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jueves, 8 de enero de 2015

VALLADOLID



CUATRO ROMANCES DE QUEVEDO

(cuando la corte se trasladó de Valladolid a Madrid)


A tí digo, el pajecico
que al Rey mi señor le llevas
tiernas cartas de Madrid
que dan principio á mis quejas:
si el bello rostro no finge
la nobleza que en él muestra,
ó si por ventura tienes
alguna parte en mi tierra,
que me escuches te suplico
y que á mis querellas tiernas
siquiera por cortesía
les des atentas orejas.
Más habrá de cuarenta años
que estando rica y contenta,
el gran Felipe Segundo
hizo de mi casa ausencia.
Sentí, como era razón,
del tiempo las inclemencias,
que del tiempo las mudanzas,
¿qué piedra hay que no las sienta?
Al fin pasé como pude
esta larga cuarentena,
con ayunos y vigilias
harto flaca y macilenta;
hasta que Dios fué servido
que á reparar mis almenas
vino el tercero Felipe
y le recebí contenta.
Abrí para recibirle
hasta mis entrañas mesmas,
que es mi sol, y como tal
me da vida su presencia.
Tuvo tres hijos en mí,
y á sus bautismos y fiestas
salieron todos los míos
con entrañable entereza.
Levanté muchos palacios,
hice fábricas inmensas,
empedré calles y plazas,
puse á las ventanas rejas,
un pretil al Espolón,
hícele un muelle al Pisuerga,
y para sotos y prados
derribé viñas y huertas.
Contarle los pasadizos
es cosa que me atormenta,
que en tratando de pasar
me traspasa el alma mesma.
Truje la fuente de Argales
en una costa soberbia
hasta la plaza del Campo,
corto plazo y larga pena.
Procuré á mis cortesanos,
como cortés y discreta,
servillos en cuanto pude;
no sé yo de qué se quejan.
Desde el punto que los vi
no se ha pasado Cuaresma
que no toquen á marchar
y publiquen el ausencia.
Todo ha sido enfermedades,
mas ¿qué mucho que las tengan,
si las han solicitado
con temerarias tristezas?
Siempre por Madrid llorando,
¿qué mucho que les suceda
en su salud mil naufragios
con la voluntad enferma?
Mas si es cosa natural
que todos los hombres mueran,
¿por qué han dado contra mí
por cualquier muerto querella?
Pena fué del primer padre,
y siendo tan cierta pena,
desde que los recebí
de que la paguen se quejan;
no sé cómo te lo diga,
pero mira y considera
si por ventura en Madrid
eran las vidas eternas.
Aquí se me acaba el alma,
que dicen, y es cosa cierta,
que se ha hecho un pasadizo
por donde la Corte vuelva.
Dile, pues, discreto paje,
al Rey mi señor, que advierta
que muere Valladolid
y que sin él muerta queda.
Dile que muere tan pobre
que por no tener hacienda
deja de hacer testamento
y de declarar sus déudas;
que le pido por merced,
ya que difunta me deja,
que como de criada suya
tenga de mis hijos cuenta.—

Esto dijo, mas no pudo
pasar de allí, porque llena
de lágrimas y suspiros,
aunque viva, muerta queda.


*** 

Magüer que yace finado
de dentro de su capilla,
fablando está Peranzules
con Valladolid la rica.

