por Hamilcar
encima de Tortosa,
y llamáronla después los Españoles la vieja,
a differencia de la postrera,
que se dezía Cartago la nueva, o Espartaria por los Latinos.
Esta, nuestra Cartago la nueva,
fue edificada por Hasdrubal,
Capitán general de los Africanos Cartagineses.
Cuyos edificios vinieron a tanta sumptuosidad
que en aquel tiempo ningunos avia tales en España.
Su principal intención deste Capitán
en labrar cosa tan sumptuosa
fue que los Cartagineses del exército, quando la poblassen,
perdiessen el desseo de Cartago la mayor
y la hiziessen acá fundamento de Señoría,
con qualesquier otras competidora,
desde la qual entendió mostrar que bastava su poder
a levantar ciudades donde mandasse
tan excellentes como la misma Cartago Africana.
Esta fundación es certíssima,
pero algunos autores le dan mucha mas antigüedad,
diziendo que Testa Rey de España hizo sus cimientos
y la llamó Contesta,
de donde la Provincia se vino a dezir Contestania,
y que después Teucro,
uno de los Príncipes Griegos que conquistaron Troya
(reynando en España Gargoris)
traxo consigo gente Griega,
con que desembarcó en el sitio donde ahora es Cartagena.
Aquí, Hasdrubal, animado con las antiguas reliquias que halló,
se determinó de fundar una ciudad
quanto más pomposa le fuesse possible».


La Nueva Cartago se constituía
como la principal base de los cartagineses en España,
desde la que controlar la riqueza
generada por las minas de plata de la zona.
Qart Hadasht se convirtió en la capital
del reino cartaginés fundado por Aníbal en Iberia.

De esta ciudad partió Aníbal con sus elefantes
para cruzar los Alpes y encaminarse a Italia
con el propósito de conquistar Roma
en el comienzo de la Segunda Guerra Púnica
en el año 218 antes de Cristo.

En lo alto de la colina existió un templo dedicado a Esmún,
dios de la salud.
Allí eran conducidos los enfermos,
que pasaban la noche en unos recintos del edificio sagrado,
durmiendo sobre la tierra.
Esmún se aparecía en sus sueños,
indicándoles lo que debían hacer para curarse.


En el año 209 antes de Cristo,
el general romano Escipión el Africano tomó Qart Hadasht.
“La Clemencia de Escipión” es el relato de la conquista
narrado por el historiador griego Polibio
y difundido por Tito Livio con la intención de reflejar
la superioridad de la civilización latina:
Tras la toma de la ciudad, unos soldados romanos
presentan ante Escipión a una joven y hermosa princesa íbera,
como botín de guerra.
El padre de la princesa ofrece un rescate para su liberación.
Escipión es conocido mujeriego,
pero da orden, sin embargo, de liberar a la muchacha
y entrega el rescate como dote
para la boda de la princesa con su novio, el caudillo Lucio.
En agradecimiento, éste y sus tropas
se incorporarán al servicio de El Africano.
Publio Cornelio Escipión se transforma, así,
en modelo de virtud para los romanos.
En el Renacimiento y el Barroco
el episodio será uno de los temas preferidos
de la literatura, el arte y la ópera europeos.
El motivo se plasmará en camafeos y tapices.
En los siglos XVII y XVIII
19 óperas reelaborarán el mito.
El acto de continencia de Escipión en Cartagena
será el gesto más representado de la Historia.


Con la pérdida de Cartago,
Aníbal perdió la plata de las minas
y ya no pudo pagar a sus tropas
ni hacer frente a los romanos.
La pérdida de Cartagena decidió la guerra.

La población pasó a denominarse Cartago Nova
y se convirtió pronto en una de las ciudades romanas
más importantes de Hispania.

A lo largo del siglo I antes de Cristo
la ladera del Monte de la Concepción
se cubrió de ricas viviendas señoriales,
de las que quedan restos de pavimentos.
Esas zonas altas eran saludables
mientras que los valles del interior de la península
eran zonas semipantanosas,
mal drenadas e infestadas de mosquitos.

En lo alto del cerro,
los romanos conservaron el templo
dedicado al dios de la salud, Esculapio.


A finales del siglo I antes de Cristo,
en época del emperador Augusto,
las mansiones fueron derruidas
para construir allí un monumental teatro,
en un proceso de intensa romanización.


En el 44 antes de Cristo
Cartago Nova era la tercera ciudad de Hispania,
tras Tarraco y Corduba,
al ser elevada a rango de colonia romana
con el nombre de Colonia Vrbs Iulia Nova Carthago,
formada por ciudadanos de derecho romano.

En el año 297, el emperador Diocleciano
constituyó la provincia romana Cartaginense,
con capital en la ciudad de Cartago Nova.


En 476 cae el Imperio Romano de Occidente.
Cartago Nova pasó a poder visigodo.

