lunes, 4 de julio de 2011

PORCUNA



De Porcuna salieron.

Tres mil hombres de armas a caballo,

ondeando en sus lanzas

la banderola rojiblanca.

Era un radiante día de mayo.

Caballeros y freires, acompañaban a don Pedro,

sobrino del arzobispo de Toledo,

don Alfonso Carrillo.

Transportaban el riquísimo ajuar,

los paños, las vajillas, las joyas y las tiendas

con que don Pedro concurría a Castilla,

los aparejos propios de justas y torneos

y de las fiestas que era costumbre hacer

en las bodas reales.

La novia era la Infanta Isabel,

hermanastra del rey de Castilla.

Don Pedro, para poder casarse,

había renunciado al Maestrazgo

de Calatrava

en favor de su hijo Rodrigo.

De este modo, don Pedro

seguiría controlando la Orden.

Había quien decía

que don Pedro tenía intención de asesinar al rey

y a toda su estirpe

para poder reinar.


Salieron

del importante priorato calatravo

en busca de una corona real.


Cuatro días más tarde

el cortejo se detuvo en Villarrubia de los Ojos.

Pedro Girón comió y bebió con excelente humor,

se retiró a dormir.

No volvió a levantarse.


Se sepultó a don Pedro

en la iglesia del Convento de Calatrava.


Quedaba como Maestre

un niño,

hijo ilegítimo de don Pedro.

Un niño de ocho años

se sentaba en la silla maestral,

su mano era besada por todos los presentes

y recibía el acatamiento del capítulo de la Orden,

tal como había dispuesto don Pedro.


Don Rodrigo Téllez Girón

era el nuevo Maestre de Calatrava.

Su tío don Juan Pacheco, marqués de Villena,

Maestre de Santiago,

sería su tutor.

Alcaides y comendadores calatravos

hicieron pleito homenaje y juramento de fidelidad

al niño-maestre y a su coadjutor.



A Porcuna llegó,

desde Almagro,

don Rodrigo con un gran ejército

de jinetes y peones.

Era un radiante día de mayo.

Allí se reunieron

con otros caballeros procedentes

de las villas andaluzas de la Orden.


Desde Porcuna,

el Maestre, al frente de sus tropas,

se dirigió a encontrarse con el rey don Fernando,

para poner sitio a la plaza de Loja.

Granada estaba cerca.

El nuevo rey impulsaba la ofensiva.


Frente a Loja se estableció el real.

El flanco más expuesto quedó asignado

a Rodrigo y los suyos:

su hermano el conde de Ureña,

su primo Diego López Pacheco,

marqués de Villena y jefe del linaje.


Un ataque de los granadinos

contra las posiciones castellanas

fue respondido por el Maestre y su hermano.

Al frente de trescientas lanzas

salieron en persecución del atacante.

Don Rodrigo era joven y orgulloso,

impetuoso y valiente,

duro y deseoso de victorias

que no llegaban.

En sus años al frente de la Orden

había sufrido ya varias derrotas.

Se trabó batalla,

en la que don Rodrigo, desprotegido,

fue alcanzado por dos saetas, y una de ellas,

entrando por la escotadura del brazo de la armadura,

le llegó al corazón y le causó la muerte.

Tenía veinticuatro años.

Los reyes lamentaron su pérdida.


En Porcuna recibió sepultura

el cuerpo del Maestre,

en la parroquia de la villa.


Años después fue exhumado y trasladado

al Convento de Calatrava,

donde el féretro quedó insepulto,

sobre unas sillas, en la capilla mayor de la iglesia,

abandonado.

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