viernes, 30 de agosto de 2013

TOLEDO. Barrios de la judería



La judería, el espacio que como tal se conocía hasta 1492,
no era una agrupación uniforme de viviendas,
sino que dentro de la muralla había distintos barrios
que son citados en los documentos.

Constituía un complejo entramado
compartimentado por muros o adarves
levantados según la progresiva expansión de la población hebrea.



MADINAT AL-YAHUD

“Ciudad de los Judíos”.
Judería primitiva.
Espacio asignado a los hebreos por los árabes.
Zona alrededor de la bajada de San Martín,
entre la puerta de los Judíos o “Bab al-Yahud”
(actual puerta del Cambrón)
y la puerta de Portiel o “Bab al-Portiel”,
cercana al puente de San Martín (barrio de San Martín).
El barrio fue llamado posteriormente “Degolladero de los judíos”,
en alusión a las carnicerías allí instaladas.
Llegó a ser una zona muy habitada.

La calle grande de la primitiva judería
iba desde la puerta de los Judíos hasta la puerta de Portiel;
se trata de la actual bajada de San Martín.

La puerta de los Judíos
era el acceso principal de la judería y de la ciudad por el Oeste.
Es una puerta de origen musulmán, hoy muy modificada.

Cerca del postigo de Portiel
se encontraba el Molino de la azuda (noria) de Bab al-Portiel.

Desde una pequeña calle sin salida
situada junto al portillo de Portiel,
partía un caminito ascendente
(las actuales empinadas escaleras
del callejón de los Alamillos de San Martín)
que llevaba a la sinagoga de Almaliquim
(posible nombre primitivo de la sinagoga de Santa María la Blanca).
Iba por debajo de los actuales Alamillos
y seguía por la calle del Mármol
(que pasaba entre los actuales
monasterio y jardín de San Juan de los Reyes)
y el cobertizo del Mármol,
dejando a la derecha el adarve de los castillos.
Subía luego por la calle de Santa Ana
hasta la sinagoga.

De aquella vieja judería queda
la tortuosa estructura de las calles
y los restos de las defensas amuralladas:
los vestigios de los castillos
y el muro exterior de la judería
(construido por el gobernador árabe Muhachir ibn Al-Qatil
en el año 820)
en el actual paseo de Recaredo,
que sube hacia la puerta del Cambrón.
El muro completaba la protección de la ciudad,
aunque el caserío de los judíos se extendía
más allá del perímetro murado, hasta el río.

En el espacio donde se levanta el palacio de la Cava,
el barrio de Madinat al-Yahud limitaba con el barrio de la Assuica.


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ASSUICA

Diminutivo de “zoco”, “mercado” en árabe.
Zona en torno a San Juan de los Reyes
y parte de las calles de los Reyes Católicos y del Ángel;
el barrio se desplegaba en la intersección de estas dos vías.

El zoco, ubicado cerca del monasterio,
era un pequeño mercado de abastos cerrado con puertas.
El mercado acabó dando nombre
a un adarve, un postigo y un barrio.

La calle principal o Abedonja
era la calle mayor de la judería.
Unía la judería primitiva, el zoco y Santo Tomé
y también la judería con el barrio anejo de la Alacava.
En el siglo XVI se la conocía como calle Real.
Partían de ella varios adarves o callejones sin salida,
y la subida al cerro de la Alacava.
Es la actual calle del Ángel, que ha conservado su trazado medieval;
debe su nombre al ángel gótico de la casa
donde desemboca la cuesta de Bisbis.

El adarve de la Assuica conectaba con el adarve de Abzaradiel
y con el adarve Ueld Elazri,
que desde la Assuica bajaba hacia el barrio de San Martín,
hacia los castillos, por el camino del Mármol.

Junto a la desaparecida Casa de Jacob,
librería especializada en temática judía, en la calle del Ángel,
arrancan unas escaleras que descienden hacia la esquina
que forman el callejón de los Jacintos y la travesía de la Judería,
dos estrechas vías que rodean la parte trasera
de la sinagoga de Santa María la Blanca.

La travesía de la Judería desemboca en la plaza del Barrio Nuevo,
llamado así desde el siglo XV,
y que es donde estuvo el mercado judío del barrio de la Assuica.


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SANTO TOMÉ

Comprendía parte de la calle de Santo Tomé,
la plaza del Conde
y el principio de las calles de Alamillos y de San Juan de Dios.

Era el barrio de los judíos más acomodados,
donde también moraban cristianos.
Era uno de los ejes principales de la judería.
La puerta mayor de la aljama se hallaba en este barrio.

Numerosas callejuelas desembocaban en él,
como la de la Campana,
que dan una idea del modo en que la judería se articulaba
alrededor de las vías principales.

