El 19 de julio de 1074 se dotaban mutuamente en su
casamiento
los esposos Rodrigo Díaz de Vivar y Jimena Díaz
mediante la “kartula donacionis vel
profiliacionis”,
la Carta de Arras,
escrita en imperfecto latín.
Se cree que en el arcón conocido como “Cofre de El
Cid”
se conservó el pergamino.
No se sabe cómo llegó a la catedral de Burgos.
Quizás fue al morir Doña Jimena,
que sobrevivió a su marido unos catorce años.
Según la Carta de Arras, los bienes que en ella se
mencionan
deberían pasar a sus hijos.
Pero la menor, María, casada con Ramón de Berenguer
III,
había muerto
y sus dos descendientes, María y Jimena, residían
en Barcelona.
Y la mayor, Cristina, casada con el infante Ramiro
Sánchez,
vivía en Navarra.
Todas las herederas estaban, pues, lejos de
Castilla.
Seguramente los bienes se venderían.
El cabildo catedralicio compraría algunos de ellos.
Y guardaría la Carta de Arras como título de propiedad.
En 1596 ya consta la existencia de la Carta
entre los fondos del archivo de la catedral,
donde continúa en la actualidad.
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