viernes, 16 de octubre de 2015

MAGAÑA



Durante mucho tiempo la localidad soriana de Magaña
estuvo bajo la influencia del monasterio navarro de Fitero.

Convertida en señorío, a comienzos del siglo XV
los titulares del mismo construyeron el castillo,
con funciones tanto de defensa como de residencia.


A mediados del siglo XV la fortaleza fue cedida
por el rey Juan II de Castilla a don Juan de Luna.
Así lo testimonia una carta dictada por el rey en 1445,
en la que se concede a Juan de Luna
“el lugar de Magaña con sus términos e tierras e castillo”.

Sin embargo, un documento de Carlos I,
fechado en Valladolid en 1523, dice que
“...siendo Juan de Luna allcaide de la fortaleza de la dicha ciudad
al tiempo que el maestre don Alvaro de Luna
tiranamente governara estos nuestros reynos,
de fecho tomó la villa de Magaña e otros ciertos lugares con ella
y hizo una fortaleza...”


En cualquier caso, el poder de Juan de Luna decayó
en el reinado de Enrique IV.
Magaña pasó a manos del nuevo valido, Juan de Pacheco,
y luego al obispo de Sigüenza, Pedro González de Mendoza.


El obispo donó la villa al Conde de Benavente
y éste en 1499 la dejó a su hija Beatriz Pimentel.


A la muerte de Beatriz, doña Isabel Pimentel
y su marido Fernando Álvarez de Toledo, Duque de Alba,
interpusieron demanda ante la Real Chancillería de Valladolid
para que se repartieran los bienes de su madre, doña Beatriz.
Como consecuencia del pleito, en 1537
la tierra y villa de Magaña se repartieron entre los cinco hijos.


No se sabe cuándo quedó abandonado el castillo.

Pascual Madoz, en su diccionario redactado a mediados del siglo XIX,
hace constar 100 casas y 4 molinos harineros
y “un antiguo y destrozado castillo”,
o sea que ya llevaba tiempo desocupado.


En los últimos tiempos, el pueblo se ha ido despoblando
y en la actualidad sólo tiene medio centenar de habitantes.

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