La
judería segoviana fue una de las más importantes aljamas hebreas
que
hubo en España,
una
de las más prósperas y pobladas de Castilla.
La
primera referencia documental a la existencia de judíos en Segovia
es
de 1215, año en que el obispo Giraldo
condena
la práctica de apuestas
entre
judíos y cristianos de la parroquia de San Miguel.
A
lo largo del siglo XIII residieron en la ciudad destacados cabalistas,
como
Jacob ha-Cohen o Yosef ben Abraham Chiquitilla.
En
1326, el arzobispo de Toledo, en una visita pastoral a Segovia,
censura
que judías y cristianas realizaran juntas
el
ayuno de la víspera de la Pascua.
En
el siglo XIV los judíos se habían extendido por toda la ciudad,
incluso
fuera de las murallas, pero con tendencia a concentrarse
en
las parroquias de San Miguel y San Andrés,
los
lugares de más tráfico y actividad mercantil.
Pese
a pasajeros altercados,
la
comunidad hebrea segoviana mantuvo buenas relaciones
con
las instituciones civiles y eclesiásticas.
En
1412, la reina regente Catalina de Lancaster
decretó
el apartamiento de la comunidad hebrea
en
la zona a espaldas del convento de La Merced
-en
un espacio delimitado por
las
actuales iglesias del Corpus y de San Andrés,
la
Plaza de la Merced y la Puerta de San Andrés-,
barrio
que se conocerá desde entonces como judería,
situado
intra-muros, al sur de la ciudad, en la parte alta de ésta,
entre
la muralla que da al río Clamores
y
la catedral (cuya construcción en el siglo XVI
supondrá
el derribo de parte del barrio judío).
Ésta
fue la primera judería que hubo en la ciudad.
Más
allá de la calle de la Judería Nueva,
en
la zona paralela al tramo de muralla que va
desde
la Puerta de San Andrés (o Arco del Socorro
-según
del lado que se mire, debido a que en uno de ellos
contiene
una pequeña imagen protectora de la Virgen-)
hasta
la Casa del Sol, en torno a la plaza y calle del Socorro,
se
extenderá en años posteriores la judería nueva.
Las
casas de la judería eran de piedra, ladrillo y madera,
muchas
veces revocadas con cal,
de
dos o tres pisos, con patios y corrales.
Aún
se conservan, en calles como la de la Almuzara, las fachadas
con
el entramado de madera y las hiladas de ladrillo.
Con
el reinado de Juan II, Segovia, y con ella su aljama,
entran
en una etapa de prosperidad
que
se incrementa durante el reinado de Enrique IV.
El
apartamiento de los judíos sólo se cumplió durante unos años.
Después
empezaron a instalarse de nuevo por toda la ciudad.
En
1453, el rabí Yucef, contador mayor del príncipe Enrique,
tenía
su residencia en la plaza de San Miguel.
En
1481 se decretó el cierre de la judería con siete puertas
enmarcadas
por arcos de ladrillo.
De
esos siete arcos no se conserva nada.
Se
levantaban en las bocacalles linderas con casas cristianas
y
estaban situados en los siguientes puntos, de Este a Oeste:
El
primero en el acceso a la calle de la Judería Vieja
desde
la plaza del Corpus Christi.
Tres
en las manzanas demolidas en 1525 para edificar la catedral.
Dos
en la calle de la Judería Nueva,
a
la altura de la Plaza de la Merced,
en
los cruces con las calles de Daoiz y de la Almuraza.
El
séptimo al final de la calle del Socorro junto a la Casa del Sol.
La
muralla, que cerraba todo el lado Sur de la judería,
ofrecía
dos salidas más: las puertas de San Andrés y del Sol.
Los
judíos siguieron ejerciendo sus actividades profesionales
tal
como lo venían haciendo hasta entonces,
dentro
y fuera de la judería.
En
el último cuarto del siglo XV
surgieron
tensiones en el seno de la aljama,
entre
sus dirigentes y el resto de sus integrantes.
La
oposición a los judíos en Segovia
tuvo
su centro en el monasterio dominico de Santa Cruz,
del
cual era prior fray Tomás de Torquemada.
Al
igual que su tío Juan de Torquemada,
Tomás
se ordenó dominico en el convento de San Pablo de Valladolid.
La
familia tenía ascendientes judíos;
Hernando
del Pulgar, al escribir sobre Juan de Torquemada
en
su libro Claros varones de Castilla,
recuerda que
«sus
agüelos fueron de linage de los Judios
convertidos
á nuestra Santa Fé Católica».
Tomás
era aún joven cuando en 1452 fue destinado como prior
al
convento de Santa Cruz la Real de Segovia,
donde
destacó por su celo.
Fue
uno de los tres confesores personales de los Reyes Católicos.
En
1478, para combatir a los falsos conversos y a los judaizantes,
los
reyes solicitaron bula papal
para
la creación del Tribunal del Santo Oficio;
ese
mismo año el papa Sixto IV promulgó la bula.
En
1483 Sixto IV nombró a Torquemada Inquisidor General.
(En
1493 fray Tomás se retiró al convento de Santo Tomás de Ávila,
donde
murió en 1498).
En
1492 se publicó el edicto de expulsión.
