Aunque vinculado históricamente con La Puebla de
Montalbán,
el castillo pertenece hoy al término de San Martín
de Montalbán.
En el kilómetro 13 de la carretera que va de La
Puebla a San Martín
parte a mano derecha una pista de tierra de unos 2
kilómetros.
El castillo no resulta visible, pero la senda
conduce hasta él.
Se encuentra enclavado en una finca privada.
Al ser propiedad particular,
sólo puede visitarse en determinados momentos:
los sábados por la mañana de junio a enero.
En total, unos 30 días al año.
Ello quizás aumenta la sensación de estar accediendo
a un recinto misterioso.
El castillo se encuentra enclavado en una gran
dehesa,
en un paraje solitario y agreste,
entre piedras de granito rojizo,
encinas, jaras, tomillos y carrascos.
A cierta distancia, al noroeste,
destaca la mancha blanca de “La Calera”,
una cantera de caliza
de donde se extrajo parte de la piedra para su
construcción.
El castillo se encuentra enclavado al borde
de un profundo y escarpado precipicio.
Por su lado oeste, el arroyo Torcón, afluente del
Tajo,
discurre por un rocoso cañón.
Lo enmarcan también los barrancos de dos
torrenteras.
Al norte se divisan la Sierra de San Vicente y más
allá Gredos,
y al sur los Montes de Toledo.
La única parte llana, la del sureste,
está bien defendida arquitectónicamente.
El castillo se encuentra enclavado en las
estribaciones
de los Montes de Toledo,
en una meseta sobre el valle del Tajo.
Su nombre parece derivar de “albus”,
en relación con el color de la caliza de la cantera
próxima.
Montalbán: Monte Albo.
Impresiona encontrar una fortificación tan grande,
con sus defensas bien conservadas,
en medio de la nada.
Tal como fue abandonada hace siglos.
Arruinándose lentamente.
A unos 200 metros del castillo hay una casita
donde se supone que viven los guardas del castillo.
Pero tal vez ya no viven allí,
porque la casa no parece estar muy acondicionada.
***
A lo largo de la ribera del Tajo hubo villas romanas
próximas a la vía romana paralela al río que cruzaba
estos lugares.
Quizás en la zona de Montalbán hubo alguna de ellas.
Después, el castillo debió formar parte de la línea
defensiva del Tajo
dispuesta por los musulmanes,
una frontera que se organizó en “Marcas”.
Montalbán pertenecería al sector occidental de la
Marca media,
cuya cabeza era Talavera.
Una leyenda, basada en relatos trovadorescos
medievales
relacionados con la juventud de Carlomagno,
cuenta los amores entre Mainete
(nombre que, según algunos romances,
recibía Carlomagno de joven)
y la princesa mora Galiana, hija de Galofre de
Toledo.
La más antigua noticia segura sobre el castillo de
Montalbán
es la donación de éste a la Orden del Temple
por Alfonso
VII, conquistador de la zona.
Montalbán se convertirá en cabeza
de una de las veinticuatro encomiendas
que los templarios poseyeron en la Corona de
Castilla.
Debió albergar una guarnición considerable
y tal vez fue lugar de concentración de las tropas
que participaran en las ofensivas reconquistadoras.
De aquí partieron los caballeros templarios
hacia la batalla de las Navas de Tolosa.
El castillo quizás fue también
lugar de reunión y ceremonias.
Tal vez aquí se llevó a cabo
el ordenamiento de los sacerdotes de la propia Orden.
Tal vez fue un centro iniciático.
Tal vez aquí se llevó a cabo
el ordenamiento de los sacerdotes de la propia Orden.
Tal vez fue un centro iniciático.
En sus proximidades, en el valle del Tajo,
son lugares de casi segura presencia templaria
San Martín de Montalbán, La Puebla, Yuncos,
Villalba, Carpio,
Hontanar, Navahermosa, Castillo de Bayuela, Novés,
Carranque, Cedillo del Condado...
La fortaleza fue propiedad del Temple
hasta la extinción de la Orden en Castilla en 1308.
Cerca del castillo, hacia 1207 Alfonso VIII fundó una puebla
como parte de su política de repoblación del sur del
Tajo.
