ROMANCE
DE LA JURA DE SANTA GADEA.
JURAMENTO
QUE TOMÓ EL CID AL REY.
Año 1072, en la iglesia de Santa Gadea de Burgos,
Alfonso VI, rey de Castilla y León,
hubo de jurar ante Rodrigo Díaz de Vivar
hubo de jurar ante Rodrigo Díaz de Vivar
que no había tomado parte en la muerte de su
hermano,
Sancho II de Castilla,
Sancho II de Castilla,
quien fue asesinado ante los muros de Zamora en
1072.
En
Santa Gadea de Burgos
do
juran los hijosdalgo,
allí
toma juramento
el
Cid al rey castellano,
sobre
un cerrojo de hierro
y
una ballesta de palo.
Las
juras eran tan recias
que
al buen rey ponen espanto.
—Villanos
te maten, rey,
villanos,
que no hidalgos;
abarcas
traigan calzadas,
que
no zapatos con lazo;
traigan
capas aguaderas,
no
capuces ni tabardos;
con
camisones de estopa,
no
de holanda ni labrados;
cabalguen
en sendas burras,
que
no en mulas ni en caballos,
las
riendas traigan de cuerda,
no
de cueros fogueados;
mátente
por las aradas,
no
en camino ni en poblado;
con
cuchillos cachicuernos,
no
con puñales dorados;
sáquente
el corazón vivo,
por
el derecho costado,
si
no dices la verdad
de
lo que te es preguntado:
si
tú fuiste o consentiste
en
la muerte de tu hermano.
Las
juras eran tan fuertes
que
el rey no las ha otorgado.
Allí
habló un caballero
de
los suyos más privado:
—Haced
la jura, buen rey,
no
tengáis de eso cuidado,
que
nunca fue rey traidor,
ni
Papa descomulgado.
Jura
entonces el buen rey
que
en tal nunca se ha hallado.
Después
habla contra el Cid
malamente
y enojado:
—Mucho
me aprietas, Rodrigo,
Cid,
muy mal me has conjurado,
mas
si hoy me tomas la jura,
después
besarás mi mano.
—Aqueso
será, buen rey,
como
fuer galardonado,
porque
allá en cualquier tierra
dan
sueldo a los hijosdalgo.
—¡Vete
de mis tierras, Cid,
mal
caballero probado,
y
no me entres más en ellas,
desde
este día en un año!
—Que
me place —dijo el Cid—.
que
me place de buen grado,
por
ser la primera cosa
que
mandas en tu reinado.
Tú
me destierras por uno
yo
me destierro por cuatro.
Ya
se partía el buen Cid
sin
al rey besar la mano;
ya
se parte de sus tierras,
de
Vivar y sus palacios:
las
puertas deja cerradas,
los
alamudes echados,
las
cadenas deja llenas
de
podencos y de galgos;
sólo
lleva sus halcones,
los
pollos y los mudados.
Con
el iban los trescientos
caballeros
hijosdalgo;
todos
son hombres mancebos,
ninguno
no había cano;
los
unos iban a mula
y
los otros a caballo;
todos
llevan lanza en puño,
con
el hierro acicalado,
y
llevan sendas adargas
con
borlas de colorado.
Por
una ribera arriba
al
Cid van acompañando;
acompañándolo
iban
mientras
él iba cazando,
mas
no le faltó al buen Cid
adonde
asentar su campo.
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