Las Comendadoras de Santiago no reconocen a ninguna
fundadora.
Nacen como rama femenina
de la Orden de Caballería de Santiago,
fundada en 1170.
Las primeras disposiciones de la Orden de Santiago,
redactadas en 1171,
sometían a sus miembros a la Regla de San Agustín
y ya incluían en su estructura la existencia de
freilas,
casadas y célibes, que vivían con sus familias o en
comunidad.
Su labor consistía en ayudar a los caballeros
en la lucha contra los infieles,
en la restauración de España
y en la conquista de la Jerusalén celestial
mediante el rezo y el desprecio de las cosas del
mundo.
Esta presencia de mujeres en la estructura de la
institución
constituía una novedad en el ámbito de las Órdenes
Militares.
Los monasterios femeninos fueron integrados
por mujeres nobles y ricas,
que aportaban al centro su propio patrimonio,
por lo que estos conventos se mantenían de sus
propias rentas
y sus integrantes no necesitaban trabajar.
Fueron muchas también las donaciones.
Pronto, sin embargo, se vieron acosados
por los ayuntamientos, las aristocracias locales
y las jerarquías eclesiásticas,
que usurparon muchos de sus bienes.
Las posibilidades de defensa de las monjas
eran escasas.
Las santiaguistas que vivían en comunidad
se ocupaban, además del rezo, de dos funciones
principales:
- La acogida temporal en el monasterio
de las mujeres e hijas de los caballeros
mientras éstos estaban en el frente de batalla.
- La educación de las hijas de los caballeros de
Santiago.
Las freilas de Santiago eran instruidas
en la lectura, la escritura, la aritmética y la
música,
además de la liturgia;
las comendadoras sabían tocar instrumentos musicales
y tenían libros en sus celdas.
Eran profesoras de las hijas de los caballeros de
Santiago.
Estudiar y enseñar a las mujeres
era una obligación de las comendadoras de Santiago,
en latín hasta el siglo XVI, después en castellano.
Con el paso del tiempo,
para ser admitida en la Orden se exigió a las
candidatas
los mismos requisitos de nobleza y limpieza de
sangre
que a los caballeros.
La cruz-espada roja era el distintivo de la Orden,
símbolo de la milicia mística.
***
El primer monasterio femenino de la Orden
fue el de Santa Eufemia de Cozollos (Palencia),
constituido en 1186 por el rey Alfonso VIII.
Las primeras comendadoras de Santiago de este primer
monasterio
procedían de las familias de los caballeros de
Santiago,
deseosas de emular la fuerza y valentía de éstos.
***
A este monasterio le dio fama
la infanta doña Sancha Alfonso de León.
La Venerable doña Sancha Alfonso
fue hija ilegítima del rey de León, Alfonso IX,
y de la dama portuguesa Teresa Gil de Soverosa.
Doña Sancha fue, pues, hermana, por parte de padre,
de Fernando III el Santo.
En fecha desconocida,
donó a la Orden de Santiago los bienes que poseía
y profesó en el monasterio de Santa Eufemia,
mientras que un hermano suyo
ingresaba como caballero de Santiago.
Murió en 1270, y recibió sepultura en el monasterio.
***
En Santa Eufemia fueron enterrados no sólo sus
frailas
sino también muchos caballeros de la Orden.
Fueron los Reyes Católicos quienes,
como administradores de la Orden de Santiago,
trasladaron la comunidad de Santa Eufemia a Toledo
en 1502.
Las instalaron en lo que hasta entonces había sido
convento de las concepcionistas.
(Los franciscanos, en 1501,
se habían trasladado a San Juan de los Reyes
y habían dejado vacío su viejo convento
en el que se establecieron las concepcionistas).
***
Se dice que, al no poder llevar consigo el cuerpo de
doña Sancha,
algunas frailas regresaron a Santa Eufemia.
Pero este monasterio se extinguió
con la muerte de las que volvieron.
El cuerpo de doña Sancha permanecía incorrupto.
La monja había adquirido cierta veneración entre los
lugareños,
se le atribuían sucesos milagrosos.
En 1608 Felipe III decidió el traslado
del cuerpo de la infanta al convento de Toledo.
En Santa Eufemia se conserva el sarcófago de la
Venerable.
Del monasterio palentino hoy sólo queda la iglesia
románica,
en cuya fachada hay una inscripción que dice:
«Con licencia del rey nuestro Señor don Felipe III
y con su cédula real,
se trasladó de esta iglesia
a la del monasterio de Santa Fe el Real de Toledo
el cuerpo de la serenísima señora infanta doña
Sancha Alfonso,
hija del rey don Alonso de León,
y por orden de la señora doña Sancha de Guzmán,
comendadora mayor,
y con su poder y del convento,
llevó a su alteza Juan de Aguilar y Rebolledo,
vecino de Aguilar de Campoo, el 10 de Mayo de 1608».
El proceso de beatificación de Sancha se inició en
1616.
Y con él se inició la mixtificación:
A las monjas debió parecerles que la bastardía
no resultaba adecuada para una futura santa.
