Villamanrique se encuentra a 7 kilómetros de
Torre de Juan Abad,
en la falda de Sierra Morena.
Sólo a unos 3 kilómetros, en la carretera que va
a La Torre,
se hallan las ruinas de Eznavejor.
En el siglo XIII el nombre de la población
era “Bellomonte de la Sierra”.
El pueblo, como toda la comarca, era de la Orden
de Santiago.
En 1474, don Rodrigo Manrique,
Maestre de Santiago y Señor de Bellomonte,
independizaba la población respecto de Torre de
Juan Abad
y la convertía en villa.
En el mismo documento, don Rodrigo
otorgaba escudo a la nueva villa:
«E que fagades un sello con que selledes vuestras
cartas
e vos damos por figura que se ponga en el dicho
sello
una cruz de santiago
y en rededor de ella nuestras armas
y al pie del sello una figura de sierra».
Los elementos que componen el sello son los
siguientes:
Escudo a la española (redondeado en su parte
inferior);
cruz de la Orden de Santiago, de color rojo y
perfilada de plata;
a ambos lados de la cruz dos calderas ajedrezadas
de oro y sable
y saliendo de las mismas tres sierpes en verde;
en el extremo inferior, también en verde,
la figura de una sierra;
bordura general de doce compones,
alternándose seis de Castilla y seis de León,
los de Castilla en campo de gules,
el castillo de oro, la puerta y las ventanas de
azul
y las piedras de las paredes señaladas;
y los de León en campo de plata
y el león rampante de púrpura;
rematando todo el conjunto la corona condal,
de cuya dignidad era titular don Rodrigo
Manrique,
Conde de Paredes de Nava.
Por lo tanto, el escudo de Villamanrique
es el mismo que el del linaje Manrique,
al que se ha añadido la cruz de Santiago y la
sierra.
En gratitud, sus habitantes cambiaron el nombre a
la población,
llamándola Villamanrique.
En todo el Campo de Montiel
la relevancia de los Manrique fue considerable.
Desde la localidad albaceteña de Villapalacios,
los Manrique continuaron controlando la zona
durante muchos años.
***
En la calle Cervantes se encuentra la casa de los
Manrique,
conocida como Casa de la Encominda o Casa Grande.
Es un edificio con bello patio columnado
y galerías de balaustres de madera.
El escudo que ostenta la fachada en el dintel de
la puerta
es de la familia Montoya
y su factura es posterior a la época de los
Manrique.
Pese a estar declarada Bien de Interés Cultural,
la casona presenta un avanzado estado de abandono
y deterioro.
Me gustaría poder comprarla...
Aquí vivieron don Rodrigo y su hijo Jorge.
La vida política y militar de Rodrigo
transcurrió en tierras de Albacete y Ciudad Real.
En Albacete, Rodrigo Manrique tenía
el llamado “Señorío de las Cinco Villas”,
en torno a la localidad de Villapalacios.
Este señorío se originó en 1436,
cuando Juan II entregó a Rodrigo el dominio de El
Pozo,
anterior nombre de la actual Villapalacios.
En esta villa residía Rodrigo Manrique
cuando visitaba las tierras de su señorío.
Vivieron también los Manrique en Jaén,
en Segura de la Sierra,
cabeza de la encomienda que administró don
Rodrigo.
***
Rodrigo Manrique fue el segundo hijo
del matrimonio de Pedro Manrique de Lara
con Leonor de Castilla, nieta bastarda de Enrique
II.
Nació en 1406.
Rodrigo casó con su prima Mencía de Figueroa
y de este matrimonio nació en 1440 el futuro
poeta, Jorge Manrique,
cuarto hijo, que quedó huérfano de madre a los 4
años.
Don Rodrigo era entonces
Comendador de Santiago en Segura de la Sierra,
donde pasó su infancia el escritor, rodeado de
soldados.
Mencía de Figueroa Lasso de Vega había nacido en
Beas de Segura;
era hija de Elvira Lasso de la Vega y Mendoza
y prima hermana del Marqués de Santillana.
Fueron también poetas, como Jorge,
sus tíos, Íñigo López de Mendoza y Gómez
Manrique,
y su hermano mayor, Pedro Manrique;
también don Rodrigo era aficionado a la poesía.
La segunda esposa de Rodrigo fue Beatriz de
Guzmán.
En 1469 Rodrigo casó por tercera vez, con Elvira
de Castañeda.
En 1470, Jorge casará con la hermana de su
madrastra, Guiomar.
Rodrigo Manrique estuvo, como su padre,
implicado en las luchas nobiliarias del reinado
de Juan II.
Una de las causas de la enemistad entre Rodrigo y
Álvaro de Luna
fue el maestrazgo de la Orden de Santiago,
al que, a la muerte del Maestre Enrique de
Aragón,
aspiraba Rodrigo, y que le fue dado por el rey a
su valido en 1445.
Don Rodrigo obtuvo finalmente el maestrazgo
30 años después, en 1474.
Será el penúltimo Maestre de la Orden.
Rodrigo murió en Ocaña en 1476,
víctima de un cáncer que le desfiguró el rostro.
Fue enterrado en el monasterio de Uclés, cabeza
de la Orden.