—Membrárseos debe el priado,
le dice, señora mia,
que sois ciudad populosa
y non limitada villa;
no os acuitéis de mal grado,
Reina de las dos Castillas,
teniendo lo que tenedes,
fincando lo que vos finca.
¿Qué ciudad tiene cual vos
tan noble Chancillería,
con su Iglesia Catedral
y obispo que la bendiga,
santa y justa Inquisición
contra la secta maligna,
Universidad famosa
de España la más antigua,
tantas damas, tantos nobles,
tantos omes de valía,
Almirante, Condestable,
Duques de muy alta guisa,
templos, casas, edificios
que al de más soberbia admiran,
Condes, Marqueses, Señores
que por honor os habitan?
¿Non yace aquí vuesa plaza,
cuya beldad peregrina
la de Génova escurece
siendo Génova la rica?
Vuesa casa de moneda
y la vuesa Platería,
¿quedan acaso cerradas
que las lloráis en tal guisa?
La vuesa puerta del Campo,
que al sol en saliendo obliga
llegue á besarla los pies,
¿por aventura os la quitan?
El vueso anciano Pisuerga
ó el su criado Esguevilla,
su prado ameno, apacible,
y sus riberas floridas,
sus álamos y sus chopos,
sus frutas, galeras, ninfas,
¿vánse acaso con la Corte
que vos ponéis tan marchita?
Ayer no estabais contenta;
no sé cierto que vos diga:
non tentéis al tiempo vario,
dejad que sus vueltas siga.
Pan vos darán vuesos campos,
vino darán vuesas viñas,
carne las vuesas dehesas,
Tudela mozas garridas,
Zaratán y Ciguñuela
los panecillos de á libra;
Pisuerga, truchas y peces,
barbos y frescas anguilas,
conejos Castro Calbón,
palominos Tordesillas,
pavos la vuesa Almenara
y Bamba y Geria gallinas;
Vizcaya hierro y pescado,
Setubar frescas sardinas,
Cerrato miel y panales
y León las mantequillas;
Segovia ventidoseno,
magros perniles Galicia,
Peñafiel hermosos quesos
y rico vino Medina;
picotes, mantos y mantas,
dentro en vuesa casa misma
los tendréis como querades,
y de Simancas las guindas;
dulces frutas de la Vera,
de vuesos pinares piñas,
espárragos de Portillo,
melones de Valdestillas.
¿Qué vos falta, mal pecado?
Guardad, por vos no se diga
que el mucho bien mal vos face;
reprimí la vuesa cuita.
Un muerto vos lo aconseja;
creelde, dueña garrida,
que la fabla de los muertos
siempre á los vivos avisa.
Rogad á Nuestro Señor
que vos conserve y permita
guardar las vuesas faciendas
porque vueso nombre viva.


*** 

—Tráiganme papel y tinta
que quiero escribir mis penas
al Rey mi señor, por ver
si acaso de mí se acuerda;
y déjenme un poco á solas,
porque al contemplar en ellas
haga que mi pluma cuente
lo mucho que me atormentan.
Si preguntaren por mí,
digan que me hallo indispuesta
y que no admito visitas
ni doy lugar que me vean.
Ciérrense las puertas luego
porque mi dolor no entiendan,
que el llorar en pechos nobles
si no es amor, es flaqueza.—

Dijo la noble ciudad
que es en este mundo reina,
y de su casa un anciano
esto le dió por respuesta:

—Non querás , dueña honorosa,
acoitar vuesas proezas,
catad que vienen de lueño
y no son de ayer compuestas.
Nueso Señor os bendiga,
que á la mia fe, noble fembra,
harto así luenga fincáis,
non vos noten de avarienta.
Y por la vuesa mesura
vos juro que no debiera,
que fincáis la más hermosa
que fincó naturaleza.
Non vos fagáis mortecina,
surgid vuesa faz serena,
non digan que en Santa Clara
dan golpes las tumbas vuestras;
que como Castilla sois,
no será mucho que sienta
en ver vuesa catadura,
que cual finada estáis yerta.
Vuesos ojos amarridos
pueden fincar con clareza,
magüer si vos dejan Reyes
non es por ser vil trotera.
Conque vos parezca ansí
que cedo de vos se arriedra,
ya tornarán mil vegadas
á gozar vuesas riberas;
que non yacéis vos villana
como la vuesa parienta,
pues por fincar en tal guisa
la dejaron sola e yerta.
Farto cortesana sois,
non vos falaguen sus tretas,
que vos sois de prez hidalga
y non villana grosera.
Non fagades comparanza
entre ella á vuesa pureza,
en al que sois humildosa,
ella astuta falagüeña.
Voto á Santa Potenciana
que non vos falta nobleza,
que fijos tenéis fidalgos
de quien los Reyes se precian,
faciendas harto colmadas,
el Señor vos las mantenga;
non me cale que vos diga
sino que sois mal contenta.
En la vuesa habed folganza,
que bien sabéis si se os miembra
que yo me yago en lo mío
allá en par de San Esteban;
porque al ome de valia
no le abonda la nobleza
prestada de ajenos homes
siendo la suya asaz buena.
Terceros desaguisados
con andanzas lisonjeras
os han puesto denostada,
mas buen tercero os defiensa,
Ningún tuerto vos han fecho,
que á facérosle, ya oviera
el vueso fijo Don Pedro
tomado venganza entera.
Antes finca, empalagado
de veros sandiosa é terca,
é que siendo honra de godos
non haya en vos madureza.
Non plañáis de ese talante,
que fasta el vueso Pisuerga
revierte con vueso llanto;
non vos acoiteis, que es mengua.
Solazaos, la mi señora,
que si la corte vos deja,
corrida se fué de ver
que non luce con la vuesa.
Trascolado á mi razón
apañalda é non se os pierda
que la fabla de los buenos
siempre lo bueno aconseja.


