La Universidad de Valladolid fue fundada en el
siglo XIII,
durante el reinado de Alfonso X el Sabio.
A partir de mediados del siglo XV
Valladolid empieza a adquirir importancia social
y política,
se convierte en asiento frecuente de reyes, corte
y obispo,
y con ello su arquitectura empieza a
transformarse.
La cultura se extiende a través de su
Universidad,
el arte y las ciencias adquieren impulso al
amparo de las fundaciones
del cardenal Mendoza
y del obispo de Palencia, Alonso de Burgos:
los Colegios de Santa Cruz y de San Gregorio,
que, junto con el primer edificio propio que tuvo
la Universidad,
fueron las principales construcciones del
Valladolid del siglo XV.
(Los dos Colegios se conservan; la Universidad
fue derribada).
Desde tiempos remotos los reyes disponían de
aposentos
en el convento de San Pablo de Valladolid.
La reina Catalina, mujer de Enrique III,
vivió allí durante la minoría de edad de Juan II,
pero el espacio era insuficiente para ser
residencia del rey su hijo,
por lo que en 1411 doña Catalina ordenó su
ampliación
aprovechando casas y huertas contiguas,
pero no llegó a construir en el lugar un palacio.
Enrique IV devolvió a San Pablo aquellos terrenos
y parte de ellos fueron cedidos en 1487 por el
convento
a fray Alonso de Burgos, para la construcción del
Colegio.
***
Don Alonso había nacido en la serranía de la
Mortera,
entonces perteneciente al obispado de Burgos.
Ingresó en la orden dominica
y fue prior del convento de San Pablo de
Valladolid.
Fue nombrado obispo de Palencia en 1485,
tras haberlo sido de Córdoba y de Cuenca.
Como obispo de Palencia recibió el título de
conde de Pernía,
Pues, desde 1410, en virtud de la merced
que el rey Juan II hizo al obispo Sancho de Rojas
por los servicios que éste le prestó en el cerco
de Antequera,
ambos nombramientos estaban vinculados.
La presencia de Alonso de Burgos en el círculo de
Isabel
está documentada antes de 1479.
La Crónica
anónima de Enrique IV de Castilla dice con desprecio:
«Era asymesmo en su consejo fray Alonso de Burgos,
de la Orden de los Predicadores,
onbre menos çiente de quanto convenía para el
lugar donde estava».
Según Gonzalo Fernández de Oviedo (Batallas y Quinquagenas),
en las Coplas
del Provincial se incluía la siguiente:
«Cárdenas y el Cardenal, Chacón e Fray Mortero,
traen la corte al retortero».
Pero esta estrofa no aparece
en el manuscrito conservado de las Coplas.
Un epígrafe grabado en la capilla del Colegio
dice que fray Alonso fue
«fechura e crianca e capellán mayor e confesor»
de los Reyes.
Algo parecido declara el obispo en su testamento:
«Nos habemos seido e somos fechura e criatura
de la rreina, nuestra Señora».
Tras la muerte del prelado, la reina Isabel
escribe:
«...Por cuanto don Alonso de Burgos, obispo que
fue de Palencia,
mi capellán mayor, del mi consejo...»
Gonzalo de Arriaga refiere el origen
del blasón episcopal de Alonso de Burgos,
que se debe al aprecio que éste sentía por el
obispo de Burgos
Pablo de Santamaría, en cuyo escudo también
figuraba la flor de lis:
«Cuando los Reyes Católicos le hicieron obispo,
tomó por armas las propias del obispo don Pablo,
flor de lis blanca en campo verde,
añadiendo por orla las de la religión,
cuatro cruces dominicanas o de inquisición en
campo blanco».
***
En 1487 el papa concede a fray Alonso permiso
para erigir un colegio
en el que frailes de la orden de predicadores se
dedicaran al estudio.
“Colegio de pobres escolares religiosos”,
fundado para que la pobreza no impidiese a quien
lo deseara
los estudios de Teología
que condujeran a la formación de buenos
predicadores
y completaran la oferta didáctica de la
Universidad.
