EL REY DON SANCHO PONE CERCO A ZAMORA.
DOÑA URRACA RECUERDA AL CID CUANDO SE CRIABA CON
ELLA
Y FUE ARMADO CABALLERO EN LA IGLESIA DE SANTIAGO
Don Fernando apenas muerto,
Zamora ya está cercada,
de un lado la cerca el rey,
del otro el Cid la apremiaba.
Del lado que el rey la cerca
Zamora no sufre nada;
del lado que el Cid la aqueja
Zamora ya se entregaba;
corren las aguas del Duero
tintas en sangre cristiana.
Habló el viejo Arias Gonzalo,
el ayo de doña Urraca:
-Vámonos, hija, a los moros,
dejad a Zamora salva,
pues vuestro hermano y el Cid
tan mal os desheredaban.
Doña Urraca en tanta cuita
se asomaba a la muralla
y desde una torre mocha
el campo del Cid miraba
y desde allí le decía:
-¡Afuera, afuera, Rodrigo,
el soberbio castellano!
Acordarte deberías
de aquel buen tiempo pasado
que te armaron caballero
en el altar de Santiago,
cuando el rey fue tu padrino,
y, tú, Rodrigo, el ahijado;
mi padre te dio las armas,
mi madre te dio el caballo,
yo te calcé espuelas de oro
porque fueses más honrado,
pensando casar contigo.
¡No lo quiso mi pecado!
Te casaste con Jimena,
hija del conde Lozano;
con ella hubiste dineros,
conmigo habrías estados;
dejaste una hija de rey
por tomar la de un vasallo.
Al oír esto Rodrigo,
volvióse mal angustiado:
-¡Afuera, afuera los míos,
los de a pie y los de a caballo,
pues de aquella torre mocha
una lanza me han tirado!
No traía el asta hierro
el corazón me ha pasado;
¡ya ningún remedio siento,
sino vivir más penado!
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