ALFONSO VIII DE CASTILLA
Y LEONOR DE PLANTAGENET
Alfonso VIII de Castilla nació en 1155
y sucedió a su padre Sancho III en 1158.
Por parte de padre era descendiente de los reyes de la Castilla
y de los condes de Barcelona,
y por parte de madre, de los reyes de Pamplona
y de Rodrigo Díaz de Vivar.
Casó con Leonor de Plantagenet,
hija de Enrique II de Inglaterra y de Leonor de Aquitania.
La boda se celebró en Burgos en 1170;
Alfonso y Leonor tenían 14 y 10 años respectivamente.
***
La pareja tendrá al menos once hijos;
de ellos queda constancia documental,
pero es probable que hubiese alguno más que muriera pronto
y que no esté documentado:
Sepulcro infantil de uno de los infantes |
Berenguela (1179-1246), reina de Castilla
y reina consorte por su matrimonio con Alfonso IX de León
Sancho (abril de 1181-julio de 1181), muerto de niño
Sancha (1182-1184), muerta de niña
Urraca (1186-1220), reina consorte
por su matrimonio con Alfonso II de Portugal
Blanca (1188-1252), reina consorte
por su matrimonio con Luis VIII de Francia
Fernando (1189-1211), muerto de niño
Leonor, muerta de niña
Leonor (1190-1244), reina consorte
por su matrimonio con Jaime I de Aragón
Mafalda (1191-1204), muerta de niña
Constanza (¿?-1243), abadesa de Las Huelgas
y Enrique
(1204-1217), sucesor de Alfonso VIII.
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En 1212 don Alfonso derrotó a los almohades
en la batalla de las Navas de Tolosa.
Moría dos años después, en 1214.
Así cuenta su muerte el arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada
en su obra De rebus Hispaniae:
«Habiendo cumplido LIII años en el Reyno el noble Rey Alfonso,
llamó al Rey de Portugal su yerno para verse con él;
y habiendo empezado su camino dirigido a Plasencia,
última ciudad de su dominio,
empezó a enfermar gravemente
en cierta aldea de Arévalo que se llama Gutierre Muñoz,
donde últimamente, agravado de una fiebre,
terminó la vida y sepultó consigo la gloria de Castilla,
habiéndose confesado antes con el arzobispo Rodrigo,
y recibido el sumo Sacramento del Viático,
asistiéndole Tello, obispo de Palencia, y Domingo, de Plasencia».
El cadáver fue trasladado a la ciudad de Burgos
y recibió sepultura en el monasterio de Las Huelgas,
donde ya habían sido enterrados algunos de sus hijos.
El ataúd fue colocado en la capilla de las Claustrillas.
Le sucedió su hijo Enrique I.
Sólo veinticinco días después fallecía su esposa Leonor,
probablemente de las mismas fiebres que causaron la muerte del rey.
La Crónica Latina de los Reyes
de Castilla narra
que doña Leonor enfermó de tristeza al quedar viuda,
dolencia de la que murió poco después, y añade:
«Sepulta est autem iuxta regem in monasterio memorato.
Quos una mens iunxerat et morum nobilitas
decoraverit
idem locus sepulture conservat».
Años después, ambos cadáveres fueron trasladados
al coro de la iglesia, a dos nuevos sepulcros gemelos.
La decoración de los sarcófagos
es idéntica en los laterales y las cubiertas
(la heráldica del rey, el castillo)
y diferente en los frontales, en los que figuran
el castillo de Alfonso y los leones de los Plantagenet.
En la cabecera de la cubierta del sepulcro de Alfonso
figura la imagen del soberano, sentado en el trono
y entregando a la primera abadesa, que se encuentra arrodillada,
el privilegio de fundación del monasterio.
A mediados del siglo XX se examinó el contenido de los sepulcros
y se advirtió que el cadáver del rey estaba hecho pedazos,
debido a la profanación de que fue objeto por las tropas francesas
durante la Guerra de la Independencia.
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