El
palacio de Santa Cruz de Valladolid
es
uno de los primeros edificios renacentistas construidos en España.
Fue
sede del Colegio Mayor Santa Cruz,
una
de las instituciones universitarias más antiguas.
El
Colegio fue fundado por el cardenal Pedro González de Mendoza.
Don
Pedro, primado de España y colaborador de los Reyes Católicos,
deseaba
continuar la labor de protección
de
los grandes prelados españoles sobre las universidades,
iniciada
por Gil Álvarez de Albornoz y Diego de Anaya,
quienes
fundaron respectivamente
el
Real Colegio de España de Bolonia del siglo XIV
y
el Colegio Mayor de San Bartolomé de Salamanca del siglo XV.
Don
Pedro era abad de la Colegiata de Santa María de Valladolid
y
uno de sus hijos había nacido y estudiaba en Valladolid,
todo
lo cual debió pesar en la elección de esta ciudad como sede.
El
apelativo “de la Santa Cruz” del Colegio fue escogido
por
ser ésa la advocación cardenalicia de Mendoza.
El
cardenal adquirió unos terrenos en Valladolid
e
hizo despejar una plaza, que actualmente se llama de Santa Cruz.
Las
obras se iniciaron en 1486.
Las
primeras trazas respondían aún a criterios góticos,
pero
el cardenal ordenó su modificación
con
arreglo al nuevo estilo renacentista.
En
la portada, finamente decorada,
figura
la Cruz de Jerusalén, emblema del Colegio,
y
un relieve en el que aparece el cardenal Mendoza arrodillado
ante
Santa Elena de Constantinopla, descubridora de la Santa Cruz.
El
edificio se inauguró en 1491.
En
los siglos siguientes sufrió varias reformas.
El
objetivo del cardenal Mendoza era promocionar a estudiantes
con
capacidades pero sin recursos,
que
recibirían alojamiento y formación.
Tras
graduarse, estos estudiantes podrían servir
a
la Corona, la Iglesia o la Universidad,
estando
las tres instituciones necesitadas de personal cualificado.
Mendoza
organizó la vida colegial de modo similar a un convento
(en
un ambiente ya de por sí religioso,
pues
el estatus del estudiante universitario se asimilaba al del clero).
Se
exigía el celibato y la castidad.
Las
capitulaciones para el Colegio establecían privilegios
de
sus colegiales sobre el resto de los estudiantes de la ciudad,
lo
que equiparaba a Valladolid con Salamanca
pero
era fuente de desigualdades.
Los
20 primeros colegiales fueron escogidos por el cardenal;
todos
eran universitarios de Salamanca
y
de la clientela de los Mendoza,
y
muchos habían pertenecido al Mayor de San Bartolomé.
El
Colegio de Santa Cruz tuvo en principio 27 plazas,
que
recibían el nombre de “becas”
por
la banda de paño rojo del uniforme de los colegiales.
Cuando
quedaba libre una beca, se anunciaba la vacante
y
los propios colegiales seleccionaban a los aspirantes.
Con
el tiempo, los severos requisitos iniciales se fueron relajando.
Durante
toda la Edad Moderna el Colegio fue centro de formación
de
élites político-administrativas de la burocracia de los Austrias.
Además
de las clases universitarias,
los
colegiales recibían formación suplementaria
(lecciones
en la llamada Aula Triste),
hablaban
entre ellos sólo en latín,
ensayaban
públicamente exposiciones y pruebas académicas.
Ello
propició el éxito de los colegiales
en
su ulterior acceso a la vida profesional.
El
espíritu elitista y la vida en común forjaron
en
Santa Cruz y en los demás Colegios
una
de las características principales para comprender su relevancia:
vínculos
personales entre los colegiales,
que
resultaban muy útiles para su futuro profesional.
Los
colegiales defendieron sus privilegios individuales y colectivos.
Accedían
más fácilmente que los demás universitarios
a
los puestos elevados y a los centros de poder
y
su solidaridad grupal los convirtió en una corporación
de
gran peso político y social.
Ya
en el siglo XVI empezó a formarse
un
grupo de dinastías de colegiales
que
fue desvirtuando progresivamente el espíritu inicial del Colegio.
La
vida en éste era cada vez más relajada
y
algunos colegiales acababan sus estudios
y
se quedaban algún tiempo en el Colegio, disfrutando sus ventajas,
por
lo que se construyó un nuevo edificio
como
“hospedería” para antiguos colegiales.
La
distribución de las becas se fue modificando con el tiempo
a
favor de las especialidades en Derecho,
pues
eran las que permitían el acceso a los altos puestos
de
la Administración y la Iglesia.
La
institución decayó con las reformas de los Borbones.
El
Colegio fue cerrado definitivamente en 1838.
El
edificio del Colegio recibió varios usos,
entre
ellos el de palacio episcopal.
En
el siglo XX fue convertido en sede del rectorado.
En
1941 la Universidad refundó el Colegio Mayor
en
el edificio de la Hospedería de Antiguos Colegiales,
aneja
al Palacio de Santa Cruz, en la calle Cardenal Mendoza.
En
1981 se creó la rama femenina del Colegio, en otro edificio.
Esta
separación por sexos en dos lugares diferentes
ha
originado cierto debate,
pero
los colegiales masculinos se niegan a perder
la
exclusividad del antiguo edificio.
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