Había otra mujer en la vida de Alfonso IX de León
llamada, como la madre de la freila, Teresa.
Teresa de Portugal, hija del rey luso
(dama que sí será beatificada en 1705,
junto con su hermana, también de nombre Sancha),
fue la primera esposa del rey de León
y tuvo dos hijas: Sancha y Dulce.
Declarada la nulidad del matrimonio
por la consanguinidad de los cónyuges,
tanto Teresa como, más tarde, Sancha y Dulce
profesaron en el monasterio cisterciense de
Villabuena,
fundado por don Alfonso para Teresa.
Las similitudes eran tantas que el amaño fue
sencillo:
Teresa Gil era, como la otra Teresa, una dama de
Portugal
y ambas tuvieron con don Alfonso
una hija de nombre Sancha.
Bastó con borrar de los documentos el apellido Gil
y con adelantar unos años la fecha de nacimiento de
la monja
para que se produjera la identificación
de Sancha, la hija bastarda,
con Sancha, la hija primogénita
que, a la muerte de Alfonso, fue reina de León
durante 47 días,
hasta que tanto ella como su hermana Dulce
abdicaron y cedieron sus derechos dinásticos
a su hermano Fernando,
posibilitando así la definitiva unión de Castilla,
Galicia y León.
Sin embargo, en el siglo XVIII,
el jesuita padre Andrés Marcos Burriel
examinó la documentación de la Orden sobre la
candidata,
descubrió la manipulación del nombre de la madre
y puso de manifiesto la superchería.
Ello paralizó el proceso de beatificación,
quedándose doña Sancha en Venerable.
De la auténtica vida de doña Sancha poco se sabe,
salvo que llegó a Santa Eufemia ya mayor
y que al parecer había estado casada
(aunque sus compañeras la consideraron virgen,
identificándola una vez más con su hermanastra
Sancha).
Pese a todo ello, el padre claretiano Alberto
Barrios,
en su Historia de las Comendadoras de Santiago,
aún recoge esa versión “oficial” sobre la filiación
de doña Sancha,
evidentemente falsa.
***
En 1627 se implanta en la Orden la clausura total,
que ya se había ido adoptando desde tiempo atrás:
«Aunque por Regla de nuestra Orden fue estatuido al
principio
que las hijas y mujeres
de los Comendadores y Caballeros de la Orden
se pudiesen criar y estar por cierto tiempo
en los Conventos de freilas de ella,
esto era cuando sus padres y maridos
iban a la guerra contra los moros;
mas después, con la mudanza del tiempo,
se han ido cerrando las puertas a los seglares
y poniendo los Monasterios en clausura,
habiéndose considerado lo que la Orden se ha
extendido
y la muchedumbre de viudas e hijas de Caballeros
que si a esto se diese lugar podrían pretender
estar en dichos Monasterios
y los inconvenientes que causaría en los
Monasterios...»
«...Que en los Monasterios de nuestra Orden
no estén ni se reciban ni duerman mujeres seglares
y las que hasta aquí ha habido se salgan y las echen
fuera de ellos.
Otrosí prohibimos que ninguna mujer seglar
esté ni se críe en dichos Conventos de freilas de la
Orden,
sin embargo de cualquier licencia que para ello
tuvieren
y si alguna hubiese de presente en los dichos
Monasterios
se salgan y las echen luego fuera
y no las tornen a recibir a ellas ni a otras por
huéspedas
ni en otra cualquier manera
y que por ninguna ocasión que se ofrezca
pueda mujer seglar alguna
dormir de noche en los dichos Monasterios
aunque sea parienta propincua
de cualquier Religiosa de los dichos Conventos
y que la que fuere a visitar a su parienta».
«Item mandamos que ninguna religiosa de Nuestra
Orden
pueda salir fuera del Convento donde una vez fuere
recibida,
y estrechamente prohibimos
que contra esto no se pueda dar licencia alguna
si no fuere con urgentísima necesidad».
Se ordenaba no admitir seglares, ni varones,
ni viudas, ni hijas de caballeros,
una vez que en 1627 habían pasado las causas
por las cuales éstas se recibían en los claustros de
las Comendadoras.
***
A consecuencia de la Desamortización
los conventos masculinos de todas las Órdenes
Militares españolas
desaparecieron,
así como los femeninos de la Orden de Alcántara.
Las Órdenes de Santiago y Calatrava todavía tienen
monjas comendadoras
(la Orden de Montesa nunca las tuvo).
La de Calatrava conserva dos conventos,
en Burgos y en Moralzarzal (Madrid).
La de Santiago tiene tres,
en Granada, en Madrid y en Toledo.
Convento de Santa Fe (Callejón de Santa Fe) |
***
En 1868 sólo vivían en Santa Fe
la comendadora mayor y una lega.
En 1888, la comunidad de comendadoras de Granada
envió a tres monjas
para que el convento de Santa Fe no desapareciera.
En 1935 el convento fue adquirido por el Banco de
España
para construir allí su nueva sede.