El obispo de Palencia, a cuya diócesis pertenecía
Valladolid,
eligió esta villa para radicar su fundación.
(Fray Alonso costeó de su peculio otras obras,
en Burgos, en la catedral de Palencia,
en la iglesia de San Pablo de Valladolid).
Según el historiador Pulgar,
todo lo que hizo Alonso de Burgos en Valladolid
se debió a que el cabildo de la catedral de
Palencia no le autorizó
para hacer en ella sepulcro levantado del suelo.
Pero Palencia, pese a ser capital de la diócesis,
era una ciudad en decadencia, cuya Universidad
había cerrado.
En cambio, la de Valladolid rivalizaba con la de
Salamanca.
Valladolid era entonces «lugar de los más
insignes de estos Reinos,
y conveniente ilustrar lo illustre con illustres
obras,
que, dando nuevo lustre á lo mas lustroso,
se illustran y campean y se ostentan
mas señaladas y lucidas en las Plazas de el
mundo,
que obradas en retirados puestos, iermos y
lugares despoblados».
Y también, según el Padre Arriaga, eligió el
obispo Valladolid
para fundar su Colegio:
«por el insigne Convento de San Pablo,
reedificado con sumptuosidad y grandeza por el
mismo señor Obispo,
en que vivía crecido número de religiosos,
y quiso adelantar la obra,
dándole doctrina y enseñanza en el Colegio,
como le había dado fábrica y hermosura material».
Como relata el Libro Becerro del Colegio,
«el año de 1487 el prior y religiosos del
combento de San Pablo,
agradecidos a las muchas onrras y favores que
havían recivido
del illustrísimo señor don fray Alonso de Burgos,
obispo de Palencia, y de Valladolid,
y la gran suma de dinero que su illustrísima
havía gastado
en hazer el claustro y sobreclaustro,
la librería, el refectorio, los dos salones, alto
y vajo,
y la maior parte de la portada de la yglesia
y la reja de la capilla maior,
en cuias obras están gravadas sus armas por donde
lo demuestran;
hicieron donación inter vibos a su illustrísima
de una capilla
que llamavan de el Cruzifixo
para que en ella edificase su señoría illustrísima
una capilla
para su enterramiento (que es la que oy tiene el
Collegio)
y para su erección y fundación le donó también
todo el sitio que ocupa dicho collegio».
***
Alonso de Burgos pidió a los dominicos de San
Pablo,
como condición para llevar adelante su fundación,
la cesión de un espacio para su propia capilla
funeraria,
que serviría igualmente como capilla del Colegio:
la capilla del Crucifijo, de la iglesia de San
Pablo,
situada entre ésta y los terrenos donde se iba a
erigir el Colegio.
Tal petición se vio satisfecha en 1487
e inmediatamente empezó su construcción.
***
Fray Alonso comenzó su fundación en 1488,
bajo la advocación del doctor de la Iglesia San
Gregorio.
Sólo dos años antes se había iniciado la
construcción en Valladolid
del Colegio de Santa Cruz, fundación del Cardenal
Mendoza.
Mientras que la obra de fray Alonso se enmarca en
el gótico tardío,
que incorpora lo mudéjar y lo flamenco (el
llamado gótico isabelino),
Mendoza, a través de otros miembros de su familia
y de su relación con Rodrigo Borja (el futuro
Alejandro VI),
había conocido “el modo romano”,
y quiso que se utilizase en su fundación:
«poco antes que se acabasse,
vino el Cardenal a Valladolid, y pareciéndole
que el sobreestante havía andado corto y
miserable en el edificio,
se lo riñó mucho.
Estuvo determinado de hechallo todo por el suelo,
y de hazelle de nuevo,
conforme a la idea que tenía formada en su ánimo
generoso,
con quien no se ajustava lo que hasta entonces
vio levantado.
Assi lo quiso executar si no se lo estorvaran los
Reyes,
alabándole mucho la obra,
y diziendo de ella muchos bienes y excelencias».
