«A servicio e rreverencia del
crucifixo presente, ymagen del verdadero crucifixo nuestro redemptor Ihesu
Christo fizo esta capilla el muy rreverendo e muy magnifico sennor, el sennor
don Alfonso de Burgos, obispo de Palencia, conde de Pernía, en uno con todas
las otras obras dell monesterio de que en los letreros dellas se faze mención,
la qual dotó, eligió para su sepoltura, para que los colegiales deste colegio e
capellanes de su capilla celebren las misas e digan las oras canónicas e ruegen
a Dios por las vidas e prosperidad de los mui altos e mui gloriosos principes
sennores nuestros el rrey don Fernando e la rreyna donna Ysabel, cuya fechura e
crianca e capellan mayor e confesor él es, e por sus animas e por la suya.
E comencose esta capilla en
fin del anno de MCCCCLXXXVII annos; acabose en principio del anno de MCCCCXC
annos.
Michi autem absit gloriari
nisi in cruce Domini nostri Ihesu Christi per quem michi mundus crucifixus est
et ego mundo; michi vivere Christus est et mori lucrum; gloriari me oportet in
cruce domini nostri Ihesu Christi».
***
«E para edificar y construir dicho Colegio
era necesario que se diese al dicho señor obispo
una capilla que es en el dicho monasterio, que se
llama el Crucifixo,
la cual asimismo quiere magnificar y reedificar
y facerla una de las más notables capillas que
haya en este reino,
donde quiere e acuerda su señoría de elegir
sepultura e enterramiento».
Alonso de Burgos encargó la construcción
del Colegio de San Gregorio,
comenzando por la que sería capilla funeraria del
patrocinador.
En ella hizo colocar una larga inscripción
que servía al prelado para dar a conocer
tanto su obra como su persona.
Cuando en 1487 el obispo recibe la capilla,
ésta era conocida como del Crucifijo,
y era propiedad de la familia Torquemada:
Había sido construida por el cardenal Juan de
Torquemada,
que se la cedió a su hermano Pedro Fernández de
Torquemada,
regidor de Valladolid, quien ejerció el
patronazgo de ella.
Cuando el convento cedió la capilla a Alonso de
Burgos,
un nieto del regidor se opuso a ello,
pero el convento lo compensó dándole otra capilla
de la iglesia.
En la cesión de la capilla a fray Alonso se hace
mención de que éste
«quiere magnificar y reedificar y facerla
una de las mas notables capillas que haya en este
Reino
donde acuerda su Señoría de elegir su sepultura y
enterramiento».
Fray Alonso conservó la misma devoción,
pues el inicio de la inscripción dice que la
capilla fue construida
«a servicio e rreverencia del crucifixo presente».
E hizo labrar repetidamente sus armas,
flor de lis blanca en campo verde,
y la cruz de la orden dominicana.
La capilla se encuentra situada
entre la Iglesia de San Pablo y el Colegio de San
Gregorio.
Se sabe quiénes fueron contratados por el obispo
para la construcción de lo que iba a ser su
mausoleo
debido a que no realizaron un buen trabajo
y fray Alonso tuvo que acudir a los reyes,
quienes en 1488
encomendaron a los alcaldes de casa y corte
resolver el litigio:
«...nos fizo relación de su petición
que ante nos en el nuestro consejo presentó
diciendo que el dicho obispo
se convino con Juan Guas e Juan de Talavera,
canteros,
para que ellos fiziesen a destajo una capilla...»
Juan Guas y Juan de Talavera son, por tanto, los
artistas.
La construcción debió de realizarse
precipitadamente,
pues la denuncia presentada en 1488 decía que
«la obra que fizieron en la dicha capilla
es mala e falsa e non tal qual deba ser
porque dis que la dicha obra, por no ser tal,
a fecho asiento e aberturas por muchas partes,
que junto a esto, la dicha capilla tiene tales
defectos
que está en peligro».
Se ignora cómo se repararon los defectos,
pero en 1490 se daba por terminada la
construcción.
Mientras que en el Colegio de Santa Cruz,
obra del Cardenal Mendoza,
sólo una pequeña placa en capitales humanísticas
condensa la información fundamental, el hacedor y
la fecha:
“PETRUS DE ME/NDOCA CARDI/NALIS HISPAN/IE
MCCCCXCI”,
en la capilla del Colegio de San Gregorio se
grabó
un prolijo epígrafe en letra gótica minúscula.
En la inscripción queda patente
la defensa de la monarquía por parte del obispo
palentino:
En ella figura el encargo a capellanes y
colegiales
de que «ruegen a Dios por las vidas e prosperidad
de los muy altos e mui gloriosos principes
sennores nuestros,
el rrey don Fernando e la rreyna donna Ysabel,
cuya fechura e crianca e capellan mayor e
confesor él es,
e por sus animas e por la suya».
La moldura inferior es un motivo sogueado en
verde y blanco,
los colores del blasón del prelado.
Éste es usado profusamente en la ornamentación de
la inscripción,
pues tanto en las esquinas como en las pilastras
se interrumpe el texto para la colocación de
ángeles
que sostienen el escudo del obispo.
