lunes, 1 de diciembre de 2014

VALLADOLID. Colegio de Santa Cruz




El palacio de Santa Cruz de Valladolid
es uno de los primeros edificios renacentistas construidos en España.


Fue sede del Colegio Mayor Santa Cruz,
una de las instituciones universitarias más antiguas.


El Colegio fue fundado por el cardenal Pedro González de Mendoza.
Don Pedro, primado de España y colaborador de los Reyes Católicos,
deseaba continuar la labor de protección
de los grandes prelados españoles sobre las universidades,
iniciada por Gil Álvarez de Albornoz y Diego de Anaya,
quienes fundaron respectivamente
el Real Colegio de España de Bolonia del siglo XIV
y el Colegio Mayor de San Bartolomé de Salamanca del siglo XV.


Don Pedro era abad de la Colegiata de Santa María de Valladolid
y uno de sus hijos había nacido y estudiaba en Valladolid,
todo lo cual debió pesar en la elección de esta ciudad como sede.


El apelativo “de la Santa Cruz” del Colegio fue escogido
por ser ésa la advocación cardenalicia de Mendoza.


El cardenal adquirió unos terrenos en Valladolid
e hizo despejar una plaza, que actualmente se llama de Santa Cruz.


Las obras se iniciaron en 1486.
Las primeras trazas respondían aún a criterios góticos,
pero el cardenal ordenó su modificación
con arreglo al nuevo estilo renacentista.


En la portada, finamente decorada,
figura la Cruz de Jerusalén, emblema del Colegio,
y un relieve en el que aparece el cardenal Mendoza arrodillado
ante Santa Elena de Constantinopla, descubridora de la Santa Cruz.


El edificio se inauguró en 1491.
En los siglos siguientes sufrió varias reformas.


El objetivo del cardenal Mendoza era promocionar a estudiantes
con capacidades pero sin recursos,
que recibirían alojamiento y formación.
Tras graduarse, estos estudiantes podrían servir
a la Corona, la Iglesia o la Universidad,
estando las tres instituciones necesitadas de personal cualificado.


Mendoza organizó la vida colegial de modo similar a un convento
(en un ambiente ya de por sí religioso,
pues el estatus del estudiante universitario se asimilaba al del clero).
Se exigía el celibato y la castidad.


Las capitulaciones para el Colegio establecían privilegios
de sus colegiales sobre el resto de los estudiantes de la ciudad,
lo que equiparaba a Valladolid con Salamanca
pero era fuente de desigualdades.


Los 20 primeros colegiales fueron escogidos por el cardenal;
todos eran universitarios de Salamanca
y de la clientela de los Mendoza,
y muchos habían pertenecido al Mayor de San Bartolomé.


El Colegio de Santa Cruz tuvo en principio 27 plazas,
que recibían el nombre de “becas”
por la banda de paño rojo del uniforme de los colegiales.


Cuando quedaba libre una beca, se anunciaba la vacante
y los propios colegiales seleccionaban a los aspirantes.
Con el tiempo, los severos requisitos iniciales se fueron relajando.


Durante toda la Edad Moderna el Colegio fue centro de formación
de élites político-administrativas de la burocracia de los Austrias.


Además de las clases universitarias,
los colegiales recibían formación suplementaria
(lecciones en la llamada Aula Triste),
hablaban entre ellos sólo en latín,
ensayaban públicamente exposiciones y pruebas académicas.
Ello propició el éxito de los colegiales
en su ulterior acceso a la vida profesional.


El espíritu elitista y la vida en común forjaron
en Santa Cruz y en los demás Colegios
una de las características principales para comprender su relevancia:
vínculos personales entre los colegiales,
que resultaban muy útiles para su futuro profesional.


Los colegiales defendieron sus privilegios individuales y colectivos.
Accedían más fácilmente que los demás universitarios
a los puestos elevados y a los centros de poder
y su solidaridad grupal los convirtió en una corporación
de gran peso político y social.


Ya en el siglo XVI empezó a formarse
un grupo de dinastías de colegiales
que fue desvirtuando progresivamente el espíritu inicial del Colegio.


La vida en éste era cada vez más relajada
y algunos colegiales acababan sus estudios
y se quedaban algún tiempo en el Colegio, disfrutando sus ventajas,
por lo que se construyó un nuevo edificio
como “hospedería” para antiguos colegiales.


La distribución de las becas se fue modificando con el tiempo
a favor de las especialidades en Derecho,
pues eran las que permitían el acceso a los altos puestos
de la Administración y la Iglesia.


La institución decayó con las reformas de los Borbones.
El Colegio fue cerrado definitivamente en 1838.


El edificio del Colegio recibió varios usos,
entre ellos el de palacio episcopal.


En el siglo XX fue convertido en sede del rectorado.
En 1941 la Universidad refundó el Colegio Mayor
en el edificio de la Hospedería de Antiguos Colegiales,
aneja al Palacio de Santa Cruz, en la calle Cardenal Mendoza.


En 1981 se creó la rama femenina del Colegio, en otro edificio.
Esta separación por sexos en dos lugares diferentes
ha originado cierto debate,
pero los colegiales masculinos se niegan a perder
la exclusividad del antiguo edificio.

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