domingo, 20 de julio de 2014

SALAMANCA. Convento dominico de Las Dueñas



Vicente Lampérez y Romea

Boletín de la Real Academia de la Historia
1921

“CONVENTO DE RELIGIOSAS DOMINICAS DE SANTA MARÍA DE LAS DUEÑAS
EN SALAMANCA”


***


Las historias de la Orden de Predicadores dicen que, el 6 de Noviembre de 1419, el Obispo de Salamanca, D. Alfonso, daba poder para tomar posesión de las casas que poseía y en las que moraba Doña Juana Rodríguez, mujer entonces de Fernando Alfonso de Olivera, y que habían sido de su primer marido Juan Sánchez de Sevilla, Contador Mayor de Castilla.


Dichas casas las destinaba su dueña a convento; como así se verificó, utilizándose por el pronto tal como estaban, y añadiéndose iglesia y claustro en 1533.


Ni en la fundación del Convento concurrieron circunstancias históricas grandemente memorables, ni el edificio tuvo después anales que le hagan célebre.


Mas el edificio salmantino es un documento interesante de un aspecto social de la Edad Media española.


Trátase de la costumbre, muy extendida entre Reyes, Príncipes y gentes adineradas, de ceder sus residencias civiles para conventos, constituyendo así una clase de palacios monasterios de gran curiosidad en sus aspectos social y artístico.


Figurar debe a la cabeza, por su importancia, aquel Palacio Real de Tordesillas, del que dispuso Don Pedro I de Castilla al dictar en su testamento de 1362: «E otrosí mando que las casas e palacios de la morada de Otordesillas, que las fagan Monasterio de Santa Clara...»
Luego, aparecerán en el grupo innúmeros edificios de Toledo, Sevilla, Granada, Valladolid y de otras muchas localidades españolas.


Y es de señalar que si los más habían sido residencias de gentes dignas y piadosas, con lo que su cambio de destino no era sino consecuencia natural de las creencias y de los sentires de sus dueños (como, por ejemplo, las casas toledanas de la gran dama Doña Juana Enríquez, luego Reina de Aragón, convertidas en convento de Santa Isabel), otros lo fueron de personajes de vida poco ejemplar, y testigos, por tanto, de escenas nada edificantes, como aquel citado de Tordesillas, cuyas tarbeas presenciaran los apasionados e ilícitos amores de Doña María de Padilla con el Rey Justiciero; y éste de las Dueñas de Salamanca, albergue un día de las codicias, usuras e intrigas de Juan Sánchez de Sevilla. Diríase que la conversión de estas casas del pecado en casas de Dios, era el grito de la conciencia, contrita y dolorida.


Mas cualquiera que haya sido su pasado, todos estos palacios-conventos son las manifestaciones pétreas de una modalidad social española.


Únese a este valor, en el Convento salmantino de las Dueñas, el de poseer elementos artísticos, probatorios de la influencia musulmana y andaluza en los monumentos cristianos de las frías mesetas de la Vieja Castilla y de León, tan curiosa e interesante en la Historia de España.

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