En 1178 Aranjuez fue reconquistado
e incorporado a la Orden de Santiago.
El origen del Real Sitio se remonta al siglo XIV,
cuando Lorenzo Suárez de Figueroa,
maestre de la Orden de Santiago, entre 1387 y 1409,
erigió un palacio maestral, antecesor del actual
palacio.
Ya entonces se construyó un canal o ría,
aprovechando un meandro del Tajo,
donde se instalaron varios molinos.
A finales del siglo XV
la reina Isabel la Católica se aficionó al lugar
y parte del jardín inmediato al palacio
pasó a conocerse como Jardín de la Reina.
Carlos I y Felipe II convirtieron el palacio y sus
jardines
en residencia de recreo real.
En la segunda mitad del siglo XVI
Lupercio Leonardo de Argensola
escribió una serie de tercetos
conocidos como “Descripción de Aranjuez”:
Hay un lugar en la mitad de España,
donde Tajo a Xarama el nombre quita
y con sus ondas de cristal lo baña;
que nunca en él la yerba vio marchita
el sol, por más que al etíope encienda,
o con su ausencia hiele al duro scita;
o que naturaleza condescienda
o que vencida dexe obrar al arte
y serle en vano superior pretenda;
al fin jamás se ha visto en esta parte
objeto triste, ni desnudo el suelo,
o cosa que de límite se aparte.
Contrarias aves en conforme vuelo
los ayres cortan, y en iguales puntas
las plantas suben alabando al cielo.
Las fieras enemigas aquí juntas
forman una república quieta,
mezclándose en sus pastos y en sus juntas;
sin temer que el lebrel las acometa,
o hiera el plomo con terrible estruendo,
o con mortal silencio la saeta.
Las fuentes cristalinas, que, subiendo
contra su curso y natural costumbre,
están los claros ayres dividiendo,
rocían de los árboles la cumbre
y baxan a las nubes imitando,
forzadas de su misma pesadumbre
sobre las bellas flores, que, adornando
el suelo como alfombras africanas,
las están con mil lazos esperando.
Las calles largas de álamos y llanas
envidia pueden dar a las ciudades,
que están hoy de las suyas más ufanas.
Pues ¿quién podrá contar las amistades
con que las plantas fértiles se prestan
y templan sus contrarias calidades?
Y como no se impiden ni molestan
por ver su fruta en extrajeras hojas,
ni del agravio apelan y protestan;
como tú, frágil hombre, que te enojas
si tener ves al otro lo que es tuyo,
y con rabia lo usurpas y despojas.
Comunica el gran Tajo el humor suyo
a qualquier de los árboles do llega,
sin atender si es hijo propio, o cuyo;
al huésped no sus alimentos niega,
ni al natural desecha; y así hace
corona rica de su hermosa vega.
Si la región remota ve que aplace
alguna planta suya en ésta, luego
la envía, y a su dueño satisface;
y así la que se jacta de que al fuego
de los templos da olores, no es más rica
ni la fingió ningún latino o griego.
Qualquiera aquí su condición aplica,
aunque su origen trayga de otra parte,
do el sol menos o más se comunica.
Suple la falta de la tierra el arte,
y del calor con límite y del hielo
aquello que conviene les reparte.
Hay planta que miró en su patrio suelo
el sol al mismo tiempo que la luna
en éste mira en la mitad del cielo;
y no por esto siente falta alguna
de la virtud que tuvo allá en su tierra,
como si áquella y ésta fuesen una;
la qual en senos cóncavos encierra
las aguas usurpadas al gran río,
donde los peces viven sin ver guerra.
Pudiera en cada qual un gran navío
de aquellos que a Neptuno son más graves,
navegar sin temor de hallar baxío;
mas solamente aquí navegan aves
de aquellas que a la muerte se aperciben
con cantos apacibles y suaves.
Aquí redes y engaños se prohíben
y así discurren sin temor las fieras
y a los hombres pacíficas reciben.
La hermosura y la paz de estas riberas
las hace parecer a las que han sido
en ver pecar al hombre las primeras.
Álzase al lado del jardín florido
con quatro hermosas frentes una casa
que nunca el sol su semejante ha herido.
[...]
Las alas el ingenio humano tiende,
las nubes penetrando con su vuelo,
y en el divino amor de Dios se enciende;
y de las obras hechas en el suelo
(cedros del monte Líbano olorosos)
suben las puntas a tocar el cielo.
Aquí los animales más furiosos,
en humildes ovejas convertidos,
van juntos por los prados deleytosos;
y así suenan en vano los bramidos
del león que anda en torno rodeando
por cazar las potencias y sentidos.
Y las hermosas fuentes derivando
mil surtidores de eloqüencia pura,
están enriqueciendo y deleytando;
y con orden divino y compostura
forman largas virtudes calles largas,
por donde el alma puede andar segura;
y por aligerar las graves cargas,
se muestran como en árboles enxertas
las cosas dulces dentro las amargas.
Y como viene Dios por siete puertas
(que es Nilo sin principio) y así riega
las tierras más remotas y desiertas;
que la bastante gracia a nadie niega,
para que pueda el fruto dar debido,
que a la suprema mesa después llega.
No hay autor tan remoto o peregrino
que en el nuevo Aranjuez no tenga parte
y en el propio lugar que le convino.
Porque acomoda de manera el arte
cada cosa en su punto, que parece
que ninguna se ha visto en otra parte.
También estanques mansos nos ofrece
de la perfecta vida, donde canta
el bueno, quando el malo se entristece...
Los Borbones darán al enclave
su configuración
actual.
Fue residencia veraniega de los Reyes de España
hasta finales del siglo XIX.
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