Este pequeño edificio que pasa casi desapercibido
es uno de los más importantes
en la historia arquitéctonica de Toledo.
Es un edificio único en su género,
con una gran influencia en la arquitectura posterior
y resulta sorprendente su pervivencia a lo largo de
los siglos.
No se ha conservado el nombre original de esta
mezquita.
Se la ha llamado mezquita de Bab-al-Mardum
por estar al lado de la puerta de tal nombre
(Valmardón, “Puerta Tapiada”),
la más antigua de la muralla árabe,
la que fue entrada principal de la ciudad.
Junto a ella hay una puerta de la muralla exterior
cristiana,
conocida como Puerta de la Bisagra.
Al estar situada al lado de la puerta de la ciudad,
quizás tuvo como fin el facilitar la oración
a los que llegaban o marchaban de Toledo.
Se encuentra sobre una vaguada
que fue vía natural de acceso
a las zonas más altas de la ciudad.
Se encuentra en el actual barrio de San Nicolás,
uno de los más antiguos de la ciudad,
donde se ubicaba la Medina, próxima a la Alcazaba.
Un barrio que, en época musulmana,
tuvo carácter residencial
y estuvo habitado por las familias más ricas.
De hecho, algunas de las casas de este barrio,
ya en época cristiana, fueron aprovechadas
para instalar en ellas a algunas órdenes religiosas,
lo que requería edificios de cierta entidad.
La de Bab-al-Mardum era una mezquita menor,
un oratorio privado o de barrio.
Se trataba de un edificio exento,
elevado con respecto a la cota de la calle.
***
En el siglo XIX, la mezquita, convertida en iglesia,
quedaba casi oculta por la casa del santero.
En febrero de 1899, al demoler unas viejas paredes
de ésta,
quedó al descubierto la fachada
de la entrada de la antigua mezquita
y, en ella, en la parte superior,
una inscripción en caracteres cúficos,
que fue descifrada por Rodrigo Amador de los Ríos.
El 8 de abril de 1899, en la Ilustración Española y Americana,
Amador de los Ríos narraba el hallazgo
y sus dificultades para traducir la inscripción.
Constituye una inscripción única en el Islam,
por haber sido realizada con fragmentos de
terracota,
de ladrillo ordinario de construcción.
El friso epigráfico dice:
«Basmala [“En el nombre de Alá”].
Hizo levantar esta mezquita Ahmad Ibn Hadidi, de su
peculio,
solicitando la recompensa ultraterrena de Allah por
ello,
y se terminó, con el auxilio de Allah,
bajo la dirección de Musa Ibn Ali, el arquitecto, y
de Sa´ada,
concluyéndose en Muharram del año trescientos
noventa».
El año 390 de la Hégira corresponde al 999 de la era
cristiana.
[13 de diciembre de 999 / 11 de enero de 1000].
Más adelante, se formuló la hipótesis
de que el edificio árabe se hubiera construido en
dos fases:
En el siglo IX un alzado sencillo,
similar al de la mezquita de las Tornerías,
y en el siglo X una reforma
(a la que haría referencia la inscripción
fundacional),
añadiendo el alzado superior
con las bóvedas de nervios entrecruzados.
Tal hipótesis llevaba aparejada una nueva traducción
del friso:
«En nombre de Alá, el Clemente, el Misericordioso.
Fue reconstruida esta mezquita,
renovándose la parte superior de ella.
Se propuso y terminó tan hermosa obra, con el
auxilio de Alá,
bajo la dirección de Musa ibn Alí y de Saas,
el año 390 de la Hégira».
Del supuesto Ahmad ibn Hadidi de la primera
traducción
no se tienen más noticias.
Se ha apuntado que sería
miembro de una familia importante,
quizá de visires o de ulemas,
hombres con dinero y prestigio
y con influencia en la vida de la ciudad.
La mezquita habría sido, pues, financiada por
iniciativa particular,
como obra piadosa,
aunque no se sabe si su función era privada,
vinculada a la residencia familiar,
o si se donó al pueblo como mezquita de barrio;
también es posible que se utilizara
como mausoleo o como escuela.
De la época musulmana, la única información que se
tiene
es la proporcionada por la inscripción.
***
La mezquita de Bab-al-Mardum es un edificio cuadrado
de pequeñas dimensiones,
un tipo de edificación religiosa
propio de Al-Andalus, Túnez y Egipto;
la mezquita de Toledo es la quinta más antigua del
mundo.