El adarve Abzaradiel comunicaba
la puerta de los Judíos y la plaza de San Antonio.
A este pasaje daban las puertas del arrabal más grande de los judíos
y también el adarve de la Assuica.
Seguramente fue la primera cerca
que separaba la judería del resto de la ciudad,
antes de su extensión superior hacia Alacava y San Román.

Desde el barrio primitivo,
dicha cerca cruzaba la actual calle Matías Moreno,
rodeando la judería.
Hay restos de la cerca bajo el torreón del palacio de la Cava,
restaurado en el siglo XIX.

En la actual plaza de San Antonio,
frente al convento del mismo nombre
y junto a la iglesia de Santo Tomé,
al final de la comercial y bulliciosa calle de Santo Tomé
y comienzo de la calle del Ángel,
se ubicaba un mercado en el que comerciaban judíos y cristianos.


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HAMANZEIT

“Hammam Zeite”, “Baño del Zeite”.

Hoy lo que queda del barrio es una manzana
situada entre la plaza del Conde,
la calle de Samuel Leví,
la cuesta de los Alamillos
y el muro de la judería.
Se extendía por el actual paseo del Tránsito,
en las inmediaciones de la sinagoga del Tránsito.
Era un barrio noble, con buenas casas,
en el que vivían judíos ricos.

La calle del Horno (hoy San Juan de Dios) era su eje principal,
del que partían varias calles sin salida
y que enlazaba con la travesía de Santo Tomé.

Durante la Edad Media, los hornos de las ciudades
tenían carácter público
y sólo se podían construir o utilizar bajo licencia real.
En cada judería había al menos uno,
en el que se cocía el pan de consumo cotidiano.
Los hornos judíos eran similares a los del resto de la ciudad:
La elaboración de pan no estaba sometida un ritual específico
y judíos y cristianos podían comer el mismo pan.
Sólo durante el Pésaj se cocía un pan especial,
pan ácimo (matzá), sin levadura.

En los sótanos de muchas casas de la calle San Juan de Dios
se conservan estructuras antiguas.

La casa del número 9 está relacionada con unos baños.
La existencia de un manantial en el sótano de una vivienda
que cae sobre la sinagoga del Tránsito,
permite suponer que en aquel tiempo había agua permanente
en la calle del Horno,
que era, además, la vía natural de bajada hacia el Tajo
de las aguas de lluvia.

La casa del número 8, con su elegante dintel,
es ejemplo de la buena factura de las construcciones.

Desde el siglo XV, el barrio ya no aparece en los textos
con el nombre de Hamanzeit
sino utilizando como referencia una plaza, llamada,
en el siglo XV, de la Duquesa Vieja,
y, a partir del siglo XVI, del Marqués de Villena.

En 1377 las casas lindando el baño de Zeit
fueron vendidas a Pedro González de Mendoza.
Habían pertenecido a Samuel Leví.

Se hallaban frente a las casas del Marqués de Villena.
Se extendían desde el Peso del Carbón
hasta la sinagoga de Samuel Leví,
una área bastante amplia.

Las heredó su nieta, la Duquesa de Arjona,
conocida como la Duquesa vieja.
Murió la Duquesa en 1435
y las casas fueron heredadas por su hermano
Yñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana.

La mayor parte de estas casas daba a la plaza.
Las casas de la Duquesa y las del Marqués
estaban separadas por una calle.

Quizás el Marqués compró parte de los bienes de la Duquesa.

El Marqués poseía al menos una casa
frente a la sinagoga de Samuel Leví.
Las casas principales del Marqués fueron alquiladas por El Greco.

Hoy la plaza recibe el nombre de Alamillos del Tránsito.


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MONTICHEL

Corresponde a la zona
del paseo de San Cristóbal y calle de los Descalzos.
La cerca de Montichel era el muro de la judería en esa parte.

Desde la plaza del Salvador,
la calle del Taller del Moro marcaba el límite Sur de la judería.

En el encuentro de la bajada de los Descalzos
con el paseo del Tránsito,
confluían dos barrios judíos.
Al sur, Montichel, de trazado intrincado y casas humildes.
Desde el Tránsito, Hamanzeit, rico y elegante.


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BAB ALFARACH

Barrio donde se situaba la Puerta de Alfarach o de la Consolación,
que se hallaba junto a la Roca Tarpeya,
desde donde, según se dice,
los romanos arrojaban a los condenados a muerte.

Desde la plaza del Barrio Nuevo
y a través de la cuesta de Santa Ana
se llega hasta el mirador de la Roca Tarpeya,
alrededor de la cual se ubicó el barrio,
frente al río.

En ese pequeño barrio se levanta hoy el Museo Victorio Macho.


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ARRIAZA

Aparece en los documentos como
“Harrat Arrieça”, “Harretarrieça”, “Harratariça”.

