martes, 2 de diciembre de 2014

VALLADOLID. Colegio de San Gregorio




La Universidad de Valladolid fue fundada en el siglo XIII,
durante el reinado de Alfonso X el Sabio.


A partir de mediados del siglo XV
Valladolid empieza a adquirir importancia social y política,
se convierte en asiento frecuente de reyes, corte y obispo,
y con ello su arquitectura empieza a transformarse.
La cultura se extiende a través de su Universidad,
el arte y las ciencias adquieren impulso al amparo de las fundaciones
del cardenal Mendoza
y del obispo de Palencia, Alonso de Burgos:
los Colegios de Santa Cruz y de San Gregorio,
que, junto con el primer edificio propio que tuvo la Universidad,
fueron las principales construcciones del Valladolid del siglo XV.
(Los dos Colegios se conservan; la Universidad fue derribada).


Desde tiempos remotos los reyes disponían de aposentos
en el convento de San Pablo de Valladolid.
La reina Catalina, mujer de Enrique III,
vivió allí durante la minoría de edad de Juan II,
pero el espacio era insuficiente para ser residencia del rey su hijo,
por lo que en 1411 doña Catalina ordenó su ampliación
aprovechando casas y huertas contiguas,
pero no llegó a construir en el lugar un palacio.
Enrique IV devolvió a San Pablo aquellos terrenos
y parte de ellos fueron cedidos en 1487 por el convento
a fray Alonso de Burgos, para la construcción del Colegio.


***


Don Alonso había nacido en la serranía de la Mortera,
entonces perteneciente al obispado de Burgos.

Ingresó en la orden dominica
y fue prior del convento de San Pablo de Valladolid.

Fue nombrado obispo de Palencia en 1485,
tras haberlo sido de Córdoba y de Cuenca.
Como obispo de Palencia recibió el título de conde de Pernía,
Pues, desde 1410, en virtud de la merced
que el rey Juan II hizo al obispo Sancho de Rojas
por los servicios que éste le prestó en el cerco de Antequera,
ambos nombramientos estaban vinculados.

La presencia de Alonso de Burgos en el círculo de Isabel
está documentada antes de 1479.
La Crónica anónima de Enrique IV de Castilla dice con desprecio:
«Era asymesmo en su consejo fray Alonso de Burgos,
de la Orden de los Predicadores,
onbre menos çiente de quanto convenía para el lugar donde estava».

Según Gonzalo Fernández de Oviedo (Batallas y Quinquagenas),
en las Coplas del Provincial se incluía la siguiente:
«Cárdenas y el Cardenal, Chacón e Fray Mortero,
traen la corte al retortero».
Pero esta estrofa no aparece
en el manuscrito conservado de las Coplas.

Un epígrafe grabado en la capilla del Colegio dice que fray Alonso fue
«fechura e crianca e capellán mayor e confesor» de los Reyes.
Algo parecido declara el obispo en su testamento:
«Nos habemos seido e somos fechura e criatura
de la rreina, nuestra Señora».

Tras la muerte del prelado, la reina Isabel escribe:
«...Por cuanto don Alonso de Burgos, obispo que fue de Palencia,
mi capellán mayor, del mi consejo...»


Gonzalo de Arriaga refiere el origen
del blasón episcopal de Alonso de Burgos,
que se debe al aprecio que éste sentía por el obispo de Burgos
Pablo de Santamaría, en cuyo escudo también figuraba la flor de lis:
«Cuando los Reyes Católicos le hicieron obispo,
tomó por armas las propias del obispo don Pablo,
flor de lis blanca en campo verde,
añadiendo por orla las de la religión,
cuatro cruces dominicanas o de inquisición en campo blanco».


***


En 1487 el papa concede a fray Alonso permiso para erigir un colegio
en el que frailes de la orden de predicadores se dedicaran al estudio.
“Colegio de pobres escolares religiosos”,
fundado para que la pobreza no impidiese a quien lo deseara
los estudios de Teología
que condujeran a la formación de buenos predicadores
y completaran la oferta didáctica de la Universidad.