El texto está dispuesto en forma de friso
(de acuerdo con lo habitual en la Castilla del
siglo XV):
dos líneas superpuestas que recorren los muros de
la capilla,
a excepción de una pared en la que hay una única
línea,
seguramente debido a que la parte inferior
quedaba oculta tras el retablo hoy desaparecido.
Está escrito en su mayor parte en castellano,
aunque concluye con unas citas bíblicas en latín.
Es probable que fuera el mismo fray Alonso
quien proporcionara el contenido del epígrafe.
El obispo emplea la inscripción no sólo para dar
cuenta de lo hecho
sino también para promover su persona
como alguien del círculo de los reyes Fernando e
Isabel
(aunque, curiosamente, la inscripción no menciona
que fray Alonso era del consejo de los reyes).
***
La inscripción de la capilla de San Gregorio
debió de gustar en la villa,
pues, cuando en 1498 el mercader Luis de la Serna
costeó
la reforma de la capilla mayor de la parroquia de
Santiago Apóstol,
especificó que la inscripción imitara la de
Alonso de Burgos:
en el contrato se lee que «en el tablamiento a de
aver
una copada de un palmo y medio en que vengan las
letras esculpidas
que mandare el dicho Luis de la Serna
e an de ser como las de la capilla del señor
obispo de Palençia».
***
La capilla, además de para el enterramiento de su
mecenas,
estaba concebida para el servicio del Colegio de
San Gregorio.
Como refiere el Libro Becerro del Colegio,
«el año de 1489, concluida dicha capilla,
fundó su Illustrísima ciertas capellanías
para cuio cumplimiento nombró doze capellanes,
que sean obligados a zelebrar y decir en la dicha
su capilla
seis misas cada día,
y una de ellas ha de ser cantada a la ora del
Alba,
y asimismo que digan en su capilla todas las oras
canónicas
en esta forma:
a el amanecer digan los maitines en tono
y acavados canten la prima y tercia,
y luego digan la misa mayor cantada,
y después vaian todos a decir un responso sobre
su sepoltura,
y después digan la sexta y nona cantadas».
En la inscripción de la capilla se dice:
«para que los colegiales deste colegio e
capellanes de su capilla
celebren las misas e digan las oras canonicas».
En 1495 Alejandro VI concede una bula por la que
quien en determinadas ocasiones visitare y rezare
en esa capilla
alcanzaría diez años y diez cuarentenas de
perdón.
Para el culto de su capilla, fray Alonso
instituyó doce capellanes.
Pero, a poco de fallecer el fundador,
surgieron conflictos entre colegiales y
capellanes,
que provocaron en 1502 la expulsión de estos
últimos.
Fray Diego de Deza, también obispo de Palencia,
suprimió a los capellanes de la capilla,
argumentando que «los Capellanes daban
mucha turbación é impedimento al estudio de los
Colegiales»
y que al fundador «se le había dado el sitio, é
suelo, en que edificó
el dicho Colegio é aposentamiento que los
Capellanes tenían,
para Religiosos de la orden de Sto. Domingo, é no
para Clérigos».
En consecuencia, en la misma carta, Diego de Deza
dispone:
«quitamos e amovemos al capellán mayor e
capellanes
de la dicha Capilla
e los privamos desde agora, e por la presente
habemos por privados,
de sus Capellanías e oficios, que en la dicha
Capilla tenían,
e de todos los títulos, derechos e actiones
que a las dichas Capellanía e oficios les
pertenezca».
Al mismo tiempo, Deza aumentó a treinta el número
de colegiales.
***
La capilla funeraria de fray Alonso al principio
tenía acceso
tanto desde la iglesia de San Pablo, por una
puerta hoy cegada,
como desde el Colegio, que es la única entrada
actual.
Estaba presidida por un retablo de Gil de Siloé
y en el centro se encontraba el sepulcro de fray
Alonso,
obra de Felipe Vigarny.
Tanto el retablo como el sepulcro fueron
destruidos en el siglo XIX
por los soldados franceses.
***
Del antiguo amueblamiento religioso de la capilla
hoy no queda nada,
todo desapareció durante la invasión francesa.
Actualmente, convertida la capilla en parte del
Museo de Escultura,
en ella se exponen obras con las que se intenta
evocar la magnificencia original:
En el altar mayor hay un retablo de Alonso de
Berruguete
realizado hacia 1520
para el monasterio de Nuestra Señora de Mejorada
de Olmedo.
Ante el altar hay dos piezas, obra de Pompeo
Leoni hacia 1605:
Los túmulos funerarios de los Duques de Lerma,
dos estatuas orantes que inicialmente estuvieron
en el ábside de la vecina iglesia de San Pablo.
Adosado al muro del Evangelio
se encuentra el sepulcro del obispo Diego de
Avellaneda,
realizado por Felipe de Vigarny hacia 1540
para el monasterio de San Juan y Santa Catalina,
de Espeja (Soria).
La capilla también alberga algún otro túmulo
renacentista
de personajes no identificados.
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