Wamba
es una pequeña localidad
situada
a 17 kilómetros de Valladolid, entre montes.
En
ese emplazamiento quizás se hallaba la ciudad visigoda de Gérticos,
lugar
de recreo y caza de los reyes godos.
Encontrándose
allí descansando, falleció Recesvinto en 672.
Se
dice que según la tradición visigoda,
cada
rey era proclamado en el lugar en que moría su predecesor,
y
que por tanto la proclamación de Wamba
habría
tenido lugar en Gérticos.
Sin
embargo, también se afirma que Wamba fue coronado en Toledo.
Se
cuenta asimismo que Wamba fue enterrado en Gérticos
y
que luego sus restos fueron trasladados a la catedral de Toledo.
Hay
documentos que citan esta población
desde
comienzos del siglo X, época del reinado de Fruela II,
con
la denominación de “sedis wambesis”.
Al
parecer los reyes astur-leoneses siguieron frecuentando la villa
como
lugar de asueto y esparcimiento.
Doña
Urraca de Portugal, primera esposa de Fernando II de León,
se
alojó en el monasterio de Santa María de Wamba
para
pasar en paz sus últimos días.
Debido
al parentesco existente entre los cónyuges (eran primos),
el
papa anuló su matrimonio;
entonces
doña Urraca ingresó como freira
en
la Orden de San Juan de Jerusalén
y
se instaló en las tierras zamoranas que su esposo le concedió;
posteriormente,
se retiró al monasterio de Santa María de Wamba,
que
pertenecía a los sanjuanistas.
Falleció
allí hacia 1211, y allí fue sepultada.
***
Se
dice que un primer cenobio fue mandado construir en Wamba
por
los reyes astur-leoneses en el siglo X
para
dar cobijo a monjes mozárabes que huían de Al-Andalus.
Quizás
sobre una anterior iglesia visigoda.
En
el siglo XII los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén
se
instalaron en la Encomienda de León y de Castilla,
que
se extendía por las tres provincias leonesas.
Entonces
el monasterio pasó a depender de dicha Orden.
Se
conservan algunos restos de su claustro,
y
en él tres tumbas, dos abiertas y una cerrada.
Se
cree que en una de ellas estuvo enterrado Recesvinto.
Posteriormente
Alfonso X trasladaría sus cenizas a Toledo.
***
Se
conserva también la iglesia del cenobio, la iglesia de Santa María.
Se
encuentra en el centro del pueblo.
Su
cabecera es mozárabe, del siglo X,
y
la nave es románica, del siglo XII,
del
tiempo en que los Hospitalarios establecieron allí su residencia.
De
esa época data también el palacio anexo.
La
portada principal es románica.
En
ella destacan algunos canecillos que representan
cabezas
de personas sacando la lengua en gesto de burla.
En
el tímpano una inscripción recoge la fecha de edificación, 1195.
En
el interior de la iglesia existen varios nichos funerarios.
Frente
a la entrada hay una puerta que da acceso a una nave lateral
donde
hay una capilla con bóveda de palmera,
a
la que se ha llamado “Árbol de la Vida”;
la
columna que la sostiene está muy desgastada,
pues
existía la creencia de que tenía milagrosos poderes curativos
y
los habitantes de la comarca iban a tocarla para sanarse,
girando
a su alrededor y dejando resbalar la mano por su contorno.
La
iglesia alberga también la denominada “Capilla de la Reina”,
donde
fue enterrada doña Urraca,
como
recuerda un epitafio colocado con posterioridad.
El
resto del monasterio ha desaparecido.
***
Sin
embargo, en una de las paredes de su claustro,
convertido
en patio de la iglesia,
se
conserva una dependencia: el osario.
El
osario visitable más grande de España
y
el único del país con restos tan antiguos.
La
información sobre él es escasa y confusa.
No
hay documentación al respecto.
A
mediados del siglo XX el doctor Gregorio Marañón
se
llevó dos camiones con restos óseos a Madrid
para
las prácticas de los estudiantes de la Facultad de Medicina,
de
la cual Marañón era catedrático.
(No
fue el único profesor en llevarse huesos.
Se
dice que cientos de alumnos de Medicina del país,
sobre
todo de las Facultades de Valladolid y Madrid,
han
estudiado anatomía con esqueletos procedentes de Wamba).
El
doctor fechó los más antiguos en el siglo XIII.
Se
cree que fueron los Caballeros de San Juan
los
que empezaron a enterrar allí a sus monjes.
Se
trajo igualmente a muertos
de
hospitales medievales de territorios contiguos.
Después,
a lo largo de siglos,
se
siguió acumulando allí los restos óseos,
cuando
se exhumaban del cementerio
para
dejar espacio para nuevos fallecidos.
Las
paredes de la estancia, desde el suelo hasta la bóveda,
están
recubiertas de huesos, miles de huesos, sobre todo calaveras.
En
los años ochenta del siglo XX la sala se encontraba descuidada,
las
humedades la estaban deteriorando considerablemente.
El
osario había sido repetidamente expoliado;
los
huesos estaban desparramados, los niños jugaban con ellos.
Cuando
se derrumbó una de las paredes de huesos,
se
optó por cerrar la sala al público
y
durante unos años permaneció en situación de abandono.
Finalmente,
los huesos fueron cuidadosamente recolocados.
A
su entrada había una inscripción que decía:
«Como
te ves, yo me vi, como me ves, te verás.
Todo
acaba en esto aquí.
Piénsalo
y no pecarás».
La
han quitado.
A
alguien le pareció que resultaba demasiado macabra.
Pero,
con o sin inscripción,
la
realidad sigue siendo que no somos inmortales
y
que no pensar en la muerte no evitará que muramos.
Tuve la oportunidad de estar allí hace unos años. Una gran entrada que, en mi caso, supone un recordatorio de un viaje feliz. Un saludo.
ResponderEliminarGracias. Me alegro mucho de que le haya gustado. Son lugares poco conocidos, pero fascinantes. Cordiales saludos.
EliminarImpresionante Lucía. Me ha recordado a una iglesia en Portugal (el nombre no lo recuerdo) que estaba toda llena de huesos, calaveras. Y tenía un cartel, que creo que decía: los huesos que aquí estamos a los tuyos esperamos.
ResponderEliminarSaludos.
Quizás la Capilla de los Huesos, en Évora. En Europa hay algún otro osario de este tipo, pero en España éste es el único. Y, sí, es impresionante.
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