sábado, 11 de julio de 2015

BURGOS. Cartuja de Miraflores (III)



INFANTE ALFONSO


El infante Alfonso fue el hermano menor de Isabel la Católica,
hijo, como ésta, del segundo matrimonio de Juan II de Castilla,
con Isabel de Portugal.

Murió en 1468, a los 15 años.

Fue enterrado junto a su abuela materna, en Arévalo,
en el desaparecido convento de San Francisco.


En 1492 su hermana Isabel ordenó su traslado a Miraflores,
donde ya le había dispuesto sepultura.
Sus restos ocuparon la cartuja antes que los de sus padres.


El monumento funerario, obra de Gil de Siloé, en alabastro,
se halla en el muro del presbiterio del lado del Evangelio,
bajo un arcosolio.


Don Alfonso está representado en actitud orante.
Sobre el reclinatorio en el que se apoya
aparece un libro y algo que resulta incomprensible:
una mano que toca el libro.
Se ha sugerido, a falta de explicación,
que la mano emerge del mundo del misterio.


Bajo la estatua del infante, en una cámara,
una gran caja de piedra albergaba un sencillo ataúd de madera.


En la restauración del sepulcro llevada a cabo en 2006
los restauradores abordaron el examen del contenido del ataúd
con la esperanza de que no hubiese sido saqueado
(como sí se sabía que lo había sido el de los padres del infante,
durante la ocupación napoleónica).
Sin embargo, se encontraron con que sí había habido expolio,
realizado utilizando el método del butrón en una zona oculta:
El sepulcro había sido perforado desde arriba,
tras retirar la estructura situada delante de la escultura del infante.
Por ese agujero se habían extraído
los elementos de valor del interior de la tumba.
Por lo tanto, no se encontró ajuar alguno,
sólo huesos y algún trozo de cuero.

Para proceder al análisis de los restos óseos
una persona delgada se introdujo por el agujero
y fue extrayendo los huesos.


Éstos corresponden a una persona joven
que mediría 165 centímetros
(de adulto pudo haber alcanzado los 180 centímetros).


Se encontró también, junto a los huesos del infante,
un hueso del pie de una mujer.
El ADN demostró una relación de parentesco.
Se dedujo que podía tratarse de un resto de la abuela materna,
Isabel de Barcelos,
que había convivido con Alfonso y su hermana
durante los años de la infancia de éstos pasada en Arévalo
junto a su madre Isabel de Portugal.
La abuela fue enterrada en el mismo convento en que lo fue Alfonso,
y cuando se efectuó el traslado quizás la reina Isabel
quiso incluir el recuerdo de su antepasada.


Terminado el análisis, los restos han sido colocados en una urna
realizada con material resistente a la humedad
en la que se han incorporado algunos elementos
que ayuden a los futuros investigadores si se vuelve a abrir la tumba:
un escrito explicando esta exhumación y los trabajos realizados,
varias monedas de euro actuales, españolas y portuguesas,
y una medalla de san Bruno, depositada por los padres cartujos,
y, en la urna, una placa metálica con la fecha de esta inhumación.


[Información procedente
de los CUADERNOS DE RESTAURACIÓN DE IBERDROLA,
“La Cartuja de Miraflores”].

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