Así, el Cardenal Mendoza utilizó el nuevo
lenguaje italiano
y fray Alonso se mantuvo fiel a la tradición
gótica
que predominó en el reinado de Fernando e Isabel.
***
La obra de fray Alonso, adosada a la iglesia de
San Pablo,
resultó uno de los mejores ejemplos
de la arquitectura del periodo de los Reyes
Católicos,
con una ostensible simbología del poder.
Las obras comenzaron en 1488,
aunque en 1487 se había iniciado ya la capilla
funeraria.
El proceso constructivo fue desde dentro hacia
fuera,
siendo la fachada principal lo último en ser
levantado, en 1496.
En los trabajos se fueron incorporando
los mejores canteros e imagineros que entonces
actuaban en Castilla,
convirtiendo el conjunto en compendio de la
cantería de la época,
con Juan Guas y Juan de Talavera encargados de la
capilla,
Simón de Colonia para la fachada y el retablo de
San Pablo,
algunas partes del colegio y el sepulcro del
fundador
(aunque después éste se cambió por otro encargado
a Felipe Vigarny,
no se sabe por qué causa)
y Gil de Siloé contratado para el retablo de la
capilla.
***
Toda la construcción se caracteriza por la gran
profusión heráldica,
tanto del fundador como de los reyes.
Las armas de fray Alonso fueron labradas en todos
los detalles.
El uso de la heráldica real con fines
propagandísticos en este periodo
alcanzó un protagonismo hasta entonces
desconocido,
presente no sólo en los edificios promocionados
por los monarcas
sino también en los de sus más directos
colaboradores,
que de esa manera manifestaban su participación y
aceptación
en el proyecto político de Isabel y Fernando.
El Colegio se organizó en torno a dos patios:
El patio grande o principal
y el patio pequeño de acceso, llamado de los
Estudios.
En el conjunto figuran abundantes emblemas de los
Reyes Católicos
y de los reinos de Navarra y Granada,
incorporados a la Corona de Castilla durante la
erección del edificio.
El patio grande se pone en relación con Juan Guas
por sus similitudes con el palacio del Infantado
de Guadalajara.
Los escudos de los Reyes Católicos en el patio
grande
aún no incorporan la granada,
lo que indica que se hizo antes de 1492.
En él se abrían las estancias que servían
de refectorio, salón de actos, biblioteca, sala
capitular
y salas para «ejercicios literarios domésticos, a
puerta cerrada».
En la galería alta se hallaban las celdas de los
colegiales.
Hoy, en el piso alto, un friso de yugos y flechas
y las gárgolas
es lo único que queda de su antiguo coronamiento.
En la parte interior del friso corría una
inscripción, hoy desaparecida,
que expresaba el ánimo del fundador y profesión
de la casa
a servicio y gloria de la fe católica, la orden
de predicadores
y la memoria de los Reyes Católicos:
«el muy reverendo y magnífico Sr. D. Alonso de
Burgos....
por haber sido como fué Fraile proffeso de dicha
orden
é Maestro en Sta. Theologia é Predicador
famossisimo...
fundó é fizo esta... casa de el Colegio....
é quiso é mandó que los.... Colegiales
estudiasen los sacros Cánones é Artes, é la
Santísima Theologia....»
El acceso al piso superior se realiza a través de
una escalera
decorada con la heráldica del fundador
y con un artesonado mudéjar
en cuyo friso figuran las iniciales de los Reyes
Católicos.
El patio pequeño se estructuró a modo de atrio
romano,
con pilares rematados con flores de lis y cruces,
los escudos del fundador y de los dominicos.
Este patio alojaba las aulas de Física y de
Metafísica,
cuyas techumbres habían sido ricamente adornadas.
Las aulas han desaparecido;
sólo se conservan las
puertas.
Desde el patio pequeño se accede
por la izquierda a la capilla de fray Alonso
y por la derecha al patio grande.