El barrio incluía el adarve o calle de Arriaza,
otra calle perpendicular a ésta, de carácter comercial,
y la plaza de los carniceros,
donde limitaba con el barrio de Madinat al-Yahud.

Tras la expulsión de los judíos, el nombre de Arriaza
será sustituido por el de Barrio Nuevo,
que designa toda la parte de la judería al sur de Santo Tomé.
La zona quedó en un estado de semiabandono
hasta el siglo XIX.


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ALACAVA

“Al-Aqaba”.

Barrio anejo a la judería mayor o arrabal más grande de los judíos.
Fue muy habitado y popular.
Se anexiona a la judería mayor
cuando ésta se extiende hacia Santo Tomé.
Vuelve a desgajarse de la judería después de 1355,
cuando fue saqueado por las tropas de Enrique de Trastámara,
durante las luchas por el poder entre Enrique y Pedro.

Estaba unido a la judería mayor
a través del hoy llamado Arquillo del Judío
(el arquillo actual no es el original).

Constituía un núcleo separado de la judería
y delimitado por la actual calle de las Bulas
y por el callejón de Naranjos,
nombre de una ilustre familia de conversos,
antiguo adarve del Ciruelo,
que comunicaba las calles de las Bulas y del Ángel.

Otras travesías conectaban ambas vías:

El adarve de Caños de Oro,
que se cerraba con una puerta cuyo arranque aún es visible
en el muro de la primera casa a la entrada de la calle.

La cuesta de Bisbis,
llamada adarve de los Laneros,
que también se cerraba con puerta.

Estas puertas se hallaban al Sur,
en contacto con la calle del Ángel,
y estaban protegidas con cobertizos.

Había otro postigo, al Norte, en el límite
con el barrio cristiano de San Román,
a la altura de la iglesia,
postigo que permitía la protección del barrio
frente a posibles ataques.
Quizás hubo también una muralla,
que fuera destruida por las tropas de Enrique II.

El eje principal del barrio
fue la calle Hospedería de San Bernardo,
que arrancaba de la plaza de San Antonio,
que fue durante siglos punto de encuentro entre judíos y cristianos.


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SAN ROMÁN

Arrabal exterior o superior de la judería.

Estaba situado al norte de la judería
y separado del barrio cristiano por un adarve
y comprendía probablemente la colación de San Román.

Se trata de la última expansión de la judería
fuera de sus límites tradicionales,
del último barrio que se anexiona al arrabal grande de los judíos.


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ALCANÁ

Era una gran zona comercial, situada fuera de la judería
pero habitada por judíos comerciantes,
que poseían en ella casas y tiendas.

Ocupaba desde la actual plaza de Cuatro Calles
hasta la iglesia de Santa Justa,
e incluía la escuela de los escribanos.

Durante el periodo islámico,
alrededor de la mezquita mayor
se extendían unas calles que se cerraban por la noche,
llenas de tiendas, llamadas en árabe “aljanat”;
la zona era llamada “alcaicería”.
A partir del siglo XII, se denomina con su nombre hispanizado:
“Alcaná”, lugar que fue conocido en toda España.

El Alcaná figura en numerosos documentos
de venta o de donación de casas a lo largo del siglo XIII.

Designaba el barrio comercial inmediato a la catedral.
En el siglo XIV un incendio destruyó gran parte de las tiendas
y sus ocupantes se trasladaron a la calle de los Atalares.
En la zona incendiada se construyó el claustro de la catedral.

Además de los Atalares, de la plaza de Cuatro Calles partían
la Herrería, la Pellejería y la Lencería.

La Alcaná es mencionada por Cervantes en El Quijote,
en el capítulo IX de la Primera Parte:
«Estando yo un día en el Alcaná de Toledo, llegó un muchacho
a vender unos cartapacios y papeles viejos a un sedero;
y como yo soy aficionado a leer
aunque sean los papeles rotos de las calles,
llevado desta mi natural inclinación
tomé un cartapacio de los que el muchacho vendía
y vile con carácteres que conocí ser arábigos.
Y puesto que aunque los conocía no los sabía leer,
anduve mirando si parecía por allí
algún morisco aljamiado que los leyese,
y no fue muy dificultoso hallar intérprete semejante,
pues aunque le buscara de otra mejor y más antigua lengua
le hallara.
En fin, la suerte me deparó uno. [...]
Le di priesa que leyese el principio, y haciéndolo ansí,
volviendo de improviso el arábigo en castellano, dijo que decía:
Historia de don Quijote de la Mancha,
escrita por Cide Hamete Benengeli, historiador arábigo».



Los judíos toledanos no estaban obligados
a residir en el interior de la judería,
sino que tuvieron negocios y viviendas
en diferentes lugares de la ciudad.

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