El obispo de Palencia, a cuya diócesis pertenecía Valladolid,
eligió esta villa para radicar su fundación.
(Fray Alonso costeó de su peculio otras obras,
en Burgos, en la catedral de Palencia,
en la iglesia de San Pablo de Valladolid).

Según el historiador Pulgar,
todo lo que hizo Alonso de Burgos en Valladolid
se debió a que el cabildo de la catedral de Palencia no le autorizó
para hacer en ella sepulcro levantado del suelo.
Pero Palencia, pese a ser capital de la diócesis,
era una ciudad en decadencia, cuya Universidad había cerrado.
En cambio, la de Valladolid rivalizaba con la de Salamanca.

Valladolid era entonces «lugar de los más insignes de estos Reinos,
y conveniente ilustrar lo illustre con illustres obras,
que, dando nuevo lustre á lo mas lustroso,
se illustran y campean y se ostentan
mas señaladas y lucidas en las Plazas de el mundo,
que obradas en retirados puestos, iermos y lugares despoblados».

Y también, según el Padre Arriaga, eligió el obispo Valladolid
para fundar su Colegio:
«por el insigne Convento de San Pablo,
reedificado con sumptuosidad y grandeza por el mismo señor Obispo,
en que vivía crecido número de religiosos,
y quiso adelantar la obra,
dándole doctrina y enseñanza en el Colegio,
como le había dado fábrica y hermosura material».

Como relata el Libro Becerro del Colegio,
«el año de 1487 el prior y religiosos del combento de San Pablo,
agradecidos a las muchas onrras y favores que havían recivido
del illustrísimo señor don fray Alonso de Burgos,
obispo de Palencia, y de Valladolid,
y la gran suma de dinero que su illustrísima havía gastado
en hazer el claustro y sobreclaustro,
la librería, el refectorio, los dos salones, alto y vajo,
y la maior parte de la portada de la yglesia
y la reja de la capilla maior,
en cuias obras están gravadas sus armas por donde lo demuestran;
hicieron donación inter vibos a su illustrísima de una capilla
que llamavan de el Cruzifixo
para que en ella edificase su señoría illustrísima una capilla
para su enterramiento (que es la que oy tiene el Collegio)
y para su erección y fundación le donó también
todo el sitio que ocupa dicho collegio».


***


Alonso de Burgos pidió a los dominicos de San Pablo,
como condición para llevar adelante su fundación,
la cesión de un espacio para su propia capilla funeraria,
que serviría igualmente como capilla del Colegio:
la capilla del Crucifijo, de la iglesia de San Pablo,
situada entre ésta y los terrenos donde se iba a erigir el Colegio.
Tal petición se vio satisfecha en 1487
e inmediatamente empezó su construcción.


***


Fray Alonso comenzó su fundación en 1488,
bajo la advocación del doctor de la Iglesia San Gregorio.


Sólo dos años antes se había iniciado la construcción en Valladolid
del Colegio de Santa Cruz, fundación del Cardenal Mendoza.


Mientras que la obra de fray Alonso se enmarca en el gótico tardío,
que incorpora lo mudéjar y lo flamenco (el llamado gótico isabelino),
Mendoza, a través de otros miembros de su familia
y de su relación con Rodrigo Borja (el futuro Alejandro VI),
había conocido “el modo romano”,
y quiso que se utilizase en su fundación:
«poco antes que se acabasse,
vino el Cardenal a Valladolid, y pareciéndole
que el sobreestante havía andado corto y miserable en el edificio,
se lo riñó mucho.
Estuvo determinado de hechallo todo por el suelo,
y de hazelle de nuevo,
conforme a la idea que tenía formada en su ánimo generoso,
con quien no se ajustava lo que hasta entonces vio levantado.
Assi lo quiso executar si no se lo estorvaran los Reyes,
alabándole mucho la obra,
y diziendo de ella muchos bienes y excelencias».


