lunes, 1 de abril de 2013

LA GUARDIA



El nombre “La Guardia” deriva del gótico “wardja”,
que significa “centinela, vigía, atalaya”,
y que se arabizó en “warda” y se castellanizó en “guardia”.


El topónimo parece proceder de tiempos de la Reconquista.
Según Madoz, se llamó Guardia
«desde que vino a serlo de los cristianos
contra las algaradas sarracenas».


El lugar es una fortaleza natural, ante-muralla de Toledo,
fin de la llamada Mesa de Ocaña,
una altiplanicie situada al borde de La Mancha.


La Guardia vigila el arranque de La Mesa.


A un lado del pueblo, el fin de la tierra alta,
el fin de ese extraño y áspero paisaje de La Mesa.


Al otro, el comienzo de la llanura manchega,
el horizonte interminable.


Aquí termina La Mesa, de un modo tan abrupto
como lo es su inicio en Oreja.
Los escarpes caen y se abre La Mancha.


Desde el Paseo del Norte, en la villa,
se contempla cómo la tierra desfallece
y se despliegan los extensos llanos manchegos,
cerrados al fondo por los Montes de Toledo.


Si el castillo de Oreja controlaba el comienzo de La Mesa,
el de La Guardia protegía su final.


Del castillo de La Guardia no queda casi nada;
unas pocas piedras al borde de un pequeño promontorio.
El certificado de un olvido.


***


Tras la Reconquista, Alfonso VI entregó la plaza
a los Caballeros de San Juan.


Pero años después Fernando III
la donó a la iglesia de Toledo.


En el pasado, el santuario de La Guardia
fue visitado por todos los reyes:
Isabel y Fernando, Carlos I,
Felipe II, Felipe III, Felipe IV.


***


A 2 kilómetros de la villa, en lo alto de un cerro, entre pinares,
se encuentra el santuario del Santo Niño,
ubicado en una cueva.


Sobre ella, don Juan Cristóbal Cruz de Guardiola y Aragón,
duque de Villahermosa,
ordenó construir la ermita en el año 1501.


El camino a la ermita del Santo Niño no está señalizado.
Hay que preguntar.
Una vieja carretera con las líneas desdibujadas
conduce del pueblo a la autovía.


Aquí, justo junto a la autovía, se encuentra el acceso a la ermita.
No es un buen acceso a un lugar sagrado.
Un lugar que en el pasado se hallaba
en un enclave solitario y hermoso,
pero que ahora se encuentra cercado
por el ruido incesante del tráfico.
Un empinado camino asciende hasta el santuario rupestre.


Desde aquí se contempla bien el final de La Mesa,
los escarpes por entre los cuales se abre paso la autovía
que conduce a la llanura manchega.


Detrás de la ermita el camino continúa ascendiendo.
Ya no es un camino asfaltado
sino una estrecha senda de tierra que se pierde entre los árboles.
Desde lo alto del promontorio
un senderito blanco, entre campos de cereal y de olivos,
lleva de nuevo al pueblo.


***


Los campos de La Guardia son amplios y sugeridores de misterios,
propicios para las apariciones y los milagros.


Fuentes, arroyos, lagunas diminutas.
Roquedales erosionados por el viento.
Cuevas.


Pero podría ser uno más
de los múltiples pueblos desconocidos de la meseta.


Podría serlo, si no fuera porque cristianos y judíos
convirtieron aquí su enfrentamiento
en leyenda capaz de atravesar siglos.


Pasear por estas calles de casas-cuevas
es como ir internándose en el pasado.


Es como caminar entre miradas desconfiadas
y rencillas sin cicatrizar.


En estas calles, espectros de judíos y cristianos
siguen mirándose con antiguo recelo,
embarcados irremediablemente en el mismo navío.


En el centro del pueblo, bajo una vieja ermita cerrada,
se conserva aún una sinagoga.


Si uno permanece quieto junto a los muros,
puede escuchar aún los susurros de los rabinos.


El edificio, pequeño y ruinoso,
es la ermita de Jesús Nazareno, del siglo XVII.


También del siglo XVII es la parroquia de la Asunción,
una iglesia de dimensiones excesivas,
como un mensaje mudo.
Los frescos de la cúpula de una de sus capillas
fueron pintados por Angelo Nardi, pintor de Felipe II.


***


En este pueblecillo, el cine español
ha rodado numerosas películas:


“Condenados” (1953), “La Venganza” (1957),
“Dulcinea” (1963), “El momento de la verdad” (1965),
“Las 4 bodas” (1967), “Solos los dos” (1968),
“Cateto a babor” (1970), “El Puente” (1976),
“Mi única familia” (2008)...
Además del documental “Los caminos de Don Quijote” (años 70).


Los cerros, las cuevas, las huertas, los caminos del La Guardia
aparecen en ellas.


El paisaje de La Guardia, propicio para acoger
tanto un terrible crimen como una aparición ultraterrena
o una modesta escena cotidiana,
parece ser el telón de fondo del cine español.

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