Villarrubia está situada entre los Montes de
Toledo
y la inmensa planicie por la que fluyen los ríos
Cigüela y Guadiana
antes de unirse en las Tablas de Daimiel.
Tras la conquista de Toledo por Alfonso VI en
1085,
la frontera entre el Reino de Castilla y
Al-Andalus
quedó fijada en los Montes de Toledo.
Durante el siglo XII el valle del Guadiana
fue inestable espacio fronterizo,
escenario permanente de luchas entre musulmanes y
cristianos,
zona incierta con constantes variaciones,
en función de victorias y derrotas.
Las dificultades que planteaba su defensa
hicieron que los monarcas castellanos entregaran
estas tierras
a las órdenes militares,
que serán también las encargadas de su
repoblación
después de la victoria de Alfonso VIII sobre los
almohades
en las Navas de Tolosa,
que significó la reconquista definitiva de la
zona.
Las tierras de Villarrubia pertenecían al
castillo de Consuegra.
Tras la pacificación del territorio,
las órdenes militares de San Juan y Calatrava
pleitearon por la posesión de Villarrubia.
En 1232 se alcanzó una Concordia,
por la que Villarrubia quedó incluida en el Campo
de Calatrava,
en el límite con los dominios sanjuanistas en La
Mancha.
Poco después se creó la encomienda de Villarrubia
y se construyó el castillo en el que se instaló
el comendador.
***
En 1445, tras la primera Batalla de Olmedo,
Pedro Girón fue nombrado Maestre de la Orden de
Calatrava.
Pedro Girón había nacido en Belmonte en 1423.
Era sobrino del arzobispo de Toledo Alfonso
Carrillo
y hermano menor de Juan Pacheco.
Pedro y su hermano Juan se criaron como pajes
en la casa del condestable Álvaro de Luna
y crecieron junto al príncipe Enrique.
Éste heredó el trono de Castilla en 1454, como
Enrique IV.
Juan, hombre de confianza del joven Enrique,
se convirtió en el principal personaje de la
corte real.
Apoyado por su hermano, Pedro también medró
rápidamente,
pasando de paje a oficial de cuchillo de la mesa del rey,
camarero mayor y notario del reino.
Entre 1445 y 1448 Pacheco y Girón crearon una
extensa heredad
y una amplia red de influencias y control.
A la sombra del rey,
acrecentaron su propio poder y acumularon una
gran fortuna,
apoyados también por su tío don Alfonso.
Los tres impulsaron y participaron
en numerosas ligas nobiliarias encaminadas a controlar
al rey.
En 1461 la influencia de Beltrán de la Cueva en
la corte
desplazó a Juan Pacheco como privado de Enrique
IV,
desencadenando una importante reacción de parte
de la nobleza.
Para apaciguar a los nobles rebeldes
Enrique IV pactó con ellos
el enlace de don Pedro Girón con la infanta
Isabel de Castilla,
hermanastra del rey.
Para poder contraer matrimonio,
don Pedro renunció al cargo de Maestre de
Calatrava
en favor de su hijo bastardo, Rodrigo Téllez
Girón,
que entonces era un niño de 8 años.
Como Maestre de Calatrava
don Pedro debía permanecer célibe,
pero tuvo cuatro hijos con Inés de las Casas.
Isabel era una princesa de 15 años.
Girón tenía 43 años;
era señor de Belmonte, pero carecía de título
nobiliario.
Isabel rezó para que Dios no permitiese aquel
matrimonio.
Don Pedro salió de Almagro para contraer nupcias.
Le acompañaba una numerosa comitiva:
3.000 caballeros calatravos
y toda su familia: Girones, Pachecos,
Carrillos...
Se dirigían a Ocaña, donde se encontraba
Isabel.
El 28 de abril de 1466
se detuvieron para hacer noche en Villarrubia de
los Ojos.
***
Don Pedro se alojó en la sede de la encomienda.
Cenó y se retiró a dormir.
Esa noche enfermó.
Se sintió tan mal que hizo testamento.
El 2 de mayo Girón moría en la casa-castillo de
Villarrubia.
Los médicos no dieron con la causa de su
dolencia.
Se sospechó que había sido envenenado.
Desde aquel día, entre las gentes de la zona
se extendió la creencia de que el espíritu de don
Pedro
(o el Calatravo, como le llamaban)
en las noches de tormenta
gritaba maldiciendo a los que causaron su muerte.
Girón fue enterrado en el castillo-convento de
Calatrava,
en la capilla que había mandado hacer.
Como Maestre de Calatrava
había hecho perder a la Orden amplios
territorios,
en favor propio, de sus hijos o de su hermano
Juan,
fundando con lo obtenido una casa nobiliaria
que se situó entre las más ricas del reino hasta
el siglo XIX.
***
De las 15 fortalezas urbanas
que hubo en el Campo de Calatrava en la Edad
Media,
sólo quedan la de Bolaños y la de Manzanares.
En Villarrubia existió un castillo.
Nadie lo recuerda.
Ni los historiadores, ni los vecinos de la
localidad.
Durante varios siglos, en Villarrubia existió un
castillo,
sede de una encomienda de la Orden de Calatrava.
Se encontraba en el centro de la villa, frente a
la iglesia parroquial,
en el solar que hoy ocupa la glorieta del Pato.
De él sólo queda un trozo de muro
empotrado en un edificio moderno
y la denominación del enclave:
Callejón del Palacio.
A finales del siglo XIX aún estaba en pie la casa
palacio
en que se había transformado la vieja fortaleza.
Fue derribada para abrir la actual plaza del
Pato.
***
Desde lo alto de los montes circundantes
se contemplan las tierras del Guadiana.
Las tierras que atravesó Girón con sus caballeros
cuando se encaminaba al encuentro que no llegó a
producirse.
Tres mil caballeros de la Orden
no pudieron impedir que su jefe muriera.
¿Fue un envenenamiento o un hechizo?
Aquí murió el Maestre
que estuvo a punto de convertirse en rey de
Castilla,
el Maestre que pudo haber transformado Almagro en
corte real.
Esta tierra es tan misteriosa
que hasta los ríos aparecen y desaparecen.
El Guadiana es el río embrujado.
El río que no se sabe dónde nace.
El río que se desvanece
para resurgir en otro lugar con aguas renovadas.
El río que fue escudero que sufrió las artes del
mago Merlín,
y que sigue aguardando al caballero que rompa el
encantamiento.
El río que avanza tan lentamente
que le da tiempo de hacer y deshacer espejismos,
paisajes cambiantes, aguas que están y no están,
río que no es río sino espíritu de río.
Puede que sea cierto que por aquí vaga todavía
el espectro del ambicioso e intrigante Maestre.
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