martes, 6 de diciembre de 2011

JACA


En el valle del río Aragón,
Iacca ya tuvo importancia en la época romana
como cabeza de la Jacetania.
Por Sabiñánigo y por Jaca pasaba una calzada romana.


La ciudad fue destruida por los árabes,
como tantas otras,
y en la zona no hubo núcleos urbanos en los siglos IX y X.
Jaca, que sería la primera ciudad del Reino,
no experimentó crecimiento hasta el siglo XI,
como encrucijada en el Camino de Santiago,
en el inicio del Camino aragonés
que cruza los Pirineos por el puerto de Somport
y por Jaca se dirige a Navarra.


Don Ramiro, primer soberano de Aragón,
rey de 1035 a 1063,
en los inicios de su reinado
buscó un lugar donde fijar la corte del Reino Pirenaico,
y eligió Jaca.
La reconstruyó para establecer en ella su residencia.


En 1068,
el hijo y sucesor de Ramiro,
el rey Sancho Ramírez, hombre profundamente religioso,
viaja a Roma para establecer una relación feudo-vasallática con el Papa
y consolidar así el naciente Reino de Aragón.


A partir de ese momento,
don Sancho promovió la reforma romana de la iglesia aragonesa.

El Papa, en reconocimiento,
le concedió el derecho a utilizar en su emblema
los colores vaticanos
(el color de las cintas de seda
de las que pendían los sellos papales
de los documentos en los que se suscribió el vasallaje):
los palos de gules sobre campo de oro,
las barras rojas y amarillas
que constituirán las armas del linaje,
los colores del escudo,
el señal de los Reyes de Aragón
en blasones, monedas, sellos y banderas.

La representación más antigua de esta enseña
que se haya conservado
se encuentra en unos frescos del castillo de Alcañiz
que representan la conquista de Valencia por el rey Jaime I.


En 1070, de regreso de Roma,
don Sancho pone en marcha dos reformas:
la cluniacense y la gregoriana.
El martes 22 de marzo de 1071
se abandonó el rito hispano, visigodo o mozárabe,
y se comenzó a usar el rito romano,
con lo que culminaba la reforma litúrgica.


En 1076
el infante García es nombrado obispo “de Aragón”.
García Ramírez era el segundo hijo de Ramiro I.
En 1068 es citado como infante en un diploma,
pero de los años anteriores a su nombramiento
como obispo “de Aragón”
no se tienen más datos.


Aún no se había establecido la diócesis episcopal en Jaca,
pero el obispo trasladó el Cáliz, que entonces estaba en Bailo,
a la ciudad que su hermano edificaba.

El Santo Cáliz se ubicó en la provisional iglesia de San Pedro,
a la espera de la construcción de la catedral.

El hermano del rey impulsó la edificación de la seo.
Era la primera catedral románica que se construía en España.


En 1077
don Sancho recibió el gobierno del Reino de Pamplona,
y se tituló “Rey de aragoneses y pamploneses”.
En pocos años, Jaca,
la aldea que Ramiro había escogido como sede real
se convirtió en la capital de un reino en expansión.

El siguiente paso
fue convertir la nueva ciudad
en sede del obispado del Reino
y Don García fue designado como primer obispo de Jaca.

En 1078
el infante fue nombrado obispo de Pamplona
y simultaneó los cargos episcopales de Aragón y Navarra.


El obispo García, el hermano del rey Sancho Ramírez,
fue en esos años,
mientras se construía el nuevo templo jaqués,
el custodio del Grial.
La catedral de Jaca,
la más antigua de España,
modelo y puerta de entrada del arte cluniacense en Hispania,
se construía para albergar el Grial.


El Reino Pirenaico fue conocido como País del Templo.
El Templo de Dios era el lugar sagrado
donde los reyes celebraban sus victorias,
donde se establecía comunicación con la divinidad,
donde se combatía al Maligno.
A la catedral de Jaca
acudirán numerosos endemoniados para ser liberados.

El Reino Pirenaico era también conocido como País de la Guerra,
lugar de origen de los temibles almogávares de la montaña.


En aquel País de guerra y oraciones,
de monjes-guerreros,
se custodió el Grial.


Hay un capitel especial
en la actual "Lonja Chica" de la catedral de Jaca.
Se halla a nuestra derecha
tras atravesar el espacio delimitado por verja de hierro
de la portada sur.
Perteneció al destrozado claustro de la seo románica.
En este capitel se describe el martirio del papa Sixto.
El nombre del pontífice consta
en la voluta situada sobre su cabeza:
“S. SISTVS”.
Es singular esta precisión,
puesto que no hay otro capitel en Jaca
en que la epigrafía identifique al personaje a quien se dedica.

A lo largo de sus caras,
el capitel muestra el martirio de San Sixto.

En la primera escena está el papa junto a su diácono Lorenzo,
al que está bendiciendo.
El diácono recibe la bendición
con los brazos alzados y las manos abiertas.


El la cara contigua del capitel, la que mira a la plaza,
se halla San Lorenzo con dos discípulos.
Uno de ellos, en actitud de respeto,
recibe de manos de Lorenzo un objeto envuelto
mientras el santo sujeta una Cruz.
Tanto la mano del que lo da
como la del que lo recibe
hacen el gesto de bendición.
El segundo discípulo señala con su índice
el Santo Grial envuelto,
que han de llevar a Huesca.


Mientras se construía la catedral de Jaca
para albergar el Grial,
un sector de nobles aragoneses
encabezados por el obispo García Ramírez
se oponía a las innovaciones eclesiásticas
que promovía el rey,
reformas que implicaban la injerencia de personajes extranjeros
en el gobierno del Reino.

Las relaciones del obispo y el monarca se deterioraron.
Las ideas reformadoras de Sancho
no eran bien vistas por el Infante-Obispo
a quien en alguna ocasión el rey advirtió
sobre la posibilidad de "arrancar los ojos de su cabeza"
si le traicionaba.


En 1082
los partidarios de las reformas,
liderados por la hermana del rey, la condesa Sancha,
acusaron al obispo de traición.
El rey creyó a los conspiradores
y desterró a su hermano y a sus partidarios.


El Infante-Obispo partió de Jaca,
camino de San Juan de la Peña,
llevando consigo el Santo Grial.
Por el sendero que atraviesa los pinares de la sierra
García abandonó la ciudad
camino del monasterio,
llevando consigo el Santo Grial.


En el verano de 1086 el rey se encuentra en Ayerbe
acompañado por su hermano García,
con el que se ha reconciliado.
El rey necesitaba hacer las paces con su hermano
para recuperar la adhesión
de los nobles partidarios del Infante.
Sintiéndose éste enfermo
ambos se trasladan a Anzánigo
donde fallece García en el mes de julio.

El Infante-Obispo fue enterrado
en la cripta de la iglesia de Sos del Rey Católico.
Le sucedió en la sede episcopal el monje Pedro,
procedente de San Juan de la Peña.


Toda la labor románica de la seo jaquesa
desapareció en un incendio en el siglo XVI.

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