*** 

Saliéndose á pasear
Valladolid por su Plaza,
la mejor que tiene el mundo,
un lunes por la mañana,
día de San Ildefonso,
fiesta tan solenizada,
sin temor de la fortuna
que nunca le fué contraria,
donde vió muchos corrillos
de la gente cortesana;
y con deseo de saber
lo que entre ellos se trataba,
oyó que decían voces:

— ¡Ya la Corte hace mudanza!
Y como ella siempre fué
tan sagaz, discreta y sabia,
volviendo el rostro á sus hijos
les dice aquestas palabras:

—Hijos, dad gracias á Dios
y á la Virgen dad mil gracias,
que os sacó desta tormenta
y os libró desta borrasca.
Yo sé que conoceréis
cuando la Corte se vaya
que todo lo ordena Dios
para bien de vuestras almas.

La Corte es jardín de flores
de mil nobles adornada,
donde florecen las letras
y permanecen las armas
de los nobles caballeros
que la siguen y acompañan;
donde está la discreción
de mil señores y damas;
en ella está la justicia
que con gran rigor se guarda;
en ella está el gran Felipe
honra de la casa de Austria;
en ella está Margarita,
piedra preciosa de España,
que por todos estos dos
tengo el alma lastimada.

Todo aquesto tiene bueno,
mas en esta otra balanza
sabed que sigue la Corte
mucha gente desalmada;
en ella está la codicia,
los enriedos y marañas,
mujeres de mala vida
en nombre de cortesanas,
que apenas lucen las buenas
cercadas de tantas malas;
todo esto lleva tras sí
y otras infinitas faltas.
Hoy nos encarece el pan,
el vino y carne mañana,
todas las mercaderías
ya no hay quien pueda comprarlas.
Vaya la Corte á Madrid
y vista esa dueña honrada,
que después que le faltó
anda desnuda y descalza;
y acabe ya de llorar,
pues es cosa averiguada
que con ella puede hablar
y sin ella poco ó nada.

Hijos, ya me conocéis
y sabéis que no es jactancia,
pues siempre nombrada fui
en Europa, Africa y Asia,
y «Valladolid la rica»
en todo el mundo me llaman,
aunque ahora que estoy pobre
ya no me estiman en nada
y me dicen que soy sucia
porque les lavo sus manchas,
ó se las lava mi Esgueva,
su aborrecida y mi esclava.
Tengo con el gran Felipe
tal crédito y confianza,
que jamás me olvidará
ni jamás le seré ingrata.
Mas siendo Madrid su madre,
no será bien olvidarla,
y como sabe que es muerta
quiere ir á resucitarla;
y así sus hijos podrán
aparejar su jornada,
que sin Corte pasará
quien siempre fué cortesana.

sábado, 15 de septiembre de 2012

TORRE DE LA HIGUERA




La torre de La Higuera se encuentra
a 2 kilómetros de Torre de Juan Abad,
pero en el término municipal de Villamanrique,
junto al camino que lleva al castillo de Montizón
desde la carretera que une Torre de Juan Abad
con Castellar de Santiago,
en la margen izquierda.


Es un torreón aislado, situado sobre un cerro
que se eleva sobre el arroyo de La Cañada
y que permite la comunicación visual
con todas las fortalezas de la zona.


Su amplio dominio visual es el más extenso
de los que se divisan desde las atalayas del entorno,
por lo que fue punto de enlace entre Eznavejor y Montizón.


Su función era de torre vigía.


En su alrededor existen restos de muro de argamasa,
idénticos a los de las Torres de Xoray o Eznavejor.


Se encuentra en estado de ruina progresiva.


No es propiedad de nadie.