La mezquita tunecina de las Tres Puertas, en Kairouan,
muy parecida a la de Toledo,
fue construida en el año 866
por un personaje proveniente de Al Andalus.
Este tipo de estructura era frecuente en Bizancio
desde fechas muy anteriores a la aparición del
Islam.
La mezquita de Bab-al-Mardum es la mejor conservada
de las doce que existieron en Toledo en la época
musulmana.
Se trata de uno de los edificios en pie más antiguos
de la Europa post-romana.
La mezquita de Bab-al-Mardum es, junto con la de
Córdoba,
la más antigua que se conserva en España.
Y, junto con la mezquita de Córdoba
y la ciudad palaciega de Medina Azahara,
es el más importante monumento del periodo califal
en España.
***
Se construye (o reconstruye) a finales del siglo X,
época de mayor esplendor del califato de Córdoba.
Fue construida siguiendo el estilo califal cordobés
propio de la ampliación de la mezquita de Córdoba
por al-Hakam II en el siglo X:
La mezquita de Toledo es una “copia” en pequeño
de la mezquita de Córdoba.
La una era la grandiosa mezquita aljama
de la capital del califato
y la otra una simple mezquita de barrio,
pero sus diseños arquitectónicos y decorativos son
similares.
La disposición de estos templos se basa
en la de algunas mezquitas orientales
que, a su vez, se basaron en las iglesias bizantinas
de cúpula central.
La mezquita se estructura evocando la casa de
Mahoma,
con un shan, patio o jardín,
y el haram, o sala de oración, techada,
con una hornacina o mihrab,
a modo de puerta hacia lo sagrado,
el lugar al que miran los que oran,
situado en el muro de la qibla,
que es el que señala la dirección hacia la que
rezar.
Curiosamente, la mezquita de Bab-al-Mardum
no fue trazada de modo canónico,
ya que no tiene ningún costado orientado hacia el
Este,
como era habitual en España,
tanto en mezquitas como en iglesias.
El exterior está decorado con arquerías
propias de la decoración califal cordobesa:
En la fachada que da acceso al shan,
arcos de herradura, adornados con dovelas a dos
colores,
dentro de arcos polilobulados.
Aunque la piedra cordobesa es sustituida aquí por el
ladrillo.
En el interior, el sistema de abovedamiento de
crucería,
a base de cúpulas de nervios que no se cruzan en el
centro,
nervios con función meramente decorativa,
sigue la estructura de las cúpulas califales
que aparecieron por primera vez
en la ampliación de la mezquita de Córdoba.
El espacio queda dividido en nueve tramos cuadrados
cubiertos por cupulillas distintas entre sí
que son réplicas de las bovedillas de la mezquita de
Córdoba.
El alzado consta de tres cuerpos:
Cuatro fustes de columna sin basa, procedentes de
otros edificios,
y cuadro capiteles de acarreo visigodos reutilizados
(uno de ellos sustituido por uno nuevo en la
rehabilitación de 1909,
según consta en el propio capitel)
soportan unos arcos de herradura
que a su vez sostienen nueve bóvedas.
La bóveda central se eleva un poco más que el resto,
al estilo bizantino.
En el siglo XI, la mezquita de las Tornerías
repitió la estructura de la de Bab-al-Mardum.
El mihrab debía ser “portátil”,
porque no se han conservado restos de él en la
qibla.
Se encontraría a la derecha de la entrada.
Dos lados tienen un tratamiento de fachada,
los que daban a la calle y al patio,
cada uno de ellos con tres puertas.
Opuesto al muro del patio se hallaba el muro de la
qibla.
El cuarto corresponde a la ampliación cristiana,
por lo que se desconoce cómo sería.
Junto al edificio hay unos pequeños jardines,
un patio con fuente central (donde practicar las
abluciones),
modelo de origen persa repetido en las
construcciones andaluzas.
***
Al igual que en Córdoba, la cristianización del
edificio
respetó casi íntegramente la construcción islámica.
Su uso como mezquita duró menos de 100 años.
Su uso como iglesia durará 800 años,
hasta su desacralización en el siglo XX.
Su nombre actual es el de Mezquita del Cristo de la
Luz.