La fachada fue concebida como un telón o
estandarte
de significación simbólica.
Se organiza con elementos vegetales
que evocan los arcos triunfales construidos con
madera y enramada,
reforzando el carácter civil y urbano del
edificio.
Los muros lisos contrastan con la trabajada
portada.
En ella se concentra la glorificación de la monarquía.
La presencia del escudo y emblemas de los Reyes
Católicos,
sostenidos por leones y por el águila de San
Juan,
y custodiados por “reyes de armas”,
vincula la obra de fray Alonso con los monarcas
castellanos;
podría ser una dedicación del edificio a la
Monarquía,
a quien Alonso de Burgos nombró heredera y
patrona del Colegio.
El cuerpo superior ha sido interpretado en
ocasiones
como una representación alegórica de la conquista
de Granada.
También se ha entendido como una alusión
a la sabiduría divina que se pretendía impartir
en el colegio.
La parte central está ocupada por un pilón
rebosante de agua,
que puede evocar la especulación intelectual.
De él arranca el tronco de un árbol,
en posible referencia al árbol del conocimiento.
Además, el árbol es un granado,
alusión a la conquista del reino Nazarí.
Sobre el granado hay un enorme escudo de los
Reyes Católicos
con el águila de San Juan, sostenido por dos
leones rampantes
y también aparecen sus símbolos: el yugo y las
flechas.
En el tímpano, sobre el dintel decorado con una
gran flor de lis,
en un relieve se representa la ofrenda del
Colegio
por parte de Alonso de Burgos a san Gregorio
Magno
en presencia de San Pablo y Santo Domingo,
patronos del vecino convento dominico.
Destacan los “hombres silvestres” de jambas y
contrafuertes,
un total de dieciséis.
Son muy variadas las teorías sobre la
significación de estas figuras,
presentes en muchos edificios del siglo XV.
Quizás son guardianes del edificio.
Sostienen garrotes y escudos,
contrastando con los caballeros de la parte
superior
vestidos con armaduras y portando lanzas y
escudos.
Los escudos de los “salvajes” de la parte baja,
flanqueando la portada,
están decorados con rostros demoníacos
y con alguna cruz.
Distribuidas por el enramado repartido por toda
la portada
se distinguen escenas relacionadas con el
estudio:
la búsqueda de la verdad,
el triunfo de la inteligencia sobre la fuerza,
la fortaleza para vencer la tentación...
El Padre Arriaga describía la fábrica del
Colegio:
«hermosa de fac lucida, y de las mas bizarras de
toda España,
celebrada y admirada de los estranjeros,
en sus principios fué el non plus ultra del Arte,
y lo mas galano que se conocía».
La fachada da a la calle de las Cadenas de San
Gregorio,
llamada así porque hasta el siglo XIX hubo en
ella
35 pilares, a manera de lonja o atrio,
que sostenían cadenas de hierro.
Una vez acabada la fachada,
se arregló la calle como las principales de la
villa,
y, a costa del obispo, se derribaron las casas frente
a la portada,
para darla mejor vista.
«Mandasen hazer linpiar la calle del colegio del
señor obispo,
como se linpian e adrescan las otras calles
publicas...
porque limpia el dicho señor obispo la queria
mandar empedrar».
En 1524 el edificio fue ampliado
con la adición de un ala en la parte posterior,
junto a la huerta,
el llamado Edificio de las Azoteas,
que sobresalía del resto porque contaba con
cuatro plantas de altura.
En 1824 se produjo el derrumbamiento
de la cubierta y las plantas superiores de este
edificio,
quedando sólo una fachada.
***
El papa autorizó a fray Alonso
para escoger a veinte colegiales religiosos de
Santo Domingo
de los distintos conventos de Castilla
y dio permiso para que los colegiales pudieran
usar de lienzo en sus personas y camas
y comer carne los mismos días que los demás
fieles,
considerando el trabajo grande del estudio.
Sin embargo, el fundador no contempló el uso de
tales favores
y no quiso suavizar la disciplina de los
colegiales.
