Alfonso
X había fundado una comunidad de monjas cistercienses,
el
monasterio de San Clemente, junto al río Adaja.
A
comienzos del siglo XIV, el cenobio se hallaba en mal estado.
Para
dar nueva ubicación a las benedictinas,
el
obispo abulense Sancho Blázquez Dávila,
ayo
de Alfonso XI y notario mayor de Castilla,
ordenó
construir un nuevo convento
ubicado
extra-muros (en la actual plaza de Santa Ana).
La
construcción incial se terminó hacia 1350.
Es
un edificio de aspecto exterior humilde
pero
de gran importancia histórica.
Ya
desde Alfonso XI, la casa fue muy favorecida por los reyes.
Aquí
fue educada de niña la futura reina Isabel I la Católica.
***
El
5 de junio de 1468 fallecía el infante Alfonso,
en
Cardeñosa, a dos leguas de Ávila.
La
infanta Isabel, apenada, se retiró a Santa Ana,
al
lugar donde había pasado buena parte de su infancia.
El
arzobispo de Toledo, Alfonso Carrillo,
que
lo mismo ceñía la cota de malla que la mitra,
reunió
a los principales comprometidos
en
las actuaciones encaminadas a destronar a Enrique
y
todos acordaron alzar por Princesa a la Infanta Isabel
y
ofrecerle la Corona de Castilla.
Una
comisión de la Junta se trasladó al monasterio de Santa Ana.
En
el locutorio del convento,
Isabel
recibió al prelado y sus acompañantes,
que
le propusieron proclamarla Reina de Castilla.
La
infanta respondió:
«No
quiero reinos que no son míos,
pues
los derechos no me son debidos, sino a mi hermano.
Mas
si tenéis ese deseo, tratad con el Rey
para
que me admita como heredera para después de sus días».
Era
preciso que la Corona recayera en persona
cuya
legitimidad no ofreciera duda,
que
pusiera término a las banderías que desangraban Castilla.
Para
conseguirlo, se hicieron los trabajos preliminares,
se
ultimaron las negociaciones
y
se acordó el lugar y la fecha en que había de realizarse
la
entrevista del rey don Enrique con su hermana doña Isabel.
Enrique
salió de Madrid e Isabel del convento de Santa Ana,
para
dirigirse a Cebreros.
Trasladáronse
después al sitio acordado:
El
19 de septiembre de 1468, en la Venta de los Toros de Guisando,
tuvo
lugar el acuerdo:
Isabel
y los suyos reconocieron a Enrique por Rey y Señor natural,
y
éste recibió por Princesa y por primera heredera de sus reinos
a
doña Isabel, que fue jurada como tal por todos los allí presentes,
previa
relajación por el legado papal de anteriores juramentos
prestados
a doña Juana.
Rey
y Princesa se trasladaron a Cadalso,
acompañados
de los magnates y los prelados,
y
luego pasaron a Casarrubios;
el
25 de septiembre expidieron la carta
en
la que se daba cuenta de lo acordado.
Don
Enrique reconocía a doña Isabel como primera heredera,
«porque
puede luego casar e aver generación
en
manera que estos mis reinos no queden sin aver en ellos
legítimos
sucesores de nuestro linage».
***
En
el siglo XVI, aprovechando que Santa Ana se había convertido
en
centro educativo para nobles y miembros de la Familia Real,
el
convento fue totalmente renovado.
Del
monasterio destaca el claustro de tres alturas,
concluido
en 1596 y único con esta altura de su época.
En
su iglesia podían verse dos lápidas
con
los nombres de dos damas de Isabel la Católica, enterradas allí.
Pendían
de sus muros varias banderas, dos de las cuales,
según
la tradición, figuraron en la batalla de Lepanto,
y
fueron regaladas al convento
por
lo mucho que rezaron sus religiosas
para
que Dios concediera la victoria a las armas españolas.
En
Santa Ana pasó algunas temporadas
la
emperatriz Isabel con su hijo el futuro Felipe II.
En
1531 la emperatriz y el príncipe Felipe pasaron el verano en Ávila.
Visitaron
repetidas veces el monasterio
y
el día 26 de julio, festividad de Santa Ana,
después
de asistir a los divinos oficios,
algunas
meninas de la reina recibieron el hábito.
La
emperatriz y el príncipe comieron en la clausura
y
después éste, que tenía poco más de cuatro años,
fue
vestido de hombre en el mismo monasterio,
“y
salió de galán, en calzón y ropilla de tela muy fina y rica”.
A
mediados de junio del año 1600,
los
reyes Felipe III y Margarita de Austria
visitaron
Santa Ana, acompañados de muchos Grandes de España.
También
visitaron el monasterio
Isabel
II y la infanta doña Isabel de Borbón.
***
Damas
de la primera grandeza de España
tomaron
el hábito en el convento de Santa Ana.
Se
dice que, desde su fundación, nunca faltó entre sus religiosas
alguna
de la casa y apellido de su fundador, Dávila.
Hubo
monjas de clausura en Santa Ana hasta 1978.
Ese
año las cistercienses abandonaron el convento
y
éste fue adquirido por la Junta autonómica.
En
1985 fue restaurado y se convirtió en sede
de
la Delegación de la Junta de Castilla y León,
cayendo
rápidamente en el olvido la historia del cenobio.
Muy interesante la historia del edificio.
ResponderEliminarGracias, amigo.
EliminarGracias por la información. Me ha ilustrado sobre este edificio, delante del cual he pasado varias veces, ignorando mucho de todo esto.
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