Este nombre procede del tiempo
en que la mezquita se transforma en iglesia:
Cuenta la leyenda que, cuando Alfonso VI, acompañado
por El Cid,
entró en Toledo en 1085 por la puerta de Valmardón,
su caballo se arrodilló delante de la mezquita
y se resistió a seguir avanzando
(hay quien dice que fue el corcel del Cid el que se
detuvo);
el hecho se tomó como signo de la Providencia
y el monarca mandó investigar;
se vio que de uno de los muros de la mezquita
surgía un resplandor desconocido.
Al excavar, se descubrió un Cristo
que había sido escondido cuando los árabes
invadieron Toledo,
para que no fuera profanado por éstos.
Ante el crucifijo, una lamparita
se mantenía encendida milagrosamente
a través de casi cuatro siglos.
El rey ordenó oficiar misa allí por primera vez.
El lugar en el que se arrodilló su montura
está señalado por un adoquín blanco en el pavimento,
a pocos metros del templo, casi en el centro de la
calle.
En 1183 la mezquita era una casa, “la que fuera
mesquita de moros”.
Pertenecía a Domingo Pérez y a su mujer Juliana.
Éstos la donan a los caballeros de San Juan de
Jerusalén
para que éstos la conviertan en “su capilla y
oratorio”.
Es entonces cuando el edificio fue ampliado,
añadiéndosele un ábside.
Esta ampliación es la más antigua muestra de arte
mudéjar
de que se tiene constancia
y se convertirá en referente de la arquitectura
mudéjar.
En esa cabecera absidial se instaló el Cristo
crucificado
y el templo islámico fue consagrado al culto cristiano,
bajo los auspicios de la Orden de los Hospitalarios
de San Juan.
Luego la cruz será sustituida
por una imagen de la Virgen de la Luz
(el crucifijo se conserva en el Museo de Santa
Cruz).
La imagen de la Virgen desaparecerá posteriormente.
En el interior, el ábside fue decorado con frescos
románicos,
en la actualidad bastante deteriorados,
combinados con inscripciones cúficas carentes de
significado,
características de la ornamentación mudéjar.
En la bóveda del ábside, se halla
el habitual Pantocrator rodeado por el Tetramorfos.
Lo mejor conservado es la imagen de Cristo en la
mandorla.
La otra figura bien conservada es el águila
que representa al evangelista San Juan,
en la esquina superior derecha.
En la parte inferior derecha
aparece el cuerpo del león de San Marcos,
aunque la cabeza se ha perdido.
En algunos arcos y en el presbiterio
quedan también restos de pinturas
que representan figuras de santos y ángeles.
***
El ábside, de planta semicircular,
precedido por un corto tramo recto,
fue realizado en ladrillo, sobre un zócalo de
mampostería granítica,
e incorporó a los elementos románicos
otros propios del arte islámico,
como la ornamentación a base de arcos ciegos:
un primer nivel de arcos románicos de medio punto
y una segunda banda de arcos almohades polilobulados.
Este modelo va a ser repetido intensivamente
en el mudéjar toledano.
Al exterior, la mezquita presenta un amplio
repertorio ornamental,
que marcará la impronta de la decoración mudéjar
toledana.
Será modelo para la construcción y decoración
de los edificios mudéjares de la ciudad.
Su fábrica a base de sillarejo y ladrillo
caracterizará el mampuesto mudéjar toledano.
El exterior de la ampliación mudéjar
mantiene el mismo repertorio decorativo
de la construcción musulmana.
Así, el edificio permite constatar
la influencia directa del arte califal sobre el
posterior mudéjar,
tanto en lo que respecta al aparejo constructivo,
como en cuanto al muestrario ornamental.
El tipo de arquerías decorativas
empleadas en la fachada de la mezquita
será muy repetido por el arte mudéjar.
El tipo de fábrica, de ladrillo y mampostería, va a
ser la base
de toda la arquitectura mudéjar toledana,
y, por influencia de ésta, de todo el mudéjar.
Este estilo mudéjar se utilizará incluso
para la construcción de las sinagogas toledanas,
caracterizadas por la refinada traza de sus
arquerías y bóvedas,
y las sencillas formas de la múltiple combinación de
líneas.
***
Pocas noticias más se tienen de esta iglesia
en los siglos siguientes.
En algunos documentos mozárabes se alude a ella,
generalmente con el único objeto de servir de límite
o medianería
a algunas ventas efectuadas.
A lo largo de los ocho siglos en que se mantuvo el
culto católico,
además del ábside se le añadieron
otros elementos ya eliminados:
un pórtico delante de la fachada principal,
una torre cuadrada adosada al ábside, que no se
llegó a terminar,
y un cementerio.