Así, el Cardenal Mendoza utilizó el nuevo lenguaje italiano
y fray Alonso se mantuvo fiel a la tradición gótica
que predominó en el reinado de Fernando e Isabel.


***


La obra de fray Alonso, adosada a la iglesia de San Pablo,
resultó uno de los mejores ejemplos
de la arquitectura del periodo de los Reyes Católicos,
con una ostensible simbología del poder.

Las obras comenzaron en 1488,
aunque en 1487 se había iniciado ya la capilla funeraria.
El proceso constructivo fue desde dentro hacia fuera,
siendo la fachada principal lo último en ser levantado, en 1496.

En los trabajos se fueron incorporando
los mejores canteros e imagineros que entonces actuaban en Castilla,
convirtiendo el conjunto en compendio de la cantería de la época,
con Juan Guas y Juan de Talavera encargados de la capilla,
Simón de Colonia para la fachada y el retablo de San Pablo,
algunas partes del colegio y el sepulcro del fundador
(aunque después éste se cambió por otro encargado a Felipe Vigarny,
no se sabe por qué causa)
y Gil de Siloé contratado para el retablo de la capilla.


***


Toda la construcción se caracteriza por la gran profusión heráldica,
tanto del fundador como de los reyes.


Las armas de fray Alonso fueron labradas en todos los detalles.


El uso de la heráldica real con fines propagandísticos en este periodo
alcanzó un protagonismo hasta entonces desconocido,
presente no sólo en los edificios promocionados por los monarcas
sino también en los de sus más directos colaboradores,
que de esa manera manifestaban su participación y aceptación
en el proyecto político de Isabel y Fernando.


El Colegio se organizó en torno a dos patios:
El patio grande o principal
y el patio pequeño de acceso, llamado de los Estudios.


En el conjunto figuran abundantes emblemas de los Reyes Católicos
y de los reinos de Navarra y Granada,
incorporados a la Corona de Castilla durante la erección del edificio.


El patio grande se pone en relación con Juan Guas
por sus similitudes con el palacio del Infantado de Guadalajara.


Los escudos de los Reyes Católicos en el patio grande
aún no incorporan la granada,
lo que indica que se hizo antes de 1492.


En él se abrían las estancias que servían
de refectorio, salón de actos, biblioteca, sala capitular
y salas para «ejercicios literarios domésticos, a puerta cerrada».


En la galería alta se hallaban las celdas de los colegiales.


Hoy, en el piso alto, un friso de yugos y flechas y las gárgolas
es lo único que queda de su antiguo coronamiento.


En la parte interior del friso corría una inscripción, hoy desaparecida,
que expresaba el ánimo del fundador y profesión de la casa
a servicio y gloria de la fe católica, la orden de predicadores
y la memoria de los Reyes Católicos:
«el muy reverendo y magnífico Sr. D. Alonso de Burgos....
por haber sido como fué Fraile proffeso de dicha orden
é Maestro en Sta. Theologia é Predicador famossisimo...
fundó é fizo esta... casa de el Colegio....
é quiso é mandó que los.... Colegiales
estudiasen los sacros Cánones é Artes, é la Santísima Theologia....»


El acceso al piso superior se realiza a través de una escalera
decorada con la heráldica del fundador
y con un artesonado mudéjar
en cuyo friso figuran las iniciales de los Reyes Católicos.


El patio pequeño se estructuró a modo de atrio romano,
con pilares rematados con flores de lis y cruces,
los escudos del fundador y de los dominicos.


Este patio alojaba las aulas de Física y de Metafísica,
cuyas techumbres habían sido ricamente adornadas.


Las aulas han desaparecido;
sólo se conservan las puertas.


Desde el patio pequeño se accede
por la izquierda a la capilla de fray Alonso
y por la derecha al patio grande.


