martes, 28 de febrero de 2012

TABARCA



Los turistas se concentran
en la zona de playa y en los restaurantes.



Pero, incluso en los días de verano,
quedan en la isla zonas solitarias.
Zonas en las que uno puede creer
que está solo frente al mar.




Ahí, en la zona más solitaria,
está el cementerio.
Un cementerio pequeño, humilde.




Y, junto al cementerio, vive un fantasma.




Es un fantasma de mujer.
Únicamente se la puede ver
si uno acude solo y sin ánimo de turista.




Si uno acude solo y con ánimo de conocer.




Es un fantasma alto y delgado,
envuelto en finos ropajes translúcidos,
huidizo.




No sé quién es.
No sé si es alguien enterrado allí
o si es una forma salida del agua.




En torno al espectro se condensa el silencio.
Las tenues telas que lo envuelven
podrían confundirse con la textura inaprehensible de las olas.




Camina por las rocas del acantilado
con pies descalzos
y su silueta, a veces,
se diluye en la luz
o se confunde con las sombras de las nubes que pasan.




Quizás es un ser de las aguas.




Quizás es alguien que habitó en la isla
hace mucho tiempo.




He venido muchas veces a ver a esa mujer fantasma.
Tomo el barco que lleva del continente a la isla
y, cuando llegamos,
mientras los demás pasajeros, cargados con sus cestas playeras,
se encaminan a tomar el sol
o a beberse unas cervezas,
yo me aparto.




Tomo el caminillo que va al cementerio
para encontrarme con la mujer fantasma.




No sé quién es,
no hablamos,
pero sé que reconoce mi presencia.
Me siento bien en su compañía.




Es una compañía misteriosa
pero no me asusta.




He venido a llorar a su lado
y ella me ha entendido.
He venido a compartir con ella
alegrías íntimas
que no podía explicar a nadie.




No sé si alguien más la conoce.
No sé si se ha dejado ver
por alguien más
o si, por algún motivo,
me ha elegido a mí.




Me siento junto a ella en el arrecife
a contemplar las olas,
tan parecidas a ella,
y todo lo demás desaparece.




No hay puerto, ni restaurante,
ni sombrillas de playa,
estamos solos el fantasma y yo
en una isla desierta
compartiendo sentimientos,
llorando y riendo
porque nadie nos ve.



2 comentarios:

  1. Precioso, desconocía lo del fantasma, y eso que mi abuelo paterno nació allí. Te invito a que conozcas muchos más detalles de la isla, su aldea, sus habitantes, sus monumentos y su historia, en la pestaña "Tabarca" de mi blog: http://lafogueradetabarca.blogspot.com
    Espero que te guste.

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  2. Realmente interesante, Armando, con mucha información. Muchas gracias.

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