Su hijo escribió en recuerdo suyo las Coplas
que preservarán para siempre la memoria del
Maestre:
Aquél de buenos
abrigo,
amado por virtuoso
de la gente,
el maestre don Rodrigo
Manrique, tanto famoso
y tan valiente;
sus hechos grandes y
claros
no cumple que los
alabe,
pues los vieron,
ni los quiero hacer
caros
pues que el mundo todo
sabe
cuáles fueron.
Amigo de sus amigos,
¡qué señor para
criados
y parientes!
¡Qué enemigo de
enemigos!
¡Qué maestro de
esforzados
y valientes!
¡Qué seso para
discretos!
¡Qué gracia para
donosos!
¡Qué razón!
¡Cuán benigno a los
sujetos!
¡A los bravos y
dañosos,
qué león!
En ventura Octaviano;
Julio César en vencer
y batallar;
en la virtud,
Africano;
Aníbal en el saber
y trabajar;
en la bondad, un
Trajano;
Tito en liberalidad
con alegría;
en su brazo,
Aureliano;
Marco Tulio en la
verdad
que prometía.
Antonio Pío en
clemencia;
Marco Aurelio en
igualdad
del semblante;
Adriano en elocuencia;
Teodosio en humanidad
y buen talante;
Aurelio Alejandro fue
en disciplina y rigor
de la guerra;
un Constantino en la
fe,
Camilo en el gran amor
de su tierra.
No dejó grandes
tesoros,
ni alcanzó muchas
riquezas
ni vajillas;
mas hizo guerra a los
moros,
ganando sus fortalezas
y sus villas;
y en las lides que
venció,
muchos moros y
caballos
se perdieron;
y en este oficio ganó
las rentas y los
vasallos
que le dieron.
Pues por su honra y
estado,
en otros tiempos
pasados,
¿cómo se hubo?
Quedando desamparado,
con hermanos y criados
se sostuvo.
Después que hechos
famosos
hizo en esta misma
guerra
que hacía,
hizo tratos tan
honrosos
que le dieron aún más
tierra
que tenía.
Estas sus viejas
historias
que con su brazo pintó
en juventud,
con otras nuevas
victorias
ahora las renovó
en senectud.
Por su grande habilidad,
por méritos y ancianía
bien gastada,
alcanzó la dignidad
de la gran Caballería
de la Espada.
Y sus villas y sus
tierras
ocupadas de tiranos
las halló;
mas por cercos y por
guerras
y por fuerza de sus
manos
las cobró.
Pues nuestro rey
natural,
si de las obras que
obró
fue servido,
dígalo el de Portugal
y en Castilla quien
siguió
su partido.
Después de puesta la
vida
tantas veces por su
ley
al tablero;
después de tan bien
servida
la corona de su rey
verdadero:
después de tanta
hazaña
a que no puede bastar
cuenta cierta,
en la su villa de
Ocaña
vino la muerte a
llamar
a su puerta,
diciendo: «Buen
caballero,
dejad el mundo
engañoso
y su halago;
vuestro corazón de
acero,
muestre su esfuerzo
famoso
en este trago;
y pues de vida y salud
hicisteis tan poca
cuenta
por la fama,
esfuércese la virtud
para sufrir esta
afrenta
que os llama.
No se os haga tan
amarga
la batalla temerosa
que esperáis,
pues otra vida más
larga
de la fama glorïosa
acá dejáis;
aunque esta vida de
honor
tampoco no es eternal
ni verdadera;
mas, con todo, es muy
mejor
que la otra temporal
perecedera.
El vivir que es
perdurable
no se gana con estados
mundanales,
ni con vida deleitable
en que moran los
pecados
infernales;
mas los buenos
religiosos
gánanlo con oraciones
y con lloros;
los caballeros
famosos,
con trabajos y
aflicciones
contra moros.
Y pues vos, claro
varón,
tanta sangre
derramasteis
de paganos,
esperad el galardón
que en este mundo
ganasteis
por las manos;
y con esta confianza
y con la fe tan entera
que tenéis,
partid con buena
esperanza,
que esta otra vida
tercera
ganaréis.»
[Responde el Maestre:]
«No tengamos tiempo ya
en esta vida mezquina
por tal modo,
que mi voluntad está
conforme con la divina
para todo;
y consiento en mi
morir
con voluntad
placentera,
clara y pura,
que querer hombre
vivir
cuando Dios quiere que
muera
es locura.
[Del Maestre a Jesús:]
Tú, que por nuestra
maldad,
tomaste forma servil
y bajo nombre;
tú, que a tu divinidad
juntaste cosa tan vil
como es el hombre;
tú, que tan grandes
tormentos
sufriste sin
resistencia
en tu persona,
no por mis
merecimientos,
mas por tu sola
clemencia
me perdona.»
FIN:
Así, con tal entender,
todos sentidos humanos
conservados,
cercado de su mujer
y de sus hijos y
hermanos
y criados,
dio el alma a quien se
la dio
(en cual la dio en el
cielo
en su gloria),
que aunque la vida
perdió
dejónos harto consuelo
su memoria.
Don Jorge murió sólo 3 años después, en 1479,
en el asalto al Castillo de Garcimuñoz,
defendido por el Marqués de Villena,
y fue enterrado junto a su padre.
En Villamanrique se celebran, cada mayo,
unas Jornadas Manriqueñas,
parejas a las que se organizan en el pueblo
conquense
donde Jorge Manrique acabó sus días.
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