lunes, 14 de septiembre de 2015

SAN PEDRO DE ARLANZA



Las ruinas del gran monasterio de San Pedro
se encuentran a orillas del río Arlanza,
entre las localidades de Hortigüela y Covarrubias,
en los bosques de la sierra de las Mamblas.


Se le considera “Cuna de Castilla”,
uno de los monasterios más importantes de la época condal,
con el mismo valor emblemático para Castilla
que San Juan de la Peña para el Reino de Aragón.


Su origen legendario estuvo
en los eremitorios instalados en las cuevas
de los cañones del Arlanza,
cuando los ermitaños cambian la vida eremítica por la cenobítica
como monjes de una primitiva fundación.


Según la leyenda, el conde Gonzalo Fernández,
persiguiendo un jabalí, se encontró con los anacoretas
y éstos le auguraron grandes victorias sobre los musulmanes.
En agradecimiento, en el año 912,
el conde, junto con su esposa Muniadona (condes de Lara),
promovieron la fundación, junto a las cuevas,
de un primer monasterio.


Un pequeño cenobio en un altozano sobre el río:
San Pedro el Viejo, hoy en ruinas.


Esta fundación formaba parte
del proceso de repoblación iniciado por Alfonso III en Castilla,
que se concretó en la construcción de enclaves religiosos
en la ribera del río Arlanza y la sierra de la Demanda.


***

En los primeros años del reinado de Alfonso III de Asturias
no aparece ninguna referencia al condado de Castilla.


Quizás el rey no quería tener núcleos de autoridad
demasiado alejados del centro asturiano.


Sin embargo, acabó advirtiendo la necesidad
de delegar el poder en las zonas más problemáticas,
recurriendo a la distribución de éstas en tres condados.


El nombre de Gonzalo Fernández aparece por primera vez en 899,
confirmando, como “comite Gundissalbo Fernandiz in Uurgus”,
en la carta fundacional del monasterio de San Pedro de Cardeña,
que será uno de los centros monásticos castellanos más influyentes
junto con el monasterio de San Sebastián de Silos
(luego Santo Domingo de Silos).


Gonzalo hizo de Lara su base, al norte de Hortigüela,
extendiendo sus dominios
desde la zona de Espinosa de los Monteros hasta el río Arlanza.
En 902 construyó el castillo de Lara.


En el límite de las tierras de Lara
fundó el primitivo monasterio de San Pedro.


Desde 909 figura como conde de Castilla.


Ese año casó con Muniadona,
de cuyos orígenes familiares no se sabe nada,
con la que tuvo dos hijos,
que probablemente nacerían en el castillo de Lara:
Fernán González,
con quien el condado de Castilla se hará hereditario,
y Ramiro González,
muerto en 936 en combate contra los musulmanes.


En 910 murió Alfonso III y el reino se dividió entre sus hijos:


García I recibió León y las tierras foramontanas
(entre las que se incluye Castilla);
Ordoño, Galicia (y Portugal, por entonces territorio gallego);
y Fruela, Asturias.


En 914 murió García sin descendencia
y le sucedió su hermano Ordoño II,
que estableció definitivamente la capital en la ciudad de León.
El reinado de Ordoño II está marcado por la alianza
con el rey navarro Sancho Garcés I.


Durante el reinado de García I,
Gonzalo Fernández, desde sus tierras de Lara,
participó en la repoblación castellana,
como conde de Burgos y de Castilla.


Pero en el año 915 perdió el condado,
que fue entregado a Fernando Ansúrez.


En el año 920 Ordoño II vuelve a hacer cambios
entre los gobernantes de la marca oriental:
Nuño Fernández, hermano del antiguo conde Gonzalo Fernández,
es nombrado conde de Castilla y de Burgos.


Desde 920 el nombre de Gonzalo Fernández no vuelve a aparecer,
no se sabe si fue hecho prisionero en León
o si huyó a la corte navarra.


Desde entonces Muniadona quedó al frente de la familia,
regentando las tierras de Lara hasta la mayoría de edad de su hijo,
el futuro conde de Lara y Castilla, Fernán González.
Muniadona figurará en diversos documentos,
en algunos de ellos al lado de su hijo Fernán González
- Fernando González
(en la documentación coetánea, Fredinandus Gundisalviz),
más conocido en los cantares de gesta y crónicas posteriores
como Fernán González -.