Dos años después entregó la villa
a don Alfonso Téllez de Meneses,
facultándolo para impulsar el poblamiento
y la fortificación de los Montes de Toledo,
cosa que hizo el magnate
levantando los castillos de Dos Hermanas y
Malamoneda,
como parte del sistema defensivo de Montalbán.
Años después se constituyó el estado señorial de
Montalbán,
que comprendía los lugares
de La Puebla, San Martín, Carpio, Mesegar, Gálvez y
Jumela.
El castillo fue el bastión defensivo de sus
titulares,
aunque la residencia de los señores se estableció en
La Puebla.
Alfonso XI donó el señorío a don
Alfonso Fernández Coronel,
que reformó y amplió el castillo.
Pero, a la muerte del rey,
Coronel se enemistó con el nuevo monarca, Pedro I,
y tuvo que devolver a éste las tierras.
Pedro I entregó la fortaleza a
su hija Beatriz,
habida con su amante María de Padilla.
Allí dejó el rey a María
cuando tuvo que marchar a Valladolid
para casarse con Blanca de Borbón.
Pero, sólo dos días después de la boda,
regresó en busca de su amante.
Durante el reinado de Juan I,
Montalbán fue prisión de don Alfonso Enríquez, hijo
de Enrique II,
durante uno de los enfrentamientos de don Alfonso
con su hermanastro el rey.
En 1420 Juan
II fue hecho prisionero en Talavera
por su primo y cuñado el infante don Enrique de
Aragón.
El rey escapó y se refugió en Montalbán con sus
fieles,
entre ellos don Álvaro de Luna.
El infante los persiguió y puso cerco a la
fortaleza.
El asedio fue tan riguroso
que los sitiados tuvieron que matar los caballos
para comer.
Sin embargo, al cabo de veintitrés días
don Enrique levantó el cerco y regresó a Talavera.
En 1430 Juan II entregó el castillo a don Álvaro de
Luna
como recompensa por la ayuda prestada.
Montalbán quedó así incorporado al vasto estado
que el Condestable centralizó en Escalona.
En 1453, tras ser ajusticiado el valido,
sus bienes pasaron a su viuda doña Juana de
Pimentel,
pero Enrique
IV ordenó que se le arrebatara la herencia.
Doña Juana se hizo fuerte en el castillo de
Montalbán,
que sufrió un nuevo asedio, esta vez por las tropas
reales.
Finalmente el monarca dispuso el levantamiento del
cerco
pero doña Juana fue despojada de la posesión de la
fortaleza.
Don Enrique entregó el castillo a su consejero Juan
Pacheco,
principal instigador de los acontecimientos
anteriores.
Montalbán continuó en manos de los sucesores de
Pacheco.
Hoy pertenece a los Duques de Osuna y Condes de
Montalbán.
Fue uno de los castillos más fuertes de España
y nunca fue conquistado en batalla.
Sin embargo, lo apartado de su ubicación
y la importancia que adquirió Escalona
contribuyeron a su decadencia.
Hoy la gran extensión vacía de la albacara
está cubierta por un mar de hierba.
En el suelo hay grandes agujeros de entrada a los
aljibes.
Dicen que existen subterráneos que comunican el
castillo
y la cercana iglesia de Santa María de Melque.
En el techo de la estancia abovedada
se están abriendo orificios.
Si nadie hace nada,
el deterioro se intensificará en unos pocos años.
***
Se cuenta que actualmente
grupos de personas, pertenecientes a asociaciones
neotemplarias o rosacruces,
se reúnen algunas madrugadas en el castillo
para tratar de contactar con los espíritus.
También algún grupo se acerca
a reproducir escenas del pasado.
Hay colgada en internet una fotografía
de la actual propietaria del fuerte
flanqueada por dos “guerreros” de la cercana Puebla
que un día de septiembre de 2009
habían ido a soñar al castillo
y se encontraron con la dueña, doña Ángela.
Al parecer, ésta, divertida,
aceptó fotografiarse con ellos
e incluso los “armó caballeros”,
demostrando no ser indigna sucesora de sus
antepasados.
Cabría, sin embargo, pedir
a tan amable y resuelta señora
que cuidase un poco más de su castillo
para que no se desmorone.
Cabría, sin embargo, pedir
a tan amable y resuelta señora
que cuidase un poco más de su castillo
para que no se desmorone.
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