sábado, 6 de julio de 2013

TOLEDO. Vivienda judía




La Casa del Judío, recuperada en 2009,
se ubica en la Travesía de la Judería número 4,
en el corazón del barrio judío.


Es un inmueble de propiedad privada
cuyo sótano ha sido cedido por 25 años al Consorcio de Toledo.


Los dos espacios de mayor interés son
el patio, que conserva abundantes yeserías mudéjares,
y el sótano, que al parecer fue un baño litúrgico judío o miqva,
utilizado para la purificación espiritual
y la preparación para algún suceso importante en la vida de un judío,
pues, según la costumbre hebrea, en tales ocasiones la persona
debe lavarse previamente.


En las estancias accesorias
se han encontrado enfoscados hidráulicos a la almagra
que hacen suponer una utilización de agua
tanto del aljibe subyacente
como de posibles corrientes subterráneas.


Un elemento de gran relevancia
es una pieza de madera utilizada como dintel de acceso al sótano,
tallada con motivos florales
y con una inscripción en hebreo que, traducida, dice:


«Gracias Te doy, porque me has respondido»;
texto que corresponde al versículo 21 del Salmo 118:
«Aquí está la puerta de Yahveh, por ella entran los justos.
Gracias Te doy, porque me has respondido,
y has sido para mí la salvación».


La casa debió construirse en el siglo XIV
y ha sufrido transformaciones en los siglos posteriores.


El mayor barrio judío de Toledo
se concentraba en las pendientes del sur de la ciudad,
que descienden hasta el Tajo.
Los hebreos más ricos se instalaban
alrededor de la actual parroquia de Santo Tomé,
y cerca se halla la llamada Casa del Judío.


***


La leyenda dice que esta casa perteneció al judío
Isaac (Ishaq) Abravanel.


Nacido en 1437 en Lisboa,
Abravanel fue un teólogo y empresario judío
que estuvo al servicio de Isabel de Castilla.

Su abuelo, Samuel Abravanel, había sido tesorero
de Enrique II, Juan I y Enrique III de Castilla.

Su padre, Judah Abravanel,
educó a Isaac en un ambiente refinado y erudito.

Los Abravanel se consideraban a sí mismos
descendientes del linaje del Rey David.


En uno de sus escritos, Isaac decía a los Reyes Católicos:
«Yo y mi familia somos descendientes directamente del Rey David,
verdadera sangre real,
la misma sangre del Mesías corre por mis venas.
Es mi herencia y yo lo proclamo en nombre del rey de Israel».


Quizás la familia Abravanel llegó a la Península Ibérica,
a la Hesperia de los romanos, la “Tierra de Occidente”,
junto a las miles de familias judías cautivas por las legiones romanas.
Quizás los Abravanel formaban parte
del contingente de insurrectos de Judea
que fueron vencidos por los romanos.
Las legiones destruyeron el Segundo Templo,
arrasaron Jerusalén y desterraron a su población.
En la Hesperia del Imperio Romano,
los insurgentes traídos de Israel se establecieron
y a lo largo de siglos formaron comunidades.


Miembros de la familia Abravanel
estuvieron al servicio de los reyes de Castilla
desde la época de Alfonso X.

Era una familia de gran fortuna y prestigio,
relacionada con nobles y reyes.
Recaudadores de impuestos; contadores del Reino...
Y además dirigentes de sus comunidades.


Isaac conocía tanto la cultura hebrea como la grecorromana.
Fue agente comercial y financiero de Isabel,
a la que prestó importantes sumas
para financiar la guerra de Granada.
Abraham Senior fue su protector y amigo,
y ambos realizaron gestiones en favor del proyecto de Colón.

En la Introducción al Comentario a Reyes,
Isaac Abravanel admite que es alguien afortunado:
«Y me concedió Dios gracia...
a los ojos de los príncipes que se sientan al frente del reino...
y estuve próximo a ellos muchos días
y me ocupé en su servicio ocho años...
y viviendo con ellos me afiancé en sus cortes y sus castillos...
y me afiancé el honor de reyes y príncipes del país...
Fui la cabeza de todo mi pueblo».

Fallecerá en Venecia en 1508.


Su hijo fue un reputado médico
que llegó a ser el doctor personal del Gran Capitán
en sus campañas italianas
así como un filósofo platónico,
que firmará sus obras como León Hebreo.

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