Ordoño II muere en 924, y le sucede su hermano Fruela II,
como rey de Asturias y León,
con lo que todos los territorios de Alfonso III vuelven a estar unidos.


Fruela II muere en 925, iniciándose una guerra por el trono
entre los hijos de Fruela (Alfonso, Ramiro y Ordoño)
y los hijos de Ordoño (Alfonso, Sancho y Ramiro).


En principio los partidarios de Alfonso Froilaz el Jorobado
lo aclaman como rey en León.


Pero Alfonso Ordóñez pide ayuda a su suegro
Sancho Garcés I de Navarra,
desposee a Alfonso Froilaz
y es coronado en León como Alfonso IV en 926.


Sus hermanos Sancho y Ramiro
recibieron Galicia y Portugal respectivamente.
El rey destronado se refugió en Asturias,
donde conservó el poder regio.

Sancho murió sin descendencia en 929,
con lo que Galicia volvió a incorporarse a León.


En 930 murió la reina, Onneca (o Íñiga) Sánchez,
y Alfonso IV decidió abdicar
e ingresar en el monasterio leonés de Sahagún.
Llamó a su hermano Ramiro
y ante los nobles y obispos reunidos en Zamora, le cedió el trono.


Sin embargo en 931, no se sabe por qué motivo,
Alfonso IV abandonó el monasterio y se dirigió a León,
donde volvió a proclamarse rey.


Ramiro II, que estaba en Zamora,
cercó León, la rindió y apresó a Alfonso IV.


Aprovechando este conflicto,
Alfonso Froilaz y sus hermanos Ordoño y Ramiro
atacaron a Ramiro II desde sus posesiones en Asturias.


Pero Ramiro II los derrotó
y los encarceló junto a Alfonso IV en León.


En 932 el rey ordenó que su hermano y sus primos fueran cegados
y encerrados en la abadía de San Julián y Santa Basilisa de Ruiforco,
donde permanecieron hasta morir.
(Los restos mortales de los cuatro
serán trasladados por orden de Alfonso V de León
a la basílica leonesa de San Isidoro).


No se sabe cuál fue la toma de postura de Nuño Fernández,
pero tras la guerra civil no se tienen más noticias de él.


La última aparición documental de la condesa Muniadona
data del año 935,
en una donación al monasterio de San Pedro de Cardeña.


Los condes Gonzalo y Muniadona probablemente
fueron enterrados en San Pedro de Arlanza.


El triunfo final del rey Ramiro II
significó el ascenso de un nuevo dirigente
que va a ser el verdadero conformador de Castilla:
Fernán González.


La primera dignidad de Fernán González fue conde de Lara,
título que ostenta en 929.


En 932 aparecen los primeros testimonios documentales
en los que Fernán González figura como conde de Castilla,
gobernación a la que se ha añadido Álava.

En poco tiempo el señor de Lara se ha convertido
en el gobernador de toda la marca oriental del reino de León,
sin ningún contrapeso y con la confianza del rey.


En un documento de 932 se lee:
“Primo anno regni sui Ranimiri principis in Legione;
Fredenandus comes in Castella et in Alapa”.


En esos años, tras el fallecimiento de Sancho Garcés I en 925,
gobernaba Navarra su segunda esposa la reina Toda,
regente durante la minoría de edad de su hijo García Sánchez I.

Casó a su hija Onneca o Íñiga Sánchez con el leonés Alfonso IV,
estableciendo así una estrecha alianza entre ambos reinos.


Y a su hija Sancha Sánchez primero con Ordoño II de León
y, muerto éste, con el conde alavés Álvaro Herrameliz
y finalmente con el primer conde hereditario de Castilla,
Fernán González, hacia 932.
(Sancha morirá en 959
y el conde contraerá segundas nupcias
con Urraca Garcés, hija del rey García Sánchez I de Pamplona).


Doña Toda vio cómo su yerno era destronado por Ramiro II,
pero logró que éste casara con otra de sus hijas, Urraca Sánchez.

Así, doña Toda, regente de un pequeño reino,
conseguía una gran influencia sobre el reino de León,
ya que su rey y el poderoso conde castellano
eran yernos suyos.


