PORCUNA
De Porcuna salieron.
Tres mil hombres de armas a caballo,
ondeando en sus lanzas
la banderola rojiblanca.
Era un radiante día de mayo.
Caballeros y freires, acompañaban a don Pedro,
sobrino del arzobispo de Toledo,
don Alfonso Carrillo.
Transportaban el riquísimo ajuar,
los paños, las vajillas, las joyas y las tiendas
con que don Pedro concurría a Castilla,
los aparejos propios de justas y torneos
y de las fiestas que era costumbre hacer
en las bodas reales.
La novia era la Infanta Isabel,
hermanastra del rey de Castilla.
Don Pedro, para poder casarse,
había renunciado al Maestrazgo
de Calatrava
en favor de su hijo Rodrigo.
De este modo, don Pedro
seguiría controlando la Orden.
Había quien decía
que don Pedro tenía intención de asesinar al rey
y a toda su estirpe
para poder reinar.
Salieron
del importante priorato calatravo
en busca de una corona real.
Cuatro días más tarde
el cortejo se detuvo en Villarrubia de los Ojos.
Pedro Girón comió y bebió con excelente humor,
se retiró a dormir.
No volvió a levantarse.
Se sepultó a don Pedro
en la iglesia del Convento de Calatrava.
Quedaba como Maestre
un niño,
hijo ilegítimo de don Pedro.
Un niño de ocho años
se sentaba en la silla maestral,
su mano era besada por todos los presentes
y recibía el acatamiento del capítulo de la Orden,
tal como había dispuesto don Pedro.
Don Rodrigo Téllez Girón
era el nuevo Maestre de Calatrava.
Su tío don Juan Pacheco, marqués de Villena,
Maestre de Santiago,
sería su tutor.
Alcaides y comendadores calatravos
hicieron pleito homenaje y juramento de fidelidad
al niño-maestre y a su coadjutor.
A Porcuna llegó,
desde Almagro,
don Rodrigo con un gran ejército
de jinetes y peones.
Era un radiante día de mayo.
Allí se reunieron
con otros caballeros procedentes
de las villas andaluzas de la Orden.
Desde Porcuna,
el Maestre, al frente de sus tropas,
se dirigió a encontrarse con el rey don Fernando,
para poner sitio a la plaza de Loja.
Granada estaba cerca.
El nuevo rey impulsaba la ofensiva.
Frente a Loja se estableció el real.
El flanco más expuesto quedó asignado
a Rodrigo y los suyos:
su hermano el conde de Ureña,
su primo Diego López Pacheco,
marqués de Villena y jefe del linaje.
Un ataque de los granadinos
contra las posiciones castellanas
fue respondido por el Maestre y su hermano.
Al frente de trescientas lanzas
salieron en persecución del atacante.
Don Rodrigo era joven y orgulloso,
impetuoso y valiente,
duro y deseoso de victorias
que no llegaban.
En sus años al frente de la Orden
había sufrido ya varias derrotas.
Se trabó batalla,
en la que don Rodrigo, desprotegido,
fue alcanzado por dos saetas, y una de ellas,
entrando por la escotadura del brazo de la armadura,
le llegó al corazón y le causó la muerte.
Tenía veinticuatro años.
Los reyes lamentaron su pérdida.
En Porcuna recibió sepultura
el cuerpo del Maestre,
en la parroquia de la villa.
Años después fue exhumado y trasladado
al Convento de Calatrava,
donde el féretro quedó insepulto,
sobre unas sillas, en la capilla mayor de la iglesia,
abandonado.
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