A mediados del siglo VI,
en el curso de las guerras civiles visigodas,
una facción pidió ayuda al emperador oriental Justiniano I.


Justiniano el Grande aprovechó la ocasión,
en su esfuerzo por restaurar el Imperio Romano:
Ya hacia el 546 un ejército bizantino
había conquistado Ceuta,
cabeza de puente importante
para el plan del emperador bizantino de reconquistar Hispania.
Ahora las tropas orientales desembarcaron en Cartago Nova
y, tras una corta campaña,
los bizantinos conquistaron el sur de España,
desde el Mediterráneo hasta el Algarve portugués.
La rápida ocupación se vio favorecida
por la debilidad política de los visigodos
en las antiguas provincias romanas Cartaginense y Bética,
habitadas por hispanorromanos
hostiles a la dominación visigoda.

Cartago Nova, que en 425
había sido arrasada por los vándalos,
fue reconstruida.
Fue renombrada como Cartago Spartaria
y convertida en capital de la provincia bizantina de Spania.
La provincia más occidental
de cuantas constituyeron el Imperio Bizantino.

El emperador Justiniano I muere en 565
y el rey Atanagildo fallece en 567.
Les suceden, respectivamente, Justino II
y el rey Liuva, y, pronto, a éste, Leovigildo.
Con él se inició el fin de la provincia de Spania.


Los visigodos fueron recuperando territorio.
Hacia 622, el rey Suintila tomó Cartago, el último bastión.
La ciudad fue nuevamente destruida,
según cuenta San Isidoro.


Durante la dominación árabe,
Cartagena experimentó cierta recuperación
y contó con una mezquita
y con una alcazaba fortificada
levantada sobre las ruinas púnicas y romanas,
sobre el antiguo templo,
en el cerro de la Concepción.

Se la conoció entonces con el nombre de Qartayannat.

Parte de las murallas del actual castillo
integran torreones de la alcazaba musulmana del siglo XII.
De la época árabe queda en pie la linterna del castillo,
que hacía las veces de faro.


En 1245 el infante castellano Alfonso
(futuro Alfonso X el Sabio)
reconquistó Cartagena, después de un duro asedio.

La ciudad se convirtió en ese momento
en la única salida de Castilla al mar Mediterráneo,
encajada entre la Corona de Aragón y el Reino de Granada.
La importancia estratégica del puerto de Cartagena
era, pues, fundamental para la política militar del rey Sabio.

Consiguientemente, Alfonso fortificó la ciudad
construyendo un castillo en el punto más alto,
sobre los restos de la alcazaba árabe,
controlando el puerto.

Con sede en Cartagena creó el rey
la Orden de Santa María de España
para la lucha naval contra los musulmanes.
Sin embargo, varios desastres navales
en los que se perdieron casi todas los barcos de la Orden
hicieron que el rey ordenara su disolución.
Esto provocó la disminución
de la importancia del puerto de Cartagena
y, como consecuencia, el castillo quedó inacabado.


Durante el siglo XIV, el rey Pedro I de Castilla
reemprendió la fortificación de la ciudad
como importante puerto comercial
en el que se instalaron comerciantes de varias naciones,
especialmente genoveses.

Enrique III el Doliente
terminó la construcción de la fortaleza.

De Cartagena, en 1509,
partió la flota para la conquista de Orán.
De Cartagena, en 1516,
partió la flota para la toma de Argel.

A partir de los reinados de Carlos I y Felipe II
se potenciará el papel militar de Cartagena.
Como base de las galeras reales
y como enclave estratégico,
se reforzaron las murallas y torres vigías
y se construyeron algunas fortificaciones costeras.
El puerto de Cartagena se transformó en principal base militar
de la política mediterránea de los reyes de España
con respecto al control de sus posesiones en Italia
y a la contención del poderío turco
y la piratería berberisca.


En 1614, Miguel de Cervantes,
que había estado en la ciudad varias veces,
en Viaje del Parnaso incluyó su “Elegía al puerto de Cartagena”,
que hoy figura en lugar destacado en el puerto de la ciudad:
«Con esto, poco a poco llegué al puerto,
al que los de Cartago dieron nombre,
cerrado a todos vientos y encubierto,
a cuyo claro y singular renombre
se postran cuantos puertos el mar baña,
descubre el sol y ha navegado el hombre».


En el siglo XVIII, Cartagena fue designada
como capital del Departamento Marítimo del Mediterráneo.
Las Atarazanas Reales fueron trasladadas
de Barcelona al Arsenal de Cartagena.


En los siglos siguientes
el antiguo mar interior se desecó
y sobre el mismo se construyó el ensanche de la ciudad.

Durante la Guerra Civil del siglo XX
Cartagena fue la única base naval
que quedó bajo control de la República,
y la última ciudad en ser tomada por el ejército sublevado,
el 31 de marzo de 1939.

Bajo los destrozos causados por las guerras
quedan los restos de las sucesivas civilizaciones
que han vivido en la ciudad.



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