Los estatutos del Colegio, otorgados por el
fundador en 1499,
han sido considerados siempre como un modelo,
que se ha imitado en la fundación de muchos
Colegios de España.
En 1496 el Colegio acogía los primeros
estudiantes.
El fundador vivió ya en el Colegio
hasta su muerte, acaecida en 1499,
sin abandonar las casas que en la villa tenía la
obispalía
en la calle de Pedro Barrueco (después del
Obispo).
***
Fray Alonso en su testamento dejó el patronato de
Colegio y capilla
a la Reina Isabel y sus sucesores
y al Regimiento y Justicia de la villa de
Valladolid.
El 1500 Isabel la Católica aceptó el patronato
real.
En 1502 se formalizó la incorporación del Colegio
a la Orden de Santo Domingo.
Ese mismo año Deza revocó el patronato a
Regimiento y Justicia,
por cuanto el Colegio ya estaba bajo la
protección de la Orden.
Probablemente los Regidores eran vistos como
intromisiones
que molestaban a los dominicos.
***
De 1506 a 1509 se educó en el Colegio el infante
don Fernando,
segundo hijo de Juana la Loca y Felipe el Hermoso
y futuro emperador de Alemania;
permaneció en el Colegio desde la muerte de su
padre Felipe
hasta el regreso de Italia de su abuelo Fernando
el Católico.
En 1518, las primeras Cortes que Carlos I
congregó en España
tuvieron lugar en el Colegio de San Gregorio:
el día 2 de febrero los procuradores de las
ciudades
se reunieron en una sala del Colegio,
presididos por el Gran Canciller Juan Sambaxe,
flamenco.
En seguida el Doctor Zumel, procurador por
Burgos,
manifestó el malestar de los castellanos
al verse presididos por un extranjero.
El día 5 se volvieron a reunir los diputados en
el mismo lugar,
y entró en él el príncipe Carlos, seguido por la
nobleza.
El obispo de Badajoz pidió a los diputados
que prestasen juramento de fidelidad;
pero el doctor Zumel,
pese a las amenazas que había recibido por la
protesta anterior,
contestó, en nombre de la mayoría de los demás,
que estaban prontos a jurar fidelidad al príncipe
después de que éste jurase los privilegios de
costumbre
y que no daría oficio ni beneficio a extranjeros.
El príncipe prestó juramento de respetar las
leyes del Reino.
Zumel insistió en que don Carlos jurase no dar
cargo a extranjeros.
El príncipe, disgustado, pronunció: “Esto juro”.
La ambigüedad no satisfizo a Zumel, que volvió a
insistir.
Finalmente don Carlos hizo explícito el
juramento.
A continuación los procuradores juraron
fidelidad.
Días después esta asamblea fue clausurada
en la capilla mayor de la iglesia de San Pablo
(donde después han tenido lugar otras Cortes).
***
Centro de estudios teológicos para frailes
dominicos
en un momento de profundas reformas políticas y
espirituales,
desde su fundación el Colegio se convirtió
en institución con gran autoridad doctrinal y en
foco de influencia
en donde se formaron personalidades
de notable prestigio religioso y político,
teólogos, místicos, inquisidores, hombres de
letras, juristas…
En los siglos XVI y XVII del Colegio procedieron
35 obispos,
de entre ellos, los cardenales
fray Juan Álvarez de Toledo, de la casa de los
duques de Alba,
y fray Domingo Pimentel, de la casa de los condes
de Benavente.
Fueron también colegiales de San Gregorio
Luis de Granada, Bartolomé Carranza, Melchor
Cano,
Francisco de Vitoria, Domingo de Soto...
Personajes que fundaron universidades y obispados
en América,
asesoraron a los reyes en su gobierno
y definieron la posición española en el Concilio
de Trento.
Fray Luis de Granada ocupó la celda más retirada
e incómoda,
«que frisa con la espalda de la Capilla,
ya para gozar de mayor soledad y retiro,
ya para usar de penitencia más á lo disimulado,
ya para avecindarse al Santísimo Sacramento,
si no por Tribuna, que no la hay, por
correspondencia de paredes».