***
En el siglo XIX la mezquita
se hallaba olvidada, rodeaba de edificios.
Hasta 1899 la portada de la mezquita
estaba adosada a la vivienda del santero,
que tapaba su fachada y casi ocultaba el antiguo
edificio.
A principios del siglo XX fue derruida la citada
casa.
Ello supuso el redescubrimiento de la mezquita,
que fue recuperada y rehabilitada en 1909.
A principios del siglo XX se eliminaron los
edificios adosados.
Tras quedar exenta, como lo había sido en su origen,
se cerró su perímetro con una magnífica reja de
forja.
En 1964, debido a unas filtraciones de agua
subterránea,
se derrumbó una esquina de la mezquita.
Durante el proceso de restauración,
se sustituyó la verja por otra más baja y de peor
calidad.
En 1986 la verja volvió a ser sustituida
por una réplica de la primitiva.
La original se halla en el jardín de la Sinagoga del
Tránsito.
***
A comienzos del siglo XXI, la mezquita llevaba
tiempo cerrada.
Entonces el Consorcio de la Ciudad emprendió las
obras
para resolver nuevos problemas en la cimentación.
En las primeras intervenciones, en el año 2000,
al quitar las primeras tablas de la ripia
que formaba el faldón de cubierta norte,
apareció una caja, clavada en la madera,
en cuyo exterior estaba escrito:
«El que lo encuentre para él, adiós».
Dentro de la caja había restos de una mecha,
un lápiz, una chapa para marcar en la madera
y otro escrito bajo la tapa:
«albañil Florentino López, carpintero Modesto Vera,
aprendiz Daniel Garcia,
alludantes y peones Gregorio Nabarro y Vytoriano
Diaz Canece.
12 Marzo 1910. Vera».
Así, el carpintero fechaba el cierre de la cubierta.
Para eliminar los problemas de humedad
que afectaban a los cimientos
debido a las corrientes de agua subterráneas,
se pensó en la posibilidad de que aún existiera
la cloaca que desemboca extramuros
junto a la puerta de Valmardón,
y se levantó el terreno para buscarla.
Efectivamente, se localizó, en buen estado.
Además, buscando la cloaca,
se encontró en enero de 2007 un trozo de pavimento
romano.
Una de las esquinas de la mezquita se había
derrumbado en 1964
porque esta esquina apoya directamente
sobre la cubierta de la cloaca romana,
constituida por las lajas de granito de la calzada
romana;
una de éstas lajas se partió, afectando a la
estabilidad del edificio.
En 2009 se dejó en el aire la esquina,
sosteniéndola con dos perfiles metálicos
apoyados mediante gatos hidráulicos en el terreno
circundante,
lo que permitió reparar la cloaca, reponiendo la
pieza rota,
y calzar de nuevo en ella la mezquita.
Efectuada la restauración,
las aguas del subsuelo se desviaron a la cloaca,
que de este modo se ha puesto nuevamente en uso
después de tantos siglos.
Las excavaciones pusieron al descubierto,
en la explanada cercana al edificio,
un tramo de unos 50 metros de calzada romana
de 5 metros de ancho,
formada por grandes losas de granito.
La mezquita se levantó sobre la calzada.
Se han encontrado asimismo, en el jardín,
restos de una necrópolis medieval,
posiblemente de los primeros años de uso como
iglesia.
En el ábside se ha colocado un suelo transparente
que deja ver la estructura subterránea
donde algunos piensan que pudo haber
una iglesia paleocristiana o visigoda,
aunque la opinión mayoritaria es que se trata sólo
de los cimientos pétreos del mismo ábside.
La leyenda del Cristo de la Luz
hacía pensar en la posibilidad de que existiera
un anterior edificio visigodo, probablemente una
iglesia
(tras uno de cuyos muros se ocultaría la cruz),
sobre el cual se construiría la mezquita.
El propio Amador de los Ríos así lo creyó.
Pero, en las recientes excavaciones,
no se han encontrado vestigios que sustenten tal
opinión.
Las obras se prolongaron hasta 2010.
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Actualmente, este edificio poco conocido,
perteneciente a la parroquia de San Nicolás de Bari
y que hasta hace poco sólo se podía visitar
si se contactaba con el guarda que se ocupaba de su
conservación,
está desacralizado.