¿Quién conoce hoy a este personaje
enterrado en la catedral de Toledo,
a este hombre al que le ofrecieron el papado
y lo rechazó?
Nació en Cuenca hacia 1310.
Su padre fue Garci Álvarez, Señor de Albornoz,
descendiente lejano del rey Alfonso V de León
y tutor del futuro rey Alfonso XI.
Su madre fue Teresa de Luna,
perteneciente a la poderosa casa de Luna, en
Aragón,
hija de Gómez de Luna (nieto del infante don
Jaime),
hermana de Jimeno de Luna, obispo de Zaragoza
y, luego, arzobispo de Toledo;
de Pedro de Luna, ricohombre de Aragón;
y de Juan de Luna, padre del Papa Luna, Benedicto
XIII.
Gil fue el tercero de sus cuatro hijos varones.
Sus hermanos mayores,
Álvar García de Albornoz “el Viejo”
y Fernán Gómez de Albornoz,
fueron caballeros importantes en la corte de
Alfonso XI;
ayudaron al rey en sus disputas con Don Juan
Manuel
y participaron en las campañas
contra el Reino de Granada (Alcalá la Real y
Algeciras)
y contra los benimerines (batalla del Salado).
Una hija de Álvar, Urraca, casará con Gómez
Carrillo,
creando así el linaje de los Carrillo de
Albornoz.
El hermano menor de Gil, Fernando de Albornoz,
fue arzobispo de Sevilla.
La influencia de su familia facilitó la carrera
de don Gil.
Formó parte del Consejo de Alfonso XI,
con el que colaboró estrechamente.
Fue archidiácono o arcediano de la Orden de
Calatrava
y Alfonso XI le concedió varios beneficios
eclesiásticos en Cuenca.
Fue también arcipreste de Hita,
puesto que también ocuparon algunos de sus
parientes.
En 1338 sucedió a su tío como arzobispo de
Toledo,
gracias al favor del rey.
Con los cuantiosos bienes del arzobispado
toledano
financió las guerras de Alfonso contra los
musulmanes,
en las que se logró la conquista de Algeciras y
Tarifa.
Participó, junto a sus hermanos mayores,
en algunas campañas militares:
En 1340 figura en la Corte de Burgos
como Canciller y Legado Pontificio de la Cruzada
europea en Algeciras
contra la invasión de los benimerines del Reino
de Fez,
frente a los que luchó con éxito, junto a sus
hermanos,
en la batalla del Río Salado.
En 1341 intervino en la conquista de Alcalá la
Real
y en 1344 en la toma de Algeciras;
para mantener el largo cerco de Algeciras,
don Gil consiguió préstamos del rey de Francia.
En la década de los 40 don Gil dominó la Corte
y no tuvo rival en la política del momento.
Cuando en 1350 accedió al trono Pedro I,
el arzobispo, enemistado con el nuevo rey
porque había censurado a éste
su relación extramatrimonial con María de Padilla
(aunque al mismo tiempo era valedor de Leonor de
Guzmán,
que durante años había sido amante de Alfonso
XI),
abandonó Castilla (ya no regresará)
y marchó a la corte papal de Aviñón,
sede francesa del papado desde 1308.
Su hermano primogénito Álvar García
tiempo atrás había sido enviado por Alfonso XI
como embajador a Francia
para recoger a la prometida de don Pedro,
Blanca de Borbón
(hermana de la luego reina consorte de Francia
Juana de Borbón,
hijas ambas del duque Pedro I de Borbón);
Álvar, cuando don Pedro sucedió a su padre Alfonso
XI,
pasará un tiempo exiliado en Aragón,
pero luego fue Copero Mayor de Pedro I
y Mayordomo Mayor de Enrique II.
En Aviñón, don Gil fue bien acogido por el papa
Clemente VI,
que ese mismo año lo nombró cardenal de San
Clemente.
Tras ello, don Gil renunció a la sede de Toledo.
Clemente VI falleció en 1352
y le sucedió Inocencio VI, Étienne Aubert,
a quien años atrás don Gil había conocido en
Toulouse,
cuando viajó allí a estudiar Derecho;
quizás entonces asistió a algunas clases de
Aubert.