El proyecto eliminaba la iglesia de Santiago
y todo el flanco que da al Paseo del Miradero.
No se llevó a la práctica debido al inicio de la
Guerra Civil.
Tras la guerra, el convento fue ocupado durante años
por un centro de enseñanza de las ursulinas.
(Ya en 1904 las comendadoras, debido a su escaso
número,
habían alquilado parte de su convento
a la congregación de las ursulinas).
Del período en que el edificio perteneció
a las Comendadoras de Santiago,
quedan los restos de un claustro gótico,
la decoración pictórica de la llamada Capilla de
Belén
y la Iglesia de Santiago.
Se conserva, en el callejón de Santa Fe,
uno de los accesos de la iglesia de Santiago,
y se han restaurado unos trampantojos.
La otra entrada a la iglesia de Santiago
estaba en la Cuesta de las Armas,
desde donde fue trasladada la actual portada del
callejón.
La figura de Santiago que hay hoy en la portada de
la cuesta
procede del derribo del Hospital de Santiago,
que se levantaba junto al Alcázar y que fue demolido
en 1884.
Convento de Santa Fe (Cuesta de las Armas) |
***
Para ubicar a las comendadoras, en 1935
el convento de Santo Domingo el Real les cedió
una parte de sus dependencias,
en el número 6 del Cobertizo de Santo Domingo el
Real.
Cuando las comendadoras se trasladaron
al edificio de las monjas de Santo Domingo,
se dio a su nuevo alojamiento
el nombre de monasterio de Santa Fe,
nombre que luego fue sustituido por el de Santiago.
El núcleo del nuevo convento fue el claustro de la
Mona.
El claustro ocupa el espacio de antiguas
construcciones palaciegas
alineadas con la muralla.
Un claustro con paredes de azulejo,
llamado “de la Mona”
por una figura simiesca en hierro
que coronaba uno de los pozos del patio,
figura hoy desaparecida.
Hay también quien dice que la denominación procede
de un cinamomo que hubo en el patio,
arbusto que desapareció y que hoy ha sido sustituido
por otro.
En 2004 el Consorcio de la Ciudad de Toledo
acometió una restauración del claustro
para frenar las importantes humedades.
Las comendadoras se habían preocupado de ir
recogiendo
cada fragmento de cerámica desprendida,
guardándolos en cajas de fruta de madera (unas 60)
almacenadas en un cuarto bajo una escalera.
Siempre que ha sido posible,
los pedazos han sido reintegrados a su origen.
En 2007 se lleva a cabo una segunda fase de la
rehabilitación.
Todo ello ha permitido recuperar ese espacio
arquitectónico
del siglo XVI.
***
Doña Sancha acompañó a sus compañeras
en este último traslado.
Hoy el cuerpo se conserva en una caja-relicario,
en el actual convento de las comendadoras,
entre las dos rejas que separan iglesia y coro.
El 19 de mayo de 2008 se cumplían cuatro siglos
de la llegada del cuerpo de la Venerable a Toledo,
y con tal ocasión se procedió a abrir su sepulcro.
Se reunieron en el coro del convento
forenses, sacerdotes y comendadoras
de Toledo, Madrid y Granada.
Se constató la incorrupción, se celebró misa
y se devolvió el cuerpo a su lugar.
***
En la actualidad, las comendadoras
describen así los últimos momentos de doña Sancha
y el proceso posterior:
«Reunió a sus hermanas
y las exhortó a proseguir en su estado de
consagradas
con estas palabras que constituyen su precioso
testamento
y su proyecto carismático:
“...Pues han sucedido tan grandes milagros,
obrados por el glorioso Apóstol,
peleando visiblemente con la espada en la mano
contra tan terribles enemigos a favor de nuestros
Religiosos,
deteniendo el sol para acabarlos de vencer,
sacando agua de las peñas
para alentar y refrigerar el cristiano ejército.
Por su ayuda e intercesión espero en Dios
que ha de ser su nombre ensalzado
y nuestra España aumentada
si la ingratitud de su pueblo no lo obliga
y vosotras no dejáis de proseguir
en servicio de su Divina Majestad...”
Doña Sancha Alfonso abrazóse a un Santo Crucifijo.
Así pasó a sus brazos.
Era el 25 de julio de 1270, fiesta del Apóstol
Santiago.
Quedó su rostro con tanta hermosura y resplandor
que más parecía haberse quedado
en uno de sus frecuentes éxtasis.
Se hizo su entierro con poca grandeza y con mucha
veneración
como verdadera Santa.
Quedó su cuerpo en la capilla del Monasterio
y en el sepulcro de mármol blanco
en que estaba bien señalada la cruz de Santiago
y las armas de las reinas de León, Portugal y
Francia
y el hábito de Santiago cuya Religión profesaba.
Su cuerpo incorrupto se trasladó 336 años después
al Monasterio de la Orden de Toledo
y se introdujo el proceso de su canonización en
1616,
que no se concluyó por falta de datos históricos
debido al tiempo pasado desde su muerte».
No hay comentarios:
Publicar un comentario