En 944 hubo un intento de rebelión del conde contra Ramiro,
pero éste lo detuvo y encarceló.
Un año después, el conde juró fidelidad al rey
y fue liberado.
Para solemnizar la reconciliación,
una hija de Fernán González, Urraca Fernández,
casó con el hijo y heredero del rey, Ordoño.


En 951 Ramiro, encontrándose enfermo, abdicó
y su hijo Ordoño III fue nombrado rey de León.


El hermanastro de Ordoño, Sancho,
hijo del matrimonio con Urraca Sánchez,
en 954 intentó destronar a Ordoño
con apoyo de su tío García, rey de Pamplona, y de Fernán González.
Cada uno de ellos avanzó hacia León con su propio ejército.
Pero Ordoño III se defendió con éxito
y los rebeldes tuvieron que regresar a sus territorios.
Tras este hecho, Fernán González volvió al servicio de Ordoño III.


Ordoño murió en 956.
Aunque tenía un hijo, su hermano Sancho aprovechó la oportunidad
para ocupar pacíficamente el trono leonés,
con el apoyo del rey del Pamplona y de Fernán González.


Sancho I fue rey de León en dos períodos diferentes:
entre 956 y 958 y entre 960 y 966.


En 958 Sancho fue rechazado por su extrema gordura,
y los nobles leoneses y castellanos, con Fernán González al frente,
lo destronaron y nombraron rey a Ordoño IV, primo de Sancho.


Entonces, Sancho acudió a su abuela, la reina Toda de Pamplona,
a quien pidió ayuda para recuperar su reino.
Ésta hizo un trato con el califa Abderramán III
para conseguir tratamiento del médico de su corte.
La reina Toda y Sancho I viajaron a Córdoba.
Allí el médico del califa trató a Sancho de su obesidad,
no permitiéndole tomar más que infusiones durante cuarenta días.


Después, y de acuerdo con el pacto firmado,
un ejército pamplonés-musulmán tomó León en 960
y Sancho I fue restaurado como rey.
Ordoño IV huyó a Asturias.


Sancho I murió en 966 y le sucedió su hijo Ramiro III.


En 958, tras la muerte de Ordoño III,
Urraca Fernández, hija de Fernán González,
había casado con Ordoño IV, entonces aliado del conde.
Tras la muerte de Ordoño IV,
se casó en 962 con Sancho Garcés II de Pamplona.


En esos años de desorden y crisis, el conde castellano actuó
al margen de la debilitada autoridad real
y fue consolidando su posición como conde de Castilla,
llegando a gobernar un extenso territorio
desde el mar Cantábrico hasta el sur del río Duero.


Fernán González aparece por última vez en la documentación en 969
(“rex Ranimiro in Legione et comite Fredinando en Castella”).

Debió de fallecer entre agosto de 969 y febrero de 970,
cuando aparece por primera vez en un diploma
su hijo García Fernández, “el de las Manos Blancas”
 (“rex Ranimiro in Legione
et comite Garsea Fredinandez in Castella”).


Desde el siglo XIII,
a partir del anónimo “Poema de Fernán González”
(cantar de gesta escrito entre 1250 y 1271
y conservado en una copia incompleta del siglo XV),
se generó una tradición que consideró al conde
como el forjador de una Castilla unida y autónoma.
Su figura adquirió caracteres legendarios.


Las crónicas posteriores a la época de Fernán González
intentaron emparentarlo con los míticos Jueces de Castilla,
haciéndolo descender de Nuño Rasura,
al igual que ocurre con el Cid,
al que la leyenda hace descendiente de Laín Calvo,
el otro Juez de Castilla.


Fernán González ha pasado a la historia
como el primer conde independiente de Castilla
(en la Crónica Najerense, redactada
unos doscientos años después de la muerte del conde,
se dice que «fue el primero que sacó a los castellanos
del yugo de la dominación leonesa»),
pero la realidad es que esa independencia fue posterior.


Sin embargo, su actuación política en el reino de León consiguió
la debilitación de los vínculos feudales que sometían a Castilla,
debilitación que no logró ninguno de los otros territorios
que también lo intentaron:
los condados de Saldaña, Portugal y Galicia.