El nuevo papa preparó una campaña militar
para restaurar y pacificar los Estados
Pontificios
y recuperar el dominio sobre la ciudad de Roma.
La formación y experiencia militar y política de
don Gil
hicieron que Inocencio lo pusiera al mando de su
ejército.
En 1353 lo designó Legado Papal y Vicario General
en Italia.
Don Gil partió con el objetivo de restaurar la
autoridad papal
y someter a los sublevados.
Pronto derrotó al prefecto de Roma,
que reconoció la soberanía pontificia.
En 1354 don Gil entró en Viterbo,
conquistada por su tío Lope Fernández de Luna,
arzobispo de Zaragoza.
Allí se asentó y desde allí combatió
a diferentes tiranos municipales.
En 1355 asistió a la Coronación en Roma
del Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico,
Carlos IV de Luxemburgo (Carlos I de Bohemia).
Asegurada la situación en Roma, el cardenal
dedicó su atención
a la recuperación de los restantes territorios
italianos.
En las cartas del papa Inocencio VI
se describe a su privado, don Gil, como “Ángel de
la Paz”.
En 1357 redactó para los Estados Pontificios
las Constitutiones
Sanctae Matris Ecclesiae,
más conocidas como Constitutiones Aegidianae,
inspiradas en los Ordenamientos de Alcalá de 1345
y que proporcionaban una base jurídica
para la organización y gobierno de los Estados de
la Iglesia.
Estas Constituciones tuvieron validez hasta 1816
y no fueron abolidas hasta 1929.
En 1362 falleció Inocencio VI
y la tiara le fue ofrecida a don Gil, que la
rechazó.
Tras ello resultó elegido Urbano V.
En 1363 los Albornoz y sus mesnadas
conquistaron territorios ocupados por los
Visconti,
muriendo allí un sobrino de don Gil, García de
Albornoz.
El cardenal había completado la tarea
de someter el territorio papal a su autoridad.
Pero Urbano VI no le mostró el agradecimiento
que sus antecesores habían manifestado a don Gil.
Urbano dio crédito a los enemigos del cardenal,
que lo acusaban de apropiación indebida de
dineros papales,
y consecuentemente le quitó el control
de los asuntos temporales de la Romaña
y se lo dio al obispo de Rávena.
En 1364 el cardenal dirigió al papa una carta
en la que rendía cuentas de sus acciones.
Se ha dicho que fue “la carta más dura
que jamás haya recibido un Pontífice”.
El papa reconoció su error.
En 1367 el cardenal recibió al papa en su
residencia de Viterbo.
Sin embargo, don Gil murió ese mismo año
sin poder presenciar el retorno del papado a
Roma.
En cualquier caso, fue gracias a él
que el papado pudo regresar a Roma
y que los Estados Vaticanos reconocieron
nuevamente al pontífice.
Fue enterrado en la basílica de San Francisco, en
Asís.
En su testamento,
Albornoz fundó el Colegio Español de Bolonia
(Collegium Albornotianum),
dotado con grandes rentas
(don Gil nombró al Colegio su heredero universal).
Lugar donde estudiantes españoles se formarían
para ejercer cargos de responsabilidad.
La capilla del Colegio está dedicada a San
Clemente.
Fue el primer Colegio fundado en el continente
del tipo de los frecuentes en las universidades
inglesas
y fue el modelo de muchos otros en Italia y
España.
Aún existe, en su antigua y suntuosa sede,
bajo dirección española.
Para su capilla toledana legó
una gran cantidad de objetos litúrgicos,
cálices, libros y ornamentos.
En 1372 sus restos fueron trasladados a Toledo.
Por bula de Gregorio XI se concedió indulgencia
plenaria
a todos los que colaborasen en el traslado de los
restos mortales,
que fueron llevados a hombros desde Asís hasta
Toledo.
El paso del cortejo por Italia, Francia y España
fue presidido por su hermano pequeño,
Fernando Álvarez de Albornoz,
que será investido poco después de la muerte de
don Gil
como obispo de Lisboa, y luego arzobispo de
Sevilla.
Hasta el propio rey Enrique II de Castilla
ayudó, en algún momento de 1372, a llevarlo.