Posteriormente, la celda de fray Luis no se
ocupó,
en recuerdo de éste.
En 1551 fue admitido a vivir en el Colegio
fray Bartolomé de las Casas,
previa licencia del General de la Orden
y después de que fray Bartolomé jurase en pleno
capítulo
que no se mezclaría en nada tocante al gobierno
del Colegio.
Tuvo entonces lugar en el Colegio
la conocida como “Controversia de Valladolid”,
en la que, a petición de Carlos I,
se discutió sobre la situación de los pueblos
indígenas de América,
defendiendo De las Casas los derechos de los
indios
y Juan Ginés de Sepúlveda los derechos de los
conquistadores.
Se llegó a considerar al Colegio
como segunda Universidad de Valladolid,
y en algunos momentos hubo conflictos entre ambas
instituciones.
Así, se cuenta que en 1737, el 24 de abril,
«los ministros de la real Universidad
fueron al colegio de San Gregorio
y llevaron cuatro soldados con bayonetas caladas
y hallaron la puerta cerrada, y la descerrajaron,
y trajeron preso al rector de él á la cárcel de
Escuelas en un coche,
por motivos de los frailes unos con otros:
estuvo preso algún tiempo y luego se compuso».
***
Pero, dice Juan Agapito y Revilla,
«llegó el siglo XIX, y todo lo tradicional cayó;
las ideas progresistas diputaban por caducas
las fundaciones antiguas, más si eran religiosas,
y cedió el secular Colegio á las iras políticas».
Ya en el siglo XVIII, los Borbones
vieron en la gran influencia ideológica que
ejercían los Colegios
una amenaza para su poder
y empezaron a socavar dicha posición de
preeminencia.
A principios de siglo XIX
el Colegio fue utilizado como cuartel por los
franceses,
que destruyeron el sepulcro del obispo y el retablo
de su capilla.
El 29 de enero de 1821 se ejecutó en Valladolid
el decreto de las Cortes de supresión de las
órdenes regulares,
y, con otros conventos, quedó suprimido el
Colegio de San Gregorio.
Con la restauración de 1823 fue ocupado de nuevo,
pero por un periodo muy breve.
Finalmente, con las desamortizaciones, el Colegio
fue expropiado
y, en manos del Estado, fue
presidio, Gobierno Civil, Universidad, Instituto,
Delegación de Hacienda, almacén, cochera…
Todo ello introdujo en la obra numerosas
transformaciones.
«El espléndido magnate, el generoso prelado, el
elocuente orador,
el rico fundador de un Colegio de renombre,
el que grabó su escudo de armas de modo tan
inusitado
que no dejó espacio en las paredes de la fábrica
para colocar otro
que no fuera el de los Reyes,
el que tuvo magnífico y artístico sepulcro
labrado
por uno de los más famosos artífices del
Renacimiento,
vése hoy olvidado, en medio de recintos
desiertos,
no escuchando los solemnes y severos cánticos
de los capellanes y frailes de la orden,
sino oyendo hablar de expedientes... a
Algo más grato le será el pío pío de las
avecillas
que en lo alto de las bóvedas anidan».
***
En 1933 se convirtió en sede
del recién creado Museo Nacional de Escultura,
con origen en el Museo Provincial de Valladolid,
que desde 1842 había estado en el Colegio de
Santa Cruz.
En 1990 se aborda la rehabilitación del conjunto.
Se han respetado los valiosos artesonados que
contenía,
aunque la mayoría no eran originarios del
edificio
sino trasladados de otros en intervenciones
realizadas en el siglo XX,
y que hoy forman parte de las colecciones del
museo.
Se han incorporado al espacio museístico otros
edificios cercanos:
el Palacio de Villena,
la Casa del Sol
y la iglesia de San Benito el Viejo.
Las obras terminaron en 2011.
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