En
1510, un censo de conversos
reflejó
la existencia en Segovia de 788 conversos.
Los
conversos siguieron viviendo en las mismas calles
en
que lo hicieron sus antepasados.
La
vieja judería se convirtió en el Barrio Nuevo,
cuyo
trazado urbano se ha mantenido hasta nuestros días,
típico
entramado medieval en una sucesión laberíntica de callejones.
(En
el siglo XVI muchas casas humildes
fueron
transformándose en mansiones de cristianos nuevos).
***
La
vida de la comunidad judía se había desarrollado
en
torno a ciertas instituciones comunes:
las
sinagogas, las escuelas, el hospital, los baños,
el
horno y las carnicerías.
***
Carnicerías
y mataderos eran instituciones clave en las juderías.
En
el judaísmo el consumo de carne
y
el previo sacrificio de los animales
están
sujetos a una serie de prescripciones religiosas
(comida
cásher).
La
carne consumida por los judíos ha de haber sido sacrificada
bajo
un ritual muy estricto (shejitá).
Éste
se lleva a cabo en el matadero.
El
matadero, degolladero o rastro
solía
estar en la periferia de la judería,
para
evitar los malos olores en el interior de ésta.
La
carne se vendía en la carnicería,
que
solía hallarse en las proximidades del matadero.
***
En
la muralla segoviana había dos accesos a la ciudad
a
través de la judería:
la
Puerta de San Andrés y el Postigo del Sol,
en
los dos extremos de la aljama.
El
Postigo del Sol se halla a la altura de la antigua Sinagoga Mayor.
La
Puerta del Sol fue demolida en 1864
y
posteriormente reconstruida.
Muy
cerca se encontraba la Puerta de la Luna
(frente
a la iglesia de San Martín)
que
también fue derribada en el siglo XIX
y
también recientemente reedificada.
La
Puerta de San Andrés,
la
más monumental de las tres que se conservan de la muralla
(fue
remodelada en tiempos de Carlos I),
era
el principal acceso a la aljama desde el exterior de la ciudad,
y,
además, la salida hacia el cementerio hebreo.
***
Se
sabe que hubo un primer matadero extra-muros,
a
las afueras del Postigo del Sol.
La
Puerta del Sol da al Paseo del Salón de Isabel II,
jardín-mirador
sobre el río Clamores.
El
Salón adquiere su aspecto actual en el siglo XIV,
cuando
se adecenta la ladera del rastro,
montículo
de tierra inmediato a la muralla donde en siglos anteriores
se
realizaba el sacrificio de los corderos para su consumo.
Allí
mismo se vendían los despojos y “rastros” de estos animales,
de
ahí su nombre inicial
(el
Rastro comenzó a llamarse “Salón de Isabel II” en 1835,
en
homenaje a la nueva reina).
***
Finalmente,
el matadero quedó emplazado en un edificio
que
está integrado en un baluarte de la muralla sobre el Clamores.
Se
levanta sobre un espolón rocoso
donde
se situó uno de los arcos que cerraron el barrio judío.
La
calle del Socorro conduce a él desde la plaza del mismo nombre.
Con
Enrique IV, como atestigua un documento fechado en 1452,
las
casas de la judería que se habían instalado en ese saliente
se
convirtieron en matadero,
«con
dos corrales que son al espolón
en
los que los carniceros de dicha mi çibdat de los muros adentro
encerraren
e mataren e desollaren los ganados
que
menester suelen para las canicerías».
Quevedo
lo describió en El Buscón.
La
llamada Casa del Sol seguirá siendo el matadero de la ciudad
hasta
bien entrado el siglo XX.
***
La
judería llegó a contar con tres carnicerías:
En
1287, en un libro de registros notariales de la catedral,
aparece
mencionada por primera vez la carneçería de los judíos
situada
en la Almuzara -nombre que proviene de la existencia allí
de
un molino de aceite o almazara-.
(En
la Almuzara, junto a la actual plaza de La Merced,
se
levantará uno de los arcos que cerrará la aljama).
Este
documento es también el primer testimonio
en
que consta que los hebreos de Segovia
estaban
plenamente asentados y contaban con instituciones propias.
En
el siglo XV hay constancia de otras dos carnicerías.
La
primera, llamada carnicería vieja, junto al matadero.
La
segunda, mencionada en 1493, frente la Puerta de San Andrés
y
al lado del corralillo de los huesos,
patio
que se ubicaba en el adarve de la calle Martínez Campos
y
que pudo ser la entrada de la sinagoga del Campo.
Las
dos carnicerías se encontraban
junto
a dos de los puntos de desagüe de la muralla,
para
facilitar la evacuación de la sangre y los despojos.
El
horno de la judería se encontraba también
en
el corralillo de los huesos.
(«Unas
casas con un horno de poyo dentro en ellas,
con
un corral junto con ellas e una casilla ençima del corral [...],
cabo
la que solían llamar la synoga del Campo»).
***
En
la década de los 80 del siglo XX
se
emprendieron las gestiones y las obras
para
transformar la Casa del Sol en Museo Provincial,
creado
sobre la base de la colección de las obras procedentes
de
los conventos suprimidos por la Desamortización.
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