domingo, 14 de octubre de 2012

POBLADO DE BOLARQUE





Empieza a llover y busco techo

en el pórtico de una casa del poblado.

El poblado de Bolarque, nacido

en torno a la central eléctrica,

parece despoblado.




No he visto a ninguno de sus habitantes.

No sé si aún existen.

Las casas transmiten sensación

de abandono.




Es un lugar habitado desde antiguo,

aquí hay ruinas de otros tiempos.





pero las casas modernas parecen

más desoladas que las piedras pretéritas.





Me siento en un empolvado banco bajo el pórtico

y contemplo la lluvia

sobre el poblado muerto.

Se está haciendo tarde.

Si no cesa la lluvia

tendré que echar a andar de todas formas

para que no se me haga de noche

en este poblado desierto.

Imagino cómo será la oscuridad

acurrucada en este pórtico,

rodeada por lo desconocido.

La oscuridad total.




Pasa un hombre por la calle,

bajo la lluvia.

Es un hombre joven, vestido de negro,

con fuertes botas y chaqueta de cuero.

Camina despacio, encorvado.

Deseo que no me vea, pero me ve.

Sorprendido, se para y me saluda.

Seguro que se está preguntando quién soy,

igual que yo me estoy preguntando quién es.

No quiero hablar con él. Quiero que se vaya.

Quiero recuperar la soledad.




El hombre abarca con un gesto vago lo que nos rodea

y me pregunta:

- ¿Aquí ya no vive nadie, no?

Yo no lo sé.

Sólo sé que quiero que este hombre se vaya,

este hombre vestido de negro.





¿De dónde ha salido,

a dónde va?

¿Qué hace aquí?

Quizás él se esté preguntando lo mismo

sobre mí.

Pero yo sólo quiero que se vaya,

que me deje sola

con mis fantasmas.





Creo que es un ser vivo;

me da miedo; prefiero

la compañía de mis fantasmas;

deseo que se vaya;

deseo recuperar mi soledad;

la soledad en la que se manifiestan

los seres incorpóreos;

la aparición de este hombre los ha ahuyentado.

Ahora estoy sola con él

en este despoblado,

y quiero que se vaya.




Al fin, se cansa de que apenas le conteste

y se despide.

Yo intento recuperar el contacto

con el otro lado

pero este hombre, que creo que es un ser vivo,

ha perturbado las comunicaciones

y ya no puedo hablar

con lo invisible.





Así que, abatida,

abandono el refugio

y retomo el camino

bajo la lluvia,

deseando no volver a encontrarme

con el hombre de negro.



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