La construcción de la Capilla de San Ildefonso,
panteón de los Albornoz en la catedral de Toledo,
había sido ordenada por el propio don Gil
para capilla funeraria suya y de su familia,
aunque no llegó a verla.
Por disposición de Enrique II,
don Gil fue enterrado con honores casi reales.
Mariana escribió de él que “en todas las edades y
estados fue igual,
entero en las cosas de la justicia,
menospreciador de las riquezas,
constante y sin flaqueza en los casos arduos”.
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La capilla de los Albornoz en la seo toledana
estuvo dedicada a San Ildefonso
desde la fundación de la catedral en 1215.
Se halla en el centro de la girola,
contigua a la capilla de Santiago,
detrás del altar mayor
y enfrente por tanto de los sepulcros de los
Reyes Viejos.
Don Gil la amplió anexionando a ella
las dos capillas vecinas, más pequeñas.
Su estructura será imitada en el siglo XV
por las capillas de San Blas y de Santiago.
La temática de la decoración escultórica de los
muros,
entre los monumentos sepulcrales
(Pantocrátor, Coronación de la Virgen y Juicio
Universal),
manifiesta la adopción del programa iconográfico
de las portadas de las catedrales góticas.
Se trataba de hacer una iglesia dentro de otra
iglesia.
En los nervios de la bóveda figura el escudo de
armas
de su fundador, Gil Álvarez de Albornoz,
barra verde sobre campo de oro.
La heráldica de los Albornoz se repite por doquier.
Las vidrieras son posteriores y ostentan escudos
de los cardenales Silíceo y Quiroga
y de los canónigos López de Ayala y Téllez Girón.
El centro de la capilla lo ocupa el sepulcro de
don Gil.
El sarcófago recuerda el estilo de los sepulcros
aviñonenses.
El rostro de la figura yacente
es el de un hombre de unos 30 años,
evocación de la edad de Cristo a su muerte,
fórmula simbólica que imperó en la Edad Media.
En los muros hay varios enterramientos de la
familia Albornoz:
don Iñigo López Carrillo de Mendoza (†1491),
el obispo de Ávila Alonso Carrillo de Albornoz
(†1514),
el arzobispo de Toledo Juan Martínez de Contreras
(†1434).
Recientemente, entre las rejas y el sepulcro
exento,
ha sido sepultado el cardenal Marcelo González
Martín,
arzobispo de Toledo de 1972 a 1995,
fallecido en 2004.
El retablo central fue construido en 1780
y representa la Descensión de la Virgen
para la imposición de la casulla a San Ildefonso.
Los padres de Gil de Albornoz
están enterrados en la Capilla de los Caballeros
de la catedral de Cuenca,
mausoleo familiar de los Carrillo de Albornoz.
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Íñigo
López Carrillo de Mendoza
Fue el cuarto hijo de Gómez Carrillo de Albornoz
"el feo",
que fuera consejero de Juan II y Enrique IV,
y de Teresa Álvarez de Toledo, hermana del I
duque de Alba.
Casó con Margarita Manuel, dama de Isabel la
Católica
e hija de Leonor de Villena.
Entre 1488 y 1491 desempeñó el cargo de virrey de
Cerdeña
en nombre de Fernando el Católico,
puesto en el que le sucedió
su hermano don Álvaro Carrillo de Albornoz.
De regreso en España en 1491,
ese mismo año murió durante el asedio de Granada.
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Alonso
Carrillo de Albornoz
Nacido en Ávila,
fue el sexto hijo de Gómez Carrillo de Albornoz
"el feo"
y de Teresa Álvarez de Toledo.
Fue canónigo de Toledo,
obispo de Catania
y obispo de Ávila desde 1496.
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Juan
Martínez de Contreras
Natural de Segovia,
fue hijo de Álvar de Rodas Contreras
y de María Carrillo y Ajofrín,
de importante familia toledana
cuyas armas figuran en el escudo de don Juan.
Trabajó a las órdenes del arzobispo Pedro de
Luna.
En 1423 él mismo fue nombrado arzobispo de
Toledo.
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¿Quién conoce hoy a estos personajes
que en un tiempo formaron parte de los grupos
nobiliarios
que rigieron los destinos de los reinos hispanos?
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