La fachada fue concebida como un telón o estandarte
de significación simbólica.
Se organiza con elementos vegetales
que evocan los arcos triunfales construidos con madera y enramada,
reforzando el carácter civil y urbano del edificio.


Los muros lisos contrastan con la trabajada portada.


En ella se concentra la glorificación de la monarquía.
La presencia del escudo y emblemas de los Reyes Católicos,
sostenidos por leones y por el águila de San Juan,
y custodiados por “reyes de armas”,
vincula la obra de fray Alonso con los monarcas castellanos;
podría ser una dedicación del edificio a la Monarquía,
a quien Alonso de Burgos nombró heredera y patrona del Colegio.


El cuerpo superior ha sido interpretado en ocasiones
como una representación alegórica de la conquista de Granada.
También se ha entendido como una alusión
a la sabiduría divina que se pretendía impartir en el colegio.
La parte central está ocupada por un pilón rebosante de agua,
que puede evocar la especulación intelectual.
De él arranca el tronco de un árbol,
en posible referencia al árbol del conocimiento.
Además, el árbol es un granado,
alusión a la conquista del reino Nazarí.
Sobre el granado hay un enorme escudo de los Reyes Católicos
con el águila de San Juan, sostenido por dos leones rampantes
y también aparecen sus símbolos: el yugo y las flechas.


En el tímpano, sobre el dintel decorado con una gran flor de lis,
en un relieve se representa la ofrenda del Colegio
por parte de Alonso de Burgos a san Gregorio Magno
en presencia de San Pablo y Santo Domingo,
patronos del vecino convento dominico.


Destacan los “hombres silvestres” de jambas y contrafuertes,
un total de dieciséis.


Son muy variadas las teorías sobre la significación de estas figuras,
presentes en muchos edificios del siglo XV.
Quizás son guardianes del edificio.


Sostienen garrotes y escudos,
contrastando con los caballeros de la parte superior
vestidos con armaduras y portando lanzas y escudos.
Los escudos de los “salvajes” de la parte baja,
flanqueando la portada,
están decorados con rostros demoníacos
y con alguna cruz.


Distribuidas por el enramado repartido por toda la portada
se distinguen escenas relacionadas con el estudio:
la búsqueda de la verdad,
el triunfo de la inteligencia sobre la fuerza,
la fortaleza para vencer la tentación...


El Padre Arriaga describía la fábrica del Colegio:
«hermosa de fac lucida, y de las mas bizarras de toda España,
celebrada y admirada de los estranjeros,
en sus principios fué el non plus ultra del Arte,
y lo mas galano que se conocía».


La fachada da a la calle de las Cadenas de San Gregorio,
llamada así porque hasta el siglo XIX hubo en ella
35 pilares, a manera de lonja o atrio,
que sostenían cadenas de hierro.

Una vez acabada la fachada,
se arregló la calle como las principales de la villa,
y, a costa del obispo, se derribaron las casas frente a la portada,
para darla mejor vista.
«Mandasen hazer linpiar la calle del colegio del señor obispo,
como se linpian e adrescan las otras calles publicas...
porque limpia el dicho señor obispo la queria mandar empedrar».


En 1524 el edificio fue ampliado
con la adición de un ala en la parte posterior, junto a la huerta,
el llamado Edificio de las Azoteas,
que sobresalía del resto porque contaba con cuatro plantas de altura.

En 1824 se produjo el derrumbamiento
de la cubierta y las plantas superiores de este edificio,
quedando sólo una fachada.


***


El papa autorizó a fray Alonso
para escoger a veinte colegiales religiosos de Santo Domingo
de los distintos conventos de Castilla
y dio permiso para que los colegiales pudieran
usar de lienzo en sus personas y camas
y comer carne los mismos días que los demás fieles,
considerando el trabajo grande del estudio.
Sin embargo, el fundador no contempló el uso de tales favores
y no quiso suavizar la disciplina de los colegiales.
Los estatutos del Colegio, otorgados por el fundador en 1499,
han sido considerados siempre como un modelo,
que se ha imitado en la fundación de muchos Colegios de España.