Con Fernán González se inició el proceso
que culmina con la constitución de Castilla como reino
a la muerte de Fernando I de León en 1065.


***

El conde realizó grandes donaciones al monasterio de San Pedro,
que fue su preferido
y que designó como su lugar de enterramiento.


Fernán González y su esposa Sancha
fueron inhumados en San Pedro de Arlanza.


A los pies de la iglesia hay un pórtico en alto,
conectado por una escalinata en semicírculo,
que se cree fue inicialmente la capilla funeraria de los condes,
aunque en el siglo XIII sus restos
fueron trasladados al interior del templo.

En 1841, tras la Desamortización, sus sarcófagos fueron trasladados
a la Colegiata de Covarrubias
y colocados en el presbiterio del altar mayor.


Tras los condes de Castilla, algunos reyes
también fueron benefactores de San Pedro,
sobre todo Fernando I de León
(conde de Castilla en sucesión de García Sánchez,
último miembro del linaje de Fernán González).
Fernando en principio eligió este lugar para su enterramiento
como panteón real,
aunque finalmente optó por San Isidoro de León.


Fue en este periodo, en la primera mitad del siglo XI,
cuando, bajo el abadiato de García,
contemporáneo de Domingo en Silos o Sisebuto en Cardeña,
se abandona el cenobio del altozano
y se erige en el llano un nuevo monasterio benedictino,
adecuado para un rey
y ya acomodado al rito romano promovido por Cluny
en sustitución del hispano.
Al nuevo edificio se trasladaron las tumbas del antiguo.


Fernando I durante unos años
convirtió Arlanza en centro de organización religiosa y política.

San Pedro fue uno de los proyectos más ambiciosos
en la Castilla del siglo XI.


A partir del siglo XIII creció la importancia de Silos
en detrimento de la abadía de Arlanza.


***

A lo largo de los siglos
el monasterio experimentó muchas remodelaciones
y siguió habitado hasta el siglo XIX.


La Desamortización lo vació y, como en tantos casos,
supuso el inicio de su expolio y destrucción.


Su gran biblioteca, con antiguos y valiosos códices,
se dispersó y en buena parte desapareció,
aunque algunas piezas se conservan en el monasterio de Silos.


El sepulcro de Mudarra, hermanastro de los Siete Infantes de Lara,
obra maestra de finales del siglo XII,
fue trasladado en el siglo XX al claustro de la catedral de Burgos.

Las tumbas de Fernán González y Sancha Sánchez
en 1841 fueron trasladadas a la Colegiata de Covarrubias.


La Virgen de las Batallas, pieza del siglo XIII
cuyo nombre procede de la falsa leyenda
de que Fernán González siempre la llevaba en sus contiendas,
fue trasladada a Burgos en 1883
y se le perdió el rastro hasta su reaparición en el siglo XX
en manos de un coleccionista privado de Nueva York;
en 1997 se anunció su subasta en Sotheby’s
pero al final el Estado español la adquirió por compra directa
para el Museo del Prado,
aunque en la actualidad se expone en el Museo de Burgos
como depósito del Prado.

Una fuente que había en el centro del claustro mayor
fue llevada en 1933 al Paseo de la Isla de la capital burgalesa.


La puerta principal del templo, de finales del siglo XI,
fue trasladada al Museo Arqueológico Nacional en 1895.

Tras años de abandono, a comienzos del siglo XX
se hundió la cubierta de la sala superior de la Torre del Tesoro,
y quedó al descubierto una importante decoración mural románica,
de comienzos del siglo XIII,
de carácter profano (a base de animales mitológicos),
lo que indica un posible uso palatino de ese ámbito
situado sobre la sala capitular,
que quizás fue ocupado por los personajes que visitaban el cenobio.
Los frescos cubrían los cuatro muros.
En la década de 1920 fueron arrancados y vendidos
y hoy están repartidas entre varias instituciones:
- El Museo Metropolitano de Nueva York (The Cloisters)
- El Fogg Art Museum de Harvard
- el Museo de Arte de Barcelona (MNAC).


Así, a trozos, el monasterio de San Pedro de Arlanza
ha ido desapareciendo.


Hoy algunas zonas están cerradas,
porque su visita no es segura.


Su situación actual es de abandono,
pese a los intentos de restauración.

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