En las Relaciones Topográficas se explicaba:
«Junto a la Torre La Higuera, que está a media legua de Juan Abad,
hay dos fuentes a diez pasos la una de la otra,
y una tiene unas sanguijuelas pintadas,
y en ella hay sanguijuelas que tienen la virtud
de que cualquier persona que sufra apostemas
en cualquier parte del cuerpo,
yendo a esta fuente a echarse las sanguijuelas
o llevándolas a donde se encuentre la persona
que se las quiere poner,
cuidando de no sacarlas de su propia agua,
se las pone en la parte donde está la apostema o enfermedad
y chupan hasta hartarse, y cuando ya están hartas
ellas mismas se sueltan sin herir en nada a la persona
sino que la sanan de su enfermedad,
y vienen gentes de fuera de más de cincuenta leguas de distancia
para ponerse las sanguijuelas;
los médicos dicen que solamente hay de estas sanguijuelas
en dos fuentes de Europa y África».






***






«Hay otro castillo, que se llama de Joray,
que está derribado como la torre.
Y otro castillo en la dehesa de esta villa
y otro en la Cabeza de Buey
y otras dos atalayas en la sierra del Cabrón.


Todos están desechos».




***




Torres de Joray, Eznavejor, Feznavessore,
Avenxore, Hisna Xarif, Hisn abu Xoray...
son los diversos nombres con que se conoce
a las ruinas que presiden un angosto corredor
conocido como Estrecho del Dañador o de Las Torres.


La fortaleza dominaba el paso de La Mancha a Andalucía,
que hoy es la carretera de Torre de Juan Abad a Villamanrique.
Ocupaba casi totalmente la cima del pequeño monte.
En ella estuvo preso Hixem III, el último califa de Córdoba,
cuando fue derrocado en 1031.


En 1213, Alfonso VIII reconquista las Torres de Joray
y en 1214 las dona a los caballeros de Santiago.


Durante la primera mitad del siglo XIII esta fortaleza debió ser
una de las más importantes de la zona,
ya que, cuando en 1239 tuvo lugar una partición de tierras
entre las Órdenes de Calatrava y Santiago, en el Sur de Ciudad Real,
se hizo tomando como base los castillos de Salvatierra y Eznavexore.


Pero junto al castillo se establecieron las actuales poblaciones
de Villamanrique y Torre de Juan Abad.
Y en 1243 la fortaleza ya está despoblada y abandonada.


Es un lugar cargado de historia y de leyendas.


Como la de la Encantada:
Cautiva cristiana que todas las noches de San Juan baja hasta el río
para peinarse sus hermosos cabellos
esperando que un caballero cristiano
la rescate del rey moro de Joray.


Le gustaba a Quevedo la melancólica soledad de estas ruinas
que visitaba a menudo
y sobre las cuales escribió:






***






“Son las Torres de Joray
(Funeral a los huesos de una fortaleza
que gritan mudos desengaños)”:


Son las torres de Joray
calavera de unos muros
en el esqueleto informe
de un ya castillo difunto.

Hoy las esconden guijarros,
y ayer coronaron nublos.
Si dieron temor armadas,
precipitadas dan susto.


Sobre ellas, opaco, un monte
pálido amanece y turbio
al día, porque las sombras
vistan su tumba de luto.

Las dentelladas del año,
grande comedor de mundos,
almorzaron sus almenas
y cenaron sus trabucos.


Donde admiró su homenaje
hoy amenaza su bulto:
fue fábrica y es cadáver;
tuvo alcaides, tiene búhos.

Certificóme un cimiento,
que está enfadando unos surcos,
que al que hoy desprecia un arado,
era del fuerte un reducto.


Sobre un alcázar en pena,
un balüarte desnudo
mortaja pide a las yerbas,
al cerro pide sepulcro.

Como herederos monteses,
pájaros le hacen nocturnos
las exequias, y los grajos
le endechan los contrapuntos.


Quedaron por albaceas
un chaparro y un saúco,
fantasmas que a primavera
espantan flores y fruto.

Guadalén, que los juanetes
del pie del escollo duro
sabe los puntos que calzan,
dobla por el importuno.


Este cementerio verde,
este monumento bruto,
me señalaron por cárcel:
yo le tomé por estudio.

Aquí, en cátreda de muertos,
atento le oí discursos
del bachiller Desengaño
contra sofísticos gustos.


Tú, que te das a entender
la eternidad que imaginas,
aprende de estas rüinas,
si no a vivir, a caer.

El mandar y enriquecer
dos encantadores son
que te turban la razón,
sagrado de que presumo.


Este mundo engañabobos,
engaitador de sentidos,
en muy corderos balidos
anda disfrazando lobos.

Sus patrimonios son robos,
su caudal insultos fieros;
y en trampas de lisonjeros
cae después su imperio sumo.


Las glorias de este mundo
llaman con luz para pagar con humo.