En 1496 el Colegio acogía los primeros estudiantes.


El fundador vivió ya en el Colegio
hasta su muerte, acaecida en 1499,
sin abandonar las casas que en la villa tenía la obispalía
en la calle de Pedro Barrueco (después del Obispo).


***


Fray Alonso en su testamento dejó el patronato de Colegio y capilla
a la Reina Isabel y sus sucesores
y al Regimiento y Justicia de la villa de Valladolid.

El 1500 Isabel la Católica aceptó el patronato real.


En 1502 se formalizó la incorporación del Colegio
a la Orden de Santo Domingo.

Ese mismo año Deza revocó el patronato a Regimiento y Justicia,
por cuanto el Colegio ya estaba bajo la protección de la Orden.

Probablemente los Regidores eran vistos como intromisiones
que molestaban a los dominicos.


***


De 1506 a 1509 se educó en el Colegio el infante don Fernando,
segundo hijo de Juana la Loca y Felipe el Hermoso
y futuro emperador de Alemania;
permaneció en el Colegio desde la muerte de su padre Felipe
hasta el regreso de Italia de su abuelo Fernando el Católico.


En 1518, las primeras Cortes que Carlos I congregó en España
tuvieron lugar en el Colegio de San Gregorio:
el día 2 de febrero los procuradores de las ciudades
se reunieron en una sala del Colegio,
presididos por el Gran Canciller Juan Sambaxe, flamenco.

En seguida el Doctor Zumel, procurador por Burgos,
manifestó el malestar de los castellanos
al verse presididos por un extranjero.

El día 5 se volvieron a reunir los diputados en el mismo lugar,
y entró en él el príncipe Carlos, seguido por la nobleza.
El obispo de Badajoz pidió a los diputados
que prestasen juramento de fidelidad;
pero el doctor Zumel,
pese a las amenazas que había recibido por la protesta anterior,
contestó, en nombre de la mayoría de los demás,
que estaban prontos a jurar fidelidad al príncipe
después de que éste jurase los privilegios de costumbre
y que no daría oficio ni beneficio a extranjeros.
El príncipe prestó juramento de respetar las leyes del Reino.
Zumel insistió en que don Carlos jurase no dar cargo a extranjeros.
El príncipe, disgustado, pronunció: “Esto juro”.
La ambigüedad no satisfizo a Zumel, que volvió a insistir.
Finalmente don Carlos hizo explícito el juramento.
A continuación los procuradores juraron fidelidad.

Días después esta asamblea fue clausurada
en la capilla mayor de la iglesia de San Pablo
(donde después han tenido lugar otras Cortes).


***


Centro de estudios teológicos para frailes dominicos
en un momento de profundas reformas políticas y espirituales,
desde su fundación el Colegio se convirtió
en institución con gran autoridad doctrinal y en foco de influencia
en donde se formaron personalidades
de notable prestigio religioso y político,
teólogos, místicos, inquisidores, hombres de letras, juristas…


En los siglos XVI y XVII del Colegio procedieron 35 obispos,
de entre ellos, los cardenales
fray Juan Álvarez de Toledo, de la casa de los duques de Alba,
y fray Domingo Pimentel, de la casa de los condes de Benavente.
Fueron también colegiales de San Gregorio
Luis de Granada, Bartolomé Carranza, Melchor Cano,
Francisco de Vitoria, Domingo de Soto...
Personajes que fundaron universidades y obispados en América,
asesoraron a los reyes en su gobierno
y definieron la posición española en el Concilio de Trento.

