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viernes, 6 de noviembre de 2015

SORIA. Ermita de San Saturio



«He vuelto a ver los álamos dorados,
álamos del camino en la ribera
del Duero, entre San Polo y San Saturio,
tras las murallas viejas
de Soria —barbacana
hacia Aragón, en castellana tierra...»


(Antonio Machado. Campos de Soria).


***


San Saturio fue inicialmente una gruta
en la que en el siglo VI vivió el que será patrón de Soria.


Saturio procedía de una familia de nobles y ricos godos.
Cuando sus padres murieron, repartió sus bienes entre los pobres
y se retiró a una cueva junto al Duero
donde pasó el resto de sus días
y donde fue enterrado.


En su época se le tuvo por santo,
pero con el tiempo se le fue olvidando.


Sin embargo, en el siglo XVII la iglesia y el ayuntamiento sorianos
decidieron construir sobre la cueva una ermita en su recuerdo.
En el siglo XVIII Saturio fue canonizado y nombrado patrón de Soria.


***


El camino que lleva a San Saturio
atraviesa el convento templario de San Polo,
que era propietario de todos los terrenos circundantes,
incluida la gruta del santo.


***


En la ermita, la imagen de San Saturio
es un busto-relicario negro de un anciano barbado,
al modo del clásico baphomet templario.


La figura tiene una abertura posterior
por la que puede verse parte del cráneo. 
En el frontal hay una placa más reciente
con una inscripción:
“CAPUT ST. ATVR CIVIT NOMANT PATRONI”.


En la cueva, Saturio levantó un pequeño altar a San Miguel

en el lugar en donde hay una imagen del arcángel.

lunes, 2 de noviembre de 2015

CASTILLEJO. Ermita de la Virgen de Paúl



Por un camino solitario
se llega a la cueva.
El antiguo eremitorio
escondido entre rocas y vegetación.


El camino serpentea
entre viñedos y barrancos
y al internarse en él
se abandona todo lo conocido,
se deja atrás
la sociedad, las tribulaciones diarias,
la propia vida.
El camino conduce
a un lugar que está más allá de las normas,
más allá de las obligaciones,
más allá de la pesadumbre.
Conforme se avanza
entre viñedos y barrancos
el corazón se aligera,
las ataduras se aflojan,
se alejan las preocupaciones,
se olvidan errores y tropiezos,
peleas, traiciones, desengaños…


Éste es un camino iniciático
que limpia y enseña,
que prepara
para el conocimiento.


El espíritu se va recomponiendo,
las heridas sanan,
las grietas cierran,
el cansancio desaparece.
Todo el cansancio
que la vida acumula en el alma
y que va convirtiéndose en piedras
pesadas y negras.
Todo el dolor
que nos producen los demás.
Todas las dudas.
Todo el miedo.
Todo eso va quedándose por el camino
y se llega a la ermita con un corazón nuevo
y sin lágrimas,
un corazón tranquilo, pacificado.


La cueva está colgada de la peña,
solitaria, oculta, secreta.
Es el refugio ancestral,
la seguridad.


La ermita-refugio,
desde la que se escucha el rumor del agua
y el viento entre las hojas de los árboles.
Un viento suave
que refresca el interior de la cueva.


Allí se puede entrar en contacto
con el primer habitante de la gruta.
Basta con respirar, cerrar los ojos
y disponerse para recibir el mensaje.