Fray Luis de Granada ocupó la celda más retirada e incómoda,
«que frisa con la espalda de la Capilla,
ya para gozar de mayor soledad y retiro,
ya para usar de penitencia más á lo disimulado,
ya para avecindarse al Santísimo Sacramento,
si no por Tribuna, que no la hay, por correspondencia de paredes».
Posteriormente, la celda de fray Luis no se ocupó,
en recuerdo de éste.

En 1551 fue admitido a vivir en el Colegio
fray Bartolomé de las Casas,
previa licencia del General de la Orden
y después de que fray Bartolomé jurase en pleno capítulo
que no se mezclaría en nada tocante al gobierno del Colegio.


Tuvo entonces lugar en el Colegio
la conocida como “Controversia de Valladolid”,
en la que, a petición de Carlos I,
se discutió sobre la situación de los pueblos indígenas de América,
defendiendo De las Casas los derechos de los indios
y Juan Ginés de Sepúlveda los derechos de los conquistadores.


Se llegó a considerar al Colegio
como segunda Universidad de Valladolid,
y en algunos momentos hubo conflictos entre ambas instituciones.
Así, se cuenta que en 1737, el 24 de abril,
«los ministros de la real Universidad
fueron al colegio de San Gregorio
y llevaron cuatro soldados con bayonetas caladas
y hallaron la puerta cerrada, y la descerrajaron,
y trajeron preso al rector de él á la cárcel de Escuelas en un coche,
por motivos de los frailes unos con otros:
estuvo preso algún tiempo y luego se compuso».


***


Pero, dice Juan Agapito y Revilla,
«llegó el siglo XIX, y todo lo tradicional cayó;
las ideas progresistas diputaban por caducas
las fundaciones antiguas, más si eran religiosas,
y cedió el secular Colegio á las iras políticas».


Ya en el siglo XVIII, los Borbones
vieron en la gran influencia ideológica que ejercían los Colegios
una amenaza para su poder
y empezaron a socavar dicha posición de preeminencia.


A principios de siglo XIX
el Colegio fue utilizado como cuartel por los franceses,
que destruyeron el sepulcro del obispo y el retablo de su capilla.


El 29 de enero de 1821 se ejecutó en Valladolid
el decreto de las Cortes de supresión de las órdenes regulares,
y, con otros conventos, quedó suprimido el Colegio de San Gregorio.


Con la restauración de 1823 fue ocupado de nuevo,
pero por un periodo muy breve.


Finalmente, con las desamortizaciones, el Colegio fue expropiado
y, en manos del Estado, fue
presidio, Gobierno Civil, Universidad, Instituto,
Delegación de Hacienda, almacén, cochera…
Todo ello introdujo en la obra numerosas transformaciones.


«El espléndido magnate, el generoso prelado, el elocuente orador,
el rico fundador de un Colegio de renombre,
el que grabó su escudo de armas de modo tan inusitado
que no dejó espacio en las paredes de la fábrica para colocar otro
que no fuera el de los Reyes,
el que tuvo magnífico y artístico sepulcro labrado
por uno de los más famosos artífices del Renacimiento,
vése hoy olvidado, en medio de recintos desiertos,
no escuchando los solemnes y severos cánticos
de los capellanes y frailes de la orden,
sino oyendo hablar de expedientes... a
Algo más grato le será el pío pío de las avecillas
que en lo alto de las bóvedas anidan».


***

En 1933 se convirtió en sede
del recién creado Museo Nacional de Escultura,
con origen en el Museo Provincial de Valladolid,
que desde 1842 había estado en el Colegio de Santa Cruz.


En 1990 se aborda la rehabilitación del conjunto.


Se han respetado los valiosos artesonados que contenía,
aunque la mayoría no eran originarios del edificio
sino trasladados de otros en intervenciones realizadas en el siglo XX,
y que hoy forman parte de las colecciones del museo.
Se han incorporado al espacio museístico otros edificios cercanos:
el Palacio de Villena,
la Casa del Sol
y la iglesia de San Benito el Viejo.